Todo el camino nos la pasamos hablando de muchas cosas sin sentido. Corrimos para ver quien llegaba primero, nos reímos y nos caímos. Sí, yo me caí.
¿Les había mencionado lo tonta que era? Yo, inmersa en mi mundo de bilz y pap o como lo llama mi mamá mi burbuja, había insistido en hacer equilibro en las múltiples cercas del pasto y les juro que había salido todo bien, excelente diría yo, hasta que Calum soltó mi mano. En un leve descuido en el cual Calum soltó mi mano, con la escusa de haber recogido una moneda del suelo, caí.
Calum se rió mucho de mí, bueno, a veces intentaba disimularlo debido mis múltiples llamadas de atención, pero él parecía no preocuparle mucho.
Llegamos a una heladería, yo aún enojada, y pido una copa de helado triple con cobertura de chocolate. Podríamos decir que me encanta el chocolate, pero no quiero presumir.
Cuando la camarera llega nos mira y luego ríe cómplice con Calum al ver mi cara de desesperación por sumergir mi cara en ese pote lleno de un sabroso helado.
Como pueden imaginarlo el helado consta de: Chocolate –obviamente–, frambuesa –infaltable– y menta... odiosa lo sé, pero Calum no me dejó elegir el último sabor, según él estaba siendo aprovechadora. Yo no lo creo.
—Prueba la menta, es sabrosa. —me dice él mientras yo como mi parte del helado.
—No lo haré, es mala y merecía ser reemplazada por otro sabor. —le digo apuntándolo con la cuchara del helado.
—¿Ah sí? ¿Cómo cual? —me mira desafiante.
—Como frutos del bosque o, simplemente, piña. —digo encogiéndome de hombros.
—Oh, vamos. No puedes estar hablando enserio. —me ataca riendo.
—¿Me ves cara de querer reírme? —le pregunto haciendo ademanes con mis manos para que mire mi cara.
—Ya veo, tienes un pésimo gusto. —dice rindiéndose.
—Lo mismo pienso. —digo mirándolo directamente a los ojos.
Al parecer, él no se ha dado cuenta a que me refiero, pero cuando mis ojos se conectan con los marrones de él todo parece cuadrar. Sostiene mi mirada un par de segundos, pero no tarda mucho en contestar.
—No exactamente. —comienza a decir mientras se acomoda en la silla—. Antes tenías un gusto fabuloso, pero ahora... creo que te estás yendo muy por lo común.
—Más bien exótico, Calum. —respondo desafiante.
—No lo creo así.
—No entiendo, Calum. Explícate mejor. —le digo mirándolo directamente a sus ojos y dejando de hacer cualquier cosa que pueda interrumpir la conexión.
—El ser nuevo no es equivalente de bueno.
Después de su vaga explicación caigo en el hecho de que ya no estamos hablando de helados, en realidad, nunca lo estuvimos.
—Quizás algo nuevo se bueno en mi vida. —digo tratando de sonar igual de vaga que él.
Él no dice nada, pero niega con la cabeza mientras una sonrisa le asoma por el rostro.
Joder, que sexy.
—¿Qué? —le digo mientras me sumerjo una cucharada de helado a la boca.
—Nada.
—Anda, Calum. No lo dejes en el aire.
—Ya fue.
—No lo creo, sigo esperando tu respuesta. —digo realmente esperando su respuesta.
Veo como se acomoda en su asiento para quedar mucho más próximo a mí. No sé por qué hago lo mismo y me acerco como si lo que tuviera que decirme fuera algo secreto.
—No importa lo que digas sobre algo nuevo, tú sigues prefiriendo lo de siempre. —me dice con un tono tan seguro, pero no entiendo.
—¿Qué dices, Calum? —pregunto extrañada mientras vuelvo a sacar una cucharada de helado.
Antes de llevármela a la boca él responde—: Sigues prefiriendo la frambuesa por encima de otros.
Miro desconcertada la cucharada que he sacado y sí, es de frambuesa.
Se vuelve a acomodar con una sonrisa ganadora en su rostro haciendo que me estremezca, porque sé a lo que se refiere. No estamos hablando de sabores de helados, estamos hablando de él.
Lo sigo prefiriendo a él por encima de cualquiera.
Después de un silencio incomodo, para su favor, seguimos comiendo de nuestro helado, pero mi estomago estaba preocupado de otras reacciones antes que del comer.
Pagamos y decidimos salir a caminar, bueno Calum me pidió que le enseñara la cuidad, pero la verdad era que yo tampoco la conocía muy bien.
—¿Hace cuanto que vives aquí? —me pregunta luego de un rato caminando.
—Hace un par de meses. Al empezar el año escolar.
—¿Y eso es...? —me pregunta con cara rara.
Suelto una carcajada al recordar que nuestros horarios no son los mismos y respondo—: Marzo.
—Oh, y ¿Cuándo salen de vacaciones? —me pregunta interesado.
Ah decir verdad, amo cuando los chicos se interesan por estas pequeñas cosas, porque es realmente detestable cuando la única interesada eres tú y ellos ni ahí.
—La próxima semana. —le respondo para luego aventurarme a preguntar lo que tanto he querido saber, pero al mismo tiempo no—. ¿Qué hay de ustedes? ¿Tienen fecha para irse?
Miro a Calum tratando de descifrar en el alguna señal que me dé respuesta o solo me ayude a aventurarme a alguna, pero él se mantiene calmado y sereno mientras una brisa tranquila azota su rostro.
Cada vez que lo miro no puedo evitar preguntarme ¿Cómo fue que pasó esto? ¿En qué momento todo se volvió tan real? Digo, siempre pensé que lo que sentía por Calum cuando lo veía a través de la computadora era real, pero lo que siento en mi pecho es mucho más que eso. Pueden decirme lo que quieran, que mis sentimientos son solo algo pasajero, que no lo siento en el pecho, sino que es algo mental, no me importa. Yo soy la que lo está sintiendo, yo soy la que experimenta muchas cosas al mirarlo, al aceptar su sonrisa o solo hablar con él. Nadie me podrá quitar ese sentimiento nunca.
—No lo sé. —reconoce sin mirarme y me siento algo decepcionada. Quería escuchar una respuesta, fuese positiva o negativa, pero solo escucho respuestas inconclusas—. La verdad es que al principio estábamos aquí solo porque nuestro vuelo tuvo dificultades, pero al verlas, al compartir de nuevo con ustedes todo cambio. No solamente en mí, sino en todos.
Una sonrisa aparece en mi rostro sin antes darle autorización alguna. Me hace bien sentir que no soy la única que está feliz de juntarnos nuevamente. Los quiero mucho a todos y es como si fueran una parte vital en mi vida.
—Yo tampoco quiero que te vayas. —suelto inconscientemente, pero al tiempo en el que Calum me mira me corrijo—. Digo, que se vayan.
—Claro... —dice él con una sonrisa en su rostro—. ¿Te gustaría que hiciéramos algo para cuando salgan de vacaciones? —pregunta tan entusiasmado que hace que yo me entusiasme también.
—¡Sí, sí, si quiero! —respondo saltando como una niña pequeña.
—Está bien, así será. —me consiente él con una sonrisa, pero esta vez, tierna.
Seguimos caminando un rato en silencio. Mi cabeza navega en la idea de una reunión o paseo, o lo que sea que Calum esté pensando en ese momento, pero solo hay un pequeño problema...
—¿Calum? —le llamo tímidamente.
—¿Si?
—La reunión, o fiesta, no sé... ¿Puedo invitar a alguien?
Mi corazón late fuerte con miedo a la respuesta de Calum. Con mucho esfuerzo lo miro y él me examina con el ceño fruncido.
Dios, díganle que debería ser pecado.
—¿Te refieres al idiota rubio?
Su pregunta viene con tanta rabia que me hace querer reír. Dios, cuando desearía saber si lo que sienten son celos o solo no le agrada.
—No solo a él... —comienzo a decir para alivianar el ambiente—. También Ian y una chica que conocí hace poco.
Por mi tono de voz me doy cuenta de que sueno como una pequeña pidiendo el consentimiento de su padre para una fiesta de té o solo un día en la casa de una amiga.
Me examina unos segundos aún con el ceño fruncido. Cuando sus arrugas se alisan suspira audiblemente y responde—: Esta bien, pero que no intente hacerse el lindo en todo lo que hace.
Reprimo una carcajada y me atrevo a preguntar—: ¿Hacerse el lindo en todo lo que hace? ¿De qué hablas, Calum?
—Sabes a lo que me refiero, ______ (Tn). No intentes hacerte la lista conmigo. —responde serio.
Enserio díganle que pare... va a terminar haciendo que vomite arco iris con corazones.
—Como digas, Hood.
Al instante me mira con una tremenda sonrisa. ¿Y a este qué?
—¿Qué?
—Nada, solo que... Me gusta mucho cuando me llamas por mi apellido. —reconoce haciendo que me sonroje.
Diablos. Ya no sé cómo hacer para que entiendan que si no para ahora, ya no va a quedar nada de mí...
—Creo que es hora de irnos a casa, ¿Qué dices? —me pregunta mirándome atentamente.
—Estoy de acuerdo con Ud. señor Hood. —le respondo con un tono divertido.
—Entonces nos vamos, Sra. fresita.
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¡Hola, corazones de melón! ¿Cómo han estado? Pues espero que de maravillas. Yo aquí sin tiempo para siquiera leer.
No saben cuánto disfruto escribiendo capítulos para mis novelas, enserio me gusta mucho. No podría hacerlo por obligación, no lo creo posible.
¿Qué dicen de este parcito? Yo no sé qué cosa son, pero de que se quieren... supongo que se quieren.
Quise escribirles este capítulo porque mañana... ¡Me voy al concierto de mis Jack's! Oh mi Dios, que emoción. No se imaginan lo ansiosa que estoy... quien sabe mi vida se convierta en una novela después...
¡Ja! Quien lo diría.
Bueno, espero que les haya gustado y esperen con ansias el siguiente.
Las quiero montones.
XOXO<3