Habían pasado ya un par de días cuando Lauren decidió buscar a Dinah. La más alta tenía razón en que necesitaba despejar su mente.
La encontró en el estacionamiento de la escuela.
-¡Dinah! Te he estado buscando, iré a la fiesta.
-¡Asombroso! Podemos llevarte, si quieres.
-Por supuesto que sí. Pero... ¿Camila irá también?
-No te preocupes por ella, Shawn la llevará y probablemente esté con él toda la fiesta.
-Ah... Me alegra.- dijo Lauren fingiendo desinterés.
La ojiverde comenzó a toser fuertemente, sintiendo como sus pulmones se comprimían a tal punto de quedarse sin aire.
La sensación fue bastante rápida, causando que la molestia pasara rápidamente. Sin embargo, se sentía un poco más débil.
-Lauren...- dijo Dinah, bastante preocupada. –Deberías ir a casa.
-Voy a concordar el día de hoy contigo. Pero antes, quiero saber cuál era la razón para que Camila quisiera verte a ti y a Ally urgentemente el otro día.
-No lo sé.- respondió la polinesia encogiéndose de hombros. –Nos llamó a Vero, Lucy y a nosotras. Ella y Ally entraron a la cocina, y parecía que estaban teniendo han discusión pero después salieron como si nada. Camila se disculpó por habernos hecho perder el tiempo y dijo que aún no era momento de decirnos, que lo sabríamos hasta que fuera definitivo.
-¿Crees que sea algo malo?- preguntó Lauren, algo alarmada.
-No lo sé... Camila ha cambiado mucho, pero dudo que sea amo realmente malo.
Lauren suspiró.
-Iré ya a casa. Te veré mañana. Cuídate.- se despidió el ángel y fue a su hogar.
No, no era su hogar. Ella sabía que, sin Camila, no tenía un hogar.
Empezaba a sentirse peor con cada paso que daba, pero no planeaba quedarse tirada en la acera, en medio de la calle, por lo que decidió tomar un atajo entre calles que no conocía muy bien.
Esos callejones lucían más a Brooklyn que a Manhattan.
Se ubicó cuando vio una cancha de basketball enrejada, pues detrás del edificio donde vivía había una, y estaba segura de que era esa.
Se detuvo cuando escuchó una odiosa y conocida voz.
-¡Vamos Cameron! Alcánzame si puedes.
-Shawn, estoy cansado ya.
Lauren se escondió detrás de un gran árbol, espiando a ambos chicos que jugaban animadamente y goteaban sudor.
-¿Una ronda más?- preguntó Shawn.
-Canastas.- propuso Cameron y le quitó a Shawn el balón.
Estuvieron jugando por lo que parecieron ser horas, y cuando Lauren estaba a punto de irse, ocurrió algo que la desconcertó.
-Eres asombroso.- halagó el más alto mientras tomaba agua.
-No más que tú.- Cameron se acercó a Shawn, le quitó la botella de boca y lo besó en los labios.
Lauren no supo qué pensar cuando se dio cuenta de que el beso no era un simple roce. Los dos chicos estaban prácticamente comiéndose el uno al otro.
Todo cobró sentido. Eso explicaba la cena en el restaurante lujoso, ahora Lauren lo sabía.
Se enojó al saber que Shawn engañaba a Camila, pero lo cierto era que Camila también había besado a Lauren.
Corrió a su departamento, cerró la puerta y comenzó a pensar en qué sería lo mejor que debería hacer.
Sabía el secreto de Shawn. Ahora se preguntaba una sola cosa.
¿Debería decirle a Camila?
Tal vez ella era muy feliz con él, y no quería arruinar otra vez la felicidad de su morena.
Tal vez, si le dijera, Camila pensaría que lo hacía por conveniencia, para que ella dejará al chico y regresara con la ojiverde.
No quería que nadie le hiciera daño a Camila Cabello, pero Lauren sentía el peligro que ser ella quien la lastimara nuevamente si le decía lo que había visto.
Se sentía más confundida que nunca, y su única oportunidad de hablar con la ojimarrón era en aquella fiesta.