Namjoon se encontraba sentado, admirando cada parte del rostro de su amiga. Misma que se encontraba acostada en la camilla de la enfermería escolar.
Su piel estaba más pálida que de lo común, sus labios estaban resecos, bajo sus ojos había unas ojeras horribles y su cabello estaba enmarañado. Pero aun así, para él era linda.
El problema aquí, es que Namjoon desde que la conoció, siempre tuvo ese tipo de sentimiento hacia ella y poco a poco iba creciendo como una planta.
No es algo que pudiera detener y si pudiera, mucho menos lo haría. Le gustaba la chica. Era inevitable.
En su rostro apareció una sonrisa de lado. Y después de esto empezó a acariciar su cuello. Sin duda, para él, no estaría mal que ella tuviera un poco de color carmín ocasionado por el ahí.
Pero se retuvo, la vista era fenomenal para él y por supuesto no iba a dejar que nada se la quitara.
Soo-Yun poco a poco abrió sus ojos, estiró sus brazos y miro a Namjoon con una sonrisa. Ella ignoraba el hecho de que le habían llamado a su celular. Quería olvidarlo todo y concentrarse en su amigo.
― ¿Qué sucedió?― Namjoon sabía que no era una buena idea formular aquella pregunta en ese instante, pero salió de él sin que pudiese detenerse.
―Solo olvídalo ¿Está bien?― Ella le sonrió, tratando de darle un poco de confianza al chico.
―Independientemente de lo que haya pasado, quiero que sepas algo... Yo siempre estaré detrás de ti y cuidaré de ti. Es una promesa.