—Debo dormir—digo con ligera incomodidad, tumbándome en la cama con la decisión de ignorarlo por completo.
— ¿Qué?—no contesto, en lugar de eso, me tapo con las sábanas hasta la cabeza y esbozo una sonrisa burlona.
Espero un momento hasta que me aseguro de que se ha ido y cierro los ojos.
***
—No te acerques a ella—escucho decir a Rihanna mientras toma a Adelí del brazo y la aleja de mí.
La pelirroja antes de irse, me sonríe con malicia siendo sujetada ahora por los brazos de Zack, como si se tratase de alguna criminal.
— ¿Qué es lo que pasa?—pregunto mientras observo como se la llevan de la escuela en uno de los coches de los Pearson.
—Se niega a tomar sangre desde hace un mes—dice Alex en voz baja—. Debemos llevárnosla antes de que algo malo suceda...por favor no te le acerques, puede que no sea su intención, pero un vampiro no sabe lo que hace cuando tiene sed, y ella la tiene desde hace tiempo y hoy ha llegado al punto de no soportarla—me explica, yo sólo asiento sin poder evitar preocuparme por mi amiga.
Como si no supiera lo que eso significa. Todo esto es grave, Adelí Mathews no es la mejor persona del mundo, para ser específicos, en mis diecinueve años de vida, es la chica más cruel que he conocido, con ese rostro de supermodelo que a cualquier chico logra engañar y a cualquier chica de la escuela causar envidia. Aunque era de esperarse, es la hija de Robert Mathews, el tipo más egocéntrico y frío.
Su hija es aún peor.
Y no lo digo sólo yo, lo dicen también todas esas chicas que han intentado meterse con ella, incluso las que no, han sido pisoteadas por la hija del alcalde.
En pocas palabras. Adelí Mathews puede hacerte la persona más mierda si ella quisiese.
Y ahora siendo un vampiro, con toda aquella personalidad insensible y perversa intensificada, incluso se podría creer que carece de un corazón o hasta de humanidad. Aunque eso es en lo que uno se pone a pensar cuando conoce a Adelí, es técnicamente imposible, sólo un vampiro Selecto puede apagar su humanidad. Funciona como un interruptor, que se apaga y se enciende. Apagarlo es fácil, sin embargo encenderlo de nuevo es demasiado complicado, se necesita un ancla, algo a lo que aferrarte, una razón para sentir. Y Adelí Mathews, no tiene ninguna.
— ¿Y a dónde la llevan?—digo observándola, yacía recargada en la ventanilla del coche, su mirada oscura clavada en mi persona.
—Al bosque, lejos de las personas, a ver si se resiste tanto como para no cazar una ardilla que se encuentre en el camino—mira hacia un punto detrás de mí—. Bueno...debo irme, te espero en el auto—dice entre dientes mientras se aleja por el estacionamiento.
En el auto...
Alex se me llevaría a casa, en su auto, él y yo...solos. Quería gritar y saltar como una niña pequeña, pero la mirada extraña que tenía antes de subir a su coche me hizo girarme hacia donde miraba hace unos segundos, me encuentro a Tobías detrás de mí con una mueca en su rostro. De repente siento unas ganas inmensas de abrazarlo en estos momentos, sin embargo su expresión de seriedad me dice que no es buena idea. Así que me limito a esbozar una sonrisa contenida.
—Tobías lamento tanto no haber ido a tu casa—me acerco a él suplicante.
—No te preocupes, ya vi que estabas ocupada—mira a Alex a lo lejos—. Solo quería preguntarte si habías hecho ya la tarea de Química, me faltaron dos preguntas de anotar y...
— ¡La tarea de química!—exclamo al recordar que la habían encargado ayer y es para mañana—. No tuve tiempo de hacerla, lo siento.
—Parece que estuviste tan ocupada atendiendo otros asuntos que ni siquiera recordaste la tarea de química—dice en un tono de enfado.
—Sí, sí lo estuve—respondo a la defensiva. ¿Qué le ocurre? Sólo es la tarea, no es algo que logre causar el apocalipsis.
—Pues entonces ve con él, pareciera que es lo único que te importa ahora—da media vuelta y se aleja en dirección a la horrible carcacha a la que llama "Auto". Desde que su padre se enteró que había reprobado Álgebra el año anterior, le prohibió volver a usar su auto, entregándole en su lugar el coche de su abuelo.
—Eso haré—susurro para mis adentros imitando su acción, sólo que en la dirección contraria.
Camino hacia el coche de Alex dando grandes zancadas contra el suelo, enfadada. No tenía el derecho de hablarme de esa manera... ¿Quién rayos se cree?
Subo al coche y cierro de un portazo lo que hace que Alex pegue un brinco del susto. Me cruzo de brazos recostada en el asiento con el ceño fruncido y la vista al frente.
Espero la ola de preguntas, pero en vez de eso, Alex toma el volante y avanza, de lo cual estoy muy agradecida, aunque de todos modos no hubiera contestado ninguna de ellas. Aun así eso no evita que me dedique miradas ansiosas de una explicación.
—Vista al frente—le digo, seca.
Hace caso enseguida. Ninguno de los dos habla por lo que resta del camino, al llegar a mi casa, salgo del auto cerrando la puerta detrás de mí. Camino lentamente hacia la entrada disfrutando las pequeñas gotas de agua que caen del cielo.
«Espero que llueva demasiado», pienso.
Me encantan los días lluviosos, lo que más me agrada de ellos es estar dentro de casa mientras la lluvia se encuentra arrasando con todas sus fuerzas, en mi cálida cama mirando películas junto a Monique. Todo perfecto.
Cierro los ojos y miro hacia el cielo dejando que la lluvia caiga en mi rostro, agradezco que llueva, la lluvia es algo que siempre me ha puesto de buen humor. Aunque mi tía vaya a regañarme por mojar la muñequera en mi brazo, al final, valdrá la pena. Llego a un punto donde ya no siento la lluvia caer, ¿Ha dejado de llover?, la idea me preocupa, abro los ojos y dejo salir un suspiro al ver que me encuentro bajo el techado del pórtico de mi casa, volteo y esbozo una enorme sonrisa al ver que aún llueve, pero esta se borra al no ver el auto de Alex, debió haberse ido en cuanto bajé.
Siento una punzada de culpabilidad por la manera en que me había comportado con él hace un momento, no tiene la culpa de mis problemas con Tobías, él solo quería ayudar, y yo rechacé su ayuda comportándome fría y distante.
Bien hecho Sarah...
Me dejo caer en los escalones del pórtico abrazando mis piernas, pongo mi mejilla en mis rodillas y me pregunto... ¿Qué he hecho?
¿Se sentirá mal por como lo traté?... ¿Creerá que con quien estaba enojada era con él?... ¿Se sentirá culpable?...Seguramente no le importa en lo absoluto...Pero ¿Y si le interesa?
Trato de imaginarlo llegando a su mansión enfadado, no, enfadado no estaba. Recuerdo como me miraba en el auto, su rostro tenía una expresión de duda y tristeza a la vez... ¿Qué estará haciendo ahora?...
Otra pregunta que no deja de rondar por mi cabeza es ¿Qué sentirá Adelí?...
No se ha alimentado desde hace un mes, ¿Cómo sentirá estar rodeada de humanos mientras ella muere de sed? Ha estado controlándose por mucho tiempo, pero no durará más, si no se alimenta de animales pronto...algo malo sucederá.
Pego un brinco al sentir un toque en mi hombro derecho.
—Lo lamento, no quería asustarte—Monique suelta una risita burlona—. Iba a preguntarte si querías acompañarme al centro comercial.
Asiento automáticamente, ha parado de llover. Monique me ayuda a ponerme de pie, levanto mi mochila del suelo y me la cuelgo en el hombro.
Tomamos un taxi, ambas nos sentamos en la parte de atrás. Veo a Monique sonreír en cuanto ve al conductor de este, cabello levantado color morado, aretes, piercings, vestido de negro y con unos lentes de sol totalmente oscuros lo que nos impide ver sus ojos.
Intento reprimir una sonrisa al momento de recordar lo que dice en R, mantengo la cabeza gacha para que él no note mi expresión.
— ¿A dónde se dirige?—dice con una voz grave y ronca.
—Al centro comercial—Monique le entrega unos billetes y yo miro por la ventana aún con la sonrisa en mi rostro.
La apariencia del chico me recordaba tanto a una de las criaturas que habla el libro... ¿Cómo era que se llamaban?... ¿Chuker?... ¿Lucker?...
—Vooker—susurra Monique a mi oído como si hubiera leído mi mente.
¡Vooker!...Son tan extrañas...
Los Vookers son criaturas con la apariencia de humanos, pero había algo que los hacía inconfundibles, sus terroríficos ojos. Se trataban de unos ojos totalmente negros con un iris de color dorado. Los Vookers se clasificaban en diez niveles, cada nivel tenía su respectivo color de cabello.
¿Y qué hacían los Vookers?
Ellos cambian de forma, podían convertirse en animales.
Se clasifican en niveles según su color de cabello, los de nivel uno al seis podían convertirse en cualquier animal que deseasen, los del siete al diez además de convertirse en cualquier animal, podían convertirse en animales mutados o fusionados. Los Vookers no tienen un enemigo en especial, eran rivales de toda criatura que se encontrara en su camino. Les encanta hacer travesuras y bromas, sacaban de quicio a los hechiceros, por lo que fueron expulsados de sus tierras y ahora viven esparcidos por el bosque. Un Vooker podía llegar a ser tan peligroso como un vampiro si era de un alto nivel como el diez.
No me doy cuenta de que hemos llegado hasta que escucho la puerta del lado de Monique abrirse, me arrastro por el asiento hasta salir del coche y corro un poco para alcanzar a Monique. Nos detenemos en un puesto de helados que se encuentra frente a la entrada del centro comercial, Monique pide su helado al sujeto con delantal que se encuentra detrás de la barra, este empieza a despacharle enseguida.
En eso algo logra llamar mi atención, se trata de un gato color crema con un mechón de color morado que lo atravesaba justo a la mitad, este pasa a mi lado y se posa en los pies del heladero. El hombre reacciona al instante y se pone furioso.
— ¡Shuu!... ¡Largo de aquí rata callejera!—dice el moreno realmente enfadado, alejando al gato y agitando sus pies, el gato huye de allí no sin antes gruñirle.
Cuando el gato se ha ido, el hombre suelta un bufido y sigue con su trabajo.
Me quedo observando como el gato desaparece entre los autos estacionados.
— ¿Quieres uno?—Monique sacude mi hombro. Niego la cabeza y entramos al centro comercial.
« ¡Hoy es el día mundial del Punk!»
Eso dijo Monique al darse cuenta de que ya nos habíamos topado a varias personas con el mismo aspecto del taxista, todos con lentes oscuros, me preguntaba si podían ver con ellos o siquiera distinguir unas formas de otras, es decir... son completamente negros.
Tal vez se trate de un evento o algo parecido.
Aun así lucían geniales, su aspecto los hacía destacar entre las personas haciéndolas lucir espectaculares con sus cabellos de distintos colores.
No me había dado cuenta de que estaba caminando sola, Monique ya no se encontraba a mi lado, miro por encima de mi hombro tratando de localizarla, y allí estaba ella, con las manos entrelazadas debajo de su nuca como si estuviese conmovida por algo, me acerco a ella tratando de mirar en la misma dirección, y cuando lo hago identifico a Rihanna y a Greg entre la multitud. Ella tiene los brazos alrededor de su cuello y el la sujeta de la cintura, con las narices juntas y los ojos cerrados.
—Aww...me dan cáncer—exclama Monique a mi lado.
Rihanna abre los ojos de golpe, a pesar de estar tan lejos ella sigue siendo un vampiro y podrá escuchar hasta nuestros hasta nuestras mismas respiraciones. Dejo salir un silbido cuando la fulmina con la mirada...Creo que hemos arruinado su momento. Greg sólo mira a Rihanna desconcertado, para luego pasear la mirada por todos lados en busca de algo que no logra encontrar.
—Creo que debemos dejarlos solos—digo nerviosa tomando el brazo de Monique y llevándomela lejos de allí.
Aunque para Rihanna y todos los vampiros, lejos sea cerca, arriba sea abajo y pequeño sea grande, simplemente ese es un mundo que jamás podré comprender y al cual no pertenezco.