Kate dejó la pala a un lado antes de darse el tiempo de observar con atención el trabajo que acababa de realizar. Se talló los ojos como si quisiera limpiarlos, sin embargo de ellos no había escapado ninguna lágrima.
Pasó la mayor parte de la noche observando la pared de su habitación. Quería asimilar todo, pero por más que lo intentara no lo lograba. Aun no podía creer que Reg Monroe, aquél hombre que en el lapso de tiempo que llevaba en Alexandria se había convertido en un padre para ella; no podía, es más; no quería creer que él había sido asesinado.
Luego de que Maggie se la llevara de aquella fatal reunión pasó un par de horas junto a ella, no hablaron demasiado, simplemente lo suficiente como para disminuir la conmoción de Kate, pero asimismo lo necesario para que Maggie recordara su propia situación y dolor durante la muerte de su padre tiempo atrás.
La joven se mordió el interior de la mejilla y desvió su mirada del inerte cuerpo del hombre cubierto por un nailon negro. Suspiró.
—Siento que haya ocurrido esto —él habló, llamando la atención de la castaña.
Lo observó con atención, notando algo que jamás antes había visto en él, al menos no de ésa manera; sus ojos brillaban.
—También yo —soltó sin más antes de volver a bajar la mirada.
—No enterraremos a Pete aquí —volvió a hablar Rick, llenando de confusión a la joven—, no enterramos a asesinos aquí —se corrigió acercándose a ella.
—¿Y hace cuanto que es así?
Él frunció el ceño y se llevó las manos a las caderas observándola con severidad.
—Hablé con Deanna cuando venía hacía aquí.
No tenía que decir, puesto que si era cierto que había hablado con la mujer ya no habría nada que hacer al respecto.
Asintió. Dobló las rodillas y sin decir nada intento intento acercar el cuerpo del hombre al agujero en la tierra. Cuando la carga se aligeró observó al frente topándose con Rick, quien sin dificultad le ayudó a cargar el cuerpo y depositarlo en su respectivo lugar.
—Gracias —El asintió, restándole importancia a lo dicho por la castaña y cogió una de las palas clavadas en la tierra.
Por su parte la muchacha repitió su acción y comenzó a rellenar el agujero. No tardaron mucho; al fin y al cabo, aunque fuera Rick Grimes quien le estuviera ayudando, Kate debía admitir que dos es mejor que uno.
Algunos minutos más tarde Kate clavó sobre la tierra la tabla con el nombre de Reg tallado por ella misma en la madera y suspiró.
—¿Vendrás conmigo? —cuestionó ahora más relajado. No tardó en comprender que se refería a ir a enterrar a Pete.
Le vio limpiarse las manos y asentir tranquilamente. Ninguno de los dos dijo nada más, solo comenzaron a caminar en dirección a aquél automóvil algo gastado que permanecía estacionado en una de las calles de la comunidad.
Se aseguró de tener su cuchillo y subió al asiento de copiloto, instantes antes de que Rick lo hiciera en el del conductor.
Kate lo observó sin disimulo cuando traspasaron los muros de Alexandria, pues en aquél momento se planteó una pregunta; ¿por qué Rick quería ir con ella? Sin embargo no dijo nada.
Se mantuvo en silencio con la mirada fija en el camino por el que el vehículo avanzaba, al menos hasta que él habló:
—Glenn dijo que eras de confianza.
Le observó unos segundos e inconscientemente soltó una risita.
—¿Y tú le crees? —interrogó con las cejas elevadas.
Observó a la joven, notando como ésta apretaba los labios.
—Comienzo a hacerlo —contestó ya con la mirada fija en el camino.
Sonrió levemente mientras negaba y se cruzó de brazos.
Cuando Rick detuvo el automóvil y apagó el motor, observó por la ventana a su derecha y retiró su cuchillo de la funda que cuelga de su cinturón. Abrió la puerta sin prisa y bajó. Observó su alrededor, se encontraba rodeados de árboles, un lugar que si el mundo continuara siendo normal de seguro sería un lugar perfecto para recorrer en familia.
Cuando volvió su vista al policía le vio con el cuerpo de Pete sobre el hombro mientras la observaba. Caminó hacía él, y luego de coger las palas guardadas en la cajuela del auto, la cerró.
Le siguió sin prisa observando su alrededor, y cuando le vio detenerse y depositar el cuerpo en la tierra le entregó una de las palas.
—Espera —interrumpió a la joven al ver como comenzaba a cavar. Ella lo observó con los dientes apretados—, así está bien.
Frunció el ceño y apretó la pala en su mano, antes de observar el suelo y continuar cavando.
—Kate —apoyó su mano sobre su hombro y le hizo girarse, obligándola a mirarle—, ¿en serio crees que él se merece esto?
En aquél momento, cuando sus ojos conectaron con los de Rick, notó algo; él ya no la intimidaba en lo absoluto.
—Solo —comenzó, aun observándolo a los ojos, pues aquello era realmente un desafío—, sé que siempre hubo personas como Pete, sin embargo jamas vi el cadáver de alguno entre los árboles. Él..., después de todo es el padre de Ron y Sam.
Cuando el hombre desvió su vista con resignación Kate sonrió para sus adentros.
—Eres tan terca.
—Y tú un idiota —contraatacó—, ¿me ayudas? —interrogó señalando con su quijada el pequeño agujero en la tierra.
Sin ocultarlo sonrió cuando el policía comenzó a cavar. Imitó su acción, pero al pasar de los segundos el ruido de las hojas llamó su atención.
Elevó las cejas y no pudo ocultar su sorpresa cuando reconoció a Ron, el hijo de Jessie; corriendo por el bosque siendo perseguido por tres caminantes.
Lanzó la pala a un lado, y al mismo tiempo que desenfundaba su cuchillo se echó a correr.
Sin flaquear le enterró el cuchillo en la nuca al primero, y con decisión alcanzó a Ron como para coger su mano.
—Quédate detrás de mí —ordenó.
El muchacho la observó con sorpresa, pero no opuso resistencia alguna.
Empujó al más cercano y cuando éste cayó al suelo se lanzó sobre él clavándole el arma en uno de sus ojos, acabando de una vez por todas con sus gruñidos.
Observó al frente notando como Rick ya había acabado con el último.
—¿Qué haces aquí afuera? —el policía hablaba serio, quizás demasiado a decir verdad, sin embargo en ese momento algo se ganó la completa atención de Kate.
La joven tragó en seco, y sin prestarle atención a ambas personas comenzó a avanzar en dirección al sonido.
Y se sorprendió, incluso se sintió un tanto angustiada. Frente a ella, dentro de aquella cantera los vio. Eran tantos que siquiera se distinguían los típicos gruñidos; la cantidad provocaba que más bien se percibiera casi como un zumbido.
—Rick —le llamó—, Rick —repitió, esta vez más alto.
Cuando dejó de oír como reprochaba a Ron, giró el rostro topándose con el de él, y cuando Rick caminó hasta ella, comprendiendo lo que acaba de ver la castaña, ella notó como se le tensaban los hombros y se le marcaba un músculo en la mandíbula por la forma en que la presionaba.
***
Al regresar a Alexandria intercambió algunas miradas con Rick, y luego de meditarlo decidieron que seria ella quien le solicitaría a Deanna realizar una reunión con todos los Alexandrinos para charlar de lo sucedido.
También se enteró de que Aaron y Daryl —integrante del grupo de Rick; que ahora trabaja junto a Aaron buscando personas— habían vuelto mientras ellos no estaban, trayendo consigo a un hombre llamado "Morgan", quien tendría algún tipo de vínculo con Rick.
Tras darse una ducha retirado toda suciedad que había conseguido en la salida, se vistió. No eran más de las cinco de la tarde, por lo que el sol estaba en su punto más alto provocando que el ambiente estuviera más que cálido. Se secó el cabello con una toalla, y luego de cepillarle abandonó su hogar junto a Eric y Aaron.
Las calles de Alexandria se veían más llenas, sin embargo poco a poco fueron vaciándose hasta que gran parte de los habitantes de la comunidad estuvieron dentro de la casa de los Monroe.
Caminó juntó a el policía hasta que estuvieron al centro de la gran habitación. No supo en que momento le cogió confianza al hombre, pero cuando le empujó levemente con el hombro éste sólo la observó con seriedad —aunque sus ojos brillaban con lo que a Kate le pareció gracia— y le devolvió el empujón.
—Como algunos ya saben hoy descubrimos algo que seguramente nos traerá varios problemas —él comenzó a hablar. Su voz sonaba firme como siempre. Observó de reojo a la joven a su lado y cuando ésta habló volvió su vista al frente.
—A unos kilómetros de Alexandria hicimos descubrimiento de una cantera repleta de caminantes —se llevó las manos a la cintura y continuó—; está rodeada de contenedores que impiden su paso, al menos en gran cantidad.
—Es por eso que a los muros jamás han llegado muchos de ellos —agregó Rick.
—Sin embargo nada está asegurado —observó con atención a las personas mientras hablaba—, hablo de que en cualquier momento algo puede pasar y todos los caminantes allí podrán salir, y todos ellos llegarían aquí —explicó al notar los rostros de confusión de varios miembros de la comunidad.
—¿Qué se supone que haremos? —Tobin fue quien rompió el silencio, realizando aquella pregunta presente en todos los oyentes.
Kate observó al policía, y con un leve asentimiento le dio a entender que dijera lo que habían comentado cuando regresaban a Alexandria.
—Ideáremos un plan. Creemos que con vehículos y bengalas podremos desviarlos y guiarlos al Oeste, lejos de Alexandria.
—Construiremos muros que les impidan desviarse en otras direcciones —comentó ella con probablemente más tranquilidad de la que la situación podía permitirle a cualquiera que hubiera visto semejante cantidad de caminantes. Sin embargo algo en la forma de actuar y hablar del hombre a su lado le daba confianza. Después de todo Rick sabía muchísimo más que ella sobre este tipo de situaciones.
La verdad esperaba más conmoción por parte de las personas pero además de sus miradas de preocupación no hubo mayor revuelo.
—Esperamos que todos los que puedan contribuyan en la construcción del muro, y habrá que formar un grupo para desviar a la masa de caminantes.
—¿De verdad eso funcionará? —la voz de Deanna fue la detonante,
Kate se mantuvo en silencio observando a su alrededor, puesto que se le comenzaba a formar un nudo en la garganta. Sabía lo frágil que podía ser la opinión de la comunidad, aún más si la líder parecía no demostrar confianza en el plan.
—Jamás había visto algo igual —confesó Rick—. Pero si no hacemos algo ellos lo harán primero. No hay opción —concluyó.
Entonces los murmuros no tardaron en oírse, todos comentaban acerca del plan, y si éste funcionaría, pero como bien el ojiceleste lo haba dicho; no había opción.
—¿Voluntarios? —cuestionó él observando a los presentes.
Y ella volvió a sentirse calmada cuando poco a poco, algunas personas comenzaron a elevar sus manos ante la pregunta del hombre. Se sentía satisfecha, por primera vez sentía que Alexandria realmente comenzaba a unirse de una manera diferente. Y algo le llevó a pensar, que quizás desde aquél momento todo cambiaría.