Carolina es arrastrada por los pasillos. En ellos, el ruido es incesante. Las paredes blancas inmaculadas combinan con el mobiliario del centro y hacen destacar a los alumnos con sus uniformes azules.
— ¿Qué pasa? — pregunta.
— Eres nueva. Tenemos que enseñarte cómo va todo.
— Las otras te hubieran comido. — Explica la otra.
Las chicas caminan por un largo pasillo que da a un exterior. Se acercan a una ventana y se agachan.
— ¿Qué estáis haciendo? — pregunta aún de pie Carolina antes de que la agachen de un tirón.
Una de las chicas le hace un gesto con la mano para que se calle.
— Se supone que me tenéis que enseñar las instalaciones. — dice con voz baja.
— Las instalaciones no son lo que te tiene que preocupar. — Señala lo que hay tras la ventana.
Carolina echa un ojo. Son sus compañeros de clase. Frunce el ceño con confusión.
Una de las chicas pone el dedo índice en el cristal:
— Esa es Lara Whinston. Nunca te fíes de ella. Todo lo que hace es para conseguir algo. Siempre.
— Tiene más dinero que todos los alumnos del instituto juntos. — Continúa la otra chica. — Su padre es dueño de una cadena de hoteles.— Saca su móvil y le enseña su perfil:
Pone otro dedo en el cristal:
— Y esas de al lado son Anne y Sofía. Sus perritos falderos.
— No se separan de ella ni para ir al baño. Y se encargan de que Lara nunca salga mal parada.
Le muestra sus perfiles:
— ¿Y quién es esa?— Señala Carolina a la chica que en un principio iba a enseñarle el instituto.
— Es Coco. Bueno, la llamamos Coco.
— Sí, en realidad se llama...— chasquea los dedos intentando recordar el nombre.
— Eso da igual, tampoco te fíes de ella.
— ¿Por qué? ¿Es amiga de Lara?— Pregunta Carolina.
Las dos chicas se ríen. Una de ellas le contesta:
— Puede.
— No sabemos nada de ella. Se mudó a España el año pasado con su novio y entró a segundo de bachiller con nosotras. Pero algo raro pasa con ella.
— ¿El qué?— Pregunta Carolina.
Una de las chicas hace una burbuja con el chicle que revienta y encoge los hombros. Le enseña su perfil:
— Ah, ¿Y ves ese grupito de chicos del fondo?— Continúa la otra chica.
— Sí... Me suenan de algo.— Frunce el ceño Carolina.
— Bueno, vienes de Las Rosas.
Carolina no entiende la respuesta que le da. Quiere preguntar pero la interrumpe una voz masculina:
— ¿Va todo bien?
Las tres giran la cabeza. Es Sam.
— Voy a hacer que no he visto nada porque sé que historia — Señala la ventana. — es un coñazo. Pero esto es un poco raro. — Las mira agachadas debajo de la ventana.
— Profesor, estábamos...
— Estábamos....
— Estábais. — Concluye Sam. — Bien, pues intentad estar en otro sitio. El Director es algo estricto con eso de ir espiando clases.
Las chicas se levantan y Sam observa la muñeca de Carolina.
— ¿Ya tienes habitación?— Le pregunta.
— La 108. Mañana me instalo.
— Bien, bien. En secretaría te darán tu llave para que ya puedas dormir esta noche aquí. — Baja la mirada de nuevo disimuladamente y se frota el cuello. — Y...
— Le queda muy bien esa camisa. — Lo interrumpe una de las otras dos chicas mientras masca un chicle.
— Volved a clase. — Le sonríe educadamente y se despide con la mano de ellas.
— ¿Habéis visto eso? — Hace un globo con el chicle.
— ¿El qué? — Le pregunta Carolina.
Revienta el globo y contesta prepotente:
— ¿No es obvio? La química que hay entre Sam y yo.
— Ya estamos. — Pone los ojos en blanco la otra chica y empiezan a caminar.— Literalmente no ha dicho nada.
— Es que no sabéis de estas cosas, la química no se escucha, se siente.
La otra chica se ríe. Carolina pregunta algo perpleja:
— ¿Te gusta el profesor?
— ¿Pero tú le has visto? Solo tiene 26 años.
— Solo. — Se ríe con sarcasmo Carolina.
— Sí, y este año pienso tener algo con él.
— ¿Sí? — Se ríe Carolina.
— Claro que no, lleva diciendo eso desde el año pasado y Lara también va tras él. No se puede competir con ella.
— Yo sí. Y lo haré. — Mira el reloj.— Después de Historia es el descanso. ¿Nos vamos por ahí?
— Sí, podemos enseñarte los alrededores. No debes conocer nada, vienes de lejos.— Le dice la otra chica a Carolina.
— Gracias, pero mejor entro a clase ya.— Cae en la cuenta. — ¿Cómo sabes...?
— Como veas. — La interrumpe. — Cuando entres dile a Elena que nos saltamos las próximas clases. Es la del Chupachups. — Dice mientras se alejan. — ¡Somos Leslie y Violeta!
Carolina mira confusa cómo caminan por el largo pasillo. Saca de nuevo el papel con los datos de las clases y da la vuelta camino al aula de la próxima clase. Observa las enormes instalaciones del centro. Todo es tan espacioso y moderno. La luz del sol entra por los exteriores y transmite gran luminosidad al instituto. Todos siguen en sus clases. en nada sonará la campana.
Ella no debería de estar allí.
Ya está llegando a la clase que le toca cuando ve algo moverse tras una columna. Se acerca un poco para intentar ver qué es lo que pasa. Son Sam y Lara hablando. Carolina recuerda las palabras de las chicas sobre el enamoramiento de Lara. Ahora tiene la oportunidad por fin de mirar detenidamente a Sam. Recorre la mirada por todo su cuerpo.
"Así que es profesor. ¿Tan joven?" — Frunce el ceño. — "Y todas quieren algo con él."— se ríe en su mente.
Carolina sigue navegando en sus pensamientos mientras lo observa cuando de repente toda su mente se queda en blanco. Lara se ha acercado a Sam y le ha dado un beso en la mejilla.
Suena esa campana tan peculiar y los alumnos comienzan a salir. Lara se gira y las miradas de las dos se cruzan en un instante que parece eterno.
Carolina se aleja rápidamente mientras choca con los alumnos. Lara intenta buscarla pero se pierde entre la multitud.