FRICTION

By WritersOnFire

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Un bosque, una cabaña. Todo un verano por delante. Imagina lo que puede llegar a suceder si los personajes de... More

Presentaciones
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19.
Capítulo 20
Capítulo 21

Capítulo 3

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By WritersOnFire

¡Frictioners! Cómo lo prometido es deuda y hoy es #ViernesDeFriction, ¡aquí tenéis un nuevo capítulo!

Mientras algunos de los chicos sacan cervezas de la nevera, los otros se empeñan en desempacar sus pertenencias y así acomodarse en sus respectivas habitaciones. Ryder se pasea por la cocina, buscando alimentos en los gabinetes y dejándolos sobre la mesa mientras que Thomas le molesta, codeándolo de vez en cuando. Ryder, en lugar de enfadarse, ríe y continúa con lo que está haciendo, tratando enormemente de ignorarlo y pensando: "Tal vez no nos llevemos tan mal, después de todo".

—He comprado carne y salchichas antes de venir, para que hagamos una barbacoa esta noche. Después podemos recoger unas piedras y hacer una fogata junto al lago —propone Ryder cuando nota a Damon entrar a la cocina, seguido de James y Carter.

—Me parece una buena idea para celebrar en la primera noche —Thomas mira con una pequeña sonrisa a los demás —. Además, después podemos sacarlo en cara a Landon y Kendall por ser tan impuntuales.

Cada uno de los hombres, reunidos en la cocina, asienten divertidos ante aquellas palabras, todos de acuerdo con darle envidia a ese tal Landon y a Kendall.

—Espero jodidamente que hayan comprado mucha comida. No creo que alguno de nosotros no sea un glotón —Damon es el primero de los tres que habla, mientras rodea la mesa y toma una de las cervezas que sacaron de la nevera.

—Tranquilo, grandullón, hay comida de sobra —responde Ryder dándole un toque en el hombro—. No seáis vagos y ayudadme con esto. Perro, ve a la caseta que hay junto al lago y trae la bolsa de carbón —dice sin mirarle —. Por favor —añade cuando ve cómo Thomas le observa con una ceja elevada.

—Así está mejor —asiente —. Voy a demandar a los productores de Barney. Ya no están enseñando bien a decir el por favor y el gracias —responde Thomas y sale de la cocina, siguiendo las indicaciones que Ryder le ha dado.

— Gracias —responde ignorando ese último comentario —. Damon, ¿puedes mirar a ver si la barbacoa está limpia mientras yo termino con esto?

La única respuesta que Damon le da, es una mirada cansada y sarcástica, teniendo la tentación de mandarle a paseo. Pero luego lo piensa mejor y se da la vuelta para hacer lo que le pide porque, muy a su pesar, lo menos que quiere es pasar todos estos días con unos hombres que podrían estar enojados con él.

Cuando vuelve y les dice que la barbacoa está lista, Ryder, junto con Carter y James, se encaminan con la comida a la mesa de afuera y la cubren hasta el momento en que tengan que cocinarla, para que no se llene de mosquitos.

— ¿A dónde rayos fue Thomas a buscar el carbón? —pregunta Carter.

—Ya estoy aquí, no me extrañes — responde el susodicho, dejando las bolsas de carbón a un lado.

— ¿Estaban a la vista? La última vez que estuve en esa caseta... bueno, digamos que mi acompañante y yo lo revolvimos todo —dice mirando a Thomas con unas sonrisa cómplice.

Thomas suelta una carcajada y niega con diversión.

—No quiero detalles —levanta las palmas delante de él, con una sonrisa en el rostro.

—Tú te lo pierdes —ríe cogiendo una de las bolsas y colocando un poco de carbón en el interior de la barbacoa.

—¿Soy yo o ustedes dos no deberían dormir en la misma habitación?—añade Carter sin poder evitar reír con ellos.

—Oh, no te preocupes Carter, ya le dije a la perra que tiene prohibido mirarme de manera extraña —Thomas se cruza de brazos.

—Bueno, entonces tendrás que traerme a una de las chicas que Carter dice haber visto al otro lado del lago —Ryder coge a Thomas del brazo y finge coquetear con él sin parar de reir.

— ¡Quiero cambiar habitación! —exclama Thomas con una sonrisa, tratando de separarse de Ryder —. Tengo el presentimiento que puedo salir violado.

—Tranquilo, perro —responde alejándose—, me gustan demasiado las mujeres como para cambiar de acera.

—Hablando de eso, ¿qué tal eran las chicas? — pregunta Thomas, mirando a Carter y a James — ¿Cuántas eran?

—No lo sé —responde este último poniendo una expresión pensativa —, pero más de tres. Y estaban muy buenas.

— ¡Perfecto! —exclama Ryder —Dos para mí y una para el perro —ríe mientras coloca el mantel sobre la mesa.

—Eso no me parece nada equitativo —dice Thomas mientras toma asiento arriba de la mesa, donde Ryder acababa de arreglar el pedazo de tela —. Pero acepto.

—Trato hecho.

—De eso nada, que yo también estoy soltero, capullos —dice James.

—Lo siento, James, no hay habitación para ti —se burla Thomas y se encoge de hombros —. Creo que vas a la caseta.

—En la caseta se hace muy bien, no te preocupes —le dice Ryder riendo.

—Y una mierda, la caseta es para los perros. O sea, para ustedes dos —ríe James señalandoles.

—Esa ha sido buena —rie Ryder.

La noche de diversión para los chicos sigue su curso durante horas, y tienen planeado disfrutar del espléndido paisaje y del hermoso lago durante todo el tiempo que estén en la cabaña. Mientras el dia desaparece en el horizonte, la negrura de la noche se hace presente con demasiada rapidez para ellos. Pero aún así, deciden disfrutarla a lo máximo.

Han recogido unas cuantas piedras y las han colocado en un círculo, junto al lago. Tras colocar varios palos y añadir un poco de gasolina para que prenda, encienden una fogata y se sientan alrededor.

Siguen bebiendo y festejando relajadamente, mientras la noche avanza. Tras unas cuantas cervezas y algunas copas más, a Thomas se le ocurre un juego a través del cual, podrán conocerse un poco mejor.

—¿Saben qué estaba pensando chicos? —pregunta mirándo a su alrededor mientras menea la cerveza en su mano —. Yo los conozco a todos, o bueno, más o menos. Pero creo que podríamos hablar un poco sobre nosotros, para conocernos más —propone —. Porque ya saben, pasaremos mucho tiempo juntos.

—Buena idea —dice Ryder —, ¿en qué habías pensado, perro? —pregunta dándole un calada a su cigarro mientras le mira, apoyado en uno de los troncos que hay en el suelo.

—Mira, yo te pregunto algo a ti, cualquier cosa —hace gestos con las manos para explicarse mejor —.Y tú tienes que contestar esa pregunta, ¡sin mentir! —los mira a todos amenazandolos —. Luego tú le preguntas a alguien más y así y así.

—No sé si fiarme de tus preguntas —responde mirándolo con desconfianza —, pero venga, dale. Pregunta.

Thomas sonríe de soslayo.

—Bien, comenzaré con algo simple —dice, mirándolo —. ¿Cuál es tu apellido perra?

—Esa es una pregunta estúpida, haz otra —responde poniendo los ojos en blanco.

—¡Oh vamos! No seas un cobarde —se burla Thomas —. Es solo un apellido, perra, ¿qué malo puede hacerte decirlo? La curiosidad me está matando —rie.

—Si te lo digo no lo vas a creer —. Se carcajea Ryder.

—Intentalo.

—Te daré una pista —Ryder se incorpora y le mira, haciéndose el interesante —. Es lo contrario al tuyo.

Thomas lo observa entrecerrando los ojos y le da un trago a su cerveza, mientras una sonrisa comienza a formarse en sus labios.

—¿Estás jugando conmigo verdad? —se ríe a carcajadas — ¡Es imposible! ¿Tu apellido es Black? ¿Eres Ryder Black?

— ¿Lo ves? Te dije que no lo creerías —responde con una sonrisa antes de darle otro sorbo a su cerveza.

—¡No puedo creerlo! —Thomas ríe más fuerte — ¡Somos el jodido yin yang! ¡Estábamos destinados, perra! —coloca una mano en su pecho — Esto de seguro es una señal.

Ryder ríe con él, al igual que el resto, y se levanta para sentarse a su lado. Saca otro botellín de la neverita con hielos y se lo pasa.

—¿Y quién de los dos es el yin y quien el yang? —le pregunta elevando las cejas.

—Obviamente yo soy el yang —recibe lo que Ryder le tiende —. Digo, estás hablando con el favorito de Santa —se apunta a sí mismo —. Soy un ángel caído del mismo cielo. Tú, por otro lado, eres una historia distinta —le golpea la espalda mientras sonríe.

—En eso llevas razón. A ver si te piensas que todo ese carbón que trajiste para la barbacoa lo compré yo. No, perro, no, me lo dejó Santa las últimas Navidades —dice provocando la risa de todos.

—Claro que tengo razón, siempre la tengo —Thomas da un sorbo de la botella —. Y si te soy sincero, creo que estás en la lista negra de Santa desde antes de nacer. Te imagino dentro de tu madre pensando en cosas maquiavélicas para hacer en el futuro.

—Bueno... mi madre murió al darme a luz, así que, gracias a Dios, no ha tenido que ver las cosas "maquiavélicas" —finge las comillas con sus dedos —, que he hecho... —traga saliva y bebe cerveza, ya que ha tocado un tema delicado para él.

Thomas lo mira directamente y se aclara la garganta con algo de incomodidad. Mira alrededor y se da cuenta que los demás chicos se encuentran de igual manera. "Genial, Thomas, sigue arruinando la noche" piensa, mientras se golpea a sí mismo en su interior.

— ¿Por qué no haces tu pregunta, perra? —trata de cambiar el tema — ¿A quién eliges?

—A ti, obviamente —responde tratando de olvidar los últimos segundos —. Cuéntanos algo que no sepa nadie, no sé. ¿A qué le tienes miedo? Pero no miedo de salir corriendo y gritando como una niña, no. Miedo real. Algo que te acojone de verdad.

—¡Eso es trampa! Thomas tiene doble turno —se queja James cruzándose de brazos.

—Tengo curiosidad —Ryder se encoge de hombros.

—Te aguantas, Mc Owen —le sonríe Thomas con algo de burla, pero vuelve a ponerse serio segundos después —. Supongo que una cosa a la que le tengo miedo es al cambio repentino de las cosas en mi vida. Y no me miren extraño, es difícil de explicar, pero por ejemplo cuando mi padre murió en un accidente de auto, mi vida cambió de un segundo a otro —mira a los demás para ver si alguno no comprende —. Todo lo que conocía, cambió. Supongo que tengo miedo a que pase algo así de nuevo. Algo que cambie totalmente mi mirada hacia el mundo —se encoge de hombros —. Si no entendieron, me importa una mierda —sonrie —. No lo explicaré de nuevo.

— Creo que tenemos más en común de lo que pensamos —le dice Ryder —. Por los que ya no están —levanta su botellín de cerveza, mirando a Thomas con complicidad, y después al resto, antes de que todos le imiten.

— Por los que ya no están —repite Thomas, y bebe un trago largo—. Pero ya basta de estar sentimentales, me toca preguntar de nuevo —mira a los demás para decidir a quién preguntarle cuando de pronto se escucha un leve ronquido en medio del silencio.

Todos miran a su alrededor tratando de encontrar quién ha sido el dueño de aquel bárbaro sonido hasta que lo notan. Es Carter, quien está hecho un ovillo mientras se abraza a sí mismo. Todos intercambian miradas de confusión y desconcierto al ver al chico dormir plácidamente a pocos metros del fuego.

—Meg... —susurra entre sueños.— Sí, Meg... —asiente con una sonrisa y luego se escucha a Thomas soltar una risotada.

—¿Quién rayos es Meg? —cuestiona Damon en un susurro.

—Su novia —les aclara James—. Esta babeando por esa chica —rueda los ojos.

—Vamos a grabarle, por favor —suplica Ryder riendo y mirando al resto—. ¿Cuánto llevan juntos?

—Creo que cuatro años —susurra James.

—Esto va a ser bueno —comenta Damon.

Todos sacan sus celulares y comienzan a grabar la chistosa escena que se encuentra frente a ellos. Thomas se acerca sigilosamente a Carter y se inclina hasta que sus labios queden a centímetros de su oreja.

—Cartesiaaaano... —lo llama Thomas en un susurro parecido al gemido de una chica, aguantándose la risa. Carter se revuelve en su lugar pero su sonrisa de tarado se ensancha aún más —. Soy Meg... —su imitación de chica le sale pésimo pero Carter parece estar tragandosela.

—Necesito decirte algo, cariño —musita Thomas de manera seductora.

—Dime... preciosa... —balbucea Carter mientras alarga cada palabra y todos los chicos explotan en leves risotadas al darse cuenta de que Carter se está creyendo tal farsa.

—Me estoy arrepintiendo —ríe Ryder—, pobre chico.

—Continua —suelta James eufórico.

—No seas cobarde y graba esto, perra —pide Thomas susurrante, riendo despacio para no despertar al otro chico.

—No me hago responsable de las muertes que pueda ocasionar después. Yo estoy armado pero vosotros no —señala la pistola que lleva a la espalda, por dentro de los pantalones.

— ¡¿Pero qué demonios, Ryder?! —pregunta James, mirándolo sorprendido.

—Ya saben, chicos —murmura Thomas con los ojos entrecerrados—. No hagan enojar a la perra que se nos pone rabiosa y nos perfora un pulmón.

—Vosotros tenéis inmunidad. Claro... aun no os he contado sobre eso... —sonríe con inocencia— Bueno, podría decirse que soy traficante de armas.

—¿Es en serio? —James se incorpora y le mira.

—Bueno, bastante en serio, sí —responde sonriendo.

—Tengo miedo de dormir contigo ahora —Thomas observa el bulto bajo la camiseta de Ryder, sospechando que será su pistola —. Me llevaré unos cuchillos de la cocina para defenderme cuando te aburras de mí —murmura Thomas, poniéndose de pie.

—Por Dios, perro, me ofendes. Yo no me cargo a la gente de mi manada —le guiña un ojo y entonces se percata de que sigue grabando con el móvil —. ¿Qué hacemos con este? —señala a Carter.

—Oh, claro —Thomas vuelve a ponerse en cuclillas al lado de Carter —. Cartesiano necesito decirte algo importante —vuelve a fingir voz de chica —Perra, sigue grabando. Estoy embara...

Pero se detiene abruptamente cuando divisa unas luces llegando, unas luces de auto, para ser específicos. Nadie puede ver al dueño, las farolas del auto ciegan sus ojos.

Segundos después, se apagan las luces y las puertas del auto se abren, dejando bajar a dos chicos.

— ¡Landon, Kendall! —exclama Thomas alegremente, acercándose a ambos chicos— ¡Ya era hora de que aparecieran! —rueda los ojos— Nos acabamos toda la comida, estaba deliciosa y lamentablemente no queda para ustedes. Les pasa por impuntuales —los apunta con el dedo, levantando la botella de con la mano—, pero tenemos cerveza.

—Entonces, esto es Arizona —dice Kendall, mirando a su alrededor.

—Sí, esto es Arizona —Ryder se aproxima con una sonrisa y asiente —. Soy Ryder, encantado —añade tendiendo su mano y una cerveza —, tu debes de ser Landon —le pasa la otra cerveza y estrecha su mano también.

— ¿Qué mierda hacían con el chico? ¿Por qué lo grababan?—exclama Landon desconcertado.

— ¿Éso? —pregunta Thomas —. Simples bromitas de compañeros. ¿De casualidad no tienen una peluca rubia?

—Supongo que ahora sí estamos todos, ¡así que, que empiece la fiesta de verdad! —exclama Ryder levantando su cerveza, ignorando el último comentario del chico.

Todos los presentes ríen y dan un trago antes de desempacar. Los que ya están instalados, les muestran dónde dormirán, para que dejen su equipaje. Les explican que la habitación más grande, la han dejado para cuando necesiten un lugar al que llevar a una chica. Todos ríen y asienten, aunque los comprometidos —Carter, Landon y Damon —, dicen que no quieren tener nada que ver con el asunto.

— ¿Dónde está Carter? —pregunta Damon.

Todos miran a su alrededor en busca del chico, hasta que se dan cuenta de que no está entre ellos. Se han olvidado de él por completo.

—Rayos, se ha quedado dormido junto al fuego —repara Thomas.

—Hay dos posibilidades: puede haberse quemado con el fuego o un oso quizás ya se lo haya comido —comenta James.

Y en ese mismo instante, el sonido de un grito parecido al de una chica se escucha en todos los rincones de la casa. Los chicos se miran entre ellos y sin perder tiempo echan a correr hacia afuera. Se quedan petrificados cuando le ven, aun apoyado contra el tronco, y con un niño a su lado.

—Chicos —murmura Thomas sin quitar la mirada del niño —. ¿Quién dejó abandonado a su hijo por el camino? —mira a Landon.

— ¿Qué? A mí no me mires —gruñe Landon — Ann todavía no da a luz a nuestro hijo, ese niño no es mío.

—Yo creo que no tengo hijos —dice Ryder pensativo —. Pero de alguien debe de ser. ¿De dónde ha salido, Carter? —le pregunta mientras todos se acercan a él.

Este último posee una mirada colmada en terror, la cual le atribuye al pobre niño que se encuentra a pocos metros de él.

—No tengo ni la más... mínima... idea —habla despacio como si tuviera temor de aquella inofensiva criatura.

Carter se coloca de pie en un ágil movimiento parecido al de un ninja y corre a refugiarse detrás del grupo de chicos.

—Hola, pequeñajo —Ryder sonríe y se acerca, arrodillándose junto al niño —. ¿Cómo te llamas?

—Tatajes —dice el niño con felicidad, tocando el cuello y los brazos del tatuado del grupo.

— ¿Qué hacemos con él? —pregunta James, nervioso.

— ¡Oh! ¿Podemos quedarnoslo? —pregunta Thomas, mirando al pequeño con una sonrisa —. La perra y yo podríamos adoptarlo. Él sería la mamá y yo el papá.

—No te suelto una grosería porque hay niños delante —responde Ryder riendo —. De momento, vamos a hacer que entre en calor, está congelado.

Lo coge en brazos y camina al interior de la casa. Agarra la manta que hay sobre el sofá y trata de envolverlo con ella, pero el pequeño no se deja.

— ¡Quelo tatajes! —exclama sin parar de tocar todos los que ve.

—Haremos un trato —intenta convencerle —, si me dejas que te tape con esta manta tan calentita, por la mañana te llevaré a hacerte un tataje. ¿Qué te parece?

El niño duda un segundo, pero acepta con una sonrisa. Ryder le arropa y vuelve a cogerlo en brazos para salir junto al resto. Los encuentra debatiendo y pensando en qué hacer con el pequeño.

—Eres una gran madre, perra —se burla Thomas, golpeándole la espalda cuando ambos llegan a la fogata.

—Recuerdame que te explique un par de cositas cuando el niño no esté delante —responde guiñandole un ojo.

—Eh... chicos —Kendall les llama la atención —. Tenemos a un niño perdido en medio del bosque. ¿Qué vamos a hacer? ¡No podemos quedarnoslo! —se fija en la mirada decepcionada de Thomas —. No, no podemos.

—Perro, haz un poco de padre —dice pasándole al niño —, tengo que entrar a dejar una cosa.

— Ven a mis brazos, enano —dice el otro, recibiendo al pequeño.

Ryder entra en la casa y sube a su habitación. Saca el cargador de su arma y la esconde en lo alto del armario. "No vaya a ser que ese pequeño la lie" piensa.

Cuando baja de nuevo, se encuentra a todos los chicos a un lado de la hoguera y a Thomas en la otra, mientras todos le miran extraño por verle jugando con Noah como si fuera un niño más. Entonces, Carter se acerca y se sienta en la hierba, junto a ellos.

— ¿Qué piensas hacer con ese teléfono? —le pregunta Ryder a este último.

Carter lo ignora y antes de que se den cuenta, toma al niño entre sus brazos, lo apega a su cuerpo y alza el celular al aire. Al parecer se ha tomado un 'selfie' con el niño quién agustamente aceptó.

—Y... enviar —dice con una sonrisa de satisfacción —. A mi chica le encanta verme con niños, de seguro esto la volverá loca.

— ¿Tienes cobertura? —cuestiona Damon.

—Pues claro —se encoge de hombros sin prestarle atención al chico y la vista clavada en el celular.

— ¡Carter! —se queja Thomas — ¡Todos queríamos aparecer!

— ¿Pero de qué vas? Yo también quiero una foto con el enano —Ryder se acerca y se lo quita de los brazos — ¿A qué tu también quieres una foto conmigo?

—Quelo tataje —repite el pequeño riendo.

—Te he prometido que te haría uno por la mañana, pequeñajo, y yo siempre cumplo mis promesas. Pero primero, tienes que decirme tu nombre, si no no podrás hacértelo.

—Noah.

— ¿Veis? Ya sabemos algo más de él. Se llama Noah —dice orgulloso, mirando al resto.

—Bien, Noah —Thomas pone un tono de voz más serio —. ¿De dónde vienes? ¿Cómo terminaste en el bosque?

Mientras los chicos intentan averiguar más sobre el pequeño Noah, a pocos metros en el bosque se encuentra el grupo de chicas que observan perplejas la escena.

— ¡Pero serán cabrones, si lo tienen ellos!—exclama Mey señalándolos estupefacta.

—Están buenísimos —comenta Alex.

— ¡No es hora de pensar en lo buenos que están, Alex! —exclama Summer —. Aunque... —duda—. ¡No! ¡No es momento de pensar en esas cosas!

—Pss, Dakota —la codea Emma —. Anda, ve y trae a Noah.

— ¡¿Por qué yo?! —pregunta Dakota, alterada — Yo no voy —niega con la cabeza mientras se cruza de brazos.

— ¿Ah, no? —Alex sube una ceja.

— ¡No! —exclama Dakota.

Sin previo aviso, Alex empuja a Dakota, haciendo que esta última se tropiece con una rama en su camino y caiga al suelo, llamando la atención de los chicos.

—Por Dios —Ryder le pasa el niño a Thomas y camina hasta la pobre chica —. ¿Estás bien? —pregunta ayudándole a levantarse.

—Maldita Alex, te dije que no quería, pero ¡Igual lo hiciste! —Dakota se levanta del suelo entre quejidos — ¡Mira mis codos! —lloriquea sobándoselos y viendo lo raspados que están gracias a la caída.

—Oye, perra —dice Thomas llegando a su lado y mirando a la chica con una sonrisa divertida —. ¿Qué tal si adoptamos a ésta?

—Vale, pero ahora me toca a mí ser el papá —responde con una sonrisa, ignorando la cara asustada de la chica.

Dakota se asusta y sale corriendo donde están las demás, escondiéndose detrás de todas, no sin antes darle un golpe en la nuca a Alex. Mey se pone al frente y levanta el mentón retando con la mirada a los chicos que aún tienen al niño.

—Dame a Noah. ¡Ya! —grita Mey mirando a su alrededor para encontrar algún objeto con el que poder defenderse si se diera el caso.

— ¿Al niño? —pregunta Thomas mientras mira como Noah en sus brazos saluda con la mano a las chicas—. ¡Claro que no! Ya lo adoptamos —anuncia, pegándolo más a su cuerpo—. Ustedes son unas madres terribles.

Los demás chicos aparecen y se ponen a los costados de Ryder, mirando a las chicas con curiosidad.

—Perro —le susurra Ryder—, nos conviene llevarnos bien con ellas. ¿Tu las has visto? —dice mirándolas de arriba abajo.

Thomas se aclara la garganta e imita la acción de su amigo.

—Aunque, nosotros podríamos ser unos padres geniales —agrega, mientras guiña un ojo.

—Ha habido un enorme malentendido —Ryder sonríe y coge a Noah, para después devolverlo a la que parece ser la responsable del pequeño —. Noah ha aparecido de repente, nosotros sólo lo cuidabamos.

— ¿Noah, estás bien? —le pregunta Mey al pequeño mientras lo sostiene en sus brazos.

— ¡Sí! Me va haser un tataje —dice señalando a Ryder con una sonrisa emocionada.

— ¡¿Qué?! —exclama Mey — ¿A quién en su sano juicio se le ocurre decirle una cosa así a un niño de cuatro años?

—Bueno, yo no estoy en mi sano juicio, preciosa —responde Ryder con la sonrisa torcida —, así que no cuenta.

—Lo de preciosa sobra, listillo —dice ella girándose para ir junto a las demás chicas, intentando tener la última palabra.

—Lo siento, pero si eres preciosa tengo que decírtelo.

Mey gira la cabeza mirando sobre su hombro. Lo repasa con la mirada un segundo pero se recompone y bufa en alto retomando la marcha. Deja a Noah en el suelo y las demás empiezan a hacer preguntas sobre lo que acaba de ocurrir.

—Bueno, a riesgo de que ella —Ryder señala a Mey con la cabeza —, me pegue una paliza, creo que deberíamos ofreceros algo de beber. ¿Qué decís?

Las chicas se miran unas a otras.

— ¿Qué tenéis de beber? —pregunta Mey aun desconfiada.

—Eso está mejor —Ryder sonríe —, lo que tu quieras.

—Tenemos cerveza y tequila —añade Kendall — por cierto, me llamo Kendall.

—Yo soy Thomas —se adelanta el chico, sonriendo —. Un gusto conocerlas, señoritas.

— Ryder. Un placer —hace un gesto con la mano —. Sois todas bienvenidas a mi humilde morada —se hace a un lado, dándoles paso para que, finalmente, salgan completamente del bosque y se acerquen a la hoguera.

—Yo soy Mey, ya conocéis al pequeño Noah, y éstas que están a mi espalda creo que pueden presentarse por sí mismas si no se han olvidado de hablar —comenta ella apartándose para que alguna se presente —cosa que de la cual no tendré esa suerte...

—Dakota —dice en forma de saludo mientras se acerca a Mey — .Un gusto conocerlos.

— ¿Te has hecho daño? —pregunta Ryder señalando sus codos — Tengo un botiquín dentro.

—No, tranquilo —dice Dakota observando sus codos —. Estoy bien, tuve cosas peores —se encoge de hombros.

—Vale. Pero no os quedéis ahí, por favor coged una cerveza. Si tenéis hambre, tenemos una nevera llena.

En ese momento el pequeño Noah suelta un bostezo mientras se frota los ojos. Mey lo observa y lo carga de nuevo en sus brazos. El niño posa su cabecita en su hombro, intenta abrir los ojos pero se le cierran a cada momento.

— ¿Me lo dejas? Puede subirlo a mi cama, si te parece bien —le dice Ryder.

—Te acompaño, no pienso perderlo de vista otra vez —dice ella dando un paso al frente.

El chico le hace un gesto con la cabeza para que le siga, y ambos entran en la casa. Suben las escaleras, hasta la habitación del fondo, que es la que pertenece a Ryder y Thomas. Abre su cama y le indica a Mey que puede acostarle ahí.

—Si lo que querías era estar a solas conmigo, en mi cuarto, solo tenías que decirlo, preciosa —susurra Ryder en su oreja cuando ella se inclina para tumbar al pequeño.

—No te creas tan importante muchachito —le contesta ella sin mirarle —, soy demasiado para ti.

—Me encanta la forma que tienes que fingir que no te afecta mi cercanía —ríe.

—Yo no finjo. Nunca.

—No. Desde luego que conmigo no necesitarías fingir.

— ¿Tan bueno te crees? —bufa ella incorporándose para quedar frente a frente.

— ¿Quieres comprobarlo? —se acerca más y coloca una mano en su cintura.

—Creo que al que le afecta la presencia de alguien es a ti por lo evidente —dice Mey mirando claramente hacia su entrepierna.

—Digamos que todavía no estoy afectado. Así que bueno, imagina lo que podría ser si lo estuviera —le guiña un ojo y da un paso más.

Mey se arrima hasta el lóbulo de Ryder y respira unos segundos antes de hablar, alargando el momento.

—Me debes una cerveza, y estoy algo sedienta. Ya veremos lo que depara la noche.

Ryder está por responderle cuando la puerta se abre y aparece Carter, quién abre los ojos al verlos tan juntos y arrimados.

—Emm... yo... —dice nervioso— Vaya que eres rápido, Ryder —dice sorprendido al ver la rapidez del chico para conseguirse una chica.

—Llegas justo en el momento indicado. Me voy a beber. Te dejo en buena compañía —dice Mey alejándose de la cercanía de Ryder para salir con paso calmado de la habitación.

Ryder le lanza una mirada asesina a Carter, que no puede evitar sentirse intimidado.

—A una chica allá afuera, que se hace llamar Summer, le han estado dando todas las cervezas —comenta Carter señalando con su dedo pulgar por encima de su hombro —. Creo que se les acabó.

—Bien —responde Ryder tratando de evitar enfadarse con su nuevo amigo por interrumpirle —, tengo más en la despensa. Vamos —salen de la habitación dejando al niño dormir en paz y tranquilidad.

¿Una chica tomándose todas las cervezas? Quizás este es el inicio del descontrol.



¡Hasta aquí el tercer capítulo! ¿Qué os ha parecido? ¿Tenéis ganas del próximo? 

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