One-Shots de KaiLen

By YokoNarjiv

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Una historia donde encontrarás one-shots (historias de un único capítulo) de la pareja Kaito x Len. No hay na... More

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🔼Leave Off🔽 | Drabble |
🔼Matrimonio🔽
🔼No Money🔽 |Drabble|

A solution for a Jealousy

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By YokoNarjiv

Años Antes

El salón de clases, algo tan aburrido, que puedes terminar durmiéndote sobre tu pupitre con un hilillo de saliva saliendo de la comisura de los labios. El problema, era que luego te daban un aviso y la amable directora no dejaba pasar ni una. Pero yo no tenía necesidad de quedarme dormido. Nunca lo hice y nunca lo aré. ¿La razón? Tú. Tú eres la razón, no sólo de no quedarme dormido en clase, sino por millones de razones, las cuales si las nombrara, me llevaría un día de clases entero, para mí serían importantes, pero para los demás una tontería y se aburrirían apenas comenzar.

Este día se ponía mejor, o casi. La profesora de matemática no había venido -nos avisaron luego de esperarla como media hora- ¡Esta noche party hard en mi casa! No bueno, no creo que sea para tanto. Eso significaba, que teníamos hora libre, una hora para nosotros solos. ¿Qué puedo invitarte mi amor platónico? ¿Un helado? ¿Banana-split? ¿Una manzana? ¿Mi amor? ¡Eso no! Aún... no estoy listo para declararme, a pesar de haber estado tres años juntos, todavía no tengo la valentía para hacerlo.

Cuando acabé de arreglar un poco mis cosas, noté que estaba solo... o casi. Mi mejor amigo se había ido dejándome en mi pupitre, solo. Decidí esperarlos, con suerte, quizás volvería. Al otro extremo del salón, se encontraba mi dulce amor platónico, siendo interrogado salvajemente por tres chicas.

-¿Quién es?

-¿La conocemos?

-¿Ya son pareja oficial?

-¿Ya se besaron?

-¿Es del salón?

-¡Habla! ¡Di quién es la elegida!

Todas gritaban al mismo tiempo, pero por suerte, tengo un oído, que escuché cada pregunta que le hicieron. Celos. No puedo creerlo, ¿Seré yo el elegido? Me hago muchas ilusiones, él es un chico hermoso, y no necesita a una persona patética, que no cree en sí misma y no se atreve a ver a su amor platónico a los ojos. ¡Ni de lejos siquiera! Yo... me siento molesto, esa chica... debe tener suerte, pero yo quiero que él sea mío. No. No hablo de que la primera vez ya tengamos que probar juntos la cama, ¡Quiero que él me pertenezca! ¡Que me ame a mí!

Esto... duele. Siento como mi corazón se rompe como un cristal. Mi amor, no es correspondido.

Deporte. Genial. Luego de la fantástica clase libre, nos tocaba gimnasia. Todos los chicos de nuestra clase estaban en el camerino, inclusive él. Él estaba... quitándose la camisa. No es la primera vez que lo veo sacándose la camisa, pero debo admitir que cada vez que lo veo, me parece tan sexy y sensual. Su piel es tan blanca, debe ser suave al tacto, con un aroma delicioso. Me encantaría poder abrazarlo por la cintura ahora mismo y susúrrale al oído lo mucho que lo he amado por todos estos años.

-¡Hey! ¡Despierta!

-¿Eh? Ah... Meito...- mi mejor amigo de la infancia. Estuvimos juntos en jardín de infantes, la primaria... bueno, casi toda la vida. Él sabe sobre mi amor platónico. Al principio, creyó que le jugaba una broma, pero al ver mi seriedad, supo que no mentía. A estado apoyándome desde ese entonces, pero al ser yo tan cobarde, nunca he tenido el valor de confesar mis sentimientos hacia él.

-¿Qué te pasa? Te has puesto rojo como los corazoncitos de tu bóxer cuando viste a Len quitarse la camisa.

-¡Meito!- le reproché. No tenía por qué estar diciendo esas cosas, pero mi reproche fue en vano, ya que Len había escuchado toda la conversación, pero... No estaba molesto, se estaba riendo. Ver su sonrisa, es tan bella, me encanta poder hacerlo reír, aunque quién haya hecho el chiste fuese Meito, pero el causante de que él lo hiciera fue por mí...

Hoy nos tocaba volleyball. No quiero presumir, pero soy bueno en este deporte. El profesor nos juntó de a dos. Por un momento, todos pensamos que podíamos elegir a quién quisiéramos -yo elegiría al amante del Sake, por supuesto-, pero esta vez, él armó las parejas. Al principio, pensé que todo esto lo estaba soñando y le dije que me lanzara agua fría a la cabeza. Se rió, destapó la botella, y me mojó con la poca agua que contenía. Él se reía, pero nada me hacía más feliz que verlo reír. Jugué con él igual, mojado y riéndonos, los dos.

Len es muy bueno jugando, quizás al estar embobado con su belleza, me hacía poner más torpe de lo normal y por eso, la pelota se iba a cualquier lado. Logré que esta, le golpeara a Meito en la cabeza. Len y yo reíamos, de verdad, disfrutaba mucho su compañía... me hacía feliz. Puedo decir... que nos llevamos bastante bien.

Len gritaba desesperadamente mi nombre, acompañado de la palabra... ¿Cuidado? Giré mi cabeza, pero no fui lo bastante rápido, una pelota golpeó mi bello rostro.

Me estaba mareando, el golpe había sido muy fuerte. Me senté en el suelo, mientras me tapaba la cara. Me duele.

-¡Profesor! ¡Profesor!- llamaba una voz aguda. Supuse que era el chiquillo del cual me enamoré. Él se preocupa por mí, pero aun así... No debe corresponder mis estúpidos sentimientos.

-Pero que mal estás...- decía burlonamente Meito. De seguro fue él. Él me golpeó con el balón, como una venganza porque yo lo golpeé. -Oh cielos... Tu nariz sangra. Ven, hay que llevarte a la enfermería.

Meito y, con ayuda de otro alumno denominado por el profesor, Luki, me ayudaron a pararme, mientras que uno me tomaba de las manos y el otro de los pies. Una situación bastante embarazosa diría yo ¡Y Len estaba observando todo! Siento mi rostro arder, ¿Me sonrojé? Definitivamente.

-¡Bájenme!- ordené

-No podemos... Tu nariz sangra, imbécil.- me contesto de la manera más educada que pudo Luki.

Observé en dirección a donde se encontraba Len. Él... está riendo, nuevamente. Qué lindo e inocente se ve. No te preocupes, yo te haré sonreír.

Al día siguiente, me lo encontré frente a su casillero, guardando sus cosas. Su rubio cabello estaba desordenado, no lo llevaba así siempre. Él decía que se tomaba su tiempo para que estuviera bien peinado, pero hoy no era así. Bostezaba. Grité su nombre. Al girarse, noté bajo sus hermosos ojos celestes, ahora sin ánimos, unas ojeras. Anoche no había dormido bien.

Aunque estuviera en ese estado, me acerqué igual. Después de todo, era mi preciado amor platónico, debía amarlo como sea que se vea, a pesar de que él no sienta lo mismo por mí.

-Tu cabello está despeinado ¿Por qué se ve así?- lo interrogué.

-¡Shh! Es un secretito.- sonrió mientras ponía su dedo índice en medio de sus dulces labios.

Esa actitud. De verdad que me mataba. Me hacía llegar a imaginar que los osos de felpa hablan por sí mismos y me comparten de su leche con galletas ¡El amor es hermoso! En cualquier momento, mi impulso por besarlo no voy a poder controlarlo más y acabaré haciendo algo que, quizás, él luego me odie por hacerlo. Me pregunto qué clase de secreto será... ¿Un examen? Que recuerde no hay ninguno hoy.

Cuando dejé las cosas en mi casillero, iba a dirigirme al salón, como todo mundo, pero algo me detuvo. Un llanto desgarrador. Me acerqué al pasillo, escondiéndome detrás de una de las paredes, y te vi. Te vi llorando. Quise correr, tomarte en mis brazos, preguntarte por qué lloras, tomar tu rostro y con mis dedos, secarte esas lágrimas, pero sé que no puedo.

Pero en esa escena vi algo más. La persona de la cual te habías enamorado -que no soy yo- se iba con otra. Una chica rubia, de baja estatura y ojos celestes, con un gran moño blanco sobre su cabeza. Si mal no recuerdo, Meito dijo que se llamaba Rin. Le refregaba en las narices a Len, que él, no era su elegido. Al otro chico, lo besaba, abrazaba, le hacía cariños, todo. Todo frente a ti, por eso llorabas.

Rin... ella no merece hacerte esto. Ojalá pudiera hacer algo para hacerte reír. Quiero ver tu bella sonrisa.

---------- Una semana Después ----------

Otra vez no vino la profesora de Matemática. El salón estaba completamente vacío, solo yo estaba en él. Mi cabeza estaba sobre el pupitre, pensando. Len es un chico muy lindo, en cualquier preciso momento, puede venir alguien y alejarlo de mí para siempre. No quiero eso. Quizás... deba confesarle mis sentimientos... yo debo hacerlo. No quiero seguir sintiendo celos. Reuniré todo el coraje que pueda.

Quiero que Len me dé la llave de su corazón.

Me levanté de golpe del pupitre, y me dispuse a buscarlo. Caminaba por todos los pasillos, pero no lo encontraba. Hasta que lo vi. Estaba sentado, junto a Oliver, en la escalera que llevaba al primer piso. No estaba seguro de si se lo digo ahora, sería algo incómodo. Me dirigí a ellos.

-H-hola Len.

-¿Ah? Hola Kaito- me sonrió. Que bella es su sonrisa ¿Ya lo mencioné?, de verdad, la amo tanto. Me encanta que me la dedique a mí, ser yo el que lo haga sonreír. Nadie más. -¿Pasa algo?

-Yo... bueno... te veo al finalizar la siguiente clase, en nuestro salón. A las... 4:10 p.m- me siento raro. Mi corazón late de una manera muy inexplicable para mí. Mis manos sudan. No es como si le acabara de confesar mis sentimientos, no es así. Tampoco era para tanto que mi corazón latiera de esta manera, y por supuesto, temía que lo oyeras -siempre en una historia de amor, todos piensan que oyen los latidos del corazón-. Tampoco es mucho que mis manos suden. Si ahora me ocurre esto, con tal sólo decirle que lo veré a las 4:10 p.m, no puedo pensar que me pasará cuando esa hora llegue.

-¡Claro! Te veré a esa hora.- volvió a dedicarme una sonrisa. En este momento sólo quiero quedarme para ver su sonrisa, pero no quiero parecer acosador ni mucho menos.

No es como si fuera la gran cosa ver a una persona sonreír, pero si ese amor es reprimido por mucho tiempo, es normal que ocurra eso. Que con la mínima cosa, tu corazón empieza a latir rápido. Tan rápido, que piensas que esa persona puede escucharlo. Puedes sentir la sangre en la cara, tus mejillas arder. Sí. Tus mejillas se han puesto rojas -no tanto como tomate de feria que ganará el primer puesto, pero algo así- de verlo ahí. Aunque sea verlo y escuchar su voz, es más que suficiente.

Aunque yo espero algo más. Sé que confesarle mis sentimientos será en vano, ya que quizás Len... no esté interesado en mí. Si hace una semana lo vi llorando porque el amor de su vida, no le correspondía... No creo que cambie de opinión en tal sólo una semana... eso es imposible. Pero vale la pena intentarlo... Espero no humillarme frente a él.

2:43 p.m

2:58 p.m

3:01 p.m

3:15 p.m

3:32 p.m

3:45 p.m

3:50 p.m

¡Al fin! Somos libres de Biología. Meito dijo que tenía pensado a fin de clases, ir a ver una película (Es viernes, por suerte). Pero había olvidado decirle lo de Len. Había pasado casi toda la clase pensando en cómo decirle mis sentimientos al chiquillo. En ocasiones, giraba mi cabeza hacia su pupitre. Estaba tan concentrado en las tareas, se ve tan lindo. Es tan responsable y yo... irresponsable, no tanto pero... la pereza es más grande que yo.

-Lo siento, Meito, hoy... me veré con Len.

-Ah... ¡¿Con Len?! ¿No me digas que...?

-Así es... Hoy voy a confesarme.

-Suerte- me palmeó el hombro. Se dirigía a la salida, y de allí me gritó -¡Tengo fe en ti!- no ha cambiado. Sigue siendo un completo idiota. Pero aun así, es mi mejor amigo.

4:05 p.m

Ya casi da la hora. Estoy frente al salón. No sé qué hacer. Estoy aterrado. "¡Vamos Kaito! Tú puedes" Me alentaba a mí mismo. Primero puedo darle el helado de banana con dulce de leche que compraste para él. Sé que ama las bananas, pero no sé el helado... espero que le guste. Luego, comenzar con una plática normal... no, no, no. Mejor sería ir al grano de la situación cuanto antes, no por nada lo cite aquí. Puede tener... cosas importantes que hacer... espero que no.

4:10 p.m

La puerta del salón fue abierta rápidamente. Un niño de dorados cabellos de ángel y sus ojos, tan brillantes que irradiaban inocencia pura. Sus manos, se encontraban sobre mi pecho. Nuestras miradas se encontraron, se podía notar como sus mejillas pasaban de un rosa a rojo ¡Qué adorable! Sin que me diera cuenta, estaba rodeando su cintura, atrayéndolo más a mí. Esto intensificó su sonrojo. Tomaba la punta de mi bufanda azul, y escondía su cara en ella. En verdad, este chico va a matarme de ternura cuando menos lo espere.

De golpe, se separó de mí, desviando su rostro hacia un costado para esconder su sonrojo, aunque yo, ya se lo había visto.

-Eh... Len- esta vez, me miró, pero por desgracia, no fue a los ojos. Trataba de buscar con mi mirada la suya, pero no lo logré. Entramos al salón, y yo cerré la puerta tras de mí. -Oh si, compré esto para ti. Es... helado de Banana con Dulce de Leche, no sabía si...

-¿Banana?- su mirada, ahora estaba en el pote que llevaba en mis manos. -Oh Kaito ¿Cómo sabías que me gustaba?

-¡Shh! Es un secretito- imité la acción que hizo Len, hace una semana, cuando le pregunté sobre su cabello.

-¡Muchas gracias! No tenías que hacerlo, pero no puedo negarme.- le di el pote, quién lo abrió desesperadamente, buscando en su mochila algo con qué comerlo. Qué lindo es. -Bueno... ¿Qué ibas a decirme?- se sentó sobre una de las mesas, comiendo su helado. Para su suerte, había encontrado una cuchara.

Esa pregunta... Diablos, no. Esa pregunta no. A pesar de haberme estado preparando mentalmente para esto, no estaba segurobde hacerlo. Que mas da... Se que Len no me corresponderá, pero, aun así lo intentaré... No permitiré que alguien más me lo arrebate.

-Bueno, la verdad...- sentía mi corazón saltar como loco. La temperatura de mi cuerpo aumentaba considerablemente, provocando querer tomarme yo ese helado. Así es, tenia mucho calor, inclusive se concentro en un lugar de mi rostro, las mejillas. Ya no hay marcha atrás. -Len... Se que hemos hablado muy poco entre nosotros y que no hemos llegado a conocernos bien, pero... -respiré hondo. -Me gustas. Eres el primer chico que ha llegado a enamorarme de esta forma. Tienes... No sé... Una actitud tan risueña, infantil, adorable y tierna. Tampoco me falta mencionar, que eres bellísimo. Con tu cabellera rubia ondeando a causa del viento de otoño, tus ojos celestes transmiten ternura e inocencia; además de que se puede apreciar, que eres alguien seguro de ti mismo. Yo o cualquier otro, podría quedarse embombado por horas con esos hermosos ojos que tienes.- se me habían acabado las palabras. El chiquillo, solo me miraba petrificado y con la boca abierta, dejando caer un poco de helado por sus comisuras. La cuchara, se había quedado estancada en el pote de helado, el cual lentamente se derretia, haciendo notar el paso del tiempo.

-Ka-Kaito... Es la primera vez que me dicen algo tan lindo como eso...- me sonroje y me sentí alagado por sus palabras. -Pero... No estoy seguro de lo que siento por ti... Seguro te enteraste lo de hace una semana con Rin, ¿Verdad?- asenti, completamente destrozado por dentro.

-Len, te comprendo... No tienes que forzarte a que me ames... Lo siento por malgastar tu tiempo.- tome mis cosas, y con la mirada abajo, procedí a salir del salón de clases. Yo estaba seguro de que Len no correspondería mis sentimientos... Lo sabía.

Pero algo de lo que no estaba previsto, el rubio me tomo del brazo, deteniendo así mi caminar.

-Hum... Quizás si quieres, podríamos conocernos más, y... Bueno, quizás...

-Len, no quiero intentar nada más. Has dicho que no te gusto, es normal... Mejor debería olvidarme de ti...

-No, no he dicho eso... Es que no entiendes...

-Ya déjalo, Len... No insistas.- me dispuse, nuevamente, a salir de allí y, en paz, poder llorar. Ridículo, pero es lo que sueles hacer cuando estas triste por alguien que no siente lo mismo por ti.

-¡Te dije que no entendías! Escucha, por favor...- quizás pueda hacer un esfuerzo... Que seguro será en vano. -Es sobre Rin... Ella... Ella me...

-¡Ya sé que la amas!- lo interrumpi ya bastante molesto. -¡No me lo restriegues más en la cara Len! ¡Tu la amas, intenta recuperarla, entonces!- intenté salir por la puerta... Pero algo me detuvo.

-¡Te amo a ti, idiota!

Años Después (Ahora)

-... Y así, después de eso, comenzamos a tener citas para conocernos mejor, ya que como les dije, entre nosotros no hablábamos mucho.- soltó una risita, Len, ahora, mi "esposa", me gusta como suena eso.

-¿Y cómo se hicieron pareja?- nos preguntó la pequeña Kuroki. Hija adoptiva de nosotros. Tiene unos ojos celestes parecidos a los de Len, su cabello corto por encima de los hombros del color de la noche, y tiene una inocencia, como mi rubio, a los típicos trece años.

-Hehe... Bueno...- Len se sonrojo el tan solo recordarlo.

-Le compré un ramo de rosas rojas y una caja de chocolates sabor a banana, y en el colegio me le declaré... Sencillo.

-No fue solo eso... ¡Estaba casi toda la escuela!- hundió su rostro entre sus manos, tapando la vergüenza que sentía en ese momento.

-Nee~ papi, ¿Te gusta hacer sufrir a mami, verdad?- nos cuestionó entre risas, nuestro hijito menor de diez años, Iker. Se parecía a mí, ya que tenía el cabello negro y sus puntas, eran de un tono azulado y verdoso. Sus ojos, eran dos gemas rubíes. Aún recuerdo cuando lo fuimos a adoptar. Nos decían que era un niño maldito, ya que tiene los ojos rojos, y claro, no muchas personas los tienen. Pero aún así... Es lindo...

-Un poco.- le conteste riendo. En eso escuché como la puerta de la casa era abierta.

-¡¡Ya llegué!!- voz femenina. Una persona que entraba cuando quería a esta casa, y Len estaba cansado de decírselo miles de veces.

-¡Es tía Rin! ¡Es tía Rin!- gritaban los pequeños mientras salían del cuarto y corrían velozmente a su encuentro.

-¡Cuidado las escaleras!- les advertí. -Al final, nunca entendí por que llorabas por Rin...

-Otra vez con eso...- bufo -Rin es mi hermana, es claro que quiera protegerla. Ese chico, era un estúpido, incluso me odiaba. Él quería solo el cuerpo de Rin, y ese fue el día. Ambos salían sin que yo lo supiera, y cuando me viste llorando, el chico me había golpeado y había obtenido el cuerpo de Rin... Pero aun no terminaba su relación...

-De nuevo con eso.- apareció Rin en la puerta de la habitación. -Será mejor que se vistan formal, quiero mostrarles algo...

Admiraba como le quedaba ese traje amarillo a Len. Podría arrancarselo y hacerlo mio otra vez, como otras noches. Pero me temo que no es el momento. Al bajar y salir al patio trasero, ambos nos sorprendimos. Toda nuestras fanilias estaban ahí, pero, ¿Por qué?

-¡Feliz veinticinco aniversario!- dijeron al unísono. Con que eso era... Los padres de Len y los míos, se acercaron a nosotros, que seguíamos como piedras tomados de la mano por lo que acababa de ocurrir.

-Felicidades hijito mío.- la madre de Len, se acerco y comenzó a tirsr de sus mejillas. -Siempre seras hermoso, oh si, eres una cosita hermosa, ¿Quién te quiere? Tu mami, mi amor ya estas grande.- suelo decirle esto a Len muy seguido... Su madre, a veces, da miedo.

-Sí, mamá... Deja de hacer el ridículo, me avergüenzas.

-Kaito... Sigues siendo todo un caballero, ven aquí y regalale un abrazo a tu ya, vieja madre.- solté la mano de Len, y me dirigí a abrazar a mis padres.

Ninguno de los dos, nos esperábamos esto. Y aseguro, que yo, no lo recordaba. Pobre Len, se hubiera quedado sin regalo... Bueno, quizás le entregue mi regalo esta noche.

-Mami, papi.- se acercaron nuestros angelitos. Kuroki estaba hablando. -No sabíamos que cumplían veinticinco años de casados... Y no tenemos un regalo, pero... ¿Aceptan muchos besos y abrazos?- podía oír los susurros de la gente, diciendo que los pequeños, eran adorables. Pero son mis pequeños... No creo que aún sigo siendo igual de celoso, que cuando tenía diecisiete y conocí a Len.

Nos arrodillamos para quedar a su altura, mi rubio les dijo: -¿Qué están esperando?

Corrieron a nosotros y nos llenaron de besos y abrazos. Vaya, amo esta vida. Siempre me pregunté, ¿Que hubiera pasado, de no haber sido tan celoso? ¿De haberme rendido así de fácil? ¿De asistir a una clase distinta que no sea con Len? Quizás esas preguntas nunca tengan respuesta, y no me gustaría saber que hubiera pasado... Pero lo que sé, es que me gusta estar con mi familia. Con Len, con los niños... Me gusta esta vida. Me gustó ser celoso y pelear por Len.

"Me gustó encontrar una solución para los celos."

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