Te a̶m̶o̶ odio {Stiles & Lydi...

By hernamewasariel

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Stiles y Lydia. Dos personas totalmente diferentes que se detestan mutuamente. Él la odia por ser una chica m... More

#1."Disponible, gratis y desesperado"
#2. Medusa reencarna en Lydia
#3. ¡Vamos a ir a una fiesta!
#4.El punto debil de Lydia Martin P.1
#5.El punto debil de Lydia Martin P.2
#6. ¡Acción!
#7. Lydia siempre gana
#8. Malia
#9. Jueves después de clases
#10. El sueño
#11. La espera...
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#12. ¿Dónde está mi ropa?
#13. ¿Tienes un pañuelo?
#14. Scott, sustancia misteriosa y... ¿Castigo?
#15. Castigados
#16. Labios pintados
#17. El casi inarruinable mejor día de mi vida
#18. La previa al fatidico baile de castidad
#19.El fatidico baile de la castidad.
#20. Sonreir no es tan dificil
#21. El comienzo de todo
#22. La peor vergüenza de mi vida.
#23. La sicología de Lydia
#24. En la boca del lobo
#25. Enemigos con derecho a roce
#27. ¿Qué pasó ayer?
#28. Lo que realmente pasó
#29. Pd: te odio
Navidad (mi regalo)
#30. ¿Acaso tú no me odias?

#26. Preparativos

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By hernamewasariel

—Levanta tu trasero del sofá, nos vamos de compras—Lydia acababa de llegar a la casa y ya estaba dándome órdenes. Pero más que órdenes lo que yo quería era una explicación. —¿Qué te pasa?, ¿Acaso estás sordo?, nos vamos de compras.

Me levanté del sofá y me paré frente a mí compañera de casa por dos días más.

¿Por qué hiciste una fiesta?—Lydia me sonrió y sacudió una "pelusa" de mi hombro.

Déjame explicarte cómo funcionan las cosas Stiles. Mamá Martin se va de viaje, hija Martin hace una fiesta, niño invasor Stilinski obedece a la hija Martin con tarjeta de crédito—Me explicó como si de un simio se tratara.

Gracias Lydia, eres tan buena dando explicaciones—Le sonreí con falsedad a lo que que ella me sonrió de vuelta.

Bien, vamos—Se volteó e hizo repiquetear sus tacones fuera de su inmensa casa. Llegamos al estacionamiento y se subió a su auto, me quedé estático en mi lugar.

Lydia tenía un Lamborghini, increíble. El fuerte sonido de una bocina me saco de mi ensoñación.

¿Te vas a quedar ahí parado todo el día?—Sacudí la cabeza y me subí rápidamente al auto. Vergonzoso. Lydia me sonrió y luego encendió la radio, una canción romántica comenzó a sonar y mi "enemiga" comenzó a cantarla. Sin sentido alguno me sonroje por lo que instantáneamente volteé mi vista hacia la ventana. ¿Qué rayos pasaba conmigo?, aunque debía admitirlo, Lydia cantaba precioso y de una manera cautivadora.

—¿Y... qué vamos a comprar?—Pregunté con la vista aún puesta en la ventana, debo admitir que tenía miedo de mirarla. Tenía miedo de mirar su rostro, su perfecto y precioso rostro, y pensar en algo que cayera más allá de mi odio hacía ella. Lydia rodeó los ojos con obviedad.

Cosas para mí fiesta—Por alguna razón, me molestó que dijera "mi" en lugar de "nuestra" pero dije nada al respecto.

¿Qué tipo de cosas?

¿Nunca haz ido a una fiesta?—Preguntó sorprendida, vaya como la odie en ese momento. La odié tanto, que tuve el valor de voltear a verla con el ceño fruncido.

Una vez me invitaron a una, pero resultó que no había que ir con disfraces como me hicieron creer. Fue bastante humillante y traumático—Dije irónicamente, Lydia hizo una mueca pero no dijo nada al respecto.

Comida, bebidas, vasos, ese tipo de cosas—Habló evadiendo mi comentario por completo.

¿No se siente bien verdad?—Lydia me miró extrañada.

¿Qué cosa?

Escuchar lo que hiciste, escuchar el daño que causaste en una persona por una estupidez.—Sus nudillos se pusieron blancos en el volante, pero no se volteó a verme y ninguna expresión notoria cruzó su rostro.

Tu también me hiciste daño—Dijo casi en un susurro con la vista fija en el camino. Me sentí extraño, ¿Acaso culpable?, lo único que sabía era que quería abandonar el tema lo antes posible.

¿A dónde vamos a ir primero?—Pregunté luego de unos minutos de silencio cambiando el tema por completo.

Al centro comercial—Afirmó Lydia sin pensarlo, luego añadió:—Y es el único lugar al que vamos a ir.

Estacionó el auto, lo más cerca de los elevadores que pudo, para luego sacar un espejo de su bolso de mano y arreglar un poco su maquillaje, supuse.

Que estemos aquí "juntos" no quiere decir que estemos "juntos", ¿Comprendes?—Dijo mientras repasaba sus labios con un brillo. La miré, parecía una muñeca de porcelana con su rostro pálido y sus labios rosados, y era igual de fría. Negué con la cabeza.

No en realidad—Dije negando lentamente. Lydia cerró su espejito con brusquedad lo que hizo que me sobresaltara.

Tú—Me señaló—Y yo—se señaló—No tenemos nada—Resaltó el nada—Que ver, nada—Nuevamente resaltó el nada—que estemos de compras juntos no quiere decir que seamos amigos,—comenzó a acercarse a mí—familia,—Se acercó un poco más—Novios,—sus labios a centímetros de los míos—mucho menos novios, con suerte conocidos—Rozó mis labios levemente con los suyos—¿Quedó claro ahora?

Asentí esperando que hiciera algo más. Esperando que acortara por completo la distancia entre nosotros y me besara. Y para mi sorpresa, lo hizo.

Juntó sus dulces labios de muñeca de porcelana con los míos, proporcionándome esa satisfacción que solo ella conseguía darme con tan solo besarme. Al igual que siempre, nuestros labios se buscaron con desesperación entre la oscuridad del estacionamiento. Sus labios sabían a fresas, hoy más que nunca, y no podía dejar de preguntarme: "¿Estoy haciendo lo correcto?". Lydia separó sus labios de los míos, dirigiendo los suyos hacía mi cuello. Sentí mi piel arder mientras sus labios recorrían la sensible piel de mi cuello, no faltó nada para que mi cuerpo comenzara a temblar, lo que fue suficiente para que Lydia se detuviera.

Debemos trabajar en eso—Dijo respirando con dificultad. Sentí un peso en el estómago al saber que estaba hablando de mi, pero lo ignoré. Tome su cintura y acerqué nuevamente sus labios a los míos. Saboreé su delicioso sabor, ahora impregnado en mis propios labios, pasando mi lengua por estos, luego de que nuestro beso terminara por falta de aire.

Eres mucho mejor besando de lo que esperaba—Comenzó a hablar Lydia con la respiración agitada—Y hablo de la primera vez que nos besamos.

Nunca habíamos hablado de eso. Miré a Lydia extrañado y luego me encogí de hombros.

No eras la primera chica que besaba.—Dije sorprendiéndola, lo que me hizo sentir bien.

¿No?, ¿Quién fue la primera?—Preguntó con una expresión que no supe descifrar. Dude un poco antes de responder.

Malia.

¿Malia Tate?—Asentí.— ¿Y cómo fue?

¿Quieres saber cual me gustó más?—No respondió nada, lo que intérprete como que eso era exactamente lo que quería.—No lo sé, me gustan ambos de distintas maneras. Pero supongo que como Malia me gusta, sus besos tienen más significado.

Posó su mirada sobre la mía demostrándome lo mucho que no le importaba. Juntó sus labios y bajó su mirada de muñeca de porcelana hacia sus manos.

Deberíamos ir—Dijo señalando los elevadores con la cabeza, sentí como su voz había perdido algo, no supe que. Solo supe que había sido por la mención de Malia y no supe que pensar sobre eso.

Subimos al elevador en silencio, cada uno en su propio mundo. Lydia presionó el botón para que las puertas se cerrarán y luego el botón del cuarto piso del centro comercial. En cuanto las puertas se cerraron, acorraló mi cuerpo contra una de las paredes y comenzó a besarme como si la vida se le fuera en ello. ¿Acaso nuestro trato implicaba que me besara cuando se le diera la gana?, no sabía que todo sería tan... repentino.

Lydia movía sus labios sobre los míos con desesperación y deseo, al igual que sus manos sobre mi cabello. Yo no hacía más que responder con la misma intensidad y dejarme tocar. Mi mente no funcionaba del todo bien cuando estaba besando a la gente. De pronto las puertas del elevador se abrieron y una señora mas o menos corpulenta subió. Nos separamos al instante y ordenamos nuestra ropa y cabellos lo mejor posible.

La señora se ubicó justo entre nosotros  provocando que un silencio incómodo inundará el elevador. Mire a Lydia a través del reflejo de las paredes, ella también me estaba mirando. Le sonreí sin pensarlo siquiera y ella, sorprendentemente, me devolvió la sonrisa.

Tu labial esta corrido—Habló la señora corpulenta, Lydia pasó una mano por sus labios disimulando con una sonrisa.

—Me pregunto cómo habrá pasado—Respondió Lydia mientras limpiaba su rostro—Muchas gracias.

—Disculpa, pero le decía a él.

Mis ojos se abrieron como platos al mismo tiempo que Lydia soltaba una carcajada, me sonroje sorprendido y pase mi mano por mis labios.

Gracias—Le respondí secamente, avergonzado. En la lista de cosas extrañas que me han pasado esta era sin duda la más extraña, una señora reclamando que mi maquillaje estaba corrido. Que bajo había caído.

No hay de qué.

Y para hacer las cosas aún más extrañas la señora me guiñó un ojo momentos antes de bajar, dejándome perplejo y con la boca abierta. Lydia se acercó a mi lado riendo.

Al parecer eres todo un rompecorazones—Dijo acariciando mi espalda. La fulminé con la mirada.

Cállate Lydia, además era una dulce señora seguramente pensó en mí como si fuera su hijo.

¿Señora?—Lydia volvió a reír—Lamento ser yo quien te diga esto pero Stilinski, era un chico.

—¡¿Qué?!—Exclamé demostrando mi sorpresa. Lydia se la estaba pasando en grande.

Lo que escuchaste, era un chico.

¿Por qué no me lo dijiste antes Martin?—Pregunté mientras las puertas se abrían.

No pensaba que eras tan tonto como para pensar que era una chica, su voz era grave.

Hay chicas con la voz grave.

Lydia negó con la cabeza mientras salía adelante de mí. La seguí muy de cerca para no quedarme atrás.

Vamos al supermercado.

Después de un rato nuestro carrito estaba lleno de cosas, alcohol más que nada y millones de vasos plásticos. Jamás había visto un carrito tan lleno, de hecho yo generalmente llevaba de esas canastas que ni siquiera tienen ruedas. Nos pusimos en una de las cajas a esperar nuestro turno de pagar, momento que Lydia aprovechó para arreglar su maquillaje. Suspiré cansado y aburrido, saqué mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y sin que Lydia lo notara comencé a jugar un juego para pasar el rato. De pronto sentí como alguien quitaba el teléfono de mis manos.

¡Hey!—Reclamé, para luego ver a Lydia sonriendo con mi teléfono en las manos.

¿Realmente aún juegas esto?—Dijo con una expresión divertida en el rostro, mostrándome la pantalla de mi teléfono con el juego aún puesto.

—Candy crush es un juego muy bueno para pasar el rato.

Lydia rodó los ojos y luego me tomó una foto con la cámara frontal de mi teléfono. Giró la pantalla hacía mi.

—Te ves algo enojado—Dijo haciendo una mala imitación de mi horrible cara de la foto.

—Borra eso—Dije estirando mi mano para arrebatarle el aparato. Lo alejó de mí.  Se tomó una foto conmigo, mejor dicho millones de fotos. Luego me devolvió mi teléfono.

—Ahora puedes observar mi hermoso rostro a cualquier hora del día—Dijo como si fuera lo mejor que podría pasarle a alguien. Reí un poco.

—Espero que no me entre un virus debido a tu horrible rostro—Bromeé. Lydia se acercó a mí riendo.

—Oye, mi rostro no es horrible—Se defendió mientras acariciaba mi mejilla. Comencé a ponerme nervioso al instante.

—Es el más feo que he visto y vaya que he visto rostros feos,—Dije, luego agregué en un susurro—Una vez fui a un circo de fenómenos.

Lydia siguió riendo con esa risa que tanto me encantaba, la del castigo. Reí junto a ella para que no dejara de reír.

—Eres muy tonto, además los circos de fenómenos no tienen mucho que ver con rostros feos.

Su aliento chocaba contra mi rostro, no sé en qué momento habíamos quedado tan cerca. Mucho menos en qué momento había puesto mis manos en su cintura acercándola hacia mi.

—Solo dije lo primero que se me ocurrió. Para que rieras—¿Por qué dije eso?, no lo sabía , pero al parecer a Lydia le gustó la idea ya que sonrió y comenzó lentamente a acercar sus labios a los míos. Me sonroje, ¿Acaso Lydia había olvidado que estábamos en público? Y en un supermercado. Jamás había besado a alguien en un supermercado, o en algún lugar lleno de personas y la verdad me avergonzaba hacerlo. Lo bueno de esto es que no llegó a pasar, lo malo es todo lo que sí llegó a pasar.

—¿Lydia?—Escuché a alguien decir detrás mío, a lo que Lydia se separó de mi rápidamente con el rostro parecido a un tomate.

—¡Erica!—Dijo Lydia simulando alegría, iba a voltearme pero el fuerte agarre de Lydia me lo impidió. Odiaba a Erica y a sus tontas interrupciones.

—¿A quién ibas a besar?—Preguntó Erica y mis ojos automáticamente se posaron en Lydia. Vi como tragaba con fuerza y apretaba sus manos en puños, puse una de mis manos sobre una de las suyas en un intento de calmarla. Le sonrió a nuestras manos de manera que solo yo fui capaz de notarlo.

—A... Bueno.... Yo...

Tuve que contener con todas mis fuerzas el impulso de besarla. De besar a esa nerviosa Lydia que se había quedado sin palabras. Acaricié su mano, impulsándola a seguir.

—Él es mi primo—Terminó finalmente de balbucear.

—¿Ibas a besar a tu primo?

—Claro que no, no iba a besarlo estaba abrazándolo simplemente.

—Bien...—Dijo Erica no muy convencida—Espero verte en la fiesta primo de Lydia.

Levanté mi pulgar en modo de asentimiento a lo que Lydia me miró con cara de: "¿Qué rayos te pasa?" , para luego bajar mi pulgar con la misma rapidez que lo había levantado.

Él no puede venir—Dijo Lydia rápidamente en un intento de corregir mi error.

¿Por qué no puede?—Preguntó Erica.

Porque... bueno... él... Vive en... debe regresar a... ¡Finlandia!, si eso, Finlandia.

Miré a Lydia y moví mis labios diciendo: "¿Finlandia?", me ignoró.

¿Tienes un primo Finlandés y no me habías dicho?—Lydia asintió.—¿Cuántos años tiene?, ¿Es lindo?, ¿Tiene novia?

Reí ante la estupidez de la chica, estaba prácticamente frente a ella. Lydia juntó sus labios.

Tiene 24 y es muy lindo, pero tiene novia—Dijo rápidamente evitando mi mirada.

Pero...

¡Siguiente!

Salvados por la campana, era nuestro turno de pagar.

Adiós Erica—Se despidió Lydia, a lo que yo moví mi mano como despedida.

Llegamos a la casa y tan solo teníamos dos horas antes de que la gente comenzara a llegar. Por lo que tuvimos que ponernos manos a la obra, la verdad era bastante fácil solo había que correr unos cuantos muebles y conectar la música.
Cuando terminamos de "ordenar" ambos nos sentamos en el sofá.

Debo ir a cambiarme—Anunció Lydia.

¿Los demás saben que me estoy quedando aquí?—Pregunté.

Tu también deberías cambiarte—Me respondió, ignorando por completo mi pregunta.

Lydia...

Nadie lo sabe, pero no tienen porque hacerlo. Solo... Llegaste muy temprano.

Comenzó a subir las escaleras y yo me quedé pensando: ¿qué había de malo con mi atuendo? No tuve tiempo para terminar de responderme cuando mi atención se fijó en Lydia de nuevo.
Estaba parada a la mitad de la escalera apoyada contra la baranda.

—¿Qué esperas bobo?—sacudí la cabeza para luego subir tras ella.
Lydia pasó de largo hacía su habitación, la seguí.

Deberás ayudarme Lyds, porque yo de atuendos para fiesta no sé nada. De hecho a la última fiesta que fui, lleve tan solo unas mallas de superhéroe, imagínate eso.

Lydia volteó sobre sí misma girando su cuerpo hacía mi.

¿Vas a mencionar eso cada vez?

Solo si es necesario, después de todo dicen que los finlandeses somos especialmente repetitivos.—Terminé mi frase sonriendo con suficiencia.

Eres un dolor de cabeza, ¿Qué querías que dijera?, tenia las manos atadas.

Me acerqué a ella tomando sus manos entre las mías dejando que esa, ahora familiar, sensación me recorriera.

Tal vez me hubiese gustado que dijeras: "estoy con Stiles Stilinski"—Mi frase sonó un poco más deprimente de lo que pretendía. Nos miramos en silencio por unos segundos, directamente a los ojos, al parecer a ambos nos habían afectado mis palabras de alguna forma. Regresé sobre mis pasos para alejarme de Lydia y poder irme a mi habitación temporal. Quizás que no dijera que estaba conmigo en el supermercado me había dolido más de lo que quería admitir.

Me senté en mi cama y junté mis manos entre sí, por un momento pensé que Lydia llegaría a disculparse, de hecho hice toda una escena en mi cabeza donde finalmente nos besábamos, pero nada de eso ocurrió. De hecho no fue sino hasta que sonó el timbre que sentí a Lydia salir de su cuarto, ni siquiera se detuvo a ver si estaba listo o algo así. Me gustaría poder decir que no me importó en lo más mínimo, pero estaría mintiendo. También me gustaría decir que no me cambié de ropa tan solo porque Lydia lo había insinuado, pero seguiría mintiendo.

Me quité la camiseta que llevaba puesta con un nudo en mi garganta. De hecho estaba a punto de echarme a llorar cuando alguien abrió la puerta, levanté la cabeza ilusionado pensando que era ella. Pero estaba muy equivocado.

Hola extraño—Me dijo Malia con los brazos cruzados desde la puerta. Me quede estático por unos segundos, pero luego la tomé del brazo y cerré la puerta tras ella.

Malia–Dije en respuesta sonando aliviado. La verdad necesitaba de alguien en ese momento. Iba a besarla pero me detuvo.

¿Por qué no me has hablado estos últimos días?

"Por qué estaba muy ocupado besando a Lydia"

Porque estaba intentando acostumbrarme a este ambiente.—Me miró analizando mi rostro, intente besarla nuevamente, no me apartó esta vez. Tomé su cintura y la acerqué aún más a mi.

Te extrañé mucho- me dijo haciéndome sentir peor de lo que me sentía. Me quise suicidar en ese momento, pero se me ocurrió una idea mucho menos drástica. 

Malia ¿me esperas abajo? tengo que cambiarme- Asintió lentamente con la cabeza baja. Le tome la barbilla y la besé, no soy un monstruo por completo. Aún.- Te veo abajo.

Asintió, esta vez feliz, y luego de besarme una ultima vez abandonó mi habitación (postiza).

–Bien, aquí vamos- trague dos pastillas para calmar mi ansiedad y baje las escaleras sintiendo como, poco a poco, los remedios comenzaban a surtir efecto.




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