-La Importancia del Silencio-

153 17 1
                                    

Cuando me dijiste por primera vez que sentías algo por mí, me sentí abrumada; porque aquellas son palabras demasiado ruidosas.

Quiero decir, son ruidosas porque me hacen pensar en voz alta.
Me hacen formularme a mí misma demasiadas preguntas.

Preguntas de media noche; cuando tu mente está pensando tan alto que no puedes dormir o mirar fijo al techo porque duele físicamente.

Odio los ruidos fuertes, y odiaba cuando las personas me decían que estaba haciendo demasiado drama por las cosas ruidosas.

Tú querías que fuésemos ruidosos.
Pero yo no. Yo quería ser callada. No contigo, de todas formas.

Hablar es como pensar en voz alta. Odio pensar en voz alta.

Luego, estoy en la fila para esta montaña rusa gigantesca y estoy pensando demasiado en alto cuando todos no están pensando en voz alta pero hablando, sólo hablando.

Entonces me comienzo a preguntar qué mierda estoy haciendo aquí gastando casi una hora de mi vida esperando para a subir a una atracción a la que me he subido al menos veinte veces.

Esta vez tengo una respuesta y se siente tan bien (al fin) saber algo.

Sé por qué estoy aquí, es la pequeña aceleración de adrenalina que llega cuando la caída más alta está sucediendo.

Es subirme a esto veinticinco veces seguidas porque quiero engañar a mi cerebro diciéndole que esta adrenalina es ahora una rutina. La única buena rutina que puede existir.

Y lo creo.
Me creo que me siento así cada día como una rutina.

El parque de diversiones está cerrado y tú me estás escribiendo y mi cabeza está sufriendo tanto justo ahora que tal vez te diga que he desarrollado sentimientos por ti.

Pero no lo hago. Porque no estoy segura de cómo me siento y porque tal vez es sólo mi adición a la adrenalina que siento cuando quiero decirte algo riesgoso y ver cómo reaccionas.

Y, maldita sea, es tan divertido como han cambiado las cosas porque aunque yo sigo queriendo ser callada, aunque ahora es contigo.

Nos imagino a ambos en el centro comercial tarde en la noche y me estás cargando en tu espalda porque yo siempre he amado que lo hagan y tú eres condenadamente alto.

No hay nadie en el centro comercial. Casi vacío. Todas las tiendas a punto de cerrar. Es callado, justo como nosotros. Mi corazón está latiendo tan rápido como en mi montaña rusa favorita y nos sentimos tan jodidamente bien que es irreal.

Los pasillos son nuestros. El tiempo es nuestro.

Luego vuelvo a la realidad, por supuesto.
Si estuviésemos en el centro comercial, sería temprano y habría demasiadas personas que a penas podríamos escuchar al otro hablar.
Y tendríamos más amigos ahí también.
Y mi cabeza estaría tan ruidosa justo como las personas ahí y me estaría sintiendo tan culpable sobre el helado que estoy comiendo que tendría un colapso mental.

Regreso a la realidad de que ya no te gusto. Y está bien. Yo no quiero que me quieras.

Yo sólo quiero que mi cabeza sea callada.

Y también, te extraño como la mierda.

Pero hay demasiado ruido, y no hay silencio suficiente como para que tú y yo coexistamos en un universo hecho sólo de la certeza de un nosotros.

que de nada vale la pena comprar un suéter si ya es invierno // poemario.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα