Subaru no podía moverse, no quería hacer ruido y verla a ella. No quería escuchar sus sucias palabras, lo que haría con él, haciendo que Subaru se sonroje demasiado y empezara a tartamudear y hacer lo mejor que sabía; romper muros.
Aunque rompiera muros, Shinka se reiría como lo hace Raito y se acercaría a él, con sus mejillas sonrojadas extremadamente, un hilito de saliva en su barbilla. Subaru no podía golpearla, ¡nunca había golpeado una mujer!, y, aunque Shinka fuera una pervertida de primera, era una mujer.
El albino caminó silenciosamente por los pasillos, intentando no hacer ruido, por que era como si Shinka tuviera una maldita cámara, avisándole donde estaba y que hacía. Tenía hambre, y, aunque la sangre de la rubia fuera deliciosa, no quería tomarla por lo que sucedía.
Sus hermanos la mordían, pero ella solo se quejaba e intentaba soltarse, pero cuando él la mordía, se aferraba a él haciendolo sonrojar y se restregaba en él.
Subaru sentía como su cuerpo temblaba al recordarlo, era como si Shinka lo fuera a violar brutalmente en cualquier momento, ¡y él no era Raito para dejarse llevar!.
—Nf~ Subaru-kun ¿qué haces despierto a esta hora~? —preguntó la voz de Shinka.
El albino se dio vuelta rápidamente, sonrojándose y alejándose de ella, ¡no tenía por que tenerle miedo! ¡era solo una humana, y él un vampiro!. Intento dejar de estar sonrojado, cosa que no funciono mucho y se puso rígido.
—N-no te in-incumbe —farfulló, desviando la mirada de esos ojos rojos opacos. Shinka rió suavemente, acercándose a él con otras intenciones, el albino retrocedió al instante, sintiendo su rostro arder.—Solo deja de mo-molestarme.
— ¿Por qué tan nervioso, Subaru-kun~? —se acercó a él, con sus mejillas sonrojadas extremadamente, Subaru intentó mirar a otra parte, pero su mirada se encontró con los grandes senos de la rubia. Sintió mucho calor en su rostro, y con dificultad, apartó la mirada.—No estamos haciendo nada~ pero lo podríamos hacer si quieres~. —rió en voz baja, poniendo una de sus manos en el pecho del albino.
Shinka había apegado su cuerpo al de él. Subaru no se apartó, simplemente se quedo quieto y rojo como un tomate. Quiso gritar en busca de ayuda, pero sus hermanos se despertarían -ya que era de día, y ellos dormían- y lo castigarían por alborotador.
Sintió como Shinka tomaba una de sus manos, la alzaba y la colocaba en su grande seno, Subaru, inconscientemente, la apretó haciendo que la rubia gimiera en voz baja.
—Nfu~ Parece que Subaru-kun quiere jugar~.
— ¡N-no! —chilló el albino, separándose de ella— ¡No me molestes, joder!
— ¿Por qué debería dejarte? —rió la rubia, con fingida inocencia—. Me encanta ponerte nervioso~ ah~ eres tan guapo sonrojado~.
Se acercó al rostro del albino, y deposito un beso en la rojiza -antes pálida- mejilla del albino lentamente, lo miro por última vez con una sonrisa y se fue dando pequeños saltitos de felicidad.