MY RAPTOR

By CenizasdeAlgodon

915K 61.2K 3.4K

Un estallido me aseguró que había apretado el gatillo y en un par de segundos mi cuerpo se encontraba de rodi... More

Prólogo
ADVERTENCIA
Capítulo 1 "Presentimiento"
My Raptor
Capítulo 2 "Propuesta"
Capítulo 3 "Extraño"
Capítulo 4 "Código Rojo"
Capítulo 5 "Atados"
Capítulo 6 "La Gran Noche"
Capítulo 7 "Mi Raptor"
Capítulo 8 "El"
Capítulo 9 "Aroma Melancólico"
Capítulo 10 "Tolerancia"
Capítulo 11 "Abismo"
Capítulo 12 "Advertencia"
Capítulo 13 "El Intento" Parte 1
Capítulo 14 "El Intento" Parte 2
Capítulo 15 "Consecuencias" Parte 1
Capítulo 16 "Consecuencias" Parte 2
Capítulo 17 "Despertar"
Capítulo 18 "Cicatrices"
Capítulo 19 "Coraje"
Capítulo 20 "Enfrentamiento"
Capítulo 21 "Locura"
Capítulo 22 "Desconcierto"
Capítulo 23 "Colapso"
Capítulo 24 "Rota"
Capítulo 25 "Casquillos De Bala" Parte 1
Capítulo 26 "Casquillos De Bala" Parte 2
Capítulo 27 "Inocencia Rota"
Capítulo 29 "Culpa"
Capítulo 30 "Una Promesa Vacía"
Capítulo 31 "Víbora"
Capítulo 32 "Amenaza"
Capítulo 33 "Ella"
Capítulo 34 "Temor"
Capítulo 35 "Desesperación"
Capítulo 36 "Un Disparo"
Capítulo 37 "Un Final"
"Epílogo"
AGRADECIMIENTOS
NOTA DE AUTORA
NOTA DE AUTORA

Capítulo 28 "Destrozada"

19.4K 1.4K 59
By CenizasdeAlgodon

Domingo,
1:05 am

Destrozada

Mi respiración es pausada, calmada y tranquila. Las lágrimas derramadas se habían secado y el dolor había dejado de importar hace mucho. No importaba que sucediera de ahora en adelante, nada podría acabar con el vacío que sentía en mi pecho en estos momentos.

Mi cuerpo desnudo y ultrajado tiembla ante el frío de la madera debajo de mi. Mis manos siguen atadas  detrás de mi espalda y apenas soy capaz de sentirlas. Mi vista se pierde entre los pequeños objetos insignificantes que se encuentran a mi alrededor.

Cada parte de mi cuerpo duele, hasta mi cuero cabelludo pero sobretodo mi entrepierna.

Ni siquiera podía explicar como me sentía, aparte de sucia, ultrajada y maltratada.

¿Así se sentían mis antiguas compañeras cuando habían abusado de ellas? ¿Así de miserables y rotas?

El sonido de la puerta llega hasta mis oídos pero ni siquiera me inmutó ante la presencia de alguien más en la habitación o mi desnudes. Simplemente me siento como un trapo que ha sido utilizado y que ya no contiene ningún valor.

—Señorita—la voz de Mustafa llega hasta mis oídos. Su tono es bajo y no parece tan neutro y carente de emoción como ya estaba acostumbrada. 

Cierro mis ojos con fuerza, sintiendo como estos se cristalizan una vez más.

Escuchó sus pasos al acercarse pero ni siquiera lo miro o hago un intento por cubrir mi desnudes porque simplemente no tengo las fuerzas para hacerlo.

—Señorita —se coloca enfrente de mi, observando la obra que había hecho su jefe con mi cuerpo—Permitame ayudarla.

Sus manos intentan tocar mi cuerpo pero detengo sus movimientos con mis palabras.

—Ni se te ocurra tocarme —espeto con la voz quebrada, llena de desprecio y rabia contenida. Mirándolo con odio —Grite tu nombre Mustafa, te llame con todas mis fuerzas pidiéndote ayuda y tu sólo dejaste que me hiciera daño. Dejaste que terminara de destruirme. Así que no pretendas remediar algo que pudiste haber impedido, sólo marchate y dejame sola. Te creía diferente a el, pero eres igual, despiadado y sin corazón.

Sus pasos retroceden ante mis palabras, dejándome notar un brillo diferente en sus ojos fríos.

—Señorita. . .

—Marchate—mascullo, sintiendo un nudo incómodo en mi garganta. Apartando la mirada.

No notó ningún movimiento por su parte por algunos segundos pero finalmente escuchó la puerta ser cerrada al el salir de la habitación.

Un sollozó brota de mis labios al aún sentir sus manos recorrer mi cuerpo o al persivir su olor o incluso sentir sus dientes marcar mi piel.

—Por Dios —una voz femenina llega hasta mis oídos.

Mis ojos se abren abruptamente y se posan sobre las facciones atemorizadas de la señorita Tinia. Sus manos cubren su boca he incluso puedo notar como sus ojos derraman un par de lágrimas mientras me contempla desde el marco de la puerta.

Sus pasos son apresurados, se arrodilla detrás de mi y desata las cuerdas que mantienen mis muñecas retenidas. 

—Esta sangrando—susurra con preocupación, mirando la sangre que se encuentra entre mis muslos.

Le regalo una pequeña y sobretodo, forzada sonrisa.

—Ya no importa—murmurro, intentando incorporarme.

Sus manos se posan sobre mi espalda, intentado ayudarme pero rápidamente me apartó, asustada ante su contacto. Causando que sus ojos me miren con preocupación y tristeza.  

—Lo siento—susurro, tragando saliva ruidosamente —Pero puedo hacerlo sola.

Con mucho esfuerzo y conteniendo los gritos de dolor que quieren escapar de mis labios, logró incorporarme. Logrando dar un par de pasos hasta llegar a una de las esquinas de la cama de la habitación. La señorita Tinia se mueve con rapidez y coloca una de las sabanas sobre mi cuerpo.

—Necesita un Doctor —afirma al ver mi estado.

La simple idea causa que mi cuerpo se tense de sobremanera.

—No, estoy bien así—miento, tomando una profunda inhalación —¿Podrias traerme un analgésico? Eso me haría sentir mejor.

Sus ojos brillan con tristeza mientras asiente lentamente. Haciendo notar la lástima que no necesitaba en su mirada. 

—Volvere enseguida.

Dejó escapar un lastimero suspiro cuando me quedó a solas en la pequeña habitación.

No sabía como actuar o que hacer para acabar con este maldito dolor que me consumía tanto por dentro como por fuera.

¿Se podría destruir más a una persona después de tanto dolor y sufrimiento?

Realmente ya nada parecía tener sentido, nada tenía importancia. Y la simple idea de tener que vivir esto nuevamente me espantaba de sobremanera. Ya no podía más. No lo resistiría. No daba para más. El había acabado con lo poco que me quedaba, lo había destrozado como si fuera algo que no tuviera ningún valor. Había hecho con mi cuerpo lo que se le antojaba y una vez término, ni siquiera me dirigió una mirada, simplemente salió de la habitación como si nada hubiera sucedido.

—Hijo de perra—susurro con asco, intentando encontrar una posición cómoda para acostarme en la cama.

Miro las marcas violáceas que se encuentran en mis muñecas, junto con la marca de sus dedos por distintas partes de ambos brazos.

—Aquí tiene—la señorita Tinia me entrega un frasco de analgésicos junto con un vaso de agua—Solo tome una y podrá descansar. Iré a buscarle un poco de ropa, por favor no se esfuerce mucho.

—Gracias—susurro en un tono cansado y bajo.

Miro el frasco de pastillas cuando vuelve a dejarme sola. Un nudo se forma en mi garganta al contemplar la idea que llega a mi mente de manera tentadora.

Tomó el frasco y con sumó cuidado me levantó de la cama, dando pequeños pasos hasta la puerta que creía podría ser el baño, llevando envuelta la sabana que cubre mi cuerpo.

Cierro la puerta con pestillo detrás de mi, no fijándome en el diseño o en el espejo que me invita a mirarme en el pero desisto de la tentación. Sabiendo que no soportaría ver por completo en las condiciones que me encontraba.

Pero aún así, lo necesitó. Necesito ver que ha hecho conmigo y cuán grave es.

Dejó que la sabana caiga hasta mis tobillos, dejando una vez más mi cuerpo al descubierto. Contempló con asco y repugnancia las chupetones que recorren mi piel. Las marcas de sus dedos se encuentran igualmente sobre la piel lastimada de mi cadera junto con otros moretones más. La sangre ya seca que se hace visible en mis muslos sólo logra causar que mi respiración se estanque. Mis pechos me duelen y soy capaz de contemplar lo maltratados que están por sus mordidas en ellos.

—Maldito—sollozo con dificultad, dejando que mi cuerpo descienda hasta quedar sentada sobre el suelo.

Las lágrimas descienden por mis mejillas mientras comienzo a sentir esa opresión en el pecho nuevamente.

Observó el frasco que aún sostengo en una de mis manos. Lo analizó en silencio por unos segundos. Tomó valor y lo vacío sobre mi otra mano, contemplando las medianas pastillas.

¿Tenia una razón para seguir adelante y con vida?

Una risa carente de humor brota de mis labios. Claro que no la tenía. El se había encargado de destruir cada una de ellas.

Debía ponerle un final a esta pesadilla antes de que terminada de consumirme por completo.

Tomó una profunda respiración y sin pensarlo dos voces introduzco todas las pastillas que puedo dentro de mi boca, dejando que algunas caigan sobre mi regazo.

Lloró mientras intento tragarlas todas con dificultad, sintiendo su sabor amargo sobre mi lengua.

Dejó que el frasco caiga al suelo cuando mi respiración se vuelve pesada y mi visión borrosa. Mi único consuelo era que tal vez me reencontraría con mi madre. Que tal vez tendría la oportunidad de abrazarla nuevamente.

—¿Señorita?—los golpes de Tinia junto con su voz cautelosa suenan al otro lado de la puerta—¿Señorita, se encuentra bien? ¿Necesita ayuda en algo?

Quiero mentirle, decirle que me encuentro perfectamente y que no estoy en el suelo como un trapo maltratado, que no estoy intentando acabar con mi vida. Que simplemente quiero que se marche y me deje sola y no alerte a Mustafa o a el. Pero simplemente no soy capaz de pronunciar una palabra, no tengo las fuerzas y el adormecimiento empieza hacerse presente en cada una de mis extremidades.

—¡Señor Mustafa!—escucho su grito desesperado desde le otro lado.

Ni siquiera tengo tiempo para procesar lo que sucede cuando la puerta es abierta de una manera brusca y ruidosa, dejando claro que habían destrozado la cerradura.

Un grito de espanto se escapa de los labios de la señorita Tinia.

Mustafa entra rápidamente y se encarga de cubrir mi cuerpo con la sabana que se encontraba entre mis piernas. Se acuclilla a un lado de mi y comienza a golpear mis mejillas suavemente, dándole una momentánea mirada al frasco de pastillas que se encuentra a un costado mio.

—¡Señorita!—grita desesperado, intentando captar mi atención —¡Llame al médico!—le grita a Tinia.

Escuchó los pasos de ellas alejarse con rapidez, acatando la orden de manera inmediata.

—No, no llamen a nadie—logro murmurra, captando su atención —Solo te pido eso Mustafa, dejame morir por lo que más quieras. Por favor.

—No puedo hacer eso —niega con la cabeza, apartando la mirada.

—¿Quieres ayudarme de alguna manera?—coloco mi mano temblorosa sobre la suya —¿Quieres remendar tus actos conmigo? Entonces hazlo, dejándome morir. Permite que mi sufrimiento llegue a su fin.

Continue Reading

You'll Also Like

592K 13.5K 9
Katherine Debinham nació en una cuna de oro, pero desgraciadamente no con un título que le abriera las puertas ante la sociedad londinense. Desde peq...
852 61 32
Otabek es el detective encargado de resolver el caso de los asesinatos de los hermanos Nikiforov, uno de los grupos mafiosos mas poderosos que contro...
45.6K 3K 7
Próximamente... Lord Anthony Ross, duque de Beaufort es un hombre superficial y orgulloso, vive feliz pensando que su vida no puede ser mejor, pero s...
783K 83K 34
Odi lo tiene todo; inteligencia, un trabajo que la gusta, un buen sueldo, y el respeto y admiración de sus compañeros. Bueno, casi todo. Le falta él...