Hacia un día soldado, nada mejor que el día después de un gran concierto, y un merecido descanso, salir a surfear en las playas de L.A. El rubio salía de la playa moviendo su cabeza para secar el cabello brillante -algo como lo hacen los perros -, una vez algo mareado, detuvo su acción. Veía a la feliz gente de la playa, por casualidad se encontraba Ariana Grande sirviendo batidos en un restaurante cercano. Había remontado olas épicas y hecho cosas extraordinarias en la tabla. Su vista se posó en un chico rubio de piel clara y ojos mieles. Sintió su cuerpo paralizado y como el oxígeno abandonaba sus pulmones. A pesar de ser idénticos físicamente, eran tan distintos notablemente. Vestía zapatos de baile coloridos, pantalón ajustado con una cadena de lado colgando, una franela azul oscuro y una camisa de cuadros azul desabotonada. «Muy típico suyo» pensó él. Éste se acercó con expresión inteligible, pero parecía algo contento de verlo a juzgar por la leve curva en la comisura de sus labios.
—Hola amigo, espero no hayas comenzado a olvidarte de mi...
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Despertó exaltado, con la respiración acelerada y los latidos a mil.
Austin...
¿Que hacía éste en sus sueños? No es que le molestase, pero sí le sorprendía. Le afectaba.
Se levantó de la cama y se dio una ducha, ya era la mañana así que, de paso se cepilló los dientes. De regreso a su habitación, pasó frente al espejo de tamaño completó y se miró de soslayo. Su reflejo este llevaba más que sólo una toalla a la cadera. En el momento no lo notó «¿Qué diablos?» se preguntó alterado. Retrocedió un par de pasos y su cara de susto. Y allí estaba, Austin Moon como reflejo de Ross Lynch. Se debía estar volviendo completamente loco, esto no podía ser posible; se dijo una y otra vez.
—Soy yo Ross, Austin ¿Como has estado? —El rubio del otro lado tragó en seco y con voz ronca respondió:
—Bien, he estado bien. Tú eres... —el asombro presente en su devil voz.
—Ya veo que lo has estado muy bien —le dice el reflejo —. Has trabajado un montón y ¡Vaya! ¡Ya es el 31 de diciembre del 2016¡ Fue un año de logros y sueños cumplidos.
—Sí, eso creo... —respondió en un susurro, lo inundó la melancolía —. Pero ¿sabes que año sí fue una locura en verdad? —inquirió Ross, sosteniendo la toalla en sus cadera. Austin alzó una ceja en gesto curioso —. Fue mi primer año como Austin. Yo no te he olvidado, amigo. Yo te llevo conmigo, ya eres parte de mi. Me completas así como lo que llevo en mi corazón, fuiste lo que cambió mi vida. Eres un pasado, un fantástico pasado, que no se puede olvidar. No lo olvides —ambos rieron y Austin, su sonrisa se fue reduciendo hasta quedar en una mueca de satisfacción y orgullo, pero su labor no había terminado.
—Te espero en el set para darte el feliz año...