Types of Anime Boys (One-Shot...

By -AmaLuna-

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Serie de One-shots de Lemon con los tipos de chicos en el Anime (tsundere, yandere, shota, etc.) 7u7 ~ Eres u... More

Antes de leer.
Tsundere-kun
Yandere-san
Kuudere-kun
Dandere-senpai
Shota-chan
Sensei
Kamidere-san
Nadeshiko-kun
Genki-senpai
Moe-san
Tsundere-kun (2)
Yandere-san (2)
Kuudere-kun (2)
Dandere-senpai (2)
Shota-chan (2)
Sensei (2)
Kamidere-san (2)
Aidoru (2)
Nadeshiko-kun (2)
Genki-senpai (2)
Moe-san (2)
Tsundere-kun (3)
Yandere-san (3)
Kuudere-kun (3)
Dandere-senpai (3)
Shota-chan (3)
Sensei (3)
Kamidere-san (3)
Aidoru (3)
Nadeshiko-kun (3)
Genki-senpai (3)
Moe-san (3)
Tsundere-kun (4)
Yandere-san (4)
Kuudere-kun (4)
Dandere-senpai (4)
Shota-chan (4)
Sensei (4)
Kamidere-san (4)
Aidoru (4)
Nadeshiko-kun (4)
Genki-senpai (4)

Aidoru

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By -AmaLuna-

Aidoru es la pronunciación de Idol en japonés. Son populares y mantienen una buena imagen. Generalmente gustan de ser el centro de atención.

•°•°•°•°•°•°•°

La hoja reposaba sobre su mesa, y seguía vacía, reluciendo en perfecto blanco, sonriéndole con diversión sin dejar de preguntarle lo mismo una y otra vez, desordenando su coherencia.

"¿Qué harás en tu futuro?"

No podía sólo devolver la hoja sin haber escrito nada, pero tampoco podía escribir nada. Ese futuro que apuntaba el sociograma afectaba a su vida laboral, su futuro trabajo y sustento. Pero él ya tenía el suyo, ya trabajaba, ya ganaba dinero y ya era alguien a quien se reconocía en las calles, no necesitaba nada más. Vivía para la entretención de los demás, y le pagaban por eso, y le ayudaba a seguir viviendo para que siguieran pagándole y así, sin detenerse. Desde su punto de vista, todo era estúpido, una idiotez, no servía de nada seguir haciendo lo mismo una y otra vez, para luego un día detenerse, y acabar con todo, y eso era la muerte. Pero así se llevaba todo, todos lo llevaban así y él estaba obligado a seguir todo al pie de la letra, era eso o renunciar a lo que todos llamaban vida. Se resignaba, y le bastaba, lo tenía todo.
Pero esa simple pregunta derrumbaba sus alrededores, observaba a los demás con detenimiento, y todos estaban tan aproblemados como él, sólo que ya lo tenía resuelto a comparación de ellos.

Mordisqueado el lápiz, apoyando su mejilla en la palma de su mano, siguió girando su vista de manera periférica, encontrándose con una ordenada melena (c/d/p).
Era ella.

Y ella era la única que escribía con ferocidad, como si quemara el papel. Sus ojos brillaban con emoción y parecía llevar todo a la perfección. Su pasado era perfecto, el presente y su futuro lo eran y lo serían, ella era perfecta.

Pero seguía sin comprender a lo que ella se refería. Ignoraba todo lo importante, la base de todo que él considera vital. Aprovechar de todo lo que tuviese a su alcance, probar todo, ver todo, oler, escuchar, saborear, pensar... Pero ella era distinta.
Tenía todo estrictamente planeado, y no quería ser una especie de insecto que viviera de aquellos e hiciera vivir a los demás.
Era solitaria e inteligente. Bella como atrayente. Le volvía loco.

No sabía cuántas veces lo había intentado ya, pero siempre terminaba de la misma forma.
Tenía la costumbre de tomar todo lo que estuviese a su alcance, y eso volvió por convertirlo en un auténtico idiota. No le faltaban las noches de compañía, y disfrutaba de aquello, su fama no le permitía a ninguna negarse, además de resaltar por su buen aspecto.
Él mismo insistió a sus padres para que lo ingresasen a la preparatoria para tener algo de acción, aunque no le sirviese para nada más que para perder el tiempo.
Ya algo aburrido de que todas siempre aceptasen, intentó con (T/n), alguien muy concentrada en la perfección de sus acciones, tanto que nunca había tenido amigos, menos un novio.
Y eso le pareció interesante.

Se acercó a ella en el receso, y poniendo su típica voz de coqueteo, le soltó lo que le soltaba a todas las chicas en su cortejo. La tenía en la palma de su mano, pensaba, mientras se peinaba el cabello hacia atrás. Sabía que aceptaría cuando se giró en su dirección y vio como asentía cuando se apuntaba a si misma para saber si hablaba con ella, luciendo una expresión emocionada e inocente. En un solo instante, ya se encontraba frente a él y su sonrisa fanfarrona.

La decepción cubría su mente, pues lo predijo todo. Suspiró sin quitar su sonrisa esperando tener una como todas las otras noches y tener una chica más moviéndole la cola.
Pero eso no duró por mucho.

- Y dime, espécimen masculino falto de neuronas.- Tomó el cuello de su camisa y acercó su rostro, ahora con la boca media abierta de la sorpresa.- ¡¿Quién te dijo que podías hablarle así a una chica?!

Y su mejilla quedó ardiendo todo el día por el golpe. A pesar de parecer una chica delicada, tenía bastante fuerza en su brazo derecho. Las maestras, preocupadas por el trabajo del chico, le dieron bolsas con hielos para la hinchazón y le dejaron retirarse temprano, pues el trabajo de ellas también estaba en juego si no cuidaban el rostro de aquella celebridad. Negó con la cabeza y prefirió quedarse hasta el último bloque de la tarde.

La vez siguiente, y la siguiente de aquella, y todas las demás eran iguales, y siempre terminaba con un nuevo golpe a su colección. Con el tiempo, decidió dejar sus estúpidos comentarios para acercarse a ella. Aunque actuaba lejana en un principio, lograron tener un contacto que contaba como algo más que solo compañeros de clase.
Pero aún no se sentía satisfecho.

Su cabello, sus ojos, sus largas pestañas, sus mejillas, sus manos, su cuellos, sus pechos, sus piernas, sus labios... Sentía que ni todas las mujeres del mundo podrían satisfacerlo lo suficiente sabiendo que jamás la podría tener para él. Nada lo compensaría.

Como muchas veces lo había hecho, dejó de escribir para mirarlo con disimulo, pero como muchas veces también, se topó con su mirada perdida en ella, entonces tuvo que volver a su trabajo con vergüenza.

- Aidoru, limpia tu baba y entrega tu hoja, vamos a almorzar.- Le dijo un chico que consideraba su amigo. Despabilado limpió la comisura de sus labios, que efectivamente estaba húmeda, y devolvió la hoja en blanco.
Siguió a Hinata por los pasillos con las manos en los bolsillos, evitando las miradas de todas las chicas.

- Qué envidia, siempre las tienes a todas.- Le golpeó el hombro con una sonrisa, avanzando más rápido. (T/n) le había dicho que creía que Hinata sólo aparentaba ser su amigo, y eso ya lo sabía, y no se quejaba, porque su estrategia era la misma que la suya, vivir de los demás y que los demás vivan de ti, así de simple.
Pero ella creía que era un aprovechador, y siempre lo miraba con mala cara, le sacaba la lengua y tomaba a Aidoru de improviso para alejarlo. Y ese día no era la excepción.

- Enserio lo siento, pero debo llevarme a tu amigo.- Pasó por un lado de Hinata, pasando a llevar su hombro con fuerza a propósito, haciendo que se tambaleara.

Aidoru ni rechistó. En un principio ella lo evadía y parecía que le diera igual lo que pasara con él, pero ahora sentía que de alguna u otra forma intentaba protegerlo. Le parecía tierno.

Dejó que tirara de su brazo para guiarlo hasta la escalera, la cual bajaron para llegar al pasillo del primer piso, que daba al jardín.

- ¿Qué ha sido eso? ¿Celos?- Levantó sus cejas esperando alguna reacción, pero ella sólo negó con la cabeza cruzándose de brazos.

- No exactamente.- Extendió su brazo y con la mano apuntó a su pecho, tocádolo con el índice. Miró hacia arriba para verlo a los ojos.- ¿Tienes trabajo hoy a la tarde?

- Los jueves son precisamente mis días más ocupados.- Se lamentó. Tomó su mano y agachándose un poco besó el dorso.- Pero puedo hacer una excepción por ti, ya que insistes.

- No es nada de ese tipo de cosas.- Se justificó sin que siquiera mencionara nada con segundas intenciones, apartando su mano al igual que su mirada, sonrojada.- Tengo que hablar un par de cosas contigo.

- Pues bien.- Le dedicó una de sus mejores sonrisas y despeinó su cabellos, a sabiendas de que se enfadaría. Antes de que le golpeara, caminó rápidamente hasta desaparecer por alguno de los salones. Pero (T/n) no se molestó, sólo llevó sus manos a su cabeza con una sonrisa.

•••

- ¿Y por qué no intentas integrarte?- Le preguntó Aidoru, estorbando sus palabras con una mano en la boca. Realmente no era nada especial por lo cual lo había llamado, sólo lo hizo por algo que supo apodarle como instinto. Ella se cruzó de brazos y pasó su peso a una de sus piernas.

- ¿A qué te refieres?- Cuestionó alzando una ceja.

- Ya sabes, no has hablado con casi nadie de nuestra clase y siempre vas sola.- Quitó la mano de su boca y la movió en el aire.- Eres divertida, no veo por qué no tienes amigos.

- No los tengo porque no necesito que sean falsos.- Estaba comenzando a irritarle. No importaba cómo, siempre sacaba el tema de que debería ser parte de algún grupo de la clase. Eso le fastidiaba, no quería que se entrometiera en sus asuntos.

- ¿Falsos? Entonces sólo debes ser sincera con ellos, ser tú misma.- Golpeó levemente su rodilla y se echó a reír, falsamente, con un sarcasmo que se olía a kilómetros. Ahora fue Aidoru quien frunció el ceño.

- ¿Y me lo dices tú?- Se acercó un par de pasos, casi pegando su cara con el pecho del chico, miró hacia arriba.- ¡Pues claro! ¡Se me había olvidado! Eres la persona más sincera del mundo ¿no?- El rubio dio un par de pasos para escapar de la amenazante mirada con la que lo atacaba (T/n), pero ella le tomó del brazo y lo obligó a permanecer cerca.- No quiero escuchar estas estupideces salir de ti. No sólo tus amigos son falsos, si no que tu igual, o incluso peor. ¿Qué creías? ¿Que por ser una celebridad ibas a tener la vida hecha? No importa cuanto ganes o cuanta gente te conozca ¿Eso para ti es vida?

- Ya.- Susurró, casi imperceptible, desviando su mirada a algún punto infinito en el blanco de la pared del pasillo. Oscurecía y no había nadie. Ocultó sus ojos tras el flequillo. Picaban.

- Todo es esfuerzo, y tratas de menos a los sacrificios de los demás. ¿Integrarme? ¡Prefiero morir sola a entablar conversaciones con esos falsos! ¿Ser sincera? Lo soy todo el tiempo, y a quien deberías decirle eso es a ti mismo.- Lo tomó por el cuello de la camisa y giró de ella para que su rostro mirara en su dirección, conectando sus ojos, casi rozando sus frentes.- Y deja de mentirte ya.

Forzó sólo un poco, pero todas sus fuerzas se esfumaron de un segundo a otro, sus hombros pesaban y sus piernas flaqueaban, sus párpados pesaban y sus mejillas ardían. ¿Qué debía hacer?
Sólo dejó que todo lo que sentía paralizarse o moverse lo hiciera tal cual, independizando su cuerpo del pensamiento.
Siguió el beso, tomó las mejillas de (T/n) entre sus manos y juntó más sus cuerpos.
Casi sentía que no podía respirar. Como si estuviese bajo el agua.

- ¿Qué ha sido eso?- Preguntó luego de un tiempo de separarse. Peinó su cabello hacia atrás una vez más y miró al techo, casi sin poder creerlo. (T/n) disimuló su felicidad mientras se tocaba los labios con la punta de los dedos, con delicadeza. Levantó la mirada y vio a Aidoru tirándose de los cabellos mientras ahogaba un grito. Sonrió y volvió a tomarlo de la camisa.

- Otro.- Y volvió a besarlo, esta vez algo más tranquilo. Pasó sus brazos por sus hombros y con una mano entrelazó sus dedos con las claras ebras del chico. Él dejó caer sus manos sobre sus caderas y se concentró en el perfume que desprendía su cuello, algo dulce. Sin detenerse, fue empujando su cuerpo sin que se diese cuenta, dejándola apoyada contra la pared una vez se cumplió su objetivo. Inevitablemente, fue subiendo sus manos poco a poco, pasando debajo de la camisa de la chica. Sus manos estaban algo frías, y junto con la sorpresa de la acción, (T/n) no pudo reprimir una queja.

- L-lo siento.- Se disculpó Aidoru, retrocediendo un poco, volviendo sus manos fuera del contacto con la cálida piel de ella.
Estaba acostumbrado a tener ese tipo de roces en poco tiempo, nunca ninguna le reñía o le golpeaba. Todo estaba a disposición, pero de alguna forma, eso le aburría. Ella no estaba para nada acostumbrada, a pesar de que ese no era su primer beso, estaba nerviosa, y quería demostrarle que valía más que todas las que se rindieron a sus pies sólo por el hecho de su posición como famoso.

- Está bien.- Le respondió con una pequeña sonrisa, bajando el calor que la mareaba. Avanzó para pegarse nuevamente a él, y sin quitar sus ojos de los de él, tomó su mano y la condujo hasta el borde de su falda y el inicio de su camisa, que se levantaba levemente. Presionó sus labios en una fina línea y ensanchó su sonrisa poco a poco, desafiándolo.
No tardó demasiado tiempo para que Aidoru procesara todo y le devolviera la sonrisa con una ladina. Subió su mano sin preocuparse que alguien escuchara los suspiros de (T/n). Bajó su otra mano hasta el trasero de ella y la besó.
Oponiéndose a los escalofríos y temblores nerviosos, (T/n) eliminó todo el aire que contenía y se aventuró ella también a tocar el torso de Aidoru, reprimiendo algún gemido por el frío que repartía.
No estaba del todo convencida, así que se detuvo un momento para intentar separarse del chico, pero este estaba muy ocupado bajando un poco la camisa de su hombro, besando la piel expuesta.

- ¿Mmmh?- Susurró algo impaciente cuando le llamó, separando sus labios de la suave cobertura de su carne.

- C-creo que deberíamos... seguir en otro lugar.- Se le hizo imposible decirlo todo sin detenerse. A pesar de que las manos de Aidoru estaban frías, sentía que no le transmitía nada de él, si no que cada vez sentía más calor, y se veía con la necesidad de quitarse toda la ropa y lanzarse al agua helada.
Él asintió no muy seguro, pero sabía que hacer ese tipo de cosas en el pasillo de la escuela no era particularmente correcto. Ni siquiera un poco, y a pesar de que no oyese ni viese a nadie, cabía la posibilidad de que aún hubiese alguien y los viera. Pero tampoco estaba dispuesto a esperar. Su agente le esperaba afuera, y apenas pusiera un solo pie fuera del establecimiento lo tomaría a la fuerza para volver a la agencia a hacer un par de fotos para la revista.
De sólo pensarlo le venían jaquecas.

- Ya, vamos.- La tomó del brazo y la empujó de espaldas al aula que quedaba más cerca. B-2. La sentó sobre el escritorio que correspondería a algún profesor. Le advirtió de no moverse y se giró a cerrar la puerta corrediza. El salón se teñía de naranjo.
(T/n) estaba algo sorprendida, puesto que su plan era irse lo más pronto posible del instituto, pero Aidoru pensaba todo lo contrario, además, ya había esperado demasiado para siquiera estrecharla entre sus brazos. Parecía desesperado.

Y con esa misma desesperación juntó sus labios y jugó con sus lenguas, levantando los muslos de la chica para poner sus rodillas a la altura de sus hombros. Acariciando sus piernas, lentamente bajó sus medias, volviendo a subir, una y otra vez. (T/n) se esforzaba por seguirle el paso, pero no sabía cómo concentrarse en todo al mismo tiempo, eran demasiadas emociones y sensaciones.
Siguió el camino que dejó pendiente antes, rodeando su cuello para besar y lamer el sobresaliente hueso que correspondía a su clavícula. Temblaba de placer sobre la mesa, sus piernas flaqueaban al igual que sus brazos, de los únicos con los cuales se sujetaba para no caer de espaldas. Echó su cabeza hacia atrás para darle más acceso a Aidoru, y porque su sedoso cabello comenzaba a cosquillearle en la nariz y boca.

Levantó la polera, tocando su vientre sólo con las yemas, como deleitándose con el aire que les separaba. Presionó entre su mano uno de los pechos de (T/n), y ella soltó un gemido. Por sobre la tela de su sujetador, trazó círculos a su pezón, el cual se marcaba cada vez más. Tenía una única mano que seguía frotando sus piernas, y aprovechando la comodidad, se aventuró bajo la falda de la joven, tocando sus húmedas bragas, y sin darse cuenta siquiera, soltó un gruñido de excitación, provocando una extraña reacción de felicidad en la de ojos (c/d/o).

- Es el colmo. ¿Cuanto más tengo que esperarle? Es un irresponsable.- La voz de su agente retumbaba por los pasillos, obligándole a detenerse. Los pelos se le pusieron de punta, contuvo todo el aire que pudo y se quedó completamente quieto, al igual que (T/n).

- Aún es muy joven, lleva mucho trabajo encima.- Le explicó la directora. Llevaba los altos tacones de siempre, que formaban eco hasta sus ahora agudos oídos. Con miedo de que los pillaran, se separó de ella rápidamente, arreglando su camisa y echando la corbata por donde no la vieran. (T/n) se subió las medias y arregló igualmente la camiseta, corrió a ponerse sobre uno de los pupitres y sacó un cuaderno cualquiera, haciendo como si lo leyese, y le hizo un ademán silencioso a Aidoru para que se acercase y actuase de igual manera.
Pero tenía un pequeño problema.

- Claro que es muy joven, pero el trabajo lo dicta. Puede hacer lo que se le apetezca, siempre con la condición del tiempo. ¡Pero vaya que tiene oídos de pescado! ¡Jamás me escucha!- Estaban en el pasillo, abriendo puerta por puerta, buscándolo. Dio un par de vueltas en saltitos sobre el mismo sitio en el que estaba parado, pensando nervioso. Corrió hacia donde estaba (T/n). Tomó una silla y la puso frente a ella, se cruzó de piernas. Le guiñó el ojo con nerviosismo y soltó un largo suspiro.

- B-bu-bueno. Decía que en el problema no era... no era... necesario valorar...- Pensaba y pensaba. Tenía una mentira en mente pero las rosadas mejillas de Aidoru y sus desordenados mechones no le dejaban pensar. Intentaba controlar su respiración mientras ocultaba la erección entre sus piernas. Le daba gracia.

- ¡Aidoru-san!- Gritó la mujer que lo buscaba, abriendo la puerta de par en par, con la directora irritada detrás de ella.- ¡Te he buscado por todas partes! ¡Vámonos ya!- Se acercó a grandes zancadas, dando pisotones.

A Aidoru le recorrió un escalofrío por toda la espalda viendo la furiosa mirada de la mujer.
Y (T/n) casi explotaba en carcajadas.

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