Estaba sonando "cuando te conocí en verano" por algún artista conocido de música electrónica.
Tú te encontrabas frente a mí, mirando hacia mi dirección porque la pintura de colores amenazaba con dejarnos a todos ciegos cada que el ritmo estallaba.
Era mi primer concierto sin asientos asignados.
Era mi primer concierto sola.
Era mi primera carrera.
A mí ni siquiera me gustaba la música electrónica.
Soy una poeta.
Soy una poeta amateur, pero poeta.
Y los poetas tenemos a exagerar las cosas.
A inventar castillos de casuchas. Guerras de amores. Pozos de miradas. Pétalos de labios. Magia de besos. Corazones rotos de pequeñas despedidas. Detención de tiempo de miradas.
Hoy no voy a exagerar.
Hoy voy a mandar a la mierda la voz que me grita que te invente la intención en la mirada de besarme justo ahí y escapar a otro sitio juntos.
Era mi primera vez bailando.
Era mi primera vez bailando sin planes y con mucho ritmo.
Me sonreíste.
Te sonreí.
Y gritamos: "podríamos estar juntos, cariño".
Fue un instante.
Y, nosotros, estamos hechos precisamente de esos.
D e i n s t a n t e s.
Por un instante pensé en alguien queriendo estar conmigo.
En mí, queriendo estar con alguien.
En hacer feliz a alguien.
En hacerte feliz.
Luego volvimos a sonreír y por algo más pequeño que un instante, pensé que pensabas lo mismo que yo.
Fue un instante en el que decidimos declararle a un extraño un deseo secreto. Cantarle la letra de la canción a todo pulmón con nuestros cuerpos de arriba a abajo con el ritmo de la música.
Dicen que si miras a los ojos a la gente por mucho tiempo, es inevitable sentir algo.
Para mantenerlo sencillo, quise que me tomaras de la mano.
Para mantenerlo sencillo, quise que me abrazaras.
Para mantenerlo sencillo, quise que cantaras el resto del tiempo conmigo.
Para mantenerlo sencillo, fue el mejor instante del que estoy hecha.