Capítulo 03

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El gimnasio estaba repleto de personas que tenían pintados sus rostros, las gradas comenzaban a llenarse

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El gimnasio estaba repleto de personas que tenían pintados sus rostros, las gradas comenzaban a llenarse. Los del lado de la casa iban de blanco y rojo, honrando los colores de los Eagles; la contraparte estaba empapada de azul y negro. Un búho saltaba y peleaba con un águila junto a las porristas, quienes bailaban al ritmo de la música que salía por las bocinas.

Manny, desde las bancas, se preguntó por qué les gustaba... o quizá él era el extraño. Volcó los ojos cuando vislumbró a su padre jalando a su madre para que se adentrara a una fila de asientos. ¿Para qué iba? De todas formas él no jugaría, ni siquiera entendía cómo se enteraba de los juegos.

Vino a su memoria lo que había pasado más temprano, se encontraba sentado en el sofá, mirando las noticias. El señor Edward entró a la estancia y se sentó a su lado como si quisiera charlar, ¡y vaya que quería! Le dedicó el discurso de su vida, según él, algún día iba a formar una familia, deseaba que se involucrara más en la iglesia.

En realidad, quería que se acercara a cierta chica para empezar esa dichosa familia, lo cual le parecía ridículo porque los dos tenían tan solo diecisiete. Lizeth Gold. La hija de un miembro importante del templo, el que dio el dinero para la pintura de las paredes y el piso de mármol nuevo.

De ser otro, habría estado fascinado porque la muchacha no solo era hermosa y atractiva, también era inteligente y bondadosa, las cualidades correctas que todo hombre desearía en una mujer; pero no podía verla de ese modo, y jamás se atrevería a lastimar a alguien para complacer el egoísmo de su padre.

Ya encontraría cómo esquivar otra de las locuras del jefe de los Clark.

El alboroto terminó por la entrada del árbitro, y todo comenzó. El primer partido de la temporada dio inicio. Apoyó sus codos en las rodillas y observó a sus compañeros.

El tiempo fue transcurriendo, el puntaje era escandalosamente claro. Iban ganando, tanta era la diferencia que ni soñando el equipo contrario tomaría la ventaja.

Como era de esperar, su participación no fue necesaria. Los integrantes de los Eagles se llevaron los gritos enloquecidos del público, Manny también aplaudió y se levantó de su lugar, junto con el coach que blasfemaba con alegría. Su sonrisa se ensanchó cuando Ash brincó y levantó su mano, era su costumbre.

El final del juego llegó, las animadoras se lanzaron y se colgaron de los cuellos del equipo. El alboroto trastornó el sitio. Tuvo el impulso de acercarse para felicitarlos, después de todo, también era parte de ellos; pero se detuvo en seco cuando una figura femenina se hizo paso entre el gentío. La conocía a la perfección porque alguna vez habían llevado materias juntos, era un secreto conocido por todo el mundo que estaba perdidamente enamorada del joven Ford.

Menuda, castaña, delgada, pero con las curvas bien marcadas. Una belleza de pies a cabeza, delicada, su sonrisa iluminaba todo su rostro, prendía cada elevación y creaba sombras en las concavidades. No, no era la muchacha más guapa de los alrededores, bastante normal, no obstante, tenía cierto aire de fragilidad que incitaba a muchos a cuidarla.

Somos electricidad © (WTC #0.5) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora