KENDALL ©

By TRomaldo

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Darren Ford odiaba a Tyler Wiese con todo su ser. Le tenía tanto rencor que la sed de venganza bullía en él c... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20: Final

Capítulo 10

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By TRomaldo


Encuentros

—Gracias por traerme, Jace —sonrió ella al bajar al auto.

Jamás hubiera creído que el rubio no era tan malo como pensaba. Al contrario, en el largo trayecto en auto había descubierto el lado amable y divertido de Harries. Estuvo riéndose por sus ocurrencias y viendo su escondido lado infantil, ese que jamás hubiera imaginado.

Aunque obviamente no eran amigos, por un corto instante sopesó la idea de llevarse bien con él. Pero los problemas que Jace y Hannah tenían continuamente, se lo impedían de inmediato.

—No pasa nada —Se encogió él de hombros—. Hey... Ando algo apurado y... —carraspeó y esbozó una amplia sonrisa—. ¿Puedo usar tu baño? Bebí mucha limonada y mi vejiga no soportará más.

—Claro.

Caminó a trompicones a la puerta principal y, con la mochila en mano, buscó en ella su manojo de llaves.

Frunció el ceño cuando su mano cogió su teléfono que no dejaba de vibrar y sintió el aire escaparse de sus pulmones al ver el nombre de Darren cubrir la pantalla.

"5 llamadas perdidas" Colgó la llamada y con el fastidio cubriéndola, se dispuso a abrir la puerta de su casa.

Al menos las llamadas se habían detenido y Ford se había cansado de insistir.

—¿Qué jodidos quieres? —espetó Jace a su lado—. Escúchame bien, Darren, no quiero problemas, ¿bien? Haz lo que tengas que Hacer u no me fastidies.

Rodó los ojos, fastidiada al recordar que Darren se había enfadado con ella solo por haber encontrado una foto con su ex—enamorad. Y de aluna manera también le dolía. El solo hecho de pensar en lo mucho que aquel chica seguía importándole tanto a Ford, hacía que su estómago se estrujara como respuesta.

—Kendall, ¿estás bien? —farfulló el rubio a su lado con una mano sobre su hombro.

Asintió apresuradamente y, finalmente, terminó por abrir la puerta con cierta brusquedad.

Entonces todo empeoró.

Se quedó con la boca entreabierta y sus ojos abiertos en desmesura al verlos en medio del salón.

Drake sujetaba a Hannah del rostro en la escasa distancia que los separaba. Parecían como una pareja apuntó de darse un beso.

Pero no era ella el problema.

Se sintió incómoda con Jace a su lado, de pronto tan tenso que podía oír su respiración agitada por la furia.

—Hannah... —murmuró confundida al ver a su amiga tomada de la mano de Drake—. ¿Qué hacen aquí?

Drake no dejó de esbozar su típica sonrisa capaz de derretir un témpano de hielo hasta que fijó sus ojos sobre Jace. Pareció tensarse tan repentinamente que Kendall no se sorprendió cuando soltó la mano de su amiga y se alejó de ella como si le repeliera.

—Jace, escucha... —intentó decir Drake con desesperación.

—Vete a la mierda, Donovan —espetó el rubio antes de salir de la casa dando un sonoro portazo.

Estaba cansada de tantos problemas entre sus amigos. Camino hasta Drake, ahora segura que él, a pesar de su reputación, no era tan bueno y tranquilo como parecía.

—¿Qué haces aquí? —espetó furiosa.

Pero el moreno apenas le oía. De pies y con los ojos fijos en la puerta, no dejaba de sacudirse el cabello una y otra vez. Lucía entre furioso y arrepentido.

—Solo... —cerró los ojos y, después de largos segundos, soltó un largo suspiro, como si acabara de tomar una decisión—. Hoy hay una fiesta en mi casa y quería... —carraspeó— verlas allí.

Cruzó los brazos contra su pecho y, por primera vez, sintió desconfianza por Drake Donovan. Había algo que él le ocultaba, un pequeño detalle que omitís. Y, definitiva, ello no le gustó nada.

—¿Más fiestas? No, gracias

Solo entonces consiguió toda su atención.

—Deben ir —ordenó con dureza, casi desesperado—. Es por mi cumpleaños, ¿bien? —aclaró rápidamente.

Miró a Hannah extrañada y muy pronto descubrió que tampoco sabía qué sucedía. Pero aun así, se apresuró a hablar.

—Allí estaremos —murmuró Hannah con la mirada perdida.

Drake asintió y prácticamente corrió a la salida con el teléfono en mano.

—Bien, ya nos venos.

Sólo cuando se encontraron solos se había dispuesto a hablar con Hannah, pero ella también estaba saliendo de la casa apresurada.

—Hannah...

—Lo siento, Kendall, pero luego hablamos, ¿bien? Hay algo que debo hacer.

Y eso fue todo. Kendall Wiese se quedó sola nuevamente. Rendida, se sentó de golpe en el sofá cuando el teléfono empezó a sonar. Contestó la llamada sin siquiera responder, subiendo las escaleras hacia su habitación y retirando se toda la pesada ropa incómoda que traía encima.

—¿Diga?

—¿Kendall? —preguntó Darren con la voz muy agitada desde la otra línea—. Por favor, déjame entrar. Tenemos que hablar. No te comportes como una niña, Kendall, te advierto que no tengo mucha paciencia —espetó Darren con notorio enfado desde la otra línea—. Así que ábreme la puerta, hay mucho de qué hablar.

Kendall se tumbó a su cama y se quitó toda la pesada ropa que tenía encima, y que por cierto detestaba, antes de lanzar las prendas a una esquina de su habitación.

—No tenemos nada de qué hablar —respondió con fingida inocencia.

No quería hablar con él. Primero la besaba, luego le gritaba... Por mucho que le hubiese gustado, no entendía por qué se enfadó tanto solo por haber tocado un ridículo recuadro. ¿Acaso aquella chica le seguía importando a Darren? ¿Seguía enamorado de ella?

—Como quieras, ¿bajas o subo yo?

Rió internamente ante aquella pregunta. Ella no bajaría pero él tampoco subiría. No había nadie que la menos fuera a abrirle la puerta.

—Inténtalo.

Colgó la llamada y se vistió con algo que pudiera mantenerla cómoda hasta la noche.

Y eso le recordó algo más.

Mientras se acurrucaba entre las sábanas, pensó que tanto Drake como Jace y Darren estaban ocultando algo. No los conocía de toda la vida, pero sabía lo suficiente para suponer que de pronto el trío de amigos de comportaba de manera extraña. Había algo más que diversión y las típicas travesuras que ellos normalmente hacían, por ejemplo, con las chicas.

Todo era demasiado extraño, en realidad, diferente a como normalmente solía ser.

Kyle no le prestaba atención y, al contrario, la ignoraba como si hubiera empezado a odiarla de manera repentina. Hannah estaba involucrada con Jace y Drake, y, a su vez, parecía que era ella la causa del conflicto entre ambos jóvenes. Y contando a Darren que... No, el siempre era el mismo de siempre.

Aunque quizá no.

Como fuera, antes de que Kendall al menos pudiera especular algo lógico y suponer irracionalidad es sinsentido, oyó las risas de su hermana Jane por los pasillos.

—Gracias, preciosa, eres muy amable.

Su piel se crispó al reconocer aquella voz que desprendía elegancia en cada letra. La ronca y nada melodiosa de Darren empezó a oírse con lentitud, él hablando de manera tan suave que sin pensarlo siquiera, supo que lo hacía para influir en alguien.

Podía imaginar a su hermana riendo y jugando con su cabello cobrizo, casi rubio, mientras miraba al muchacho con los intensos ojos verdes que, al parecer, ningún chico era capaz de resistirse.

Y precisamente por ello, aunque quizá enfadada solo al pensarlo, supuso que Darren se quedaría coqueteando con Jane quién, al parecer, lo había echó entrar a la casa tan amablemente e incluso invitado a subir a la segunda planta. Era increíble, debía hablar seriamente con Jane Wiese sobre la seguridad y aconsejarle de no dejarse llevar por las muy agradables apariencias de los demás.

Cerró los ojos solo por un momento, sólo para descansar.

Pero se sorprendió cuando, al abrir los ojos por una fuerte sacudida que le hacían en el brazo, sus ojos se toparon con un rostro familiar que no deseaba ver en ese momento.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó fastidiada por haber sido interrumpida de su casi tan Plácido sueño.

—Kendall... —advirtió él con el mismo tono—. No te hagas la víctima.

Y solo de oír aquellas palabras, fue imposible no exaltarse al oírlo. Se levantó lo más rápido que pudo y, con los puños presionados sobre la blanca y tibia frazada, lo encaró furiosa.

—¿Víctima? Fuiste tú quién se enfado por una tontería. Bien, ¡perdón por haber roto la foto con tu adorada chica! ¡No es mi problema!

El silencio inundó la amplia habitación por largos segundos. El rostro de Darren, a centímetros de distancia y mirándola con el ceño fruncido, como si estuviese intentando interpretar algo sumamente importante detrás de aquellas palabras. Su respiración agitada se acompasaba con la lenta y calmada de Ford.

Así, muy lentamente, una orgullosa sonrisa surcó los labios del castaño.

—Estás celosa —Sonrió aún más—. Estás molesta porque quieres toda mi atención y no puedo dártela, así que no te excuses diciendo que es solo por la foto. Tú ya estabas furiosa desde que te dije que me dejarás a solas con Jace.

La verdad la abofeteó de tal manera que sintió su dignidad cayendo en un abismo interminable.

Darren no la había ofendido ni gritado jamás, pero había bastado con decirle toda la verdad, la suya, para hacerla saber que tenía razón. Pero no, Kendall no necesitaba toda su atención, en lo absoluto. Porque todo lo que ella pedía iba más allá de eso.

—Puedes hablar todo lo que quieras con Jace, no es mi problema.

Recostó la espalda hacia atrás cuando él se inclinó demasiado sobre ella. Y presionó los dedos entre la sábana hasta sentir sus propias uñas clavándose con fuerza entre sí cuando los dedos de Darren se movieron en su mejilla con una suave caricia. Era inútil cuánto intentara alejarse, él estaba prácticamente recostado encima suyo.

Solo entonces el pánico la inundó. Y no por otro posible beso, sino por la opción de que sus padres ingresarán de pronto a la habitación. O Tyler, estaba segura que su hermano mayor enloquecería si los veía en esa posición.

—Mi plan era pasar toda la tarde solos —susurró tan lentamente que la impaciencia la albergó con intensidad—. Solos tú, yo y nadie más, ya sabes, detesto que siempre haya alguien que nos interrumpa.

Tragó en grueso, sintiéndose realmente tonta e inútil al reconocer que no deseaba moverse siquiera un poco.

—No importa.

—Claro que sí —gruñó él antes de inclinarse aún más y terminar aquella distancia que había entre ambos—. He querido hacer esto hace mucho tiempo.

Entonces los labios de Darren se posaron sobre los suyos una vez más.

Y los movió lentos sobre ella, acariciándolos y besándolos con toda la paciencia del mundo, disfrutándolo. Ahora no había prisa ni fue un beso frustrado ni mucho menos desesperado. La besaba con cariño, deslizando la mano en su rostro hasta llegar a su nuca y acercarla aún más a él.

Abrió la boca un poco más y se dejó llevar.

—No...

El cuerpo de Darren estaba completamente apoyado sobre el suyo, con una mano detrás de su nuca y otra sobre el colchón, jugueteando con las hebras que sobresalían las sábanas y presionando los dedos engarrotados con suavidad.

Soltó un suspiro flojo cuando sus bocas se separaron apenas un poco.

—Nada mal —calificó él después de largos segundos, sonriendo ampliamente y recorriendo el labio inferior con la yema del dedo—. Pero podría ser mejor —dijo antes de volver a estampar sus labios.

Apoyó las manos sobre el pecho del chico cuando el beso se tornó desesperado tan rápidamente y lo alejó de un empujón.

—¿Nada mal? —espetó con fastidio, levantándose repentinamente—. Puedes besar tus pies, no creas que caeré en eso. Además, eso no debió haber pasado, sigues siendo un tonto.

La risa de Darren se oyó con fuerza hasta llenar toda la habitación. Una estruendosa carcajada fuerte y ronca saliendo de él, burlándose sin tapujos.

Entonces, sin haber podido evitarlo, sucedió muy rápido.

Darren haló de ella de manera tan repentina que cayó sobre él con fuerza. Su rostro se enrojeció aún más al sentir que enredaba los brazos en ella y su corazón deteniéndose cuando la puerta de abrió.

—¿Qué...? Vaya... —sonrió Jane como si guardara un secreto al verlos entrelazados—. Lo siento, ya me voy —salió, cerró la puerta y de pronto volvió a abrirla—. ¡Lo olvidé! Kendall, Hannah llamó y dijo que te encontrará en la fiesta.

Quejándose, se volvió a levantar y a acomodarse la ropa con rapidez.

—No falta mucho, ¿quieres ir alistándote? —preguntó Darren con una sonrisa traviesa—. O quizá... podamos quedarnos aquí y...

—¡Tienes razón! —exclamó atropelladamente con las mejillas sonrojadas—. Debo cambiarme y...

Frunció el ceño al verlo acomodándose en la cama con los brazos flexión adiós detrás de la cabeza y mirándola expectante.

—Bien, empieza —ordenó—. ¿O crees que te vas a desvestir sola?

—Darren, vete, necesito espacio.

Ford se levantó a regañadientes y caminó directo a la salida de la habitación antes de girarse momentáneamente a ella.

—Si necesitas ayuda, sólo llámame, pequeña. Soy todo manos —bromeó.

Nota mental, pensó Kendall mientras abría las puertas de su armario, alejar las manos de Darren de ella durante... todo el día.

¿Desde cuándo se había vuelto tan pervertido?

Antes Darren se hubiese muerto con solo pensar en tocarla. Peor aún, ¿cómo al menos podía gustar de ella?

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