—No. Claro que no voy a dejar de ver The Walking Dead para ir a un lugar donde no conozco a nadie —le respondo a Rosa cuando ella insiste por tercera vez que la acompañe a una fiesta.
—Zara, por favor. No quiero ir sola.
—No vayas.
—¿Cómo le diré a Rodrigo que no quisiste venir? No creo que vaya a tomar muy bien que no vayas a su fiesta.
—Retrocede un poco. ¿Está Rodrigo en la fiesta? Eso no lo mencionaste.
—Dah, la fiesta es en su casa. Es el cumpleaños de su hermano mayor, Santiago.
—Llego a tu casa en una hora.
Colgué la llamada y me empecé a arreglar, lo bueno es que ya me había bañado. Ni siquiera me arreglé tanto, sólo me puse mi vestido favorito, mis tacones negros y me maquillé, nada fuera de lo normal. Cuando me veía más decente, bajé las escaleras para avisarle a mi mamá que saldría.
Ya vestida y alborotada no me diría que no.
—Mamá voy a salir —le digo abriendo la puerta.
Me miró cómo diciendo "¿Qué sucede contigo?"
—¿Me has pedido permiso? No. ¿Me has avisado antes? No. ¿Te dejo salir? No.
No puedes hacerme esto. No ahora.
—Pero mamá... Sólo serán unas horas.
—Son las diez de la noche, no vas a volver a las cuatro de la mañana.
Sonreí inocentemente mientras le hacía ojitos.
—Una vez, sólo hoy. Por favor. Nunca salgo.
El "nunca salgo" siempre funciona.
—Dos horas.
—Cuatro horas.
—Dos.
—Tres.
—Dos.
—Cuatro.
—¿Tres o nada?—Se rinde al fin.
—Tres. ¡Gracias mamá!—Corro y la abrazo antes de salir trotando a la calle.
Salí de mi casa y caminé a la de mi mejor amiga. Oh pero qué emocionada estoy, no es mi primera fiesta pero sí es la primera en la casa de Rodrigo.
Me propongo pasar la noche con él y hacerlo mi amigo, que me tenga más confianza para así tener de qué hablar pasado mañana. Ruego para que al menos hoy, esa mala suerte que me ha perseguido por dos años por fin se vaya.
—¡Rosita! —grité desde la puerta de la casa de Rosa y ella bajó a abrirme.
—¿Qué le hiciste a mi amiga?—me pregunta ella, viéndome de arriba abajo.
—La arreglé un poco —Puse mi mano en la cadera, modelando para ella. Ella no lucía nada mal. Tacones, medias negras, vestido tinto y cabello suelto.
—Nos vamos.
(...)
—Con este viento hoy eres la chica de cabello salvaje que siempre soñaste.
—Cállate, Rosa.
Podía escuchar la música a unas cuantas casas. La masa de autos se hacía presente en la calle.
—Lo primero que vas a hacer es buscar a Rodrigo y dejar que vea ese cuerpo que te cargas.
—¡Dios mío, Rosa!
—¿Qué? Sólo quiero que se fije aún más en ti.
—¿Aún más?
—Té sólo observa.
Aveces me da miedo todo lo que dice.
Por fin llegamos. La casa es enorme y para la cantidad de autos que hay en la calle la gente es muy poca. Nos metemos en la casa y varias chicas se nos quedan viendo, eso pasa cuando te arreglas.
—Ahí está.
Me grita Rosa en el oído debido a la música, que si bien no es demasiado fuerte tampoco está en volumen bajo.
Me empiezan a sudar las manos. No es posible tanta belleza en alguien.
—¡Zara! Qué bueno que sí viniste.
Mi amiga sonríe maliciosamente mientras carraspea.
—Oh y tú también Rosa. Bienvenidas a mi casa. Hay bebidas por ahí y un poco de botanas en la mesa de allá —Señala ambos lugares.
—Gracias. Vamos por un poco de refresco, Zara —Comenzamos a caminar cuando Rodrigo nos llama.
—Espera, espera.
Rodrigo tomó mi hombro y me giró.
—Creo que Santiago te estaba buscando, Rosa.
—¡¿Santiago?!
Me reí por su cara. No soy la única loca aquí.
—Sí...de hecho esta justo ahí, mira. Desde hace rato te está esperando.
—No me esperes, Zara —Ella salió corriendo pero luego volvió y se acercó a mi oído —. Ah, y Rodrigo básicamente se deshizo de mí para poder estar a solas contigo, picarona.
Oh vaya, qué buena amiga.
—Zara ¿Quieres algo de tomar?—me pregunta Rodrigo.
—Mmm claro.
—Ven —Pone su brazo sobre mis hombros. Sus manos están heladas y mi cuerpo reacciona a eso y se me pone la piel de gallina —¿Cerveza, refresco o jugo?
Le hago mala cara a la cerveza... La detesto.
—Refresco.
—Bien. Aquí tienes —Me da un vaso rojo.
Le agradezco y lo tomo lentamente. Debo admitirlo, estoy incomoda. Él me mira mientras tomo el refresco. ¿Qué estará pensando?
—¿Quieres sentarte? Podemos hablar un poco.
—Mmm sí.
Pasamos a lo que supongo es su sala. Bonitos sillones rojos.
—Te ves muy linda —dice de repente y yo sonrío. Parece avergonzado.
—Mmmsí —Qué estúpida.
—Entonces... ¿Estoy invitado a tu fiesta?—Él trata de hacer una plática amena y yo sólo estoy fracasando. Debo poner de mi parte.
—Bueno, no es una fiesta en sí. Va a ser como una pequeña reunión, ojalá fuera igual que esta —digo observando a mí alrededor.
—Creo que es mejor la reunión, así será más relajado y lo disfrutarás más.
«Si vas a estar tú, claro que lo disfrutaré» pensé.
—Tienes razón.
Pasamos un buen rato platicando de cosas espontáneas. Sus gustos musicales, que cabe mencionar que son muy parecidos a los míos y sobre sus entrenamientos de fútbol.
—¿En serio? Cuatro goles... Wow.
—No es por presumir pero soy bastante bueno.
—¡Oh por favor! —golpeé su hombro juguetonamente.
—¿En qué deporte eres buena?—me pregunta él mientras toma juguetonamente mi mano con la que acabo de golpearlo. Es la segunda vez que lo hace y puedo acostumbrarme fácilmente a que lo haga.
—Mmm...Natación, basquetbol —respondo nerviosa y esas suaves caricias que le hace a mi mano no ayudan a que me relaje.
—Interesante, deberías de...—Mi celular empezó a sonar.
—¿Hola?
—Tres horas. Si no quieres estar castigada tienes que llegar en los próximos veinte minutos.
—Pero...
Y colgó. Me tengo que ir.
—Gracias por invitarme, me tengo que ir —Me pongo de pie, Rodrigo aun sostiene mi mano.
—¿Te ayudo a buscar a Rosa?
—Sí, por favor.
No fue difícil encontrarla, estaba afuera sentada con un par de amigos de Santiago.
—Vámonos. Mi mamá llamó —La tomó de la mano y la jaló, si no llegó rápido voy a estar muy castigada.
—Está bien. Nos vemos en la escuela, Santiago.
—Dejaré que se digan adiós —le digo.
—¡Gracias! —me grita emocionada y corre hacia Santiago.
Los dejé que se despidieran y me sorprendí de sobre manera, cuando Santiago besó a Rosa. Demonios, esto me lo tiene que contar mañana.
—Debería despedirme de ti también ¿no?
Me volteo y Rodrigo tiene una ceja levantada y una sonrisa en su rostro
Mamá.