Guerra por la Paz: La Orden d...

By Vriskee

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Fanfic de Xena: La Princesa Guerrera & Gabrielle. {Ambientando en un mundo de guerra, traiciones, muerte... More

Capítulo 1 - Actualizado
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12

Capítulo 4

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By Vriskee


Xena seguía escondida detrás de uno de los pilares de piedra cuando Najara y Gabrielle se acercaban a la puerta de la sala común para cenar y reunirse con Tanus. La pelinegra tuvo suerte, el dúo pasó justo alado de donde ella estaba.

La guerrera estiró el brazo izquierdo hacia Gabrielle, se echó un poco hacia adelante para tener impulso y con dos finos dedos Xena cogió el extremo del pantalón de la chiquilla, Gabrielle dio un respingo cuando sintió esos dedos y antes de poder hacer algo, la pelinegra la jaló lo suficientemente fuerte como para hacer que el menudo cuerpo se diera contra su imponente y musculosa figura. Si bien Gabrielle había vivido emociones fuertes en su vida, estaba segura de que nunca algo la había sorprendido tanto como aquello. Xena se enderezó al sentir el impacto del cuerpo más pequeño sobre el suyo y sin soltar el borde de los pantaloncillos de Gabrielle, cruzó su brazo libre sobre el hombro de la niña pasando por su pecho y sujetando con firmeza su costado. La cabeza de la rubia daba contra su busto y Gabrielle no conseguía hacer otra cosa que temblar. Se le había ido la voz y el aliento en cuanto se sintió en los dominios de su guardiana; en verdad temía por lo que ella pudiese hacerle. Sus desnutridas pero trabajadoras manos se enredaron en el brazo de Xena, la piel gruesa de la guerrera se sentía caliente, cosa de la que Gabrielle no pudo hacer mucho caso, estaba asustada y bastante confundida como para pensar solo en su seguridad.

¡Xena! –Najara exclamó con fuerza al darse cuenta de era la guerrera la que había arrebatado a Gabrielle de su lado.

Oh, Najara, no sabía que estaban platicando. –Xena sonrió aparentando inocencia. – Siento haber interrumpido su ameno momento pero...

Suéltala. –Najara impidió a Xena terminar con su cinismo. Pero la pelinegra solo emitió una risa sugiriendo que la orden de la rubia mayor era pura tontería. – No voy a repetirlo una vez más, Xena, suelta a Gabrielle ahora.

Gabrielle. –La sonrisa falsa de Xena se volvió ladina, afirmó con más fuerza el cuerpo de la niña y murmuró antes de contestarle a Najara: ¿Qué ese no es un nombre de yegua?¿Qué harás? ¿Me vas a herir con tu palabrerío de paz o me darás la razón y sacarás tu espada para pelear?

Najara se quedó inmóvil. Sus reglas interiores le impedían atacar a Xena físicamente, una muerte o una herida irreversible se pueden evitar hablando, ambas lo sabían, y siempre que pudieran evitarían chocar metales, en cierto modo eran muy parecidas, las dos tenían honor, las dos jugaban sucio en ocasiones, pero sus fines eran muy parecidos, sin embargo Xena no creía en la felicidad y el mundo blanco que Najara predicaba, simplemente, Xena no podía fiarse de alguien que juraba no tener oscuridad en su ser. Pero Gabrielle sí, se notaba en la forma en que los jóvenes e inocentes ojos verdes miraban a Najara. Xena pudo ver lo embelesada que estaba la chiquilla mientras ambas rubias se acercaban a ella.

Xena, está asustada. –La voz de Najara bajó de tono después de unos momentos de claridad. Supo entonces que su ilusión con Gabrielle era más fuerte de lo que creería. Sin duda, Najara estaba dispuesta a defender la pureza de Gabrielle ante todo y ante todos.

Esta vez, fue Xena la que se quedó paralizada. "Está asustada." La única niña que no la miraba con miedo estaba rompiéndose en sus brazos. La idea de que Gabrielle pudiese tenerle miedo le dolía. De forma inexplicable de dolía, incluso más que el hecho de haberla visto tan feliz con Najara. La imagen de las cruces volvió a su cabeza. "Te amo, Xena." Volvió a escuchar dentro de sí, ella no quería que Gabrielle le temiera; no quería darle miedo al mundo, aunque fuese más sencillo así, ella quería creer que no era un monstruo. Porque, no lo era. ¿O sí? Los dedos de Xena se zafaron del costado de Gabrielle poco a poco, la pequeña dio un chillido de alivio y aventó el brazo de su guardiana que se negaba a dejarla ir. El menudo cuerpo se abalanzó a la cálida protección de la campeona de Alía y así Najara envolvió a Gabrielle en un abrazo profundo y tranquilizador. La cabeza de la chiquilla se sumió en su cuello y pronto las lágrimas jóvenes brotaron mojándole la piel, las manos de Najara recorrieron la espalda de la alumna de Xena con cariño y una de ellas repasó su cabello rubio medio largo, el acto esparció de nuevo ese suave aroma a miel que tanto iba con Gabrielle. Najara lo aspiró con gusto y recargo su cabeza en la de la niña.

Sh, sh, sh, shh... Todo está bien, todo está bien, Gabrielle. –Najara le murmuró a la niña que tenía prensada a su cuerpo, pero Xena logró escucharla y tuvo que luchar contra todo para no bajar la cabeza a los ojos de la otra guardiana.

¿Gabrielle? –La voz de Xena quebró dudosa en los oídos de ambas rubias. La guerrera se acercó lentamente y rendida puso su mano en la espalda de Gabrielle que rápidamente se encogió, así que optó con pesar por alejar el tacto. – No era mi intención asustarte. –Hizo una pequeña pausa y continuó – Tenemos algo que hacer, ¿recuerdas? Voy a necesitar de tu ayuda.

Al escuchar, Najara alzó rápidamente la vista a los ojos celestes de Xena. – ¿Qué es lo que tienen que hacer? No te la vas a llevar de aquí. Ni siquiera ha cenado.

Xena miró a Najara y negó de inmediato. – Es un asunto que con todo respeto no te incluye, Najara. Y lo haré con ella o sin ella pero –Desvió la vista hacia Gabrielle y ahí la dejó mientras continuaba con lo que decía. – creí que Gabrielle querría estar presente. –Ahora, el "pequeño problema" tenía un nombre. Un nombre que le sonaba a yegua.

Gabrielle se separó solo un poco del abrazo de Najara, giró la cabeza para poder ver a Xena y se dio cuenta de que los ojos azules se habían vuelto un poco más claros, no lo suficiente como para poder ver dentro, pero parecían sinceros. Y a la rubia le fue imposible olvidar lo que Xena le había dicho en el entrenamiento; aún caían lágrimas de sus ojos de las que Xena era culpable, pero al final de cuentas, ella se había metido sola en ese lío; un lío que le correspondía solamente a Xena. Porque de no haberse quedado a escuchar las razones de la guerrera, Xena habría sepultado el cadáver de la niña sola, se hubiera quedado unas horas en silencio y nadie más que ella sabrían lo que había sucedido. Pero Gabrielle quería saber por qué Xena la dejó morir. Se hizo parte de. Y tenía que tener el valor de admitirlo, era algo que solo guerrera y alumna compartían.

La guerrera dio un vistazo a los ojos de Gabrielle y sonrió decepcionada, no por la niña, sino por ella misma. Corrió la mirada a Najara y se tragó todo el orgullo. –Asegúrate de que cene bien, mañana nos espera un día duro. –La pelinegra no esperó respuesta y se dio la vuelta, sus pasos fueron rápidos y pronto desaparecería en el umbral del pasillo.

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Theder bajó de su caballo de un solo salto, unos de los guardias que lo esperaban se llevaron a su animal a los establos para darle un poco de agua y avena. – ¡Alti! –El peligroso guerrero exclamó con una sonrisa poderosa en el rostro mientras caminaba hacia la fortaleza. La Reina de Alía se acercó al hombre con la sensualidad y el poder que la caracterizaban y la hacían ser la reina que era.

No has demorado nada en llegar. –La ronca voz de Alti halagó al hombre que se encontraba ya a unos centímetros de ella.

Me ha llegado el mensaje justo cuando revisaba el terreno, me encontraba a tres cuartos de camino. –El guerrero informó. – ¿Algo sucedió?

No seas ansioso, Theder. Todo tiene su tiempo.

El hombre hizo una mueca de conformidad.

Bueno, debo suponer que puedo tomar un baño antes de cenar.

Puedes, pero perderías el tiempo. Te ensuciarás más tarde.

La perversidad más salvaje posible en un hombre se adueñó de los ojos del guerrero. Los guardias se habían marchado para entonces, así que tomó con toda libertad y osadía la cintura de su reina, su boca buscó con celo el cuello de Alti y ella aprobó la dominación del hombre con un gemido.

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Gabrielle, ¿estás bien? –Tanus apareció en la puerta de la sala común a tiempo para ver el cuerpo de Xena alejarse y a las dos rubias aferradas la una a la otra. No le fue difícil concluir que algo grave había sucedido con la guardiana de su amiga. Tanus estaba preocupado por Gabrielle, creía que Aytan estaba incluso más seguro con Theder que la rubia con Xena.

Tanus. –Gabrielle levantó la cabeza otra vez, se limpió las lágrimas esparcidas por su rostro con las manos soltando así su agarre de Najara. Y ésta última le cedió espacio a Gabrielle girándose para que ambas pudieran ver al joven soldado que estaba bajo la guardia de la campeona de Alía– ¿Sirvieron la cena sin nosotras?

Tanus negó con una sonrisa en el rostro, que Gabrielle se preocupara por la comida indicaba que no todo iba tan mal como se veía. – Apenas están comenzando a servir, alguien nos aparta nuestros lugares.

Y será mejor que nos demos prisa si no queremos que se nos enfríe la cena. –La voz de Najara tomó el protagonismo de la situación. Tanus la miró y asintió a favor de sus palabras. Najara dio unos pasos con Gabrielle, la tenía abrazada todavía pero la pequeña se detuvo justo antes de entrar. – ¿Qué ocurre, Gabrielle? –La guardiana preguntó ligeramente desconcertada. Tanus quien ya se había girado y empezado a caminar volvió la vista a las dos mujeres.

Es que –La pequeña trató de evitar la mirada confusa de Tanus y decidió clavarse en la comprensión infinita que sentía por parte de Najara. – lo que dijo Xena es cierto. –Llevó sus dedos a la altura de su vientre y los movió de manera nerviosa intentando conseguir una explicación que no delatara el secreto que guardaba con su guardiana. – Yo debería estar con ella ahora mismo.

Gabrielle, si Xena te ha obligado a hacer algo que crees que está mal, puedes decírmelo. Yo estoy para...

Es que no ha hecho nada malo. –Gabrielle tomó las manos de Najara, necesitada de ese delicado tacto. – Pero tengo que ir con ella, le di mi palabra.

Gabrielle... -Najara intentó insistir nuevamente pero fue interrumpida por segunda vez por la voz decidida de la pequeña.

Por favor, confía en mí, si yo no me sintiera bien, serías la primera en saberlo. –Y eso bastó para que a Najara se le fueran las fuerzas y con ellas los argumentos.

Bien. Bien. –Najara sacudió la cabeza intentando organizar sus pensamientos. Tomó el rostro de Gabrielle con ambas manos y la obligó a mirarla directamente a los ojos. La rubia volvió a cautivarse con su belleza y sonrió. – Pero si necesitas algo quiero que me lo pidas, si no te sientes cómoda puedo hablar con Alti y pedir tu tutoría, no es la primera vez que lo hago, Gabrielle, quiero que estés bien. Y que de verdad, tú confíes en mí.

Y estaríamos juntos. –La voz de Tanus se unió a la idea de Najara. Para Gabrielle eso sería perfecto; incluso corrió por su mente que Aytan podría unirse al campamento de Najara junto con ellos. Durante el trayecto desde su habitación en las torres de aislación hasta el pasillo que da a la sala común, Gabrielle estuvo preguntándole a Najara una y otra vez si Aytan iba a estar bien en las montañas con Theder. La rubia mayor logró convencer a la menor de que ella personalmente se haría cargo de la seguridad de su pequeño amigo.

Ve a buscarla. –Najara acercó sus labios a la frente de Gabrielle y le dejó en la piel un beso que le llegó hasta los huesos. Era una sensación de calor, de protección, incluso juraría que de amor. Pero no un amor materno, no, un amor más ardiente, confuso, pero poderoso. La mano de Gabrielle subió hasta los labios de Najara y sintió como la mujer estiraba una sonrisa enorme debajo de su tacto. La guardiana tomó la mano de Gabrielle y también la besó. – Ten mucho cuidado, mi pequeña.

Gabrielle sonrió a la par y le dedicó una sonrisa más pequeña a Tanus, se separó con cuidado de Najara y después se echó a correr en dirección al salón de entrenamiento de Xena. No estaba segura de encontrarla ahí, pero era el primer lugar en donde le pareció mejor buscar.

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Xena abrió la puerta de su salón, sabiendo que alguien había entrado y mucho mejor, sabía exactamente quién era. –Deberías estar cenando con los demás. –Cruzó la habitación acercándose a Thadeus después de asegurarse cerrar bien la puerta. El hijo de Borias estaba hincado al lado del cuerpo de la niña que pereció unas horas atrás.

¿La sepultarás?

Es lo que se debe hacer con los muertos.

¿Por qué no me dijiste todo desde el principio?

Porque sabía que esto ocurriría y querrías ir conmigo, Thadeus puedo hacerlo sola, pero te necesito vigilando a la reina.

Ella está con Theder ahora mismo y tú lo sabes bien. ¿Qué es lo que me estás ocultando verdaderamente?

Xena estaba a punto de hablar cuando sintió que la pesada puerta de su salón se abría; Thadeus se levantó de inmediato y desenvainó su espada, Xena aunque un poco más relajada también tomó una posición de ataque y defensa. Ambos guardianes se miraron incondicionales como siempre. – ¿Xena? –Una voz pequeña y algo temerosa hizo saber a la valiente guerrera que nadie estaba en peligro. Era Gabrielle. La pequeña asomó la mitad de su rostro, con un ojo observó la escena de adentro, creía que se encontraría solo con su guardiana.

Adelante. –Xena respondió con voz grave. Su gesto se mantuvo sereno ante la presencia de la chiquilla, para ella era sencillo ocultar sus emociones; llevaba prácticamente toda su vida controlando sus reacciones así que desvanecer la alegría extraña que le provocaba el tener a Gabrielle ahí, fue de lo más sencillo.

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Thadeus había tomado a Xena del brazo, ella se dejó jalar solo para hacerle creer al hombre más alto que él tenía el control del momento, pero era claro que no era así. Discutían en voz baja, mientras Gabrielle los miraba discretamente desde el otro extremo del salón, estaba sentada a lado del cuerpo de la niña que ayudó durante el entrenamiento, se dio cuenta de que habían limpiado la sangre de su cuerpo y la habían cambiado de ropa. Incluso estaba envuelta en mantas limpias y frescas. Se preguntó si había sido Xena quien la había arreglado de esa forma.

Estaremos bien. Thadeus, si Najara no te ve en la sala común va a...

¿Najara ya está aquí?

Sí, no sé cómo demonios pero... voy a averiguarlo.

Si ella supiera, Xena...

Ella no va a saber, no si me haces el favor que te pedí por la tarde.

Thadeus tomó el cuello de Xena con una mano, pasó el pulgar unas veces por la mejilla de la guerrera y terminó por asentir. – No tarden. –Thadeus se separó de la guardiana y surcó la habitación, no sin antes asesinar a Gabrielle con la mirada. Él no era malo, pero no confiaba en la gente, no se dejaba llevar por la inocencia que las personas parecían tener, pero ya tendría el tiempo para conocer a Gabrielle. La chiquilla se quedó mirando la puerta que volvió a estar cerrada después de que el guardián salió.

¿Y bien? –La guerrera llamó la atención de Gabrielle. La niña no la pudo mirar directo al rostro, lo único que hizo fue refugiarse en el descanso tranquilo que parecía tener el cuerpo tendido a sus pies. – ¿Por qué decidiste venir? –Xena se movió hasta quedar a lado de Gabrielle y se sentó a un lado de ella. Sin juzgar, sin exigir.

Porque esto es de las dos, ¿no? –Gabrielle se giró hacia el cuerpo de Xena, pero seguía sin mirarla. No quería equivocarse en lo que decía, no sabía cómo iba a reaccionar su guardiana o qué esperaba escuchar, pero decidió que decir la verdad era mejor que buscarse una mentira.

Xena miró la cabeza rubia con algo de pesar, botó suavemente el aire y negó con la cabeza no creyéndose lo que escuchaba. Esa niña sabía exactamente qué decir, sabía hacer a la gente sonreír. Incluso a gente como ella, gente que se ha olvidado de vivir para sí. – Oye, mírame. –La guerrera puso una mano en la cabellera de Gabrielle y la sacudió amistosamente, la despeinó un poco mientras producía un ruido similar al de una risa. La rubia al oír ese sonido de Xena no dudó más y levantó la mirada, se dio contra una sonrisa amplia y delgada. Ella no supo cómo reaccionar. – ¿Sigues asustada?

Gabrielle frunció el ceño y negó. Realmente se preguntó si lo estaba, pero no, más bien descubrió algo de tristeza dentro. – No –Se limitó a contestar, con el tono apagado. Lo que nunca tuvo, lo que le hizo falta, allí estaba. Ese sentimiento volvió a invadirla, el profundo vacío que ha vivido en ella desde siempre reclamaba ser llenado. Gabrielle no entendía por qué la imagen de Xena se le clavaba tan profundamente. Ella era conocida por ser despiadada, por no tener piedad ni sentir afecto por los demás, pero lo que vivió con ella apenas unas marcas atrás, iba en contra de todo lo que el mundo creía, iba en contra del miedo que sintió cuando ella la capturó. – Estoy confundida.

¿Por qué?

Yo no quiero estar aquí. –La carita de Gabrielle se partió, estaba apretando la quijada fuertemente, justo como Xena hizo muchas veces cuando era joven, justo como cuando Xena hacía cuando sentía que el peso era mucho para cargarlo sola.

¿Aquí conmigo? O, ¿aquí en Alía? –Las dos se estaban mirando directamente a los ojos, el silencio volvió a hacerse presenta mientras ambas mujeres intentaban encontrarle sentido a lo que ocurría cuando sus ojos se cruzaban tan puramente. – ¿Quieres volver con Najara? –A Xena le ardió la garganta de solo preguntar. ¿Por qué tenía tanto pavor de destruir el mundo de Gabrielle?

Gabrielle tuvo que tragar grueso antes de contestar, necesitó de fuerzas que estaba perdiendo para conseguir voz, pero finalmente lo logró. –En Alía. –Dos lágrimas no resistieron quedarse adentro de sus ojos olivo. – No quiero matar a nadie para poder vivir.

Xena se quedó en silencio admirando la pureza que había en Gabrielle, ¿en verdad alguien podía ser así de bueno? ¿Qué haría ella con esta niña? ¿En serio tendría que convertirla en una asesina? La guerrera por muchos años creyó que asesinar era perdonado por estar en la guerra, pero su alma aún es torturada por las primeras personas que cayeron por su mano. Mientras uno más caía en su haber, ella se volvía más cruel y cuando llegó la hora de vengar a Borias, su honor se desvaneció, la muerte de su hermano llegó antes de que ella pudiera recuperar el camino y matar hombres no fue suficiente, su espada se clavó en el corazón de mujeres y niños sin distinción. Y lo peor de todo, es que esperaba morir en la guerra, pero para entonces, la gente le tenía tanto miedo que nadie se atrevía a retarla o a enfrentarla y a los pocos que se permitían esa osadía, ella les vencía. – Alía no es un mal lugar. Yo vengo de Theron, ahí a las niñas desde los cinco años las venden a esclavistas, es raro ver que alguna pase de los diez. A muchas las violan, a otras las dejan morir sin comer y a las que tienen suerte las matan a golpes. Borias y su antigua esposa me rescataron. Tienes que agradecer lo que tienes, Gabrielle, porque hay lugares que no conoces en donde niñas y niños más pequeños que tú, dan la vida por estar en donde tú estás.

Los ojos de la rubia se salieron de órbita al escucharla, el corazón se le agitó solo de pensar por lo que Xena tuvo que pasar. En Alía no había esclavistas, la violación se castigaba con la muerte y lo que ganabas con tu trabajo tú te lo quedabas, no había cuotas que pagar al reino como en las demás Ordenes. – ¿Crees que la Guerra por la Paz alguna vez termine?

Xena negó con la cabeza al escuchar la pregunta de la pequeña. –Para cuando eso suceda, todo lo que conocemos habrá sido destruido. Y no sé si me gustaría vivir en un mundo así. –Xena hizo una pausa y miró a la niña en el suelo. – Pero por ahora, tenemos algo que hacer.

Gabrielle miró al mismo lugar que Xena y asintió, se acomodó un poco el cabello que la guerrera le despeinó y sonrió como una reacción tardía al gesto que la mayor tuvo con ella.

---

Xena había llamado a dos de los guardias en quienes más confiaba, los mismos que se llevaron a las otras niñas al campamento de Najara con Morín. Ellos le tenían más lealtad a ella que a Alti, Xena fue quien los regresó vivos de la guerra y en más de una ocasión les ha salvado la vida, incluso una vez ella salió gravemente herida.

Los hombres llevaban flores blancas y las pusieron dentro de las mantas que envolvían el cuerpo de la niña morena, se aseguraron de que los pasillos estuviesen despejados para que pudiesen salir del castillo sin problemas. Y una vez afuera, tres caballos los estaban esperando. El general de Xena se encargó de conseguirlos. – Todo listo, mi señora. –Dijo el hombre mayor.

¿Vendrás, Milán? –Xena preguntó al hombre canoso que le había enseñado muchas cosas de las que sabe. Milán parecía un hombre muy suave, y tal vez lo era, pero su corazón era muy grande y su sabiduría traspasaba cualquier frontera. Por ello, Xena ha peleado con fuego y acero el lugar que Milán tiene dentro de su ejército, tiene muchos músculos y solo un cerebro valioso aparte del de ella. Milán desde abajo, ve todo lo que Xena no puede ver desde arriba.

N0, mi señora, me aseguraré de que todo esté en orden hasta que usted, los soldados y la niña vuelvan. –Milán le dio una cantimplora llena de vino especiado a la guerrera. Un vino que lo hizo famoso en toda Alía, porque o siempre fue un guerrero, él tenía los cafetales y viñedos más frondosos de los cinco reinos. Pero la guerra, acabó con ellos y su familia se fue junto con sus tierras. Él se quedó solo, se unió a la ciudad Aliana después del ataque y se encargó de la cocina durante muchos años. Le enseñó a los cinco guardianes a cosechar uvas y a cuidar los granos de café, los consentía con postres y bebidas a escondidas de los reyes. Pero cuando el Rey Borias murió, se le obligó a tomar la espada y la armadura, defendió a su pueblo junto a Xena y Thadeus en la guerra con Troit. Xena nunca olvidará los cuidados de ese hombre y la valentía que se puede llevar dentro oculta durante muchos años. Después de todo, ella no estaba tan sola y las personas que conocieron a la verdadera Xena, saben que alejarse no vale la pena. Porque dentro de esa armadura negra que Xena lleva siempre puesta, hay un corazón roto que busca ser curado.

Xena aseguró la cantimplora en la silla de su yegua, puso su mano en el hombro de Milán y le dedicó una sonrisa agradecida. – No me llames "señora, Milán, tú estás más viejo que yo. Nos demoraremos una marca y media en volver, así que tendrás tiempo suficiente para prepararnos algo delicioso de comer. –La guerrera le guiñó un ojo a su general y se volvió con los demás guardias que ya estaban montados en sus respectivos caballos, uno de ellos cargaba fielmente a la niña bien envuelta en las mantas. –Muy bien ustedes dos, tengan mucho cuidado con ella, no quiero tener que enterrar más de un cuerpo esta noche.

No se preocupe, señora, todavía hay guerreros apuestos, fuertes e inteligentes. –Uno de los guardias gritó mientras se alejaban de la parte trasera del castillo. El que llevaba en brazos el cuerpo de la niña solo se carcajeó con humor ante el comentario de su compañero. Xena les había dado la orden de adelantarse para preparar la tumba en donde enterrarían a la pequeña morena, además de que entre más pronto se llevaran el cuerpo de los terrenos de Alti, más pronto el secreto que comparte con Gabrielle estaría completamente seguro.

¿Estás de broma verdad? –La guerrera gritó para que la escucharan los dos guardias. – Porque desde que nací no he visto uno como esos. –Xena logró disfrutar del momento de relajo, no todo en su vida era precisamente serio o doloroso. Ella tenía un sentido del humor muy oscuro, pero algunas veces lograba ser divertido para los demás. Pero en esa ocasión, a Milán pareció no darle gracia su comentario y miraba a la guerrera fingiendo indignación. Xena botó una risa negando con la cabeza. – A excepción de ti, Milán, tu belleza es clásica. –Ambos guerreros sonrieron a la par antes de que Xena subiera a la silla de su caballo. –Muy bien, Gabrielle. ¿Alguna vez te has montado en una de éstas? –Esta vez, la voz de la guerrera se dirigió a Gabrielle. La pequeña se acercó con respeto al animal, éste era mucho más grande que ella, muy alto y nada parecido al burro en el que subía con ayuda de su padre. Apenas y daba unas vueltas sobre él antes de bajarse sin ganas de volverse a trepar sobre él. – ¿Qué? No me vas a decir que te da miedo. Mira que temerle a ella y no a mí, eso es grave.

Anda niña, Argos es difícil al principio, pero con cariño la domas, como a cualquier mujer. –Milán no se refería exactamente a cualquier mujer.

Milán... -Xena rugió intentando reprimir a Milán.

Oh claro, usted es inmune a esa regla, mi señora.

Arggth. –La guerrera se quejó. – Gabrielle, sube si no quieres que yo baje a degollarle la cabeza a este hombre. –Milán rio y negó mientras volteaba a ver el rostro espantado de Gabrielle.

No le hagas caso, ella también parece muy ruda pero es más mansa que Argos.

¡MILÁN! –Esta vez, Xena iba en serio. – Es la última vez que lo digo, Gabrielle, súbete. –La pelinegra estiró el brazo a la rubia, quien ya había conseguido sonreír por el comentario de Milán. Ella sabía que lo que el hombre decía, no estaba muy lejos de ser cierto. Supo que era mejor no hacer enojar a Xena más, así que se tomó de su brazo y la guerra la jaló mientras Milán le dio un impulso desde las piernas. El menudo cuerpo de Gabrielle quedó detrás del musculoso cuerpo de su guardiana. – Sujétate bien. –La voz se Xena sonaba incómoda y molesta, pero tanto ella como Milán sabían que enojarse entre sí seriamente, era totalmente imposible. Las manos de Gabrielle buscaron un lugar de donde agarrarse y lo más seguro que consiguió encontrar fue la parte trasera de la silla en donde estaba sentada. – Gabrielle, si tengo que ir a prisa caerás. Abrázate a mi cintura, no te vas morir por eso. –Gabrielle se puso pálida en cuanto la escuchó, volteó a ver a Milán quien asintió y entonces, la rubia rodeó con cuidado la cintura curveada de Xena. Trató de no apretar para no incomodarla y también intentó no acercarse demasiado, aunque quisiera hacerlo. Porque sin lograr aceptarlo, cuando Xena la jaló del lado de Najara, todo su cuerpo de estremeció, su corazón no bombeaba sangre tan de prisa por miedo, no, era por la sensación abrumadora de la protección de Xena, ese vacío que se sentía más presente cuando estaba con su guardiana logró llenarse efímeramente cuando Xena la mantuvo a su lado. – Eso es. –La mujer mayor murmuró y echó a andar a Argos sacudiendo las riendas.

Tenga cuidado, mi señora. No crea que no me di cuenta de su fiebre. –Milán gritó una vez la maestra y la alumna habían emprendido su camino. El hombre sabía que si hacía ese comentario antes, Xena no dudaría en bajarse del caballo y hacer que callara. Pero era cierto, la mujer estaba enferma, llevaba horas sin atenderse la fiebre y además salía al frío de la noche sin nada más que su armadura y el traje de cuero negro.

Voy a matarlo cuando volvamos. –Xena murmuró por lo bajo y antes de que lograra decir una maldición, una de las manos de Gabrielle se atrevió a tocar la frente de su guardiana con ternura. La guerrera sacudió de inmediato la cabeza y se hizo hacia adelante alejándose de Gabrielle. –Deja.

Él tiene razón, tienes fiebre, Xena. –Gabrielle sonó preocupada.

Boberías, no me voy a morir por una fiebre, por lo menos no ahorita, si en verdad estuviera grave, te aseguro que ese hombre no me hubiera dejado salir del castillo. –Gabrielle aceptó la explicación de su guardiana, Milán parecía cuidarla y ella a él respetarlo mucho.

¿Lo quieres, verdad? –Gabrielle preguntó con inocencia. Pero la respuesta de Xena la desconcertó, porque comenzó a carcajearse durante unos segundos.

Ese hombre es un loco. Por su culpa he hecho las vergüenzas de mi vida. –Cuando la guerrera era joven, recuerda haberse puesto hasta el tope con los vinos de Milán, fueron tiempos de rebeldía y juventud que no cambiaría por nada. Instantes en donde perdió en control de todo y lo único que importaba era vivir. No se volvió adicta a ello, porque sus convicciones siempre han sido más fuertes que nada, pero sin duda extraña no tener tantas responsabilidades encima, pero así es la vida, uno tiene que crecer y hacerle frente a las dificultades para cruzar las fronteras.

Pero, ¿lo quieres? –La pequeña insistió.

Xena se frenó antes de perderse en el bosque que rodeaba las fortalezas del castillo, giró el torso para poder ver a su alumna. – ¿Por qué quieres saber eso? –Xena murmuró para la niña.

Gabrielle suspiró y alzó los hombros, recordó que el día en que murieron sus padres, ella había peleado con su padre y no le habló en todo el día. Para la noche, cuando quiso hacerlo, fue demasiado tarde. –No sé, tal vez porque si lo haces y él no lo sabe, deberías decírselo. –Xena rodó los ojos y se volvió hacia enfrente. Ella sabía lo que era ya no poder hablar con sus seres queridos más que nadie, pero no podía enfadarse con la niña, ella no sabía nada de su vida y seguramente, solo intentaba ayudarla.

Él sabe más de mí de lo que yo misma sé, Gabrielle. – La guerrera aseguró antes de volver a echar a andar a Argos. – Mejor tú contéstame algo, ¿quieres a Najara?

¿Qué Xena ya no podría sorprenderla? Si Gabrielle quería conocer a Xena tendría que pasar toda su vida con ella, cada reacción, cada palabra, cada respiro de su guardiana eran inesperados, creía que la pelinegra iba a hacer algo pero cuando menos lo esperaba hacia lo otro. Era una mujer impredecible, misteriosa, llena de secretos, de puertas que abrir. Y además, era preciosa. - No sé, tal vez. Creo que sí.

Yo creo que mucho que sí. –Xena sonó distinta al afirmar los sentimientos de Gabrielle. Después de eso no permitió que Gabrielle respondiera o hablara, echó a andar a Argos muy rápido sabiendo que de esa forma la rubia pensaría en asegurarse y no en abrir la boca.

---

Han acabado muy rápido de cavar. –La guardiana ayudó a Gabrielle a bajar del caballo y ella aun montando se acercó al montón de tierra que había a lado de un hoyo lo suficientemente grande para enterrar el cuerpo de la niña.

No lo hemos cavado nosotros, señora, ha sido Joxer.

¿Qué? –Xena olió las malas noticias desde ese momento. Algo muy dentro de ella, le dijo que todo estaba marchando en contra. La fiebre no es por enfermedad. Algo te está pasando, Xena. Ella lo sabía.

Mire, dejó una nota para usted. No la hemos abierto, pero sabemos que fue él por el sello. Es de la orden de Lorde. –El guardia estiró la mano con el pedazo de pergamino arrugado y Xena lo tomó. Dio un salto para bajar de Argos y le echó una mirada al otro guardia para que asegurara las riendas de su caballo a algún árbol.

Xena rompió el sello de cera con el escudo de Lorde y estiró el papel, se acercó a una de las antorchas que los hombres habían puesto alrededor del perímetro en el que se encontraban y la guerrera se dispuso a leer. Sus ojos se dieron contra la letra mal hecha de Joxer: "Sé que esto te ahorrará mucho tiempo, agradécemelo después. Lo importante es que ya sé para qué quiere Alti que todos nos encontremos a media noche, planea asesinar a alguien de nombre Gabrielle. Esto puede dar inicio al plan THERESE. Xena, nuestras vidas corren riesgo, tú sabes perfectamente qué tienes que hacer." La guerrera alzó la vista, vio a la rubia jugar con las sombras del fuego mientras sonreía. La guerrera arrugó el pergamino en su puño, el aire le faltó durante varios segundos. >> ¿Hoy es el día? << Lao Ma lo predijo, ella predijo todo lo que estaba sucediendo: "Te debilitará, usará tus recuerdos para controlarte, te mostrará el dolor más grande, Xena, y tú tendrás que decidir. Pero habrá una luz que te guiará en todo momento, es la luz perdida de tu alma, y Alti intentará apagarla antes de que tú te des cuenta. No permitas que te robe la vida. Sé fuerte. Sé fuerte y encontrarás el camino, esa luz es tu camino." La rubia se dio cuenta de que estaba siendo observada por el océano azul que se movía dentro de los ojos de Xena. La niña estaba nuevamente confundida y la guerrera también. ¿Quién eres, Gabrielle?

Continuará...


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Autor: Xiaobao 晓暴 Titulo Original:《美色撩人abo》 Titulo en Inglés: ABO is beautiful and sultry Una mujer heterosexual viaja al mundo ABO para vivir una vi...