Rendirse jamás [PQY #1] ✔ ver...

By CMStrongville

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Primer libro de la serie ¿Por qué yo? [¿Por qué yo? #1] «Todo en esta vida es temporal, así q... More

Vuelve versión 2014
Sinopsis
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Vencedor [¿Por que yo? #2]
Epílogo
Extra I - Primer aniversario [PT. I]
Extra I - Primer aniversario [PT. II]
Extra III ~ Ánimos y noticias
Extra IV - Latidos y lágrimas
Extra V - Hormonas al ataque
Extra VI - Problemas en el paraíso

Extra II ~ Celos

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By CMStrongville

-Tengo que decirte algo -murmuró entre mis brazos.

Estábamos tumbados en la cama un domingo por la mañana, hablando sobre algún viaje que deberíamos hacer con prontitud, cuando de repente su tono cambió y me hizo alertar.

-Te escucho -dije receloso. Seguí acariciando su cabeza, nuca y espalda con calma y ella suspiró sobre mi pecho.

-Yo... dejé de tomar las pastillas. -Me tomó solo un par de segundos darme cuenta de lo que quería decir, y mis dedos se congelaron sobre sus cabellos-. Quiero decir, sé que no hemos hablado de esto, pero tenía toda la intención de hacértelo saber. Hace apenas un par de días que no las tomo y la probabilidad de que quede embarazada son casi nulas, yo...

-Cállate -escupí, logrando que el semblante de Jan se entristeciera. No lo había querido decir de esa manera. Hizo amago de soltarse de mi agarre, pero no lo permití y la apreté más contra mí. Suspiré y besé su frente-. ¿Quieres tener un bebé? -pregunté en voz suave.

-Si tú no quieres, no tene...

-No pregunté eso, Janelle. Te pregunte si tú quieres tener un bebé. -Tras un momento de vacilación ella asintió.

-Sí.

-Entonces tengámoslo -dije de acuerdo.

-¿De verdad? -preguntó esperanzada. Ahora fue mi turno de asentir.

-Eso sería perfecto. ¿Te imaginas? Tener un bebé con la mujer que amo. ¿Qué puede ser mejor que eso?

Jan me observó con una expresión que jamás me cansaría de ver en esos ojos y acarició mi mejilla, una sonrisa formándose en sus labios.

-Te amo, Derek -murmuró, su voz ahogada por la emoción-. Te amo, y sé que voy... Que vamos a amar a nuestro hijo tanto, que vamos a ser los mejores padres -indicó. Besé su cabeza y ella rio.

-De eso no hay duda alguna, pequeña.

***

-No sé por qué tenemos que venir al supermercado -refunfuñé. Jan puso los ojos en blanco y siguió mirando la lista en sus manos.

-Mmm, huevos -dijo medio ausente-. Tenemos que venir porque no tenemos quien lo haga por nosotros, Derek. Además, ya me estoy aburriendo de estar siempre en casa. Ya sabes que últimamente no he tenido muchas sesiones de terapia y eso era lo que me distraía un poco.

Solté un suspiro mientras seguía empujando el carrito y Jan echaba cosas que para mí parecían innecesarias.

-¿Para que necesitas tres botellas de vino? -pregunté cuando Jan termino de acomodarlas en el carrito para que no se fueran a quebrar. Me miró con esos ojitos que tanto me gustaban y sonrió.

-Leí que tomar alcohol con frecuencia ayuda a la fertilidad de la mujer. Ya tenemos alrededor de ocho meses intentando tener un bebé y aun no pasa nada, así que estoy tratando con los consejos que leo en internet o las revistas -concluyó con una sonrisa radiante que me contagió. Sacudí la cabeza.

-¿O sea que si lees que los piquetes de abeja te ayudan a la fertilidad, vas a dejar que unas te piquen? -Jan se encogió de hombros y yo solté una carcajada-. Estás loca, mujer. No deberías de confiar en todo lo que lees.

Seguí avanzando con el carrito por el pasillo y cuando vi que Jan no me seguía, paré el cochecito y me giré para verla en medio del corredor mordiendo su labio y sobando su brazo con una mueca triste.

Suspiré y me acerqué a ella.

-Jan...

-Estoy desesperada, Derek -confesó en un susurro. Elevó su mirada para que se encontrara con la mía y pude ver la tristeza y desesperación en las profundidades de sus ojos.

Desde que había dejado de usar anteojos por completo un par de meses para utilizar lentes de contacto en su lugar, leer sus emociones de había vuelto mucho más fácil. Cerré los pocos centímetros que nos separaban y la estreché con fuerza entre mis brazos.

-Lo sé, cariño.

Froté su espalda en un intento por consolarla y acomodé su cabeza debajo de mi barbilla. Ella se aferró a mi camisa con sus pequeños puños y la escuché exhalar temblorosa.

-Yo de verdad quiero ser mamá. Si no lo logramos, no sé... -Se interrumpió y guardó silencio un momento, su mirada desviándose a un lado del pasillo. Tras un minuto me miró de nuevo-. No sé qué va a ser de mi si no puedo ser madre, Derek. Siempre fue mi sueño. Incluso llegué a pensar en ser madre soltera. Ya sabes, embarazarme sin ningún compromiso con otra persona, pero pensé que eso no sería justo para... Pues, para el papá. -Solo pensar en que ella tuviera un hijo con alguien más hizo que algo en mi interior se removiera inquieto.

»Pero luego llegaste tú y pues... No lo sé. Cuando vi lo dispuesto que estabas a hacerte cargo del supuesto bebé de Mindy y de ella durante su embarazo, supe que serias un gran padre y esposo -admitió-. Y cuando supe que todo había sido una falsa alarma, me sentí aliviada de que fuera así porque... Bueno, yo ya te amaba, pero no te lo quería decir en ese entonces. Y luego nos pudimos dar una oportunidad... -Sus ojos habían adquirido ese enfoque de cuando recordaba algo y un brillo apareció en ellos antes de que una lenta sonrisa se extendiera por su rostro.

»Y luego pensé: Voy a tener un hijo con él. -Reí ante su revelación. Ella también rio y palmeó mi pecho-. Es verdad, no te rías.

-Lo siento, lo siento. Es que... siempre me trataste tan... lejana, y eras tan difícil conmigo, no sé, pensé que no te agradaba completamente.

-Sí, bueno, no quería que supieras que estaba loquita por ti, se te hubiera subido a la cabeza. De por sí siempre has tenido un ego enorme... -Enarqué una ceja.

-No solo el ego -bromeé. Jan me miró seria por debajo de sus pestañas y luego sacudió la cabeza.

-A veces no sé cómo es que te soporto todos los días -dijo y siguió caminando por el pasillo indignada por mi comentario.

-Es imposible no querer estar conmigo, Jany -le respondí. Ella siguió caminando mientras negaba con la cabeza y estudiaba los estantes en busca de las cosas de la lista.

Sonreí cuando me di cuenta de que la hice olvidar el tema. No me gustaba verla triste. Iba un par de metros atrás de ella, cuando escuché una voz varonil.

-¿Janelle?

Giré para ver quien llamaba a mi esposa y vi a un tipo alto, más alto que yo, y, tengo que admitirlo, mejor formado. Su corto cabello era negro y sus ojos azules. Tenía un fantasma de una sonrisa y ojos amables que miraban sorprendidos a Jan.

Era... muy feo, a decir verdad.

Fruncí el ceño. Jan se giró desde donde estaba estudiando una lata de algo, y sus ojos parpadearon varias veces tratando de ver si sus ojos no la engañaban.

-¿Ethan? -preguntó sorprendida.

¿Ethan? ¿Ese quién era?

-Wow, te ves... increíble -dijo el tipo ese con voz admirada. Lo observé sintiéndome molesto y luego miré a Jan, quien se estaba sonrojando.

¡Sonrojando! Definitivamente odiaba a ese hombre.

-Gracias, tú también te ves muy bien. -Me acerqué hasta ellos y carraspeé. Jan se giró a verme-. Oh, Derek, este es Ethan. Ethan, este es Derek, mi esposo. -Una pequeñísima sonrisa se pintó en mis labios cuando vi la sorpresa reflejada en los ojos del tipo y su rostro cayó.

«Sí, maldito, yo soy su esposo así que aléjate.»

-Oh, ya te casaste tan joven. -Jan sonrió y me abrazó por la cintura. Yo la rodeé con mi brazo.

-Sí, no le veo el caso a esperar cuando encuentras a la persona indicada. -Apoyó su cabeza sobre mi hombro y luego me miró con una sonrisa en el rostro-. ¿No es así, cariño?

Sonreí tenso.

-Claro.

-Oh... Eh, bueno, creo que me voy, me están esperando. Un gusto verte, Janelle. -Ethan se acercó y besó su mejilla-. Y un gusto conocerte, Derek. -Estrechó mi mano en la suya.

-Igualmente -dije con una sonrisa.

O un intento de ella.

Ethan se fue y Jan se separó de mí, la sonrisa aun en sus labios.

-¿Por qué sonríes? -pregunté un poquitín molesto.

-Por tu actitud de marido celoso.

-¿Estás segura que no es por el hecho de haber visto a ese tipo, Ethan? ¿Quién es él, por cierto? -quise saber. Jan comenzó a echar más cosas al carrito y giró al pasillo siguiente mientras yo iba tras ella-. Y no soy celoso, es solo que nunca me contaste de ningún Ethan.

-Sí, como tú digas.

-¿No me vas a contar, Janelle? -El que ella le sacara la vuelta al tema me estaba molestando más.

Se giró rápidamente y me frunció el ceño.

-Es un exnovio solamente, ¿está bien? -Mis cejas se elevaron.

-¿Exnovio?

-Eso mismo. -Ahora ella se cruzó de brazos e hizo un mohín con esa boquita rosa que me provocaba besarla aun después de tres años de matrimonio. Nos miramos retándonos a ver quién retrocedía primero.

Y como siempre, fui yo.

-Lo siento, no quería sonar grosero, solo... -Me encogí de hombros sin saber que decir. Bajé la mirada a la puntas de mis zapatos y Jan se acercó a acariciar mi brazo.

-Está bien, no importa. Él fue mi primer novio. Fue hace casi diez años atrás, amor, no tienes por qué preocuparte.

La parte de diez años llamó mi atención.

-¿Fue el chico con el que... tú sabes? -cuestioné. Jan me lanzó una mirada irritada.

-Sí -admitió. Apreté los dientes y ella lo notó-. No te pongas así, Derek, fue hace demasiado tiempo. Él fue mi primer amor nada más. ¿Acaso tú ya olvidaste a tu primer amor? -inquirió con las cejas arqueadas. Parpadeé sorprendido por su pregunta y sacudí la cabeza.

-Tú eres mi primer amor, Jan.

Ahora fue su turno de parpadear sorprendida. Su mirada se suavizó y sonrió ligeramente.

-¿De verdad? -preguntó con voz melosa. Fruncí el ceño y asentí.

¿Qué acaso no era obvio?

-Sí. Tú has sido la única para mí. Claro que tuve varias relaciones antes de ti, pero ninguna de ellas... llenaba mis expectativas supongo. Nunca supe que era lo que estaba buscando o esperando hasta que empecé a conocerte. Fue entonces cuando supe que eras tú la indicada, por eso nunca me di por vencido contigo.

Los ojos de Jan estaban llenos de amor y me sentí un poco más aliviado por ello. No sabía de dónde había salido esa repentina inseguridad, pero se aplacó un poco después de soltar lo que tenía que decir. Ella me tomó de la mano.

-Ven. Terminemos de hacer las compras para ir a casa. Ya quiero que estemos solitos -dijo traviesa.

Reí al escucharla y, sin esperar más tiempo, la seguí.

***

-¿Y cómo lo conociste?

-¿Todavía estas con eso? -preguntó mientras ella acomodaba la última de las compras en la alacena. Me senté en el sillón de la sala y ella me siguió, sentándose sobre mi regazo.

-Necesito saber más sobre él. Quiero saber cuánto duró su relación y esas cosas.

Jan sonrió de lado y elevó una ceja.

-¿Tienes miedo de que te deje por él o qué? -Enrolló sus brazos alrededor de mi cuello y yo resoplé.

-Claro que no, eso jamás va a pasar. Tú no me dejarías, me amas demasiado como para separarte de mí -dije confiado. Jan recostó su cabeza sobre mi hombro y yo acaricié su espalda.

-¿Tan seguro estas? -cuestionó, su aliento haciéndome cosquillas en el cuello.

-Claro. Sé cómo te sientes por mí, y lo que yo siento por ti no va a desaparecer en los próximos treinta años por lo menos. -Sentí su sonrisa formarse lentamente-. Además, si llegaras a abandonarme, te perseguiré por todas partes y buscaré la forma de convencerte de que no somos nada si no estamos juntos. Porque yo no soy nada sin ti.

Escuché el suspiro complacido de Jan por las palabras que acababa de decir y sonreí. Esa era su debilidad, las palabras bonitas.

-Que cursi eres, Parker -murmuró enterrando su nariz en mi cuello. Reí al recordar la forma despectiva en la que me hablaba antes de hacerle ver lo correctos que éramos el uno para el otro.

-Qué manera de arruinar un momento romántico, Janelle. No te has quitado esa costumbre. Además, así de cursi y todo me amas. Ella rio y se apretó más contra mí, despertando poco a poco a mi pequeño yo y llamando su atención.

-Solo un poquito -dijo mientras empezaba a besar mi cuello.

-Sí como no.

Giré mi cabeza un poco para verla y ella hizo lo mismo para que nuestros labios se encontraron.

-Vamos arriba -pedí contra sus labios cuando las cosas empezaron a ponerse más intensas.

-Vamos, entonces.

Nos dirigimos a nuestra habitación y retomamos nuestro asunto.

Y a pesar de la agitación que me invadió por un momento horas atrás, sentir su piel contra la mía me devolvió toda la seguridad de que me amaba tanto como yo a ella.



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