Antes de entrar en el coche, me da un beso en la mejilla y nos sentamos en los sillones. Empieza a sonar la radio, una canción que no tendria derecho ni a llamarse canción. Es penosa. Cojo y me pongo los cascos.
Al llegar nos dirigimos hacia el centro sin pronunciar ni una sola palabra.
+Oye mamá, podemos ir cada uno por su lado y después quedamos en algún sitio?
-Claro hijo, quedamos aquí mismo. Toma 100€.
+Gracias, hasta luego.
-Te quiero.
Camino hasta ver alguna tienda que me llame la atención. Entro en la tienda de Oasis, y empiezo a ver prendas que me gustan mucho. Voy hacia el provador con mucha ropa y entró en el primero que veo.
+¡Eh tú! ¿No ves que está ocupado?
Es la misma chica de esta mañana. Se me para el corazón en seco.
-Vaya, si eres tú. Per.. Perdón, lo siento mucho.
Me retiro y me voy hacia otro.
Me lo acabo comprando todo, y decido ir directamente hacia el sitio dónde he quedado con mi madre.
+Eh tú. ¿Nunca te han dicho que con prisas no se va a ningún lado?
Me giro y vuelve a ser... No sé ni su nombre, así que vuelve a ser la misma chica del callejón y del provador.
-¿Nunca te han enseñado a tener respeto hacia las personas que no conoces?
+Han "intentado" pero no han podido.
Acabo riendome.
-En fin, un placer haber coincidido contigo en sitios tan lógicamente públicos y normales.
+Jajaja lo mismo digo, adiós chaval.
Mi madre se queda sorprendida al verme con una bolsa enorme llena de ropa. Ella nomás lleva perfumes y champús. Nos vamos para casa y por fin me encuentro en mi sitio preferido, la cama.
No puedo parar de pensar en esa chica, no sé como puede llegar a ser tan diferente comparada con las otras. Parece que jamás se haya puesto pintalabios de esos resaltones para llamar la atención. Que con esa ropa sea ella misma. Y sobretodo por cómo me mira, con esos ojos que parece que lleven cosas increíbles que jamás haya contado a nadie.
No puedo creer que me esté pasando lo que creo. Será el alcohol.