30. Preparándome
Estuve cerca de una semana y media preparándome para la batalla que se acercaba rápidamente.
Había logrado fortalecer mis poderes y aprender otros nuevos.
Estaba segura que el cambio de color del colgante había significado algo, quizás este me otorgaba más fuerza y más poderes.
Louis me cuidaba mucho cuando practicábamos contra criaturas de la noche que andaban solas intentando atentar contra mí. Lástima que ninguna pudo vencerme, si no que yo las vencía a ellas, practicando aún más mis poderes.
Pero, algo que había marcado mi regreso aquí fue la presencia de la famosa Elena, a la cual le había salvado la vida.
Ella era muy buena persona, aunque me fue impactante verla en acción como vampira, era tan delicada y precisa para sus ataques, que me había ayudado mucho a reforzar mis reflejos y rapidez.
Elena, día a día, me agradecía de haberla sacado de la muerte y haberle dado otra oportunidad, siendo que yo debería deshacerme de todas las criaturas de la noche. Pero, yo no mataría a estos tres vampiros que tan fieles a mí habían sido.
—¿Sigues practicando?—se quejó Louis al ver que yo practicaba con Elena en el patio trasero de su casa.
Me separe de Elena y caminé hacia Louis.
—¿Algún problema?—le pregunte tiernamente.
—Últimamente solo practicas con Elena—reí. Estaba celoso.
Iba a abalanzarme sobre él, cuando algo se estrelló contra mi cuerpo, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera sobre Louis.
—No te distraigas—me criticó Elena divertida.
Me giré con dificultad y la vi sentada sobre mi espalda, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Eso me dolió—la critiqué.
—Esos demonios no tendrán compasión...
—¿Pueden salir de encima mío?—preguntó Louis debajo de mi.
Yo le sonreí y aproveche la posición para besar sus labios con precisión y fiereza.
Era cierto, hace ya unos días estaba demasiado concentrada en mejorar mis poderes que en estar con mi vampiro favorito.
—Te amo—le dije entre besos.
Escuché a Elena gruñir disgustada mientras salía de encima de mí.
—Vayan a hacer cochinadas a otro lado—dijo ella.
Ambos reímos.
Estaba demasiado exhausta como para tener una apasionante escena con Louis.
Era eso lo único que me limitaba el actuar.
Tras unos minutos abrazados, él me ayudó a ponerme de pie y comenzó a moverse con agilidad a mí alrededor.
Yo giraba intentando seguirlo con mi mirada.
—¿No querías practicar?—escuché a mis espaldas.
Me giré.
—Entonces, vamos...—escuché otra vez a mis espaldas.
Me volví a girar.
—Demuéstrame lo que sabes hacer, amor—lo escuché reír a mi lado.
Louis era más rápido, pero como su cuerpo era más grande que el de Elena, me era más fácil seguirlo con la mirada.
Alcé mi mano hacia el cielo y la moví con gracia formando algo parecido a un campo de energía, mi última técnica aprendida.
Comencé a cerrarlo y así, Louis no tendría mucho lugar donde moverse.
Cerré mis ojos y me concentré lo suficiente para notar en donde estaría en el próximo segundo, para poder atacarlo allí con mi lazo de energía, que servía para inmovilizarlo y después quemarlos con la luz.
Aprendí que a las criaturas de la noche, la luz le era bastante peligrosa, causaba mucho daño en su cuerpo.
—Estas más rápida—me elogió él entre mi lazo.
—¿Quieres ver como aumentó la fuerza de luz en mi lazo?—le pregunté divertida. Claro que no querría.
—Bueno, muéstrame—dijo serio.
—¿Estás hablando en serio?—pregunté sorprendida.
—Sí—me contestó.
Dudé un par de segundos antes de darle una leve carga de luz, comencé a aumentarla rápidamente hasta que lo vi cerrar los ojos de dolor, allí me detuve y corrí hacia él con gran velocidad.
Se sentó en el césped algo adolorido y yo lo abracé por los hombros.
—También aprendí otra cosa—lo mire.
—¿Qué?—preguntó él quejándose como un niño pequeño, mientras tocaba su cuerpo, asegurándose que no había dejado ninguna herida grave.
Puse la mano en su frente y me concentré en brindarle energías mías. Eso le serviría a él como si fuese una medicina instantánea contra el dolor.
—¿Cuándo...
—Lo intenté con Elena y resultó—me apresuré en contestarle.
—Eres fantástica, Rosalie—me dijo apenas terminé mi labor.
Se puso de pie asegurándose que ya no sentía dolor, dio unos cuantos saltos y miraba divertido a su alrededor.
Yo en cambio, al intentar incorporarme, perdí el equilibrio y caí sentada al suelo.
—¿Te sientes mal?—se arrodilló a mi lado.
—No es nada—le respondí.
—Estas pálida—argumentó preocupado. Llevó su mano a mi frente y luego cogió mi mano con sutileza—También muy fría—agregó.
—Estoy exhausta... aún no aprendo a controlar mis energías en mis poderes y este último me desgasto mucho. Es solo eso—le expliqué.
Sentí como dentro de mí se acumulaba pena, rabia y varios sentimientos que se me hicieron extraños en ese momento.
Levanté la mirada hacia Louis y parecía como si estuviera peleando consigo mismo en su mente.
—¿Qué pasa?—llamé su atención.
—No es nada—imitó mi tono de voz.
—¿Por qué te molestaste?—le pregunté.
—Simplemente me da rabia y tristeza a la vez que tengas que pasar por todo esto. Hay veces que me gustaría que no tuvieras que cumplir la misión—jamás hubiera pensado eso de él.
—Hay partes de esta misión que me fascinan—dije coqueta mientras miraba sus labios.
Lo escuché reír entre dientes, segundo antes de que capturará su labio inferior entre los míos. Él hizo lo mismo con el superior mío.
Sentí nítidamente como la pena, rabia y miedo de Louis se desvanecían poco a poco entre el beso.
Pese a que me sintiera cansadísima, ocuparía hasta mis últimas fuerzas en aprovechar este beso.
Se acomodó ágilmente sobre mí, dejándome entre su torso y el césped del patio. Llevé uno de mis brazos hacia su cuello y lo acerqué aún más a mí, mientras que el otro lo tenía en su espalda.
Sin separar nuestros labios, se movió para despejar uno de sus brazos y llevarlo hacia mi muslo y como respuesta obtuvo que esta se apresara a su cadera.
Él, nada de tonto, aprovechó el espacio que separa mi muslo del césped y su mano fue directa hacia mi trasero.
Pese a que me pareciera algo gracioso su actuar, no presté más atención y me dedique a disfrutar lo que quedaba, pues no tardarían en agotarse las últimas fuerzas que guardaba dentro de mí.
Echando mi cabeza hacia atrás, solté un suspiro y me separé de él. Aunque, él aun no se cansaba de besar mi cuello, rostro, hombros, etc.
—Louis, estoy exhausta—más que una explicación, sonaba como un suplica para que se detuviera.
Se separó un poco de mí y con un brazo bajo de mis rodillas y el otro sosteniendo mi espalda, me levantó.
Me fue casi involuntario no acunarme en su pecho.
Aww..
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