Culpa tuya © (2)

By MercedesRonn

26.4M 1M 344K

¡Disponible los 16 primeros capítulos! Después de todo lo ocurrido el verano pasado, tras las peleas, los eng... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Epílogo

Capítulo 13

586K 23.3K 3.8K
By MercedesRonn

NOAH

Al despertarme aquella mañana lo primero que hice fue encender el móvil. La noche anterior me había dormido antes de poder contestar al último mensaje de Nick.

Abrí los mensajes y vi que me había enviado otro hacía cuatro horas. Sonreí como una idiota cuando vi la foto que me había enviado: eran él y Maddie, sacando la lengua y sonriendo para mí. Estaba tan guapo, con el pelo negro despeinado... y aquella niña tan parecida a él y tan diferente a partes iguales... Sabía que cuando volvía de ver a Maddie su estado de ánimo decaía y se pasaba varias horas de bajón y de mal humor.

Lo echaba de menos. Tenía unas ganas terribles de oír su voz y tenerlo aquí conmigo.

Por suerte mi madre tenía su propia habitación, así que estaba sola cuando cogí el teléfono y marqué su número. Esperé ansiosa a que me con- testara... En Estados Unidos era tarde, supongo que debía de estar durmiendo pero, aun así, esperé impaciente por oír su voz.

—¿Noah? —respondió al quinto tono.

—Te echo de menos —dije simplemente.

Escuché cómo se incorporaba y me lo imaginé encendiendo la lampa- rita de noche y pasándose la mano por la cara, despertándose para mí.

—No me despiertes para decirme eso, pecas —protestó soltando un gruñido—. Dime que te lo estás pasando bomba, que ni siquiera piensas en mí, porque, si no, este estúpido viaje no tiene ningún sentido.

Sonreí triste, apoyando la cabeza en la almohada.

—Sabes que me lo estoy pasando bien, pero no es lo mismo sin ti —repuse, sabedora de que, a pesar de lo que me decía, le gustaba que le dijese que lo echaba de menos—. ¿Qué tal con Maddie? —le pregunté deseando haber podido acompañarlo. Me encantaba ir con él y ver cómo era con su hermana: era un Nick completamente distinto, un Nick dulce, y paciente, divertido y protector.

Se hizo un silencio momentáneo antes de que volviese a hablar.

—Me la trajo mi madre —soltó en un tono que yo ya conocía demasiado bien—. Si la hubieses visto... tan estirada como una Barbie de cuarenta años, forzándome delante de la niña a tratarla como no se merece.

«Mierda, su madre.» Aún recordaba lo mal que se había quedado después de haberla visto brevemente en el hospital aquella vez que Maddie se había puesto enferma. La desesperación en su voz, sus ojos húmedos por haberla visto por primera vez en años...

—No debería haber forzado la situación de esa manera —comenté molesta. Entendía que su madre quisiese recuperar el contacto con Nick, al fin y al cabo era su hijo, pero no de aquella forma, poniéndolo entre la espada y la pared.

—No sé qué demonios quiere, pero no quiero tener que volver a verla, no me interesa saber nada ni de ella ni de su vida. —Su tono era claramen- te de cabreo pero también había algo de tristeza, la ocultaba bien; sin em- bargo, yo ya lo conocía lo suficiente como para saber que una parte de él ansiaba averiguar qué era lo que su madre tenía que decirle.

—Nicholas... ¿no crees que...? —empecé a decir con cautela, pero me cortó de inmediato.

—No vayas por ahí, Noah, no, ni hablar, ni siquiera lo vuelvas a intentar. No pienso hablar con esa mujer, no pienso volver a estar en la misma habitación que ella. —Su tono de voz daba miedo. Solo una vez había insinuado que quizá debería reencontrarse con su madre, dejar que se explicase o, por lo menos, intentar mantener una relación cordial, pero se puso negro de ira, había algo más que no me contaba, sabía que no la odiaba

como lo hacía solo porque lo hubiese abandonado siendo un niño, que ya era algo horrible, sino que había pasado algo, algo que sabía que no iba a contarme.

—De acuerdo, lo siento —convine intentando calmar las aguas. Escuché cómo respiraba agitadamente desde el otro lado de la línea.

—Ahora me gustaría hundirme en ti, olvidarme de toda esta mierda y hacerte el amor durante horas; maldita sea la hora en la que te marchaste.

Sentí cómo las mariposas revoleteaban en mi estómago al oírle decir eso; estaba cabreado pero sus palabras me encendieron por dentro. Yo también quería estar entre sus brazos, dejar que me recorriera el cuerpo con sus labios, sentir sus manos inmovilizándome contra el colchón, con firmeza, pero siempre con una infinita ternura y cuidado...

—Siento que este viaje sea tan horrible para ti, de verdad, a mí también me gustaría estar ahí contigo ahora mismo —le respondí intentando llegar a él con mis palabras, aunque sabía que Nicholas era una persona que necesitaba el contacto para poder sentirse bien, sentirse querido... No sabía si mis palabras iban a ser suficientes para hacerle comprender lo mucho que lo quería y lo mal que me sentía por saber que él estaba sufriendo por lo de su madre sin nadie a quien poder acudir salvo a mí, porque nunca hablaba de esto con nadie, ni siquiera con Lion.

—No te preocupes por mí, Noah, estoy bien —afirmó un segundo después. Una parte de él quería hacerme el viaje agradable y la otra, solo quería recriminarme que me hubiese marchado.

Escuché cómo mi madre se despertaba en la habitación de al lado. Habíamos dormido hasta tarde y si queríamos hacer todo lo que teníamos planeado para ese día, debíamos marcharnos.

—Tengo que irme —le informé, deseando poder hablar con él durante horas.

Se hizo el silencio al otro lado de la línea.

—Ten cuidado. Te quiero —soltó finalmente y me colgó.

El viaje estaba siendo una pasada, por mucho que echase de menos a Nick, no podía creerme que tuviese la suerte de estar en todos estos lugares maravillosos. Italia me había gustado mucho, habíamos visitado el Coliseo ro- mano y caminado por sus calles, comido tortellini y el mejor helado de frambuesa que había probado en mi vida. Llevábamos dos días en Londres y no podía estar más enamorada de la ciudad. Todo en ella me parecía sacado de una novela de Dickens; además, todos los libros que había leído a lo largo de los años estaban ambientados en esa metrópoli, eran en su mayoría historias románticas de época, en las que las mujeres paseaban por Hyde Park a caballo o a pie, siempre acompañadas de carabinas, por su- puesto. Los edificios eran elegantes, antiguos pero preciosos y con clase. Piccadilly, un hervidero de gente: ejecutivos con chaqueta y maletines, hippies con gorras de colores o simplemente turistas como yo, recorriendo aquel tráfico humano y admirando las luces de esa espléndida calle. Harrods me había fascinado, pero también había salido horrorizada por sus precios, aunque supongo que para alguien como los Leister que un bombón de chocolate costara diez libras no suponía ningún problema.

Mi madre estaba encantada con todo, igual de entusiasmada que yo aunque más acostumbrada, puesto que con William ya había visitado muchos lugares. Habían ido de luna de miel a Londres y después a Dubái durante dos semanas. Estaba claro que mi madre se encontraba en un escalafón superior al mío; me percaté por lo diferente que reaccionábamos ante lo que veíamos. Yo flipaba con todo y me quedaba alucinada con las cosas más simples; mi madre se reía de mí pero, en el fondo, sabía que por más sitios que hubiera visto siempre se sentiría afortunada por tener todo lo que ahora teníamos.

Los días pasaron y ya llevábamos casi dos semanas viajando; aún nos quedaba visitar Francia y España, y hasta entonces habían pasado tres días desde la conversación con Nicholas nunca había tenido que compartir habitación con mi madre. Siempre dormíamos en una suite con dos estancias separadas, pero en Francia se confundieron con la reserva, por lo que terminamos compartiendo no solo habitación sino también cama.

—¿Te gusta Francia? —preguntó mi madre mientras se quitaba los pendientes, ya con el pijama puesto; yo, por mi parte, estaba envuelta en una toalla y con el pelo chorreando, pues acababa de ducharme.

—La ciudad es preciosa —contesté mientras me vestía. Con la ropa interior puesta me giré hacia el espejo en donde mi madre se cepillaba el pelo y vi cómo sus ojos, a través del cristal, se detenían unos segundos en la cicatriz de mi estómago.

No debería haberme quedado con tan poca ropa delante de ella; sabía que se entristecía cada vez que tenía delante la prueba de que aquella noche casi me matan. Vi en sus ojos que malos recuerdos surcaban su mente y quise hacerla regresar a cualquier pensamiento alegre, antes de que se echara la culpa de algo de lo que no era responsable.

—¿Has hablado con Nicholas? —dijo un minuto después, cuando me metí en la cama ya en pijama y esperaba a que ella terminase de ponerse todas aquellas cremas que se había traído.

—Sí, te manda saludos —mentí intentando que no se me notara. La relación entre Nicholas y mi madre no estaba pasando por su mejor momento, por lo que intentaba evitar nombrarlos en las conversaciones que tenía con uno y con otra.

Mi madre asintió con la cabeza, pensativa.

—¿Eres feliz con él, Noah? —inquirió de pronto.

No me esperaba esa pregunta y me quedé callada unos instantes. La respuesta era fácil: claro que era feliz con él, más que con cualquier otra persona. Entonces recordé que tiempo atrás, cuando estuvimos en Bahamas y aún no salíamos juntos, Nick me había preguntado lo mismo: si era feliz, y mi respuesta había sido que allí con él, lo era. Pero ¿y cuándo no estábamos juntos? ¿Era feliz cuando no estaba con él? ¿Era completamente feliz ahora mismo estando en esta habitación, a kilómetros de distancia, a pesar de que sabía que me quería y que dentro de nada estaríamos juntos otra vez?

—Tu silencio es ensordecedor.

Levanté la vista de donde la había clavado y comprendí que había malinterpretado mi mutismo.

—No, no, claro que soy feliz con él; lo quiero, mamá —me apresuré a aclarar.

Mi madre me observó con el ceño fruncido.

—No pareces muy convencida —afirmó y creí ver cierto alivio en su mirada.

—El problema es que lo quiero demasiado —solté entonces—. Mi vida sin él no tendría ningún sentido, y eso es lo que me da miedo.

Mi madre cerró los ojos un segundo y se giró para mirarme de frente.

—Eso no tiene ningún tipo de lógica.

Claro que la tenía, era completamente en serio, con Nicholas me sentía a salvo, me protegía de mis pesadillas, me daba la seguridad que me había faltado a lo largo de toda mi vida: era la única persona a la que le contaría mis problemas. Así, cuando no estábamos juntos sentía que perdía el con- trol sobre mí misma, me envergaban pensamientos que no deberían existir y sentía cosas que sabía que no debería sentir.

—Tiene toda la lógica del mundo, mamá, y pensé que tú, de entre to- das las personas que conozco, lo comprenderías, ya que veo lo enamorada que estás de William.

Mi madre negó con la cabeza.

—Te equivocas, ningún nombre debería ser la razón de tu existencia,

¿me oyes? —De repente se le había ido el color de su rostro y me miraba con inquietante fijeza—. Mi vida giró en torno a un hombre durante mu- cho tiempo, alguien que no se merecía ni un minuto de este. Cuando estaba con tu padre creía que solo él era capaz de soportarme, llegué a creer que nunca nadie iba a poder quererme, que no podría estar sola sin él a mi lado.

Mi corazón empezó a latir aceleradamente. Muy pocas veces mi madre me había hablado de mi padre.

—El dolor que me infligía no tenía nada que ver con el miedo que sentía a estar sin él... Hombres como tu padre se meten en tu mente y hacen lo que quieren con ella. Nunca dejes que un hombre se apodere de tu alma, porque no sabes qué va a hacer con ella, si guardarla y venerarla o dejar que

se marchite entre sus dedos.

—Nicholas no es así —aseveré con las emociones a flor de piel. No que- ría oír eso de boca de mi madre, no quería que me dijese que había muchas posibilidades de que mi corazón volviese a estar hecho añicos. Nicholas me quería y nunca iba a dejarme, él no era como mi padre, nunca lo sería.

—Solo te advierto de que primero vas tú y después los demás... Siem- pre debes ponerte a ti por delante, y si tu felicidad depende de un chico hay algo que deberías replantearte; los hombres vienen y van, pero la felicidad es algo que solo tú puedes cultivar.

Intenté que sus palabras no me afectaran, que no entrasen en mí, pero lo hicieron, y tanto que lo hicieron. Aquella noche fue un claro ejemplo de ello: Me habían atado las manos y una tela me vendaba los ojos, impidiendo

que entrara nada de luz. Mi corazón latía enloquecido, el sudor frío recorría mi cuerpo y mi respiración, acelerada por el miedo, evidenciaba que estaba a punto de sufrir un ataque de pánico.

Estaba sola, no había nadie; la infinita oscuridad me rodeaba y, con ella, la razón de todos mis temores. Entonces, de repente, me quitaron la venda, las cuerdas ya no me ataban las manos y una intensa luminosidad entraba por una gran ventana. Salí corriendo hacia fuera, por un pasillo infinito y con una voz en mi interior que me decía que no debía seguir corriendo porque nada bueno me esperaba al otro lado.

Salí de todos modos y allí, rodeándome, me encontré con un montón de Ronnies apuntándome con una pistola. Me detuve, asustada, temblan- do, notando como el sudor empapaba mi camiseta.

—Ya sabes lo que tienes que hacer... —me dijeron todos los Ronnies a la vez.

Me volví hacia una pistola que reposaba sobre una caja rota de madera en el suelo. Con manos temblorosas la cogí y, tras unos segundos de vacilación y como una profesional, le quité el seguro, la levanté y me giré para enfrentarme a la persona que había arrodillada en el suelo, justo delante de mí.

—No lo hagas por favor... —me pidió mi padre, llorando, arrodillado en el suelo y mirándome aterrorizado.

La mano me empezó a temblar, pero no me eché para atrás.

—Lo siento, papá...

El estruendo del disparo hizo que abriera los ojos, pero no había sido eso lo que me había despertado, sino mi madre que a mi lado en la cama me zarandeaba asustada.

—¡Dios mío, Noah! —exclamó suspirando al verme abrir los ojos. Desorientada me incorporé. Estaba sudando y temblaba como una

hoja. Las mantas se encontraban enrolladas alrededor de mi cuerpo, como si hubiesen estado deseando ahogarme mientras dormía y no fue hasta que me llevé las manos a la cara cuando me di cuenta de que había estado llorando.

—He tenido una pesadilla... —dije temblorosa.

Mi madre me observó con sus ojos azules mirándome con miedo.

—¿Desde cuándo tienes pesadillas como esta? —preguntó mirándome como si de repente algo hubiese cambiado. Sus ojos ya no estaban en paz, esa mirada había vuelto a aparecer... esa mirada.

No iba a decirle que las pesadillas eran algo normal en mi vida, algo que solo conseguía esquivar cuando estaba con Nicholas. No quería que se preocupara, no quería admitir que soñaba que mataba a mi padre, que era yo la que apretaba el gatillo, la que provocaba que su sangre se derramara por el suelo...

Me levanté de la cama y fui directa hacia el baño. Pero mi madre me detuvo tomándome el brazo con fuerza.

—¿Desde cuándo, Noah?

Necesitaba alejarme de ella, necesitaba borrar de mi mente su cara de preocupación, no quería que se sintiese mal otra vez, no quería que nadie supiese lo que me estaba ocurriendo.

—Solo ha sido esta vez mamá, seguramente porque estamos en una habitación extraña... ya sabes, suelo ponerme nerviosa en lugares desconocidos.

Mi madre me observó con el ceño fruncido, pero no me detuvo cuando me zafé de su presa y me encerré en el baño.

Quería llamar a Nicholas, solo él conseguía calmarme, pero no quería tener que explicarle lo que había ocurrido, no a tanta distancia, no sabiendo que él no tenía ni idea de que tenía pesadillas.

Me mojé la cara con agua y simulé un gesto tranquilizador. Cuando entré otra vez en la habitación, ignoré la mirada dudosa de mi madre y volví a recostarme entre las sábanas.

«No lo hagas, Noah, por favor...»

Las palabras de mi padre siguieron sonando en mi cabeza hasta que no sé cómo, conseguí dormirme.

Quedaban cinco días para regresar. Estaba agotada, no solo físicamente sino también mentalmente. Necesitaba con desesperación dormir durante veinticuatro horas seguidas y eso solo iba a conseguirlo con Nick estrechándome entre sus brazos. Por suerte, no había vuelto a coincidir con mi madre en la misma habitación, pero las ojeras eran un recordatorio perfecto para que ella no se olvidase de lo ocurrido.

También estaba el pequeño problema de que aún no le había dicho que pensaba mudarme con Nick. Sabía que se iba a poner como una energúme- na, pero ya había tomado una decisión, no había nada que ella pudiese decir para hacerme cambiar de opinión.

Mi madre estaba más recelosa de lo normal, era como si intuyera que algo no estaba yendo como deseaba, que algo iba mal. Desviaba sus preguntas entremetidas a terrenos neutros pero sabía que en cuanto pusiésemos un pie en California ardería Troya. Por eso contaba los días para poder volver a ver a Nick. Con él podría enfrentarme a mi madre.

Después de tantos años, y con mi padre muerto, mi madre era incapaz de protegerme, porque todo estaba en mi mente, todo estaba en mi interior... y no tenía ni idea de cómo superarlo.

**¡Hola a todos!

¡Espero que disfrutéis de esta nueva versión mejorada de Culpa tuya! Para los que no lo sepáis, Culpa mía y Culpa tuya ha sido publicado por la editorial Montena, y está disponible en cualquier librería española. Para los que sois de fuera, podéis conseguir los libros por Amazon, itunes y cualquier plataforma de venta online. En cuanto sepa las fechas de publicación en Latinoamérica seréis los primeros en saberlo. :)

¡Gracias a todos por acompañarme en este camino! **

Podéis seguir las novedades en:

Instagram: mercedesronn

Twitter: mercedesronn

Facebook: Mercedes Ron Books

Youtube: Mercedes Ron

Continue Reading

You'll Also Like

926K 48.2K 36
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
106K 9.5K 69
Júlia Fort García es la hermana mayor del joven lateral del Fc Barcelona Héctor Fort,el club invita al equipo a un partido de la sección femenina,est...
57.7K 6.6K 15
クモ | 🕷 𝗚𝗛𝗢𝗦𝗧 𝗢𝗙 𝗬𝗢𝗨 . . . ━━ spider-verse fanfiction 🕷 Donde el destino de Gwen Stacy siempre seria encontrarse con un Peter Parker. Aun...
1.2K 156 66
"Tal vez estoy demasiado jodido para ser amado" - - Siento que pierdo el rumbo y no encuentro el horizonte, me siento desesperado, solo, inseguro y...