Breath of life

By ByeTalerico

29.8K 2.1K 397

Después de la muerte de Dumbledore y la traición de Snape, Harry debe enfrentarse al Señor Tenebroso en su pa... More

Capítulo 2: Las razones de Snape
Capítulo 3: Adversidades.
Capítulo 4: Boda de sangre
Capítulo 5: Planes.
Capítulo 6: Fuerzas.
Capítulo 7: Ejecución.

Capítulo 1: Pesadilla.

6.9K 403 77
By ByeTalerico


Capítulo beteado gracias a Sthefynice.

-

Capítulo 1: Pesadilla

"Nos prometieron que los sueños podrían volverse realidad. Pero se les olvido mencionar que las pesadillas también son sueños."

—Oscar Wilde

— ¡Fuera de aquí, rápido!

Snape tomó la varita de Dumbledore del piso apenas el dueño de este cayó al vacío y se la entregó a Draco sin miramientos, sin mirar atrás. Malfoy respiraba desigual, con sus ojos grises intranquilos, buscando a través de la torre de astronomía, la marca tenebrosa que aún estaba allí, en el cielo; exudando una neblina negra de tonos descarnados a su paso y el hecho de que Mortífagos habían entrado a Hogwarts, se sentía cada vez más palpable a cada segundo. Los cuatro mortífagos salieron apresurados por orden de Snape hacia afuera, donde una batalla se oía cada vez más fuerte.

—Busca a Potter, tráelo al Gran Comedor. Nos iremos desde allí. —Fue la escueta respuesta que Snape le dio a la mirada inquisitiva del rubio. Malfoy asintió, se relamió los labios con nerviosismo, aún con pequeños espasmos de terror en sus ojos grises, y corrió escaleras abajo. Snape echó por última vez una mirada a la Torre de Astronomía; pasándola, sin saber, a través de Harry. Éste aún petrificado, sintió la rabia bullir en su interior como una bomba explotando dolorosa contra su pecho, terror y conmoción mezclados. Snape miró con desdén hacia la vacía estancia y se retiró ondeando su capa incapaz de saber que un aterrorizado Harry Potter había observado todo.

Sintió la capa deslizarse a través de su piel cuando el hechizo de Dumbledore se desvaneció gracias a su muerte, su corazón chocaba fuerte contra su pecho de una manera casi tortuosa, sus piernas fallaron y terminó en el piso, con el relicario que Dumbledore le había pasado con disimulo en su llegada a Hogsmeade, apretado contra su pecho y la Capa de Invisibilidad enredada en sus rodillas. Sentía las mejillas empapadas. Estaba llorando.

Dumbledore había muerto.

Snape lo había matado...

Snape...

A su mente llegó el vago hecho de que Snape y Malfoy lo estaban buscando, tal vez para matarlo a él también como lo habían hecho con el director. Un súbito deseo de venganza hizo a Harry levantar la mirada, la tristeza dando paso a la rabia, de la rabia, al deseo irrisible de vengar a Dumbledore. Con la Capa de Invisibilidad en las manos y una firme convicción de vengar a su mentor, corrió escaleras abajo, el sonido de sus pasos resonaban a través de los escalones y paredes repletas de polvo y telarañas.

Cuando bajó, encontró que todo era un caos, rostros conocidos y apreciados luchaban contra Mortifagos. Harry logró encontrar a Remus en los alrededores, Tonks luchando arduamente junto al licántropo que lanzó miradas desesperadas cuando Fenrir Greyback lanzó un hechizo cerca de él, blandiendo hechizos a diestra y siniestra. Ron estaba cerca también, él le miro con sus preocupados ojos azules antes de responder a un hechizo que rebotó en una ventana del pasillo, explotando enseguida sobre el Mortífago que lo había esquivado. Harry se preguntó vagamente por Ginny antes de seguir corriendo tras las figuras difusas de Snape y Malfoy, seguidos de Alecto y Amycus Carrow.

— ¡Snape! —El grito raspó doloroso dentro de su garganta cuando divisó la capa negra descendiendo por las escaleras rumbo a los pasillos interiores. Un fuerte Expelliarmus fue lanzado hacia el profesor de Pociones, Malfoy se había adelantado con su comitiva, o eso pensaba. Snape sintió su varita deslizarse de sus manos apenas se volteó, distraído, hacia un lado, Potter estaba apuntándolo con la varita, su precaria estatura no era una traba para mirar con esos ojos verdes inyectados en rabia. "Lo vio todo", supo entonces Severus, el grito de un alumno se escuchó y la maldición lanzada por un desprevenido Mortífago rozó a través del pasillo antes de desintegrarse en medio de Harry y Severus; un Avada Kedavra iluminando los vividos ojos esmeraldas antes de desaparecer.

—Ya era hora de que aparecieras, Potter. —Bufó, con la tranquilidad brillando en esos ojos negros profundos, sin fin, sin piedad. ¿Cómo era posible que alguien matara a sangre fría? ¿Sin importarle nada, sin remorderle la conciencia y estar allí hablando con él? Con ese tono despectivo, tan tranquilo como si fuese cualquier otro día. Como si nada hubiese pasado.

— ¡Traidor! ¡Lo mató cuando confiaba en usted! ¡¡Cobarde!! —Gritó Harry, con la rabia de sus palabras corriendo por sus venas. Arrepentido de haber hecho caso en los "Confía en Snape" que todos le habían dicho, aún sentía su corazón bombardeando sangre dolorosamente, cada vez que respiraba. El hecho de que Dumbledore estaba muerto se hacía más palpable y a cada segundo, Harry se desesperaba más. Snape lo había matado, sin consideración ni piedad.

Harry juró poder haber visto un destello de arrepentimiento en los profundos ojos negros de Snape, sólo por un segundo, el mismo segundo que vio a Ginny aparecer a través de un pasillo adjunto, gritando su nombre cuando era alcanzada por un Mortífago que le atrapó y le sostuvo para que viera a la fuerza la caída de su héroe, el mismo segundo en el que Severus Snape habló finalmente:

—Yo sólo elegí el bando que mas me convenía, el que más nos convenía a ambos, Potter. —Fue la escueta respuesta de Severus antes de que El-Niño-Que-Vivió sintiera un hechizo explotar contra su sien. Draco Malfoy estaba de pie ligeramente nervioso con la varita alzada, la misma varita que había lanzado un Desmaius por la espalda al desprevenido Niño de Oro, de Gryffindor. Ginny, desesperada, gritaba el nombre de su novio con las lágrimas empapando sus mejillas antes de caer desmayada ante un hechizo exactamente igual.

Severus miró al pequeño muchacho desparramado en el piso, vulnerable y sin capacidad para defenderse. Se repitió, casi tratando de convencerse a sí mismo, de que su decisión era la mejor.

-BreathOfLife-

Había una chica al final del pasillo, Harry conocía el lugar y por alguna razón la conocía también a ella. Se encontraba ahora en El Ministerio de Magia, precisamente en el Departamento de Misterios, con sus pisos de pulidas aguas oscuras y estancadas, reflejando el vestido negro carmín que arrastraba una joven muchacha. El cabello estaba cayendo por su espalda como suaves hebras de seda negra, con sus hombros descubiertos y blanquecinos irguiéndose, elegante, en su vestido de encaje, se veía hermosa y escalofriante bajo la fría luz de El Ministerio. Harry sintió añoranza y miedo, dos cosas que le confundieron al segundo de sentirlas, allí parado al final de pasillo. Tan cerca y tan lejos de ella.

¿Vamos a entrar? —El susurro se oyó silbante, frio como la piedra pulida. Harry reconoció casi de inmediato que era Pársel, fluido y natural, como cuando hablaba con las serpientes por accidente. La chica viró, su largo cabello negro dejando estelas en el aire, cuando Harry la tuvo frente a frente, jadeó con la impresión atravesando su pecho. Ojos rojos miraban directamente hacia él con sus pobladas pestañas negras parpadeando en un gesto de retorcida inocencia, era sólo una adolescente. Los labios color carmesí se curvaron alegres cuando divisó a Harry y alzó los menudos brazos invitándolo a un abrazo. — ¿Me dejas entrar?

Allí se acabó el sueño

.

.

.

Harry despertó repentinamente con el último cosquilleo del "Enervate" recorriendo sus extremidades. Estaba acostado en una superficie dura y plana, roca de un calabozo posiblemente, sentía las extremidades entumecidas por el frío y los párpados pesados cuando intentó estirarse. La varita de Pino de Snape desapareció de su vista cuando el frío profesor de Pociones la guardó bajo su túnica, mientras que con una de sus manos cetrinas le daba despreciables palmadas a su mejilla para que despertara.

—Mucho tiempo dormido, Potter. — Las suelas de los zapatos de Snape resonaron contra el piso, Harry tanteó el suelo húmedo y encontró sus empapados lentes, estaban algo rotos en la esquina pero logro ver mejor cuando se los puso. Tanteando su ropa, descubrió que su varita no estaba con él, pero que el relicario seguía apretado en su puño agarrotado. Sentía protestar a todos sus músculos por la falta de movimiento a la que se vio sometido por un tiempo, del cual él no estaba informado.

—Snape. —Su voz sonó ronca cuando intentó reincorporarse de manera adecuada, logrando solo mantenerse penosamente sentando en medio del lugar, orientándose con su precaria vista. Severus estaba de pie en una esquina de la estancia, era algo parecido a un calabozo, no había ventanas y las paredes eran igual que el piso, de fría roca plana, había sólo una vela flotando en el centro de la habitación iluminando de forma precaria las figuras patidifusas de tres mortífagos que no eran los de la Torre de Astronomía, además de Snape y otra figura oscura cubierta por una elegante túnica de capucha, que parecía liderar la asquerosa comitiva de asesinos.

—Pobre bebé Potter, solo, sin nadie que lo proteja... ¿Dónde está el sucio sangre Muggle de Dumbledore ahora? —Era la voz de Bellatrix, venía de uno de los enmascarados, solo que no sabía cuál. La mujer era lo suficientemente alta como para pasar desapercibida entre hombres, aunque Harry descubrió los pliegos del elegante vestido negro de la mujer al repasar su vista por los zapatos de cada quien. Apretó la mandíbula, desesperado, intentando no lanzar un improperio hacia la asesina de su padrino, estaba en desventaja y lo menos que quería era morir por una tontería.

Aunque Harry debía entender que el autocontrol no era una de sus virtudes.

—No peor de lo que estará Voldemort cuando lo encuentre. ¿No ha encontrado tu asqueroso amo otro escondite en el cual esconderse como un sucio ratón? Gruñó, sintiendo las extremidades pesadas y adoloridas, pero su lengua al menos funcionaba perfectamente, y su cerebro estaba trabajando lo más arduamente posible en busca de un buen plan de escape. La única salida era la roída puerta al final de la habitación, irónicamente bloqueada por el grupo de Mortífagos.

—Se atreve a decir su nombre... —Susurró Bellatrix, gruñendo entre dientes mientras disolvía su máscara. Su rostro se veía mucho mejor que antaño, el hombre de la túnica negra le detuvo antes de ir contra el Niño-Que-Vivió con una larga y pálida mano. Bellatrix apretó los dientes y arrugó el rostro en una mueca muy parecía a la de un niño caprichoso, luego simplemente acató la orden con un confuso respeto hacia la persona encapuchada.

Después de sus palabras, Harry pudo ver como Snape se tensaba en la esquina poco iluminada de nuevo, él parecía esperar algo con ansiedad , tal vez de Harry o de los Mortifagos frente a él. Harry no lo sabía muy bien, y tampoco siguió indagando en ello porque la cicatriz empezó a arder más fuerte que nunca, como cuando Voldemort lo había tocado en el cementerio de los Riddle deliberadamente, durante la noche de la última prueba. Cuando el encapuchado dio un paso hacia adelante, con una sonrisa viperina deslizándose por sus labios mientras Nagini aparecía tras él, Harry entendió el hecho de que ese era Voldemort.

"Felicidades, Harry, eres un genio", se felicitó cuando la punzada en su cicatriz le hizo gemir y retorcerse en su sitio acentuando el dolor muscular. "¡Un genio!"

—Muy valiente, Harry Potter. —Tirado de nuevo en el piso y retorciéndose del dolor, Harry pudo ver las suelas de las elegantes botas de piel de dragón posicionarse cerca de su rostro, de los ojos viperinos de Nagini mirarlo atentamente, y esa voz fría y arrastrada hablándole. —Me pregunto si esa valentía se aplica cuando sientes dolor, ¿ahora quieres decirme algo, pequeño? —Susurró con un tono de voz cada vez más escalofriante.

Está sufriendo mucho, déjalo respirar. Una cría mía no puede ser tratada así, Tom. —Harry se sorprendió de cómo el dolor pasó en un segundo con solo la simple orden de Nagini. Voldemort se inclinó frente a él con las exhalaciones impresionadas de los Mortífagos cuando su amo alzó con una de sus manos el mentón del chico tembloroso del piso. Harry ni siquiera podía mantener los ojos vidriosos esmeralda abiertos por mucho tiempo, cuando todavía sentía espasmos de dolor recorriéndole por todo su cuerpo.

Aunque quería apartar esa mano extrañamente reconfortante de su rostro.

¿Qué es esto, Potter? —El chico apretó los ojos con frustración cuando los dedos fríos encontraron camino hasta el relicario apretado contra su pecho. Harry no tuvo suficiente fuerzas como para pelear por la potestad del colgante, así que sólo dejó que su dueño lo tomara de vuelta al sentir como la mayoría de sus fuerzas le abandonaban lentamente, era como si drenaran toda su energía con el objetivo de cansarlo. Harry sabía que era Voldemort quien lo hacía, aún oculto tras la capucha y con sus manos que, extrañamente, ya no parecían tan monstruosas como la última vez. Era algo ilógico que Voldemort quisiera que él no luchara, ya que era su mayor placer el enfrentarse contra él. ¿Entonces...? ¿Simplemente no quería lastimarlo? ¿Por qué?

N-No te incumbe. —Fue lo único que Harry pudo articular en un precario Pársel. Nagini pareció alegrarse con el hecho porque zigzagueó de una manera algo entusiasta alrededor del chico y lo cubrió con su pesado cuerpo, intentando darle calor, si es que una serpiente podía hacer eso.

—Muy bien hecho, Severus. —Ignoró al joven desparramado en el piso, Voldemort se giró con su fría sonrisa mientras analizaba el relicario que no había llegado a ser destruido. —Ni una sola de tus palabras han sido mentiras, sólo por eso te concedo el que te vayas. Dile a Narcissa que estaré complacido con que te dé una buena habitación esta noche. Márchense todos, hablaré yo mismo con el chico.

—Pero mi señor... —Intentó Bellatrix, la firme mano de un mortífago la tomo del brazo, probablemente su esposo, Harry no estuvo muy seguro, y la guió hacia la única oxidada puerta del lugar para desaparecer por ella.

Una vez los pasos se alejaron lo suficiente, Voldemort volvió a girar hacia el tembloroso muchacho que era Harry Potter, el glorioso Niño-Que-Vivió, la única esperanza del Mundo Mágico, allí, tirado en el piso, tan indefenso como el pobre niño que era. Lanzó un sonido chasqueante al aire dejando ver su descontento.

—El viejo entrometido de Dumbledore, —chasqueó el Señor Tenebroso. —Siempre metiéndose en donde no le incumbe. Sospeché que sabría de los Horrocrux. Nunca pensé que te lo diría, pero me fue muy útil al final. —Susurró. Harry no sabía por qué lo sentía tan cerca, respirando en su oreja. ¿Cuándo fue que se había acercado tanto?— ¿Quién diría que el pequeño Niñito-Que-Vivió es exactamente una de las razones por las cuales sigo vivo? —La carcajada áspera hizo a Harry temblar. De súbito, dos manos frías le levantaron del suelo, sosteniéndolo contra el pecho ajeno, Harry luchó fieramente con sus puños antes de sentir un nuevo tirón que drenó gran parte de su fuerza. Jadeó cuando sus piernas le fallaron, y tuvo que sostenerse de la túnica de su enemigo. Riddle pareció complacido con ello.

—Sucio monstruo... —Harry iba a continuar, a decir las mil y un sandeces que había aprendido de parte de Ron y de sus ataques de rabia. Pero un dedo detuvo el movimiento de sus labios junto con un hechizo de silencio no verbal y sin varita, Harry al menos se alegró internamente en seguir su perorata dentro de su mente donde podría asesinar una y otra vez al ser sin alma frente a él. Riddle, aún así, le miraba con esos fríos ojos rojos tras la capucha, clavando sus orbes en él.

—Habla con muy poco recato, Potter. —Harry hubiera lanzado un grito junto con un hechizo punzante si hubiese podido en ese preciso instante. —Pero eso no es importante ahora, —aceptó el mayor, alzando el relicario entre sus manos. —Lo que me importa en estos momentos es saber de dónde sacaste esta copia del relicario de Salazar Slytherin... ¿Y en dónde está el verdadero?

—Ese es... —Intento decir Harry cuando sintió el hechizo desvanecerse de sus cuerdas vocales. —Ése es el real, lo tomé yo mismo de la cueva. —Mintió, sabiendo que fue Dumbledore quien se había apropiado del relicario. Pensó que tal vez el astuto profesor lo hubiera cambiado cuando se lo pasó a él. Solo que... ¿con qué motivo?

—Tomando lo que no es suyo. Aunque no, Potter, éste no es el original. —Bufó el Señor Tenebroso. —Grandes cosas enseñaba ese viejo chiflado. Grandes cosas. —Remarcó con ironía. Un dedo zigzagueó a través del rostro de Harry, tanteando la piel suave mientras éste rehuía de su tacto. Voldemort pareció terriblemente divertido cuando Harry se contorsionó a través de su espalda, sólo por escapar de él. La capucha cayó en ese momento, cuando Harry era precariamente sostenido por las manos del mago oscuro más poderoso de todos los tiempos. Unos ojos rojos le dieron la bienvenida a un rostro afilado y fuerte, facciones atractivas, evocándole mucho al Tom Riddle Sr., de los recuerdos de los Gaunt. Harry no pudo evitar pensar que era... atractivo.

Se estremeció ante la línea de pensamiento, deteniéndola de inmediato.

Tú... —Susurró Harry, sintiendo un placentero tirón de mágia provenir del enlace. De repente sus ojos se aclararon como dos joyas de mar, parecía turbado frente al hombre maduro y atractivo frente a él... había algo nuevo allí, Harry lo sabía. Era una nueva conexión, algo diferente de la cicatriz, era como si la persona que le sostenía tuviera cierto poder en sus acciones en ese momento. Estaba repentinamente enterado del hecho de que allí había algo nuevo, demasiado latente para ser verdad.

Lo s-sé. —Desdeñó, con sus ojos rojos refulgiendo con una insana satisfacción, apartando de sus pensamientos al joven muchacho. —Muy parecido a mi asqueroso padre, creo que llegué a escuchar de parte de Severus que Dumbledore te daba clases para hacerme frente, una buena dosis de la vida de mi despreciable progenitor debió de serte introducida... —dudó— repugnante ascendencia, pero mejor esto a un hombre mitad serpiente. No resulta muy atractivo a la vista. —Simplificó, haciendo una mueca parecida a una sonrisa que hizo a aparecer dos caninos afilados, y resaltar su manzana de Adán. Tom Riddle estaba frente a Harry, con su nariz recta y ojos rojos que hablaban de altivez, pero el cabello cayendo a cada lado de su rostro libremente, apenas largo, lo hacía ver más atractivo.

— ¿Qué quieres de mi ahora? —Susurró Harry, notando que hacia minutos ya podía ponerse de pie por su cuenta. Con eso en mente, se alejó dos temblorosos pasos con un porte tenso y vigilante, aún con la muda esperanza de encontrar su varita tirada en algún lugar del calabozo.

—No has escuchado bien, ¿cierto? —Harry sentía que no podía venir nada bueno, no cuando el mismísimo Voldemort estaba sonriendo de aquella manera. — ¿Por qué crees que tenemos esta conexión tan... peculiar? —Riddle se paseó por la habitación sin recelos, observando a Harry que se encogía buscando una salida como un cervatillo asustado, la fría voz de Tom le calaba hasta los huesos como un cincel afilado. Y... ¿Qué era esa sensación tan extraña que parecía empujar hacia él con tanta insistencia?

"¡Tu varita!", gritó una inexistente voz en su cabeza que le hizo olvidar el asunto por ese momento mientras que Riddle seguía hablando. "Debes encontrar tu varita" — ¿Un error, quizás? Jamás se supo, el día en que intenté matarte, dejé esa cicatriz en tu frente. —Apuntó el rayo que se mostraba orgullosamente tras un rebelde mechón de pelo azabache. — Una marca mía, en ti. Lamenté no haberme dado cuenta hasta ahora, fue un error, pero uno muy bueno. Tú, mi querido niño... eres un Horrocrux, eres mi Horrocrux. Una persona en carne y hueso hecha para mantenerme vivo hasta el fin de los tiempos. Una parte de mi alma, una parte de mí. —Hizo una pausa, su altiva mirada repasando el delgado cuerpo de Harry. Éste se encontró con que no había más espacio para dar otro paso atrás porque chocó contra la pared, sintiéndose repentinamente desesperado, miró directamente hacia los profundos ojos rojos de su adversario que le contemplaron con deleite. —Y eres todo mío, Harry James Potter.

— ¡¡Nunca!! —Gritó Harry, al tiempo que lanzaba un Expelliarmus sin varita que logró consumir la poca energía que le quedaba en su organismo. Aún así, buscó fuerzas para reincorporarse, correr hasta la puerta y salir porque... ¡Gracias Merlín!, ¡estaba abierta! No pudo siquiera salir de ese pasillo cuando sintió de nuevo ese extraño jalón que venía desde la otra parte de esa extraña y nueva conexión que Voldemort había entablado. Le hacía sentir cosquillas en todo el cuerpo mientras se drenaba todo, sus fuerzas, su magia, incluso sus ganas de resistirse. El oxígeno de sus pulmones estrangulando los órganos vitales, presionando incómodamente. Todo pareció demasiado pesado y confuso cuando se desplomó de rodillas al piso, sus brazos laxos a cada lado de su cuerpo.

Escuchó los tranquilos pasos de Tom caminando por el pasillo, Nagini se arrastraba junto a él.

Una cría muy mala. —Fue lo que Harry logró escuchar cuando sintió que Voldemort lo elevaba entre sus brazos, apretándolo contra su pecho que encontró extrañamente cálido y reconfortante. Cuando la inconsciencia quería llevárselo de nuevo, simplemente pudo sentir inconscientemente que estaba en el lugar donde se suponía que debía de estar. Suspiró, apretando su mejilla contra el cuello de Tom, sin ser capaz de reconocer que estaba mal o bien. —Muuuy mala.

-BreathOfLife-

La segunda vez que Harry despertó, una incómoda sensación de necesidad estaba instalada en su pecho a la par que una agradable y mullida cama le daba la bienvenida al mundo de los vivos, con las sabanas cálidas y reconfortantes rebosando a su alrededor, estancadas y cálidas al tacto. No se atrevió a abrir los ojos cuando se sintió tan cómodo, sino que se deslizó a través de la frazadas, disfrutando de los últimos retazos de su placentero sueño hasta que escuchó una respiración en la misma habitación, y repentinamente todos los acontecimientos de la noche anterior se arremolinaron en su mente de una forma que lo mareó al reincorporarse de manera precipitada en la cama. Estaba en una habitación elegante, la cama de cuatro postes y dosel oscuro eran elegantes, con tallados de oro y exquisitos detalles que Harry no pudo apreciar al encontrar torpemente unos lentes nuevos, en la orilla del buro a su derecha.

Al fondo de la habitación, Voldemort estaba sentado en una elegante y a simple vista, costosa silla estampada con negro y verde. Sus tranquilos e inexpresivos ojos rojos le miraban desde la lejanía con sus piernas cruzadas, y un conjunto de aristocrática ropa negra resaltando su imponente figura, esperando el momento en el que Harry finalmente despertara.

—Tú... —Gruñó, apretando sus nudillos hasta dejarlos blancos, masticando lentamente las palabras entre sus labios. Riddle elevó la comisura de su labio en un gesto que pareció de todo menos agradable.

—Buena manera de referirse a los mayores.

—...Tú mataste a mis padres. —Siseó Harry, cada palabra empezando a teñirse en Pársel, sílaba por sílaba.— ¡¡Por ti mataron a Sirius!! ¡¡Por ti mataron a Dumbledore!! ¡¡Eres un bastardo controlador, cobarde y asqueroso asesino...!!

No se dio cuenta cuando empezó a hablar en Pársel, pero los ojos del mayor brillaron con oscura diversión cuando se levantó y caminó hacia un histérico Harry Potter que estaba terriblemente ocupado lanzando todas las sandeces en su contra, con su cabello revuelto y los labios rojos tintineando al borde de la histeria.

Tom hizo un ademán con su mano que logró callar mágicamente a Harry, el hechizo silenciador lo enfureció porque se alzó aún más sobre las frazadas, esta vez buscando ir contra la integridad física del hombre mayor, lanzando un fuerte puñetazo que Tom logró esquivar fácilmente. Harry sintió como sus manos eran apresadas contra las sábanas, y su cuerpo era impactado contra la suave superficie, mientras una mano apretaba contra la piel de su mandíbula, donde seguramente ya habría heridas hechas por las filosas uñas.

—Tan implacable como tus padres. —Gruñó el mago oscuro, sus fríos ojos siguiendo el ceño frunció del Gryffindor de pelo oscuro. — Personas así mueren...tan rápido. —Los ojos de Harry se mantuvieron contemplativos sobre el hombre mayor, fijos, como dos faroles encendidos. Su respiración irregular contra el pecho contrario, las uñas lograron sacar sangre de su labio cuando el Lord las arrastró a través de la boca, suavemente redondeada y roja de la rabia. —Deberé domarte, con dedicación, Harry. —Expresó, con éxtasis brillando en sus ojos fríos como llamas congeladas.

El chico pataleó insistente bajo el contacto del mago oscuro, soltando sonidos que serían gritos indignados si no tuviera un hechizo silenciador en las cuerdas vocales. Harry sintió las frías manos de Riddle atravesar su piel a través de una pijama que no estaba consciente que llevaba hasta ese momento. Un hechizo pegó sus manos a cada lado de su rostro, la nariz de Voldemort inhaló el olor del chico, el contacto se sentía contradictoriamente placentero cuando oleadas de magia intoxicante mezclada a la suya llegaban desde el recién descubierto enlace. ¿Qué le había hecho Voldemort?, pensó Harry, cuando un jadeo casi se le escapa de los labios.

—Escúchame bien: —Susurró Voldemort, peligrosamente cerca de su oído. Harry finalmente jadeó. —Eres mi Horrocrux. Aceptarás casarte conmigo y te enlazarás en tres días. Serás mi consorte ante la ley, y ante esto, no replicarás. N o harás nada que pueda lucir contra tu voluntad... ¿Me has entendido?

Los ojos verdes se abrieron, exaltados, todo placer dejado atrás. Ante todo pronóstico, las manos de Harry se levantaron estampando sus nudillos contra el rostro perfecto del asesino de sus padres.

— ¡Jódete! —Le escupió. Tom sonrió, sombrío, encajando de nuevo su barbilla con sus largos dedos, Harry peleó aún hundido entre frazadas esponjosas y mullidas.

—Pensé que dirías eso. —Replicó, maquiavélico y divertido. Tomó el brazo de Harry para reincorporarlo en sus temblorosas piernas y arrastrarlo hasta pasar la habitación, se dirigieron a un pequeño recibidor donde fueron a parar a un pasillo junto a unas escaleras. — ¡Peter! —Rugió el hombre, Pettigrew apareció encorvado sobre su espalda desde un rincón oscuro.

— ¿Sí, My lord? —El hombrecillo observó a Harry con sus relucientes y pequeños ojos de rata, el chico lo observó con rabia subiendo a sus ojos verdes, aún incrédulos. Estaban pasando tantas cosas y no estaba lo suficientemente lúcido para procesarlas todas, pero Pettigrew era una de esas cosas que lograban fijar su rabia en un sólo punto.

—Trae a los amigos de Potter al vestíbulo. —Dijo, con frialdad, Pettigrew asintió y corrió escaleras abajo. Harry sintió un helado sentimiento encogerse en su pecho al pensar en todos sus conocidos, creyentes de la causa de Dumbledore. Tal vez presos bajo la mano de los mortífagos, recordó vagamente a Ginny siendo atrapada por uno antes de que desmayara. Exhaló con fuerza, dejándose llevar por el fuerte agarre de Voldemort que lo arrastraba hasta el oscuro vestíbulo de lo que pareció ser Malfoy Manor. Draco Malfoy estaba sentado, tranquilo, en un sillón con su madre frente a él, charlando con Bellatrix a un lado de la muy costosa chimenea de mármol. Las tres personas se pusieron inmediatamente de pie cuando su Señor apareció. Tom tiró deliberadamente a Harry, desparramándolo en el piso de una manera que hizo tronar sus huesos.

—Justo ahora... —Bramó, con una fría e inexpresiva mirada sobre el chico. —El Ministerio ha caído bajo mi gente, Hogwarts ha sido subyugada junto a su director, y la Sociedad Mágica de Inglaterra sabe que está bajo mi mandato desde hoy. Soy el nuevo rey de este país, Harry Potter. He tomado mi derecho como único heredero de Slytherin exponiéndolo ante esta dañada sociedad que los hijos de Muggles nos han dejado, y al fin he conseguido el dominio de toda Inglaterra. Todo este país en este preciso momento está cambiando, los Sangre Puras regresarán a sus merecidos puestos en la sociedad. —Bellatrix rió, aplaudiendo como una pequeña niña emocionada, sus grandes ojos estaban encendidos con retorcida diversión. Draco estaba tieso en su sitio junto a su madre que lucía respetuosa ante las palabras de su Lord, aunque mantenía una considerable distancia entre su hijo y su señor, bloqueando la vista con su cuerpo. —Los Nacidos de Muggles y traidores a la sangre serán la escoria de este imperio, las Criaturas Mágicas volverán a ser parte de la vida cotidiana, y yo dominaré cada decisión desde aquí. —Justo cuando las palabras se escuchaban mas extasiadas, casi ahogadas en la grandeza de lo que Tom Riddle presumía como su reinado, Peter entró repentinamente en una puerta casi inexistente en la habitación, junto con otro Mortífago rubio, arrastrando a tres personas de sus respectivos cabellos: dos eran pelirrojos, y una castaña. Harry los reconoció con una dolorosa facilidad, eran Ron, Ginny y Hermione. Atados, maltratados, con golpes visibles en el rostro.

El aire le faltó en ese instante.

— ¡¡Ginny!! —Fue lo único que pudo gritar cuando la chica fue lanzada sobre el suelo tal como lo hicieron con él hacía unos pocos minutos. Su novia gimoteó, con el labio partido y claras muestras de maltrato en su agradable rostro, sus pies y manos estaban encadenadas. Sus grandes ojos marrones apenas pudieron ser elevados hacia Harry para suplicar ayuda, y él se precipitó, intentando ponerse de pie. Ginny gimió, sus manos mallugadas se arrastraron hacia Harry.

—Sujétalo. —Tom le ordenó a Draco. Él vaciló, mirando a Harry, pero el empuje de su cautelosa madre hizo que no dudara en alcanzar a Potter, y sujetarlo de los delgados brazos que parecían no tener fuerza para luchar.

—Oh, Ginny. Lo siento tanto...

— ¿Cómo crees que serán tratados tus amigos en esta sociedad bajo mi mando? —Preguntó Riddle, mirando hacia Harry. La varita gemela del Horrocrux se elevó, amenazando con hacer daño a alguna de esas tres personas. —Tú pequeña y adorable novia, por ejemplo. Severus me dijo que la quieres tanto... ¿cómo te sentirías si ella sufriera? ¿Mmm?

Un Crucio no-verbal se impactó contra el pequeño cuerpo de Ginny, que gimió ahogada y convulsionó contra el piso con su cabello rojo, como hebras de fuego agitándose. El hechizo era tan poderoso, que le hizo poner a la chica sus ojos en blanco enseguida. Los gritos salían de ella como una alarma que resonaba en los oídos de Harry.

— ¡Suéltala! ¡Déjala, maldita sea! ¡¡No ha hecho nada!! —Draco tuvo que presionar más su agarre sobre el desesperado Harry, que hizo acopio de toda su fuerza para elevarse e intentar llegar hasta su novia pelirroja. Desafortunadamente para él, Draco tuvo la suficiente fuerza para subyugarlo. —¡¡No ha hecho nada!!

—Sabes cómo salvarla, como evitar el dolor de tus conocidos... como ayudarlos. —Apuntó un calmado Tom. Sus ojos rojos estaban brillando más que nunca sobre el desesperado muchacho de ojos verdes, que no apartaba su mirada de la pelirroja. Tom estaba seguro que él la amaba más que su propio orgullo. —Sólo una palabra, mi pequeño niño. —Alentó, viendo el punto de quiebre en esos impresionantes ojos verdes.

—¡¡¡NO!!! —Bramó Harry, negándose rotundamente con el fantasma de las lágrimas atravesando sus ojos. Parecía divido entre el miedo y el odio. Entre su orgullo e ideales, o Ginny y su vida.

Los gritos de la chica empezaron a ser cada vez más fuertes, mientras que Tom seguía presionando con el Crucio con placentera saña. La Weasley gritaba con el sonido atravesando las paredes como una caja de resonancia, un hilo de sangre espesa bajaba por sus labios lentamente, Ginny se convulsionaba cada vez más fuerte acentuando las heridas de su rostro, y la manera casi penosa en que se erguía del dolor.

Hermione y Ron, descubrió Harry, apenas podían elevar moribundos los ojos, no podían siquiera gritar. Pero Harry encontró la súplica brillando en sus ojos amoratados, la preocupación, la desesperación. Debía hacer algo.

Tom bufó, aburrido ya, si el chico no reaccionaba con uno de ellos tenía más con los cuales probar. Desveló el Crucio, Ginny cayó seca sobre el pulido piso refinado, gimiendo levemente al sentir cada herida punzar contra sus nervios.

—Si esa es tu decisión... —Bufó el mago oscuro, elevando su varita para lanzar el Avada Kedavra.

La desesperación nos hace hacer locuras...

— ¡¡ACEPTO!! —El grito de Harry resonó en los oídos de Draco, el cual se exaltó, pensando que Potter nunca cedería. Era orgulloso como cualquier Gryffindor, o en todo caso, Slytherin. Potter presumía de ser el más terco posible en la historia de Hogwarts, por eso nunca pensó en que aceptara la proposición de su Señor.

La varita gemela se elevó, elegante, antes de ocultarse tras las ropas de su amo, que presumía de una fría expresión satisfecha.

—Narcissa, —exigió Tom, la mujer rubia dio un paso hacia adelante, con su mirada velada hacia el piso con respeto. —Organizarás la boda. En tres días, sin retraso, si cumples con mis exigencias, Lucius será liberado de Azkaban lo más pronto posible. — Narcissa elevó el rostro repentinamente, con sus ojos azules brillantes, impactados. La expectativa de su esposo de vuelta pareció darle la valentía para darle la mirada más agradecida que tuvo de entre su repertorio al mago oscuro más poderoso del mundo.

—Se lo agradezco, mi señor. —Gimió Narcissa, tan agradecida que los sentimientos apenas cabían en su voz, el cabello rubio pulcramente peinado se inclino en una reverencia. —No le fallaré.

Tom bufó. —Eso espero.

Harry, aprovechando la falta de atención en él, arrastró su cuerpo a través de la estancia cuando ya no sintió la presión de los dedos de Malfoy en su brazo. Llegó hasta Ginny suspirando aliviado cuando notó que el temblor en sus extremidades había cesado. La chica se aferró a él con ahínco, sus ojos amoratados apenas visibles entre la hinchazón.

—Harry... —Gimió, con los labios resecos. Sus ojos oscuros mirándolo con amor, —no lo hagas. —Le susurró, los dedos desplegándose a través del suave pijama de seda que Harry nunca reconocería. Ella parecía desolada, casi muerta, como un fantasma demasiado arrepentido, su voz era como un hilo fino y arisco. —Cualquier cosa que quieran, no lo hagas. Harry, mírame, prométemelo. Hazlo por mí, sal de aquí, lucha. Harry, te amo.

—Te sacaré de aquí, Ginny. Lo prometo. —Los dedos temblorosos de la pelirroja limpiaron las lágrimas de Harry con reverencia. Ella parecía perdida, no totalmente consciente de donde estaban.

—Te amo... —Repitió, como si de alguna manera supiera que eso reforzaba las esperanzas de su novio.

—Llévatelo. — Ordenó Voldemort con una desdeñosa mirada enviada hacia Ginny y en cómo sus brazos aferraban al chico con amor, tanto cariño le asqueaba. Bellatrix amplió su gran sonrisa al halar a Harry de su brazo y apartarlo de la temblorosa Ginny. Para su sorpresa, el moreno no se opuso. —Y devuélvalos al calabozo.

—Dijiste que... —Empezó a replicar Harry, sus piernas apenas lo sostuvieron sobre sus pies cuando se escapó del agarre de Bellatrix para encarar al mago oscuro. Sus manos apretaron el brazo de Tom, que mostró una expresión desdeñosa y le apretó contra él, manteniéndolo muy cerca.

—Después de la unión, —aseguró éste, impasible. —Los dejaré ir entonces.

Harry cedió, finalmente. Relajando sus músculos, Bellatrix le tomó del brazo y le guió a la salida.

—Perdone la insolencia, —murmuró Narcissa, su ligera voz cantarina temblando. — ¿Pero por qué Potter, mi señor? Es un mestizo, solo la mitad de un Sangre Pura. ¿Por qué él como consorte?

Tom deslizó la gélida sonrisa siniestra a través de sus labios, se inclino hacia la mujer Malfoy, hablando en voz baja mientras Draco se apartaba para no incomodar. —Porque somos iguales, querida Narcissa.

La mujer asintió sumisa, sabiendo que esa no era la verdad absoluta.


Continue Reading

You'll Also Like

104K 10.8K 32
El líder de la roja, cabeza de una de las organizaciones más peligrosas, temidas y respetadas del mundo, queda cautivado por un peculiar doctor de ca...
54K 3.3K 21
𝘋𝘪𝘤𝘦𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘪𝘮𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪ó𝘯 𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘮á𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘗𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰...
178K 20.4K 36
En donde Emma Larusso y Robby Keene sufren por lo mismo, la ausencia de una verdadera figura paterna.
136K 11.4K 47
Mia es una alumna con notas obresalientes quien además es la mejor amiga de Itadori Yuji, el menor de los gemelos más polémicos en toda la escuela. ...