–El rey de las bandanas soy yo y tú eres mi reina, nos vamos juntos a nuestro castillo y ahí procreamos a nuestro bello hijo—canto Tay meneando la cadera.
Nash y yo reímos por lo que Tay estaba cantando, Hayes entró y camino sigilosamente a donde estaba Tay, y lo último que escuchamos fue como Tay callo al suelo.
–¡Taylor!, ¿estás bien bebe?—pregunte ayudándolo a levantarse.
–Si nena—asiento—y tu hijo de tu resputisima madre me las vas a pagar—señaló a Hayes.
–Tranquilo hermano, sabes que te quiero, solo fue una bromita—río Hayes nervioso.
Taylor negó y me tomo de la mano, caminamos a la cocina y saco el helado de chocolate, tome dos tazones y dos cucharas, Tay sirvió el helado y comimos.
–Yo soy el rey de las bananas y tú mi reina amor.
–Si bebe, te amo.
–Y yo más—hablo y me besó.