Somos electricidad © (WTC #0...

By ZelaBrambille

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***Novela publicada por Nova Casa Editorial en librerías de España y América Latina. NO ESTÁ COMPLETA EN WATT... More

Somos electricidad ©
SOMOS ELECTRICIDAD TIENE EDITORIAL
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Booktrailer
Introducción
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 04
Capítulo 05

Capítulo 03

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By ZelaBrambille

El gimnasio estaba repleto de personas que tenían pintados sus rostros, las gradas comenzaban a llenarse. Los del lado de la casa iban de blanco y rojo, honrando los colores de los Eagles; la contraparte estaba empapada de azul y negro. Un búho saltaba y peleaba con un águila junto a las porristas, quienes bailaban al ritmo de la música que salía por las bocinas.

Manny, desde las bancas, se preguntó por qué les gustaba... o quizá él era el extraño. Volcó los ojos cuando vislumbró a su padre jalando a su madre para que se adentrara a una fila de asientos. ¿Para qué iba? De todas formas él no jugaría, ni siquiera entendía cómo se enteraba de los juegos.

Vino a su memoria lo que había pasado más temprano, se encontraba sentado en el sofá, mirando las noticias. El señor Edward entró a la estancia y se sentó a su lado como si quisiera charlar, ¡y vaya que quería! Le dedicó el discurso de su vida, según él, algún día iba a formar una familia, deseaba que se involucrara más en la iglesia.

En realidad, quería que se acercara a cierta chica para empezar esa dichosa familia, lo cual le parecía ridículo porque los dos tenían tan solo diecisiete. Lizeth Gold. La hija de un miembro importante del templo, el que dio el dinero para la pintura de las paredes y el piso de mármol nuevo.

De ser otro, habría estado fascinado porque la muchacha no solo era hermosa y atractiva, también era inteligente y bondadosa, las cualidades correctas que todo hombre desearía en una mujer; pero no podía verla de ese modo, y jamás se atrevería a lastimar a alguien para complacer el egoísmo de su padre.

Ya encontraría cómo esquivar otra de las locuras del jefe de los Clark.

El alboroto terminó por la entrada del árbitro, y todo comenzó. El primer partido de la temporada dio inicio. Apoyó sus codos en las rodillas y observó a sus compañeros.

El tiempo fue transcurriendo, el puntaje era escandalosamente claro. Iban ganando, tanta era la diferencia que ni soñando el equipo contrario tomaría la ventaja.

Como era de esperar, su participación no fue necesaria. Los integrantes de los Eagles se llevaron los gritos enloquecidos del público, Manny también aplaudió y se levantó de su lugar, junto con el coach que blasfemaba con alegría. Su sonrisa se ensanchó cuando Ash brincó y levantó su mano, era su costumbre.

El final del juego llegó, las animadoras se lanzaron y se colgaron de los cuellos del equipo. El alboroto trastornó el sitio. Tuvo el impulso de acercarse para felicitarlos, después de todo, también era parte de ellos; pero se detuvo en seco cuando una figura femenina se hizo paso entre el gentío. La conocía a la perfección porque alguna vez habían llevado materias juntos, era un secreto conocido por todo el mundo que estaba perdidamente enamorada del joven Ford.

Menuda, castaña, delgada, pero con las curvas bien marcadas. Una belleza de pies a cabeza, delicada, su sonrisa iluminaba todo su rostro, prendía cada elevación y creaba sombras en las concavidades. No, no era la muchacha más guapa de los alrededores, bastante normal, no obstante, tenía cierto aire de fragilidad que incitaba a muchos a cuidarla.

Observó cómo se acercó a su amigo, quien la recibió con los brazos abiertos, con una sonrisa de oreja a oreja que demostró cuánto había estado esperando el encuentro. La apretó en un abrazo y hundió su nariz en su cabello ondulado. Manny cerró los párpados fuerte, un dolor punzante se instaló en su pecho, y su respiración se hizo más pesada.

Ya había pasado antes, observaba sus conquistas desde la lejanía y fingía que eso no lo lastimaba. Fingía que era el mejor amigo y confidente, y lo era, pero hubiera deseado que su corazón no se acelerara al escuchar sus secretos. Llevaba consigo un escudo de acero que lo protegía, no era invencible, en ocasiones las estocadas filosas perforaban sus barreras.

Mierda, él sabía que solo eran fantasías y sueños; pero dolía de igual forma. Le desgarraba el alma mirarlo queriendo a alguien que no era él. Estaba de más y debía entender, sacar esos sentimientos de donde quiera que estuvieran alojados porque terminaría lastimado, más herido de lo que ya estaba.

Pero ¿cómo? ¿Cómo sacar de tu memoria algo con lo que has aprendido a vivir? Se acostumbró a tenerlo cerca, imaginarlo lejos también le afectaba.

Se quedó estático, como si la tierra hubiera atrapado sus zapatillas, sentía como si el lodo lo estuviera tragando. Tal vez habría sido mejor sumergirse en las profundidades a verlo con ella.

Ash rodeó los hombros de la jovencita y lo buscó con la mirada, levantó una ceja como pregunta silenciosa, pero él negó para restarle importancia. Últimamente se sentía como si estuviera al borde de un precipicio, necesitaba saltar o buscar otro camino.

A lo lejos divisó a su padre dirigiéndose hacia él, no tenía ánimos, no deseaba lidiar con el viejo. Sabiendo que recibiría un castigo, se esfumó tan rápido como pudo. Se escabulló entre la gente y se encaminó a los vestidores para ponerse su ropa y no el estúpido uniforme que empezaba a picar.

Una vez ahí, abrió su casillero con rabia contenida, provocando un estruendo que retumbó en el sitio. Necesitaba golpear algo, necesitaba relajarse o terminaría explotando lava helada. Las cosas no podían ponerse peor, primero su padre jodiendo su vida, ahora Ashton con su nueva novia. ¿Cuál sería la cereza en el pastel?

Golpeó el locker de a lado, creó una abolladura. Los nudillos le dolieron, el malestar era soportable, así que no le prestó mucha atención e inició la tarea de desvestirse.

Se sacó el pantalón y lo arrojó al contenedor metálico, no sin antes soltar un bufido. Se quedó de piedra cuando un silbido llegó hasta sus oídos.

—¡Vaya! ¡Gracias por arruinar mi casillero, Man! —No contestó, siguió quitándose la ropa de encima con rapidez, quería largarse, deseaba acostarse en Sin fin y cerrar los ojos, hacer como si nada existiera—. Oye, necesitas calmarte. ¿Qué te puso así?

Su palma tocó su hombro y, como si aquello hubiera sido una orden, se relajó. Echó su cuello hacia atrás y tragó saliva.

—Es solo la presión, mi padre y sus ganas de arruinar mi existencia. —Lo escuchó chasquear la lengua con desagrado. Ashton conocía bien al señor Clark, sabía qué tan irritante podía llegar a ser, pero jamás había afectado tanto a su hijo al punto de mantenerlo en vilo cada segundo.

—¿Por qué no vas a la fiesta y te relajas un poco? —No quería ir a una fiesta solo para verlo con esa chica; pero no dijo nada, suspiró con pesadez—. Anda, vamos a tomar y a que te olvides un rato de Edward. Necesitas sacarlo, amigo. Además, sé perfectamente que no quieres verle la cara.

Lo pensó un poco, era cierto. Lo que menos quería era escuchar los sermones de su padre, quizá si se mantenía lo suficientemente alejado, no vería a Ashton y tendría paz mental.

—De acuerdo —musitó, mientras terminaba de colocarse la camisa.

Dejó que el alcohol corriera por su garganta, desde que había llegado no había parado de beber. Sabía que no debía hacerlo porque cuando se emborrachaba perdía la razón, ya empezaba a sentir los síntomas.

La oscuridad se llenaba de luces de colores, se veía como un caleidoscopio. Las personas—sus compañeros, para ser más exactos— movían sus cuerpos sudorosos de un lado a otro en la pista que estaba abarrotada. En los rincones había gente fumando cosas indebidas, y otros creando películas sexuales que le parecieron de mal gusto. Dio un último trago antes de que unas manos femeninas tomaran su antebrazo y lo obligaran a introducirse en aquel mar humano.

No conocía a la mencionada, por primera vez en la noche se dijo que debía relajarse, y fue lo que hizo. Dejó caer los hombros y permitió que la música guiara sus pasos. No supo cuánto tiempo se dedicó a bailar, cuando abrió los párpados estaba solo, no había rastro de la muchacha que lo había colocado ahí.

¡Bien! ¡Era hora de irse!

Antes de moverse, alguien más apareció en su campo de visión. Eran unos ojos de color verde oscuro, estaban clavados en él, recorrían su anatomía con descaro. El sujeto de unos rasgos fuertes y varoniles, no tenía más de veinte años. Relamió sus labios y esbozó una sonrisa torcida.

La sangre de Manny se calentó, más aún cuando este se alejó de la masa después de hacer una señal. Sabía que era lo que el joven quería, mordió su labio, debatiéndose si era correcto dejarse llevar por los golpeteos de su corazón y la picazón de su boca. Maldijo para sus adentros y empezó a caminar.

Se adentró a un pasillo desierto, rápidamente fue tomado del codo y estampado en una pared. El cuerpo del gigante se adhirió al suyo, sintió la prueba de su excitación en el vientre. No hubo palabras, todo era demasiado intenso y carnal, estamparon sus labios y se dejaron llevar por los apretones y las caricias duras que solo lograban que las respiraciones se les entrecortaran más.

El tipo sabía a cerveza, sabía a que podía olvidar todo con los jugueteos de su lengua.

—¿Manny? —Esa voz lo trajo a la realidad, un balde de agua fría mojó lo que antes estaba ardiendo.

Se deshizo del grandulón y lo buscó a tan solo unos pasos, no podía verle la cara con claridad debido a las luces apagadas; pero los ojos de su amigo relampagueaban, miraba la escena totalmente confundido.

Había encontrado la cereza en el pastel.

* * *

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