Narra ______ (Tn)
La venida de Curtis no hace más que ponerme nerviosa. No es que tenga una relación o algo por el estilo, sino que siento a Calum mirarme todo el tiempo y, por alguna razón, me incomoda.
—¿Por qué 5sos está en tu departamento? —me pregunta Curtis cuando lo voy a dejar a la puerta.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Curtis. —aseguro sonriente.
—Ya veo. Cuando nos veamos tendrás que contarme todo, muchacha. —me dice él tocando la punta de mi nariz—. Me tengo que ir, nos vemos.
Antes de irse besa mi mejilla rápidamente y yo cierro la puerta. No quiero girarme porque sé que todos estarán mirándome y sacando sus propias conclusiones. Han pasados dos años desde que no los veo, pero sé que eso no ha cambiado.
En cuanto me giro me doy cuenta que no estaba equivocada. Camino silenciosa hacia el sillón donde me encontraba sentada con Calum –el cual ahora se encuentra vacio– y me siento dándoles la espalda. Las miradas me atraviesan y fastidiada me doy vuelta para soltar un—: ¿Por qué me miran así? Vuelvan a hablar y actúen como siempre lo hacen.
—Veo que ______ (Tn) no perdió el tiempo mientras estábamos fuera. —canturrea Mike.
—Yo creo que es lindo para ______ (Tn). —agrega Ashton.
¿Y a estos qué? ¿Ahora quien ponga un pie en mi departamento es mi novio? Niego con la cabeza.
—En ningún momento he dicho que es mi novio. Déjense de tonteras. —miro a Calum y su mandíbula esta apretada. Te conozco tan bien, Hood—. Ven, Calum, tenemos un juego pendiente.
Siento que duda unos segundos, pero rápidamente se acerca a mí.
Se sienta y puedo notar como todos sus músculos se contraen. Siento ganas de tocarlo y tranquilizarlo, pero no puedo. No aún.
—Está bien, ¿Qué pasa? Te noto tenso.
Mis palabras suenan inocentes, pero lo hago con ganas. Quiero que me diga que le molesta y necesito que me lo diga ahora.
Muero de ganas de escuchar su porque, y que eso tenga que ver con la venida de Curtis. Eso sería genial.
—Nada. —espeta aún tenso—. Solo que detesto cuando interrumpen mi juego.
—Oh, ya veo. —digo de manera irónica.
—¿Quién es?
Su pregunta hace que mi corazón se altere. Lo que esperaba, pero al mismo tiempo no lo hacía. Quería que Calum me preguntara, pero jamás pensé que llegara a hacerlo. Necesito que me pregunte más. Necesito que me demuestre que siente celos, que me quiere.
—¿A caso importa? —le pregunto tratando de sonar desinteresada, pero no lo estoy.
—Tienes razón, no importa. ¿Sigamos jugando?
Maldito Hood ¿No podías simplemente decirme que no quieres que se acerque a mí porque soy tuya? Si, lo sé, suena muy controlador, pero en este momento solo necesito que me haga sentir que nos pertenecemos. Que yo soy de él así como él es mío.
(...)
—Así que él es el chico que te rompió el corazón. —me dice Curtis.
—Basta, Curtis. —le respondo tomando apuntes.
—Oh, vamos, ______ (Tn) dime la verdad, él es el chico ¿No?
Estamos en la mitad de una clase de anatomía y Curtis no para de parlotear desconcentrándome de una manera increíble –agregándole a esto que no soy muy buena en esta materia–
—¿Qué tengo que hacer para que cierres la boca? —le digo mirándolo por primera vez.
Él me mira con picardía y luego repone—: Responderme, ______ (Tn).
—Está bien. —tomo una profunda bocanada antes de responder—. Si, Curtis. Calum Hood es el chico.
—¡Lo sabia!
Toda la clase se da vuelta a mirarnos. Gracias, Curtis, no sabes cuánto amo la atención.
—¿Hay algo que nos quiera decir, Sr. Dunne? —pregunta el Sr. Morgan. Como lo detesto.
—No, Sr. Morgan.
—Entonces procure mantener su boca cerrada lo que resta de la clase.
Como les dije... Detesto al Sr. Morgan, pero –esta vez– estoy de acuerdo.
Cuando termina la clase Curtis sigue parloteando de cuan acertado estaba, de que lo sabía, de que me las mandaba...
—Me debes contar, ______ (Tn) Yo te cuento todos mis problemas aburridos. Tu historia parece ser prometedora. —dice él cuando estamos en la cafetería.
—No creo que sea buena idea, Curtis. —le digo dudosa.
—Oh vamos, ¿Por qué no? ¿Hay partes prohibidas?
Mis ojos se abren como plato ante la pregunta de Curtis ¿Qué se ha imaginado? No soy como las chicas que se acuestan con Calum. No, Señor.
—¿Qué? ¿A caso te falla el cerebro? No, no y no.
Curtis comienza a reírse fuerte, pero como todos están en su mundo, no lo notan.
—¡Dios, tu cara ______ (Tn)! —dice el riéndose fuertemente.
—¿A caso crees que es gracioso? —digo haciéndome la enfadada.
Una pequeña discusión se comienza a formar entre nosotros, no de las malas, sino de las que Curtis me fastidia, pero no logra hacerme enojar.
Un chico de tez morena se nos acerca y dice—: Oye, Curtis. Tenemos que terminar el trabajo de cálculo.
Curtis lo mira y luego me mira a mí.
—Oh. Hola, ______ (Tn). —dice el mismo chico.
Esperen un momento, ¿Sabe mi nombre? ¿Cómo sabe mi nombre?
—Hola...—alargo esperando que él me diga su nombre.
—Mason.
—Oh, Mason, bueno ¿Cómo sabes mi nombre? —le pregunto sin pelos en la lengua.
El muchacho moreno ríe y luego agrega—: Curtis no para de hablar sobre ti.
Miro a Curtis con una sonrisa juguetona en mis labios. Amo fastidiar a Curtis y más aún cuando tengo evidencias.
Curtis me mira negando con la cabeza, divertido, para luego decir—: Lo siento. Nos vemos luego, no olvides que me debes contar todo.
—Está bien. ¡Que estés bien, Mason! —les grito cuando van algo lejos.
Cuando desaparecen abro mi libro de genética, que llevo conmigo, y comienzo a desarrollar algunos ejercicios para no estar tan perdida en las clases.
Me concentro mucho en las actividades del libro y, aunque me cuesten, me gusta mucho y eso es algo bueno. Que me guste lo que hago facilita el estudio, ayudándome a entenderlo mejor y mucho más rápido que cualquier otra cosa.
—¡A que no sabes que me pasó!
La voz de Ariana me sobresalta y hace que quite la mirada de mi libro.
Gracias, Ariana, enserio te lo agradezco. Al fin estaba logrando que los resultados concordaran.
—No, ¿Qué cosa? —le pregunto mirándola.
—¡Me he sacado un seis en matemática! —me dice alardeando la prueba en frente de mi.
—¿Qué? —le pregunto emocionada arrebatándole la hoja—. ¡Oh, Dios santo! Que emoción ¿Cómo lo hiciste?
Ella me mira y con su sonrisa pegada en su cara me responde—: Pues, hice lo que me dijiste... Eso de concentrarme en hacerlo bien y pensarlo muchas veces antes de responder. Me acordé también de los ejercicios que hicimos en casa y ¡Guala!
Rio con su última frase para luego alentarla—: Pues me pone muy feliz.
Luego vuelvo a mi libro.
—¿Qué haces? —dice ella cambiándose de puesto para poder mirar.
—Estudiando un poco. Estos ejercicios suelen ser algo enredados.
—Uf, ni me lo digas.
—¿Qué hora es? —le pregunto cansada.
—Creo que ya va a ser hora de entrar, ¿Vamos?
Asiento sin mucha gana y comenzamos a caminar por la cafetería. Cuando estoy a punto de salir, siento que algo frio recorrer mi pecho.
Abro los ojos rápidamente y me encuentro con un líquido rosa sobre mi polera. Y, lo peor, no es cualquier líquido rosa. Es batido de frambuesa.
—Lo siento, lo siento mucho, enserio. —dice una voz femenina cuando yo aún miro desconcertada la gran mancha que me ha dejado.
—¿Qué no viste por donde venias? —escucho decir a Ariana.
Cuando miro hacia delante me encuentro con una muchacha de pelo negro que le llega por debajo de los hombros. La miro y su cara se me hace conocida, tanto, que se me olvida el enfado por el líquido que ha desperdiciado.
—En serio lo siento. —dice esta vez tomando mi brazo—. Tengo una muda en mi casillero, ¿Quieres acompañarme?
Un pequeño flash back viene a mí en cuanto salen las palabras de su boca.
Recuerdo a Holly lanzándome el batido de frambuesa y también recuerdo a Aleisha ofreciéndome ropa. No hay manera que esta chica tenga algo que ver con ellas y, debido a la gran mancha que se formó, no veo por qué decir no.
—Si, por favor.
Caminamos con la chica quien nos guía hasta su casillero. Dudo en que algo pueda caer ahí, pero no saca ropa, sino otra llave.
—Las cosas no caían aquí. —dice con una sonrisa inocente.
Volvemos a seguirla y llegamos hasta una oficina. Cuando leo dice jefe de carrera.
—¿Eres la hija del jefe de carrera? —pregunta Ariana antes de que pueda comprenderlo.
—No es algo de lo que me guste hablar. —responde ella abriendo por completo la puerta y haciendo que pasemos—. No me gusta tener facilidades, pero gracias a Dios acepté tener esto aquí. —dice apuntando hacia la ropa.
—Gracias. —le digo cuando me facilita la ropa.
—No hay de qué. —dice ella apuntándome el baño para vestirme—. Así que... ¿Son de primer año? —la escucho preguntar cuando cierro la puerta del baño.
—Sí. —contesta Ariana.
Tan comunicativa como siempre.
—Y ustedes son...
—Yo soy Ariana y ella es ______ (Tn) —responde mi amiga rápidamente.
—Oh, yo soy Alaska. —responde ella cuando yo salgo.
—Te queda bien. —me dice Ariana. Molestándome por lo pegada al cuerpo que es la polera.
—Te la puedes quedar. —dice Alaska.
—No hace falta, pero gracias.
Salimos de la oficina y ella cierra la puerta con llave.
—Bueno, nos vemos pronto. —dice ella.
—Así es, cuando te devuelva tu polera. —le respondo.
—Chaito. —se despide Ariana.
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