Rápido ya vienen - dijo una mujer de cabello recogido en un moño y ropa de sirvienta.
No puedo hacer esto - le contestó una mujer de vestuario mucho más elegante.
Señora sabe que es lo mejor para el bebé - repitió la sirvienta.
Yo me encargaré de ella - una voz de hombre apareció en ese momento en escena - sabes que puedes confiar en mi.
Gracias señor Sparrow - dijo la mujer elegante.
Mi mujer pronto tendrá un hijo, así que solo tengo que hacerla pasar por mi hija y nadie sospechara nada... estará bien - aclaró el hombre para alivio de las dos mujeres.
Prometedme que cuando sea mayor y ya no la busquen le contaras la historia y le explicaras que yo la quiero muchísimo y la querré siempre - dijo la mujer con lágrimas en los ojos.
Te lo prometo - aclaró el hombre - no le faltará de nada, al fin y al cabo es una princesa.
La mujer sonrió y le dio el bebé al hombre. El lo tapó con unas sabanas marrones para camuflar a la pequeña criatura.
Corred - quiso añadir la criada - y mucha suerte para la pequeña.
El hombre salió por la ventana colgado de una cuerda, bajo a las calles y empezó a correr con el bebé en brazos como si no hubiera un mañana... mientras una lágrima resbalaba por su mejilla al haber abandonado a aquella mujer a la que una vez quiso. Se quitó ese pensamiento de la cabeza y recordó los tres motivos que tenia para estar corriendo:
Primero su mujer que estaba esperandolo y era lo más importante en si vida.
Segundo su hijo que estaba por nacer de un momento a otro.
Y tercero el bebé que sostenía en brazos que se acababa de convertir en su responsabilidad.
Con esto en mente saltó al agua sin pensárselo dos veces y nado hasta un barco de velas blancas con la criaturita puesta de manera que ni tocase el agua. Subió al barco y miró por última vez esa ciudad que había sido su hogar tanto tiempo.