Me levante muy temprano, me fijé que Mary (era lo más posible) me había puesto una manta para cubrirme del frío. Pensé que debía encontrar una manera de agradecérselo, pero no se me ocurrió nada. Decidí irme a duchar lo más rápido posible, aún faltaban 3 horas para mi hora de trabajo oficial pero no me gustaba quedarme mucho tiempo sin hacer nada, si eso pasaba era posible que mi cerebro se pudriera. Como no tenía donde cambiarme, pensé que lo mejor era llevarme la ropa, para vestirme en el baño.
Deduje cual era el cuarto de baño por la humedad que acumulaba el techo del apartamento. Debía decírselo a Mary, sino era posible que le cayera el vecino de arriba en cualquier momento. Abrí la puerta, y entonces me encontré con el esposo de Mary... desnudo. Cerré la puerta de inmediato con el grito del hombre detrás de mí.
—¿Qué paso? — Mary apareció en el pasillo y se me quedo viendo con el ceño fruncido — escuché un grito.
Al instante salió el hombre con una bata de color azul, me fijé que estaba sonrojado quizá yo estaba igual o peor que él. Su mirada se dirigió primero hacia donde Mary, para luego encontrarse con la mía.
—Yo no quería, entrar — Dije de inmediato — No sabía que había alguien ahí.
—¿Quién es ella Mary? — El hombre no dejó de verme con ojos escrutadores, cosa que me quitó toda la vergüenza que pude haber sentido, de inmediato me pude fijar que él era alguien en quien se podía confiar —¿Qué hace aquí?
—Ella es Brigette Collins una amiga mía —Dijo ella mirando a su esposo con cara de confusión— Y yo le dije que se podía quedar aquí.
—¿Cómo es que no la vi cuando entre?, y ¡¿Por qué no me contaste?! — Exigió el rubio cerrando los puños de manera muy fuerte.
—Pues, no sé porque no la viste, y no te conté porque te vi muy cansado—Dijo ella poniendo sus manos en jarras — pero ¿Qué paso para que estés así, John?
—Pues lo que paso fue que ella entro en la ducha cuando...estaba desnudo — Siseo con los dientes apretados mientras me volteaba a ver — Pero fue también mi culpa debí haber puesto el seguro.
—Y yo debí haber tocado— Dije cuando el rubio ya había relajado su gesto.
—Bueno, yo ya terminé de ducharme por si quieres entrar — Hizo una pequeña risa hacia Mary.
—Gracias — Le dí una última mirada a Mary, y me metí a la ducha sin decir más.
Debía pedirle disculpas cuando saliera, pero me costaba demasiado, cada vez que quería disculparme las palabras no salían por más que las dijera en mi mente, podía realizar un discurso mental, y la persona solo estaría esperando a que yo dijera algo. Deje que el agua caliente se llevará mi vergüenza, y un poco de mi orgullo.
∞
La ropa que había elegido era la que más me gustaba, una camisa morada manga larga, un traje ejecutivo negro, y unos zapatos de piso del mismo color, nunca ocupaba corbata por el simple hecho que si alguien quisiera ahorcar me, bueno, le haría más sencilla la tarea, dejé caer mi cabello color azabache, por mis hombros. Luego de verme al espejo una vez más salí, para intentar pedir disculpas al esposo de Mary. Caminé hacia el pequeño comedor que había en el apartamento, cuando entré vi que los dos esposos se reían alegremente, sentí una punzada de dolor, lo había vuelto a recordar a él, suspiré, debía dejar de hacerlo o me volvería a meter en mi vicio... Y no era sencillo salir de él.
—Brigette, pasa, siéntate, ya te serví el desayuno — Mary me observó de pies a cabeza mientras me dirigía a la mesa, para tomar mi desayuno, huevos con tocino, no pude evitar una sonrisa — Que bien se te ve esa ropa. Me recuerdas a alguien.
—Puedes llamarme John — El esposo de Mary me sonrió de manera abierta, pero no sé por qué sentía un toque irónico en su mirada.
—Y tú me puedes llamar Brigette— Ellos dos se miraron ¿Qué rayos les pasaba?
—Brigette ¿Tú utilizas algún abrigo o algo para cubrirte del frío? — Que extraña pregunta, algo muy raro pensé, me levanté para ir a mi maleta y sacar mi abrigo... Me encantaba ocuparlo era de un color negro-azulado, era mi prenda más preciada.
—Algo como esto— Dije cuándo entre de nuevo a la cocina, John me miro muy sorprendido, he hizo una sonrisa muy abierta- Es mi prenda más preciada.
—Y no lo dudo — Mary me sirvió una taza de café, me volví a sentar para dar inicio a mi comida — Y a qué horas estarás libre para que puedas ir con John a ver el departamento.
—Eso dependerá de lo que diga Graham — Al decir el nombre de mi jefe, John casi se atraganta con su café — O los interesantes casos que hayan, dudo que los haya, en Soctland Yard
—Brigette, es Greg. Su nombre es Greg— Comentó Mary con una risita tierna. Revise mi reloj aún me quedaba una hora para entrar, pero para terminar el desayuno solo me faltaba el café, cuando lo aprobé arrugue la nariz no tenía las dos cucharadas de azúcar que siempre le colocaba.
—¿No te gusta el café? — John miraba a Mary de manera triunfante.
—Sí, sí me gusta, solo que le faltan dos de azúcar —Mary se empezó a reír, qué les pasaba, qué habrán apostado, me rasque la cabeza.
—Bueno, será mejor que me vaya a cambiar —John se levantó de la mesa para irse a su cuarto, fruncí el ceño, algo me escondían ellos dos.
—Hoy en la mañana irá a ver lo del apartamento, por eso se levantó. No te preocupes — Eso no me tranquilizó qué es lo que podía deducir de esa situación, posiblemente nada.
—Bueno es mejor que me vaya yo también si quiero llegar a tiempo — Me levanté, hice un ademan de recoger los platos que estaban en la mesa, pero Mary me detuvo.
—Mejor vete ya, yo hago esto, tú eres mi invitada — Su sonrisa me dio confianza, hubo algo que me tranquilizó cuando sus ojos me vieron.
—Entonces, nos vemos en la tarde — Mascullé saliendo de la cocina.
No espere la respuesta de Mary, solo salí hacia el pasillo, decidí ir por las escaleras, no quería volver a toparme con Brook, solo de recordarme de su voz me daba escalofríos. En las escaleras me puse a pensar, en lo poco que me quedaba ya de mi antigua vida, no había mucho que hablar acerca de eso, era como si en una noche mi cerebro hubiera botado lo que yo ya no necesitaría, el frío ambiente de Londres se empezó a sentir antes de que saliera, me puse mi abrigo deseando que todo saliera bien. Me paré enfrente de la puerta principal del edificio, observando la calle, al salir debía optar una actitud de una detective de Scotland Yard no la de alguien que sobrevive como en la CIA, eso fue lo que me impulso a salir, al nublado ambiente que me esperaba.
Afuera la brisa golpeo mi rostro, haciendo ondear mi cabello junto con el abrigo, no quería caminar, aunque tenía el tiempo suficiente, pero preferí llamar un taxi que estaba pasando por la calle.
— ¿A dónde Señorita? — El taxista me preguntó cuando ya estaba adentro del auto.
—Scotland Yard —Dije sin mucho ánimo, debía recordar que no podía hablar como americana si no como toda una inglesa.
—Como usted ordene — El taxista arrancó, sin decir ninguna palabra más.
En el viaje, como toda persona, iba imaginando las diferentes maneras de escapes que podía existir en ese taxi. Las personas siempre hacemos cosas estúpidas, cuánta posibilidad tendríamos de salvarnos si realmente un taxista nos secuestrara, alguien que no está bien preparado obviamente su única salida será la muerte, el ser secuestrado por un taxista tendría muchas dificultades, la mayor parte del tiempo pensaríamos que vamos a nuestro destino, pero en realidad vamos al degolladero como animales de corral. Distraje mi mente de ese tipo de pensamientos, pensé en el apartamento, esperaba no tener que compartir con nadie, pero no creía eso posible, por el rostro de Mary eso no era una posibilidad, si el apartamento hubiere estado completamente vació me hubieran llevado de inmediato. Un mensaje me saco de mis pensamientos. Al revisarlo me di cuenta de que era de Graham.
Ven a Chelsea casa 45, cerca del Támesis
G. Lestrade
—Cambio de planes — Dije al taxista que me miró con el ceño fruncido por el espejo — Necesito que me lleve a Chelsea 45.
— Usted manda — El taxista sonrió con aire hacendoso, obvio ganaría más — aquí estamos cerca.
Como el taxista había dicho el viaje fue más corto, pero más caro no sé si es que así cobraban siempre, porque estar pagando 30 libras diarias me costaría mi sueldo mensual. Chelsea era una bonita zona residencial, con casas de la misma estructura, pero, de diferente color, la mayoría era un patrón, casa amplia, con un patio trasero, cuatro ventanas en la parte del frente, y una puerta de roble seguramente, existían vallas protegiendo los jardines y separando un patio del otro. La casa que buscaba no me fue difícil encontrarla gracias a la hermosa cinta amarilla que suelen poner los policías y a la poca discreción que ellos manejaban. Iba a pasar cuando una mujer de cabello rizado, y alta me paro justo enfrente de ella.
— No se permiten civiles, ¿no lees? — Su ceño estaba fruncido, qué podía hacer para que su orgullo quedará en el piso, entonces empecé a deducir, todo era femenino a excepción de su... ¿desodorante? Era de hombre ahora solo debía encontrar al hombre adecuado.
—No soy una civil, soy la nueva detective — Dije con el rostro serio, ella hizo una pequeña risa mirándome hacia abajo.
—Y yo cómo podría saber eso, no me creas tan idiota — Entrecerré mis ojos <<Eres una idiota>> pasó por mi mente como un rayo — Será mejor que te vayas.
—¿Limpiaste pisos a noche?, pues por lo que sé alguien con tu cargo no hace eso — Abrió sus ojos como platos — seguramente, además que no llegaste a tu casa anoche, ¿Estás haciendo horas extras? O...—No pude seguir, ella me paró con la mano
—No sé cómo diablos supiste eso, pero será mejor que te quedes callada ¿De acuerdo? — Su tono era amenazante, pero sabía que detrás de eso había un toque de miedo.
—Yo no me dejo manejar por amenazas — No escuche lo que dijo si no que mientras ella me insultaba, yo había pasado a la escena del crimen, si Lestrade sabía que venía por qué diablos no le aviso a nadie. Lo último que escuche de ella fue que hablo por el radio "Un civil adentro de la escena del crimen, es una chica" Hoy si debía encontrar rápido a Greg.
Caminé en medio de los policías hasta llegar a la parte trasera de la casa, no había una valla que protegiera el jardín, como en todas las demás casas que componían el lugar. Transite por todos los lados en los que hubiera césped, pues, aunque estos inútiles policías habían arruinado las pisadas del que posiblemente entro en la casa, aun podía notarlas. La parte trasera de la casa era más bien abandonada, el jardín estaba mal cuidado y se notaba que él o la dueña ya no le tomaban importancia, la pared trasera de la casa tenía cuatro ventanas y una puerta al igual que el frente, sin embargo, lo que me llamó la atención, era que la ventana izquierda superior se miraba tapizada por dentro.
Las pisadas eran muy grandes, posiblemente de alguien que media por lo menos un metro con setenta y tres centímetros, era zurdo y cojeaba seguí sus pasos hasta chocar con la pared de la parte trasera de la casa, no había entrado por la puerta si no la hubieran forzado, entonces él había, alcé mi vista hasta la ventana, pero si estaba tapizada por dentro.
—Claro — Susurre —trepó hasta la ventana, y luego entro por ahí. Creo que ya sé lo que tengo que hacer — Dije mientras ponía mi pie en la pared — Deberé comprobar lo que pienso.