El Cazador de demonios (libro...

By Seira-Alec

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CONTINUACIÓN de ||El Cazador de demonios La Montaña Prohibida|| #4 en AVENTURA 24/12/18 #7 en AVENTURA 1/11/1... More

BOOK TRAILER
Capítulo 1 Una ciudad diferente
Capítulo 3 El reencuentro
Capítulo 4 En las cuadras
Capítulo 5 El sexto sentido
Capítulo 6 Hacia el refugio
Capítulo 7 Paradojas
Capítulo 8 La persecución
Capítulo 9 El trato
Capítulo 10 La celda del demonio
Capítulo 11 Cabeza de turco
Capítulo 12 El que gobierna la arena
Capítulo 13 Tres bestias
Capítulo 14 Traidora
Capítulo 15 Vuela, Zen
Capítulo 16 La sala del trono
Capítulo 17 El Consejo de Fodies
Capítulo 18 Ocaso
Capítulo 19 El santuario de la luz
Capítulo 20 A las puertas
Capítulo 21 El guiverno
Capítulo 22 La otra cara de la máscara
Capítulo 23 Lajaut
Capítulo 24 Nana de clavos
Capítulo 25 Seísmo
Capítulo 26 Despedida
Capítulo 27 Ilusiones de barro
Capítulo 28 Danza
Capítulo 29 Revelaciones
Capítulo 30 Cambio de rumbo
Capítulo 31 Dejando el bosque
Capítulo 32 La Región de Ilis
Capítulo 33 El archivo
Capítulo 34 Nuar y Nirvana
Capítulo 35 La confrontación
Capítulo 36 El arconte
Capítulo 37 Beso de niebla
Capítulo 38 Abriendo los ojos
Capítulo 39 Lo que puedo hacer
Capítulo 40 Bifurcaciones
Capítulo 41 El árbol azul
Capítulo 42 El último
Capítulo 43 Encuentros predestinados
Capítulo 44 Su llegada
Capítulo 45 Laberinto de hielo
Capítulo 46 Eras tú
Capítulo 47 Pilares y flechas
Capítulo 48 El espejo
Capítulo 49 La historia de Ruu
Capítulo 50 Némesis
Capítulo 51 Ojo por ojo
Capítulo 52 Esclavo del destino
Capítulo 53 La fuerza de los guardianes
Capítulo 54 El sello
Capítulo 55 Intercambios equivalentes
Epílogo

Capítulo 2 Resonancia

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By Seira-Alec

Saludos personitas. Lo prometido es deuda como suele decirse así que aquí está el segundo capítulo quincenal. Disfrutadlo ;)

La joven que tendió amablemente su mano miraba a Keriz con dulzura esperando a que éste la correspondiese, pero él se había quedado atónito.
La muchacha al ver que el niño con capa no respondía se agachó a su altura y movió la mano frente a sus ojos hasta que reaccionó.

-¿Seguro que estás bien?-preguntó ella.

Keriz tardó en contestar pero cuando lo hizo su respuesta no tuvo mucho sentido:

-Qué suerte...-balbuceó.

-¿Cómo dices?-preguntó la muchacha confusa.

Keriz por fin recobró el sentido y con las manos rápidamente desmintió sus palabras. Después, tomó la mano de la joven y ambos se pusieron en pie.
Fue entonces cuando ella sintió un ligero cosquilleo en su mano al ver por primera vez el rostro del niño: sus ojos cobrizos y su frente cubierta por varios cabellos negros.

-Gracias por la ayuda.-dijo Keriz apartando la mirada hacia la puerta que por desgracia acababa de cerrarse. Suspiró desanimado al ver que un guardia armado la custodiaba.

-De nada, he impedido que hicieras una locura.-dijo la muchacha.

-¿A qué locura te refieres?-preguntó Keriz.

-Tal vez a que intentases soltar a las criaturas.-sugirió ella.

Keriz infló los cachetes. ¿Tan obvias eran sus intenciones que hasta una extraña lo había descubierto? Él solo quería ayudar a esos seres...
Aunque pensándolo bien, en ese momento el que necesitaba más ayuda era él mismo.

-¿Estás solo?-preguntó la joven.-No eres de aquí por lo que veo.

-Estoy de paso.-musitó Keriz.-Me he separado de mi hermano.

-Seguro que estará muy preocupado por ti.-puntualizó ella.

-No creo.-revatió Keriz.-Más bien se habrá alegrado de perderme de vista, siempre se queja de que no lo dejo en paz...

La joven rió.

-Si quieres te acompaño a buscarlo.-se ofreció.-Si te quedas solo en las calles de nuevo quizás hagas alguna locura más.

-Hablas como mi hermano...-dijo Keriz molesto.

La muchacha volvió a reirse y extendió su mano.

-Siento desilusionarte pero como ves, no soy tu hermano.

-¿Entonces cómo quieres que te llame?-preguntó el niño ávilmente.

-Shina estará bien.-contestó la joven con indiferencia.

A su vez, el corazón de Keriz dio un vuelco y una sonrisa se dibujó en sus labios. Si la suerte pudiera contarse en monedades de oro, su imaginaria fortuna no tendría palangón.

-Soy Keriz.

Los dos se sonrieron mutuamente aunque por distintas razones.
Desde un principio, la intención de Keriz había sido ir a Plumas para conocer a su tía y sin planearlo ya lo había logrado, incluso antes de que el propio Ruu lo hubiese siquiera intentado.
Por su parte, Shina estaba intrigada por el aspecto de aquel niño. Algo en él le resultaba familiar y al verlo por primera vez, por un segundo la imagen de cierta persona había aparecido en su mente.

-Te ayudaré a buscarle.-dijo Shina.

Keriz asintió alegremente. ¿Qué mejor oportunidad de conocer a la hermana de su padre que esa?
Los dos empezaron a alejarse del circo y tomaron una gran calle llena de puestos. Los ojos de Keriz bailaban por cada puesto y atraído por el olor a pan recién hecho también se acercó a varios hornos.

Shina lo observaba curiosa por detrás mientras él iba de un lado para el otro.

-Oye Keriz, ¿de dónde eres?-preguntó Shina.

-De Fodies.-contestó sin más.

-¿De la ciudad del silencio?-preguntó asombrada y paró en seco.

Aquel niño provenía de la ciudad mejor guardada del mundo, el lugar al que deseaba ir con locura pero al que Graown se negaba a llevarla. Ésta era sin duda su oportunidad para descubrir algo sobre Fodies sin ni siquiera tener que ir allí. Cualquier cosa valdría con tal de saciar su necesidad.

- ¿Y qué haces aquí?-volvió a preguntar.

-Mi hermano trae un mensaje de la Dama para que un amigo que vive aquí lo reciba.

-Entiendo...-murmuró ella alicaída.-¿Y... cómo es Fodies? Siempre he querido ir.

-Pues...-Keriz se paró y miró a Shina con una gran sonrisa.-¡Es una ciudad enorme y está llena de mercados!

-Se parece mucho a Plumas entonces.-suspiró Shina desanimada.

-No, no. Fodies tiene algo que Plumas no tiene.-Shina lo miró expectante.-¡La Montaña! Desde la cima se puede ver todo el mundo... Bueno creo que eso es algo exagerado...

Shina sonrió. No esperaba sacarle mucha información sobre Fodies a un niño que ni siquiera había nacido cuando se llevó a cabo la revelión. El peso de la realidad era aveces demasiado amargo para soportarlo.

-Plumas tiene el circo.-puntualizó Shina dejando a un lado su intento desesperado para obtener información.

-Una jaula dirás.-contradijo Keriz.-La Dama no permitiría que en Fodies se construyese una jaula así... Ella ama los pájaros ¿sabes?

Shina asintió a todo lo que el niño exponía. Al parecer la cultura de Keriz y la suya variaban bastante. Ella había crecido alrededor de cazadores, aprendiendo que la fuerza y el dinero era lo único que aseguraba tu supervivencia. El dinero que se obtenía en el coliseo era lo que movía a toda la ciudad, pero por el contrario, Keriz parecía venir de una ciudad completamente distintas cuya forma de supervivencia era totalmente diferente.

-¿Sabes a dónde tenía que ir tu hermano? Lo encontraremos antes si me das algo de información.-dijo cambiando de tema.

Keriz pensó detenidamente unos segudos el lugar donde Ruu tenía que verse con Graown...

-No lo sé.-admitió con total sinceridad.

La muchacha sonrió y revolvió el cabello de Keriz.

-En fin, tendré que acompañarte hasta que lo encuentres.-declaró.

-¿De verdad? ¿No te importa?-preguntó Keriz cohibido.

-Tengo tiempo hasta el atardecer, para entonces espero que lo hayamos encontrado.

Keriz sonrió y cogió a Shina del brazo y empezaron a correr.

Durante toda la mañana y parte del medio día, Keriz y Shina vagaron por las calles de Plumas sin descanso. Entrando a las tiendas, admirando los edificios o simplemente observando a la gente o a algún cazador puntual caminar por las calles... Cualquier cosa bastaba para que Keriz retomara la carrera con el brillo de la curiosidad marcado en sus ojos.

"Papá querría ver esto".-pensó el niño.

He aquí donde la incomprensible alegría de Keriz chocaba con la incomodidad y el cansancio de la joven, que tras haber recorrido todas las calles posibles luchaba por respirar.

Por fin, el niño le dio un respiero y se sentaron al pie de una fuente.

-¿Shina dónde vives?-preguntó Keriz iniciando su propio turno de preguntas.

-Cerca del circo.-contestó.-¿Y tú?

Keriz se sentó a su lado y observaron a los traseuntes.

-En palacio.

Shina lo giró la cabeza bruscamente y lo miró inpresionada.

-¿Vives en el palacio de Fodies? ¿Dentro de la montaña?-preguntó atónita.

Keriz asintió varias veces mientras Shina lo miraba incrédula. Al parecer había conocido a un hijo de buena familia porque pocos eran los que podían darse el lujo de vivir en cualquier palacio.

-Esa ciudad ha cambiado mucho en tan poco tiempo.-comentó Shina distraída.-De ser esclavos a tener su propia reina y palacio... Has tenido suerte de haber nacido después de la revolución.

-Halla no es la reina, es la regente.-lo corrigió Keriz.-Aunque la verdad sí que tuve suerte de haber nacido... Mis padres casi perdieron la vida en la revolución...

Keriz bajó la cabeza algo triste y Shina se dio cuenta que había tocado un tema sensible para el niño.

-¡Pero ahora todo está bien en Fodies!-exclamó ella.-Tus padres viven en el palacio y tu hermano y tú también.

Keriz miró a Shina y vio su propio reflejo en sus ojos almendrados. Sonrió.

-Es verdad, Ruu y yo vivimos bastante bien...-rió por lo bajo.-Aunque él siempre se anda quejando de todo.

-¿Ah sí?

-¡Sí! No le gusta trabajar. Mis padres sirven a la Dama pero cuando ellos no están le toca a él hacer el trabajo.

-¿Como hacer de mensajero?-preguntó Shina riendo.

Keriz asintió con decisión y Shina empezó a reirse. Al parecer el hermano de aquel niño se tomaba la vida de la forma más tranquila posible. Y él al contrario, parecía demasiado intranquilo como para congeniar con su hermano. De alguna forma aquella actitud inquieta le recordaba a alguien...

-Siempre me echa la culpa a mí por ser el menor...-continuó Keriz desahogándose.

Ahora que Ruu no estaba cerca era su oportunidad para decir todo lo que se le pasara por la cabeza. Bastaba con tener algún tema de conversación para así alargar su charla. No quería que aquel momento acabase nunca. Quería saber tantas cosa de su tía. Qué había hecho durante estos años era algo que Graown se encargaba de informar en cada visita pero a Keriz lo que realemente le interesaba conocer era a Shina como persona. Sus gustos, aficiones o manías... aprender todo de ella y después compartirlo con su padre.

Mientras, Shina seguía riendo. Durante un tiempo supo lo que era tener un hermano pero con Hidan nunca experimentó ese tipo de rabietas. Su relación había sido más bien una por conveniencia, falta de lo esencial en una relación fraternal. La suya no había sido una hermandad común y tal vez por esa razón había querido tanto a su hermano y salvador...
Sentía nostalgia... tristeza... Llegó un momento en el que dejó de oír la voz de Keriz para ahogarse en sus recuerdos más queridos. Aquellos días en los que viajaba con Hidan y Graown, en los que pescaban en el río, en los que dormían al rededor del fuego el uno al lado del otro... Sintió la frustración en su ser y la necesidad de dejarla salir, pero por alguna razón, la sonrisa que brindaba a Keriz no desaparecía de su rostro.

-Solo obedece a mi padre y cuando no está se vuelve muy irresponsable.-añadió Keriz dando punto y final a su discurso.

Después de pensarlo mucho, la joven tocó el hombro de Keriz y el niño la miró intenrrogativo. No se decían nada y tampoco era necesario. Para Shina simplemente el tener delante a Keriz era un espejismo, el reflejo de un recuerdo. Tocarlo significaba remover sus memorias y plasmar en carne y hueso el recuerdo de su hermano. Incluso sus formas de expresarse eran parecidas. Hayaba en él infinidad de similitudes pero no podía fantasear así, solo se estaba engañando a sí mismas y por consiguiente, haciendose un daño innecesario.

-Aún asi te pareces mucho a él...-murmuró.

Keriz la miró sin saber qué decir. Tal vez había hablado demasiado, no lo sabía. Pero entonces, como si aquella situación hubiera estado destinada a empeorarse, una mano apareció desde el otro lado de la fuente posándose en el hombro libre de Keriz.

-¡Te encontré!-exclamó Ruu victorioso apareciendo tras el niño.

Pero la sonrisa de su rostro desapareció al sentir una corriente subiendo por su brazo hasta llegar a la cabeza. En ese instante, dejó de ver la cara del petrificadoKeriz y sus ojos le mostraron varias escenas del pasado.

Escenas que le había tomado años olvidar.

La primera que dislumbró se situaba en un pequeño cuarto de madera donde un niño pequeño de cabellera rubia y ojos verdes jade miraba por debajo de la cama. Ahí, escondida bajo el lecho, una niña de cabello marrón y ojos miel trataba de contener las lágrimas.

La escena se desvaneció en unos segundos y un segundo fragmento de recuerdos tomó su lugar: aquel niño rubio salía de la habitación alertado por gritos del exterior y sin darse la vuelta dijo:

-Iré yo.

Por fin, Ruu despertó de aquel horrendo trance para ver la mueca de horror de Keriz y a una joven que peligraba con caer al suelo insconsciente. Sin embargo, solo necesitó una corta mirada para reconocer a su amiga de la infancia y un escalofrío recorrió su espalda. Sus ojos verdes temblaron sin remedio y súbitamente su garganta quedó seca.

-No... puede ser.-logró decir.

La impresión había sido tal que hasta las piernas comenzaron a temblarle y tuvo que apoyarse en la fuente para no caer.

Por su parte, lo último que Shina vio antes de perder el conocimiento fue una densa cabellera blanca, la de alguien a quien fue incapaz de reconocer.

Afortunadamente, antes de llegar al suelo, el cuerpo de un grifo frenó su caída al tiempo que la mano de Shina se desprendía del hombro de Keriz.

-Justo a tiempo.-murmuró Graown con cierta preocupación.

Keriz por su parte tragó saliba y miró asustado a su hermano mayor. Él ya estaba algo recuperado del inesperado reecuentro y la prueba más evidente fue la fría y lúgubre mirada que le dirigió al pequenó.

-¿Así que... eras rubio?-preguntó el niño nervioso.

Ruu apretó los puños y con rabia cogió a Keriz del cuello de su ropa holgada. El niño colgaba ahora en el aire y trataba de aferrarse al puño de Ruu para no caer. Pero el veinteañero de cabello plateado lo fulminaba con ira y los ojos de un asesino.
Keriz, incapaz de sostener la mirada de su hermano rodó la vista hacia Shina y se mordió el labio.

-Lo siento...-murmuró.

Ruu apretó su agarre dispuesto a asfixiar allí mismo a Keriz si era necesario, pero segundos después dejó caer al niño a sabiendas de que hacer una escena en aquel lugar solo le traería problemas. Después miró con cierta curiosidad y preocupación a la joven desmallada y suspiró resignado.

-¡¿Cómo se te ocurre hacer una resonancia con ella?!-espetó finalmente Ruu.

Keriz se sobó la cabeza con aire de culpabilidad. La resonancia de la que Ruu hablaba era uno de sus poderes innatos pero no era capaz de controlarlo aún. Y esa era una de sus mayores cualidades y al mismo tiempo, uno de su peores defectos. Este don aún incompleto e incontrolable le permitía ver la memoria y recuerdos de las personas al tener contacto físico con ellas y transmitir aquella información de una persona a otra.
En aquella ocasión, había servido de enlace entre la joven desmayada y el albino ya que ambos lo tocaron a la vez y así, transmitió sin querer los recuerdos de Ruu a Shina.

-No he podido evitarlo.-admitió el niño.-Lo siento de verdad...

Keriz había llegado anteriormente a la conclusión de que si Hidan no quería tener contacto directo con Shina, a Ruu podía pasarle exactamente lo mismo. Al fin y al cabo, nueve años habían pasado sin verse estando a tan poca distancia.
El saber que su amiga estaba bien debía bastarle, pero ahora que Shina había recibido los recuerdos de Ruu el plan de Keriz e incluso el del propio albino había dado un giro inesperado.

Ruu se sentía frustrado. Había revivido ciertos recuerdos que de afanaba por no recordar y ahora su primer encuentro con su amiga de la infancia había sido el más desastroso de todos los posibles.

-Por ahora salgamos de aquí.-apremió Graown ya que se había percatado de la gravedad de la situación y de las miradas que poco a poco se iban fijando en ellos.

Keriz y Ruu asintieron y tras montar a Shina sobre el lomo del grifo, dejaron la plaza en completo silencio. Nadie decía nada, pues poco más podía decirse en una situación semejante. Lo que sí era cierto es que todas las miradas se centraban en la joven que dormía sobre el grifo. La muchacha que en aquellos momentos vagaba en el mundo de los sueños y en el entramado de sus recuerdos.

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