Sábado,
2:10 am
Casquillos De Bala
Parte 2
Su respiración estaba alterada y podía notar las gotas de sudor que recorrían su frente. Parecía más agitado y molesto de lo habitual, lo cual me hacia cuestionar el porque.
Con suma cautela fui levantándome de la silla giratoria, siendo consiente de que sus ojos grisáceos vigilaban cada uno de mis movimientos con detenimiento.
Mi respiración se había alterado y por mucho que no quisiera admitirlo, el miedo estaba emergiendo de mis entrañas de una manera mucho más brusca que las veces anteriores.
Algo no andaba bien. La atmósfera que nos rodeaba lo demostraba. Su alteración y los pasillos solitarios también.
—¿Qué estabas haciendo aquí? —preguntó con un tono peligroso mientras se acercaba con pasos sigilosos.
Trague saliva ruidosamente, regalándole una rápida mirada al arma que reposaba sobre la superficie del escritorio.
Su mirada parecía taladrar mis ojos de una manera intensa y escalofriante. Causando constantes escalofríos en mi cuerpo.
Mi cuerpo tembló de una manera descomunal al notar el cambio en su lenguaje corporal y sobretodo en su mirada. Sus ojos se apartaron de mi para posar los en algo especifico.
El arma que había sacado de su escritorio.
Sus ojos destellaron en algo más parecido a la furia pura.
—¿Qué intentabas pequeña zorra?—escupió con veneno, dando un par de pasos más de manera intimidante.
Mis movimiento fueron más precisos y en tan sólo unos segundos me encontraba con el arma en mis manos, con estas temblando de manera incontrolable mientras le apuntaba.
—Ni un paso más —amenacé en un tono que parecía más débil que firme.
Una carcajada fría y sin humor brotó de su pecho mientras me miraba con un brillo divertido.
—¿Y que pretendes hacer con eso? Ni siquiera eres capaz de sostenerla adecuadamente y apuntarme con ella —soltó de manera burlona, dando un par de pasos más, rodeando el escritorio y sólo quedando a una distancia no muy apartada de mi—Solo te digo una cosa Denia. Asegurate de dar en el blanco nena, porque de no ser así, no habrá cielo ni infierno que te salve de mi.
Y por primera vez temí de una manera inexplicable. Mi cuerpo se estremeció al escuchar la contundente amenaza de sus palabras.
La pregunta surgió nuevamente. ¿Seria capaz? Debía comprobarlo.
Ignorando los gritos en mi interior de que me detuviera. Que me rindiera ante el y no llevará las cosas a un nivel más alto. Ignorando el temblor y el sudor en mis manos junto con las palpitaciones ruidosas de mi corazón, aprete el gatillo.
Pero el temor creció en mi al no escuchar ninguna detonación al hacerlo. Volví a intentarlo con desesperación mientras retrocedía un par de pasos, notando la sonrisa irónica que se formaba en sus labios con cada intento mio que fracasaba.
—Oh muñeca —expreso de manera burlona, quitando el arma bruscamente de mis manos—Debiste retirar el seguro antes de disparar.
Un sollozó escapó de mis labios al sentir el impacto del mango del arma contra mi rostro. Causando que mi cabeza se volteara violentamente.
Sus dedos se clavaron en mi barbilla con fuerza, obligándome a mirarle mientras acercaba su rostro al mio, dejándome sentir la calidez de su aliento.
—¿De verdad querías matarme? —susurro en un tono ronco, rozando la punta de su nariz con la mía—Más te vale que respondas.
Unas cuantas lágrimas habían rodado por mis mejillas. El dolor en mi rostro evitaba que pudiera pensar con razonamiento.
—¿Tu que crees?—logre susurrar con desprecio.
Sus labios rozaron los míos de manera provocativa causando una revuelta en mi estómago. Su agarre en mi barbilla fue sediendo lentamente, deslizó la punta de sus dedos por mis mejillas con delicadeza, trazando un camino hasta la parte trasera de mi oreja donde colocó un mechón rebelde detrás de esta. Su gesto me había tomado completamente por sorpresa. Estaba siendo delicado conmigo y no sabía como tomar eso. Seguía siendo el hombre intimidante y el que me había causado tanto daño.
—Es una lastima porque yo quiero hacerte muchas cosas pero matarte no entra en una de ellas—sus dos manos fueron descendiendo hasta rodear mi cuello con sus dedos, haciendo presión con ellos, prohibiendome respirar —Pero puedo cambiar de opinión rápidamente.
Muevo con desesperación mis brazos, intentando apartarlo. Las lágrimas invaden mis ojos pero no soy capaz de transmitir ningún ruido.
De pronto todo sucede en cámara lenta. Los ventanales del despacho se rompen y algo impacta con el hombro de Caden, obligándolo a apartarse de mi rápidamente mientras suelta un par de maldiciones en su idioma natal.
—¡¿Que demonios?!—gruñe con ferocidad, llevando una de sus manos al lugar herido, viendo como estos se manchan con su propia sangre.
Mi cuerpo cae de rodillas contra el suelo mientras llevó una de mis manos a mi pecho y toso de manera descontrolada mientras me apartó de el con pavor.
Ni siquiera tengo tiempo para asimilar lo que esta sucediendo, cuando de repente una balacera da comienzo enfrente de mis ojos.
Caden dispara hacia el otro lado de uno de los ventanales rotos con maestría mientras que en las paredes del despacho comienzan a formarse agujeros por los disparos.
—¡Denia!—una voz ronca y masculina sale a relucir en medio del alboroto.
Mis ojos se abren con suma sorpresa al reconocer la voz. Mi corazón late fuerte y constante contra mi pecho mientras asimiló lo que esta sucediendo.
—¡Denia!—gritan nuevamente con desesperación.
—¡Papá!—grito con todas mis fuerzas, intentando que escuche mi voz.
Mi pecho se llena de emoción y alivió al saber que el estaba aquí. Que a pesar de todo el jamás había parado de buscarme. Que aún a pesar de la pérdida de mi madre, no se rindió.
Las lágrimas se desbordan por mis mejillas mientras intento incorporarme y muevo mis ojos de manera descontrolada hacia el exterior, intentado hallar al hombre que había extrañado de sobremanera. El patio parece una batalla interminable de hombres disparando pero aún así, soy capaz de reconocer el uniforme y cuerpo de mi padre.
Sus ojos brillan al conectar su mirada con la mía. Su pecho esta cubiertos por un chaleco antibalas mientras avanza por el patio portando un arma.
—Papá —susurro con anhelo, moviendo mis piernas en dirección hacia el ventanal. Dispuesta a brincar lo como lo había hecho un tiempo atrás.
Pero antes de que pueda dar un paso más mi cuerpo es tacleado de manera violenta y brusca. Suelto un grito desgarrador al sentir el borde del escritorio golpear contra mis costillas. Mi boca se entreabre mientras intento recuperar el aliento ante semejante golpe.
El cuerpo de Caden se cierne sobre el mio mientras me mira de una manera fría y cruda.
—¿A dónde crees que vas?—escupe.
Escuchó los gritos preocupados de mi padre al perderme de vista, gritando mi nombre de una manera que me desgarra el alma.
—¡Sueltame!—grito con desesperación mientras me retuerso debajo de su cuerpo, golpeando de manera descontrolada contra su pecho.
Sus manos toman las mías y las aprisiona por encima de mi cabeza con fuerza hasta causarme daño. Los disparos siguen resonando he impactando objetos a nuestro alrededor. Volviendo el despacho un completo desastre.
—Jamás —gruñe, haciéndome temblar ante su mirada intensa grisácea—¡Mustafa!
Un sollozó escapa de mis labios mientras intento liberarme de su agarre firme, importándome muy poco el daño que me causa tal acto.
Me sobresalto al escuchar el estruendo de la puerta al ser abierta de manera violenta. Mis ojos localizan a Mustafa, el cual tiene la respiración agitada y porta un arma, aún sin cambiar su expresión neutra.
Miro a Caden con un poco de esperanza, ignorando el hecho de que su cuerpo se encuentra sobre el mio.
—Por favor Caden—susurro con la voz rota, captando su atención —Solo te pido que me dejes. Dejame ir.
Sus ojos miran de manera filosa los míos mientras se mantiene en silencio, mirando mis expresiones.
—Nunca—espeta de manera severa. Aparta la mirada de la mía para localizar a Mustafa—¡Llevatela! ¡Ya!
Su cuerpo se aparta del mio mientras saca un arma de la parte trasera de su camiseta. Ni siquiera tengo tiempo de reaccionar cuando las fuertes manos de Mustafa me toman mientras me levanta y comienza a tirar de mi hacia la salida del despacho.
—¡Sueltame!—lucho contra Mustafa, intentando liberarme mientras buscó con la mirada a mi padre. Cuando lo encuentro, el aire escapa por completo de mis pulmones.
Todo pasa enfrente de mis ojos como una película. Lo encuentro a unos cuantos metros de distancia, luchando contra uno de los hombres de seguridad de Caden. Mi corazón se detiene cuando una bala traspasa su hombro de la misma manera que había ocurrido con Caden.
—¡Papa!