Corazones de Papel; Kaisoo

By yuyusoo

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En donde Jongin y Kyungsoo tienen corazones de papel. ✧Nota: disfruté mucho escribiéndolo, espero que les gus... More

1. Tan enamorado, amor
3. Eres culpable
4. Mi obsesión, amigo

2. Es tu sonrisa

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By yuyusoo

Jongin pensaba que estaba acostumbrado, porque ya no le dolía tanto como al principio ser llamado de formas rudas, ni despreciado con la mirada. Creía que con Kyungsoo al final del camino todo estaría bien de todas formas.

Oh, equivocado estaba.

"Eres un marica, Jongin, un puto marica," su cabeza vuelve a ser hundida en el inodoro del baño, y esta no es la primera vez que está en esa situación—rodillas en el suelo, manos sostenidas atrás suyo y cabeza tirada hacia atrás por el cabello.

"Por favor," intenta decir, pero nuevamente su cabeza se halla bajo agua.

"¡Cállate, pedazo de mierda!"

Una patada llega su costado, sin piedad alguna al parecer, reviviendo el dolor de la marca que ya estaba a medio sanar y desde su garganta sale un quejido alto de dolor.

Con cada golpe, Jongin piensa en Kyungsoo; en las muestras de afecto, en los toques livianos y roces seguidos de sonrisas tímidas, esa sonrisa que le hace revolverse en su interior por gusto. El dolor persiste, y cuando es tirado a un costado de un puñetazo en la cara sigue pensando en esa última vez que se vieron y cómo tomaron sus manos y entrelazaron sus dedos mientras hablaban, casi sin darse cuenta de lo que hacían. Ahora no podrá ver a Kyungsoo en unas semanas por culpa de esto, la excusa de haberse golpeado por accidente en el rostro ya sería demasiado, y definitivamente los accidentes no pueden ser usados dos veces en un mes.

Otra patada, esta vez más abajo, en su estómago.

Son tan solo dos esta vez quienes lo tienen retenido después de la escuela, no uno o tres, incluso cuatro, como otras veces. Pero Jongin no sabe si eso es mejor o peor, en realidad. Uno ríe repulsivamente y lo sigue insultando verbalmente, el otro continúa pegándole en el suelo como si estuviese desquitándose con el mundo. Sangre comienza a salir de una herida en la orilla de su boca, pero el pensamiento de Kyungsoo no lo abandona. Es por él; todo sea por él. Jongin no puede negar su amor, y es por eso que cada vez que le preguntan si no se arrepiente que le guste un hombre, sigue dando la misma respuesta.

"Nunca podría."

A pesar de que esas palabras son las que lo mantienen en el suelo ahora.

"¡Eh! ¿Qué tenemos aquí?"

Con un esfuerzo, abre los ojos para darse cuenta de que uno de los chicos ha vaciado su mochila y tiene en sus manos un sobre de cartón que está cerrado, con una cinta de regalo fuera de él y una tarjeta que cuelga y dice "♥Do Kyungsoo♥" en letras de su mismo puño.

"¡No, eso no, por favor!" dice con ojos que se humedecen y nublan cuando se da cuenta de que, por más que lo pida, por más que intente luchar, no podrá hacer nada para evitar que lo destruyan tal y como intentan hacerlo con él.

Su declaración de amor—100 corazones de papel. Doblados de tal forma que parecen sobres pequeños cada uno. Sobres que contienen una declaración de amor en cada uno—100 declaraciones de amor.

El papel es un material tan débil.

Cuando cae el primero, roto en pedazos justo al lado de su cara, alcanza a leer solo una palabra y sabe que es el que hablaba sobre lo deliciosa que es su voz cuando habla, cuando susurra contra su oído y se ríe. El siguiente es el que contaba lo alocado que se ponía su pulso cada vez que estaba muy cerca, cada vez que su rostro de una u otra forma quedaba cerca del suya, y su boca, oh, deseables labios. El chico lee algunos en voz alta y se ríe, fuerte, tan desagradablemente que le llegan a dar náuseas, pero no está seguro de si es por el sonido o los golpes en el estómago. Quizá ambas razones.

Cuando se aburren, lo cual sucede cerca de veinte minutos después, ni siquiera llevan la mitad de los corazones de papel y optan por quemarlos, justo a su lado—con un encendedor quemar todas las ilusiones y trabajo de meses, que apenas ese mismo día había terminado. Que apenas esa tarde, pensaba enviar por correo como una sorpresa de un chico totalmente hipnotizado de los encantos infinitos de su mejor amigo.

"Pero qué mariconada, Jongin. Me das asco," dice uno para finalizar, dejándolo tirado en el suelo del baño, con las baldosas llenas de sangre, lágrimas, agua y cenizas. Es primera vez que esto llega tan lejos.

Solloza audiblemente, como nunca antes lo ha hecho; porque Jongin intenta no llorar cuando lo golpean, al menos no en voz alta.

Piensa que ha acabado, pero oh, equivocado estaba.

Uno de los dos se devuelve rápido y levanta su pie, dejándolo caer con toda la fuerza posible sobre una de las muñecas de Jongin, haciendo que suene algo dentro de ella; algo que no debería tronar de esa forma.

"Intenta ser normal, ¿sí? Nadie quiere a gente como tú." Y le escupe justo en el rostro.

Jongin toma su brazo con su otra mano y continúa llorando, esta vez con aún más fuerza, porque por primera vez, el dolor físico ha superado la seguridad de sus pensamientos—titubea.

Jongin reía de la estupidez humana. Pero esta ocasión, por primera vez, no rió.

♥♥♥


Dos meses completos.

Eso pasó sin que Jongin contestase una sola llamada, ni un solo mensaje, ni abriese su boca una sola vez para expresar alguna idea u opinión ni quiera con su madre, quien tuvo que limitarse a llorar con su hijo cuando éste llegó totalmente destrozado porque no le diría nada; con una mano disfuncional temporalmente y la otra apretada con fuerza en un puño que no soltó incluso luego de desaparecer en su habitación y cerrar con llave, como si guardase algo sumamente preciado en ella. Una semana fue la que faltó al colegio, y apenas salió de su pieza para comer, si es que había suerte, o permanecer en el baño por horas. Lo único que le permitió a su madre fue llevarlo a un hospital para que vendaran su muñeca y cerraran una herida que quedó en su hombro. No hizo una sola expresión cuando le dijeron que tenía una contusión en la zona de sus costillas.

Jongin no respondió preguntas, ni una sola, aún cuando si lo hubiese hecho, los culpables pudiesen haber sido castigados. Jongin simplemente no podía; no era capaz de abrir su boca, no era capaz de expresar nada. Al terminar el primer mes, solamente, comenzó a dejar que su madre cuidase de él y lo mimase con caricias maternales y palabras reconfortantes. Un consuelo que se dio cuenta que necesitaba más que nunca.

Durante ese tiempo, sin embargo, se encerró en su pieza y le pidió a su madre que por favor no dejase que Kyungsoo entrase cuando sintió el auto del padre del chico sorpresivamente aparcar afuera de su casa un fin de semana. Sin previo aviso. Subió a su pieza y escuchó en un estado casi desesperado cómo su madre le explicaba que lo sentía, pero que no podía dejar que Kyungsoo entrase porque las cosas no estaban bien. Tembló, y sudó, pero no lloró, y se tapó los oídos cuando la voz de Kyungsoo apareció gritando desde la puerta, diciendo que no le hiciese esto, a él no, y que no entendía nada, pero que volvería a intentarlo en unas semanas.

Jongin golpeó la pared con su pie, volteó su velador, y botó todas las cosas de su escritorio cuando Kyungsoo finalmente se fue.

♥♥♥


El tercer mes, recién cumplido, fue cuando lo vio. Estaba esperándolo en la entrada de su escuela, con el uniforme de su propio colegio y todavía no se daba cuenta de que Jongin lo observaba, congelado, desde lejos.

Durante esos meses no había recibido un solo comentario de sus compañeros, un solo golpe, una sola mirada, todos pasaban de él como si fuese nada. Y se dio cuenta de que le gustaba.

Pero Kyungsoo estaba aquí ahora.

Ve su perfil solamente, ve sus ojos mirando al suelo, ve sus manos apretándose y soltándose en el material de su camisa, como hace cuando se encuentra nervioso. Ve lo delgado que está, más incluso que la última vez. Su corazón se aprieta. Kyungsoo es tantas cosas; fuente de felicidad y dolor. Pero si lo ven con un hombre ahora, volverá el dolor.

Los ojos de Jongin van a su propia muñeca con solo vendajes, ya recuperándose de la fractura.

Jongin no sabe por qué; no es el—o puede que sí. Pero decide simplemente seguir caminando, rápido, justo al lado de Kyungsoo sin dirigirle una simple mirada incluso cuando escucha una inhalación hecha por la boca y las pisadas tratando de alcanzarlo y abrirse paso entre la muchedumbre de otros estudiantes. Jongin camina tan rápido que comienza a trotar, ignorando los "¿Jongin? Jongin, espera. Por favor", que lo siguen, y solo cuando sabe que está alejado de los ojos juzgadores, baja su velocidad pero no se detiene. Kyungsoo llega a su lado. La primera impresión es fuerte, porque las mejillas de Kyungsoo comienzan a estar hundidas, su cara se ve pálida, como si el trotar a su paso le hubiese significado un esfuerzo grande. Sus ojos son bordeados por una sombra que antes no estaba ahí, y de cerca se nota mucho más su delgadez que ya bordea la línea saludable.

Pero Kyungsoo sigue siendo él; un todo, una pieza de arte robada de un museo.

"Jongin," murmura cuando toma todo lo que es el chico ahora con su mirada; su muñeca vendada, su labio aún mostrando un último rastro de golpes y el cardenal a punto de desaparecer igualmente en su mejilla. Kyungsoo se pone frente a él, y el más alto intenta esquivarlo pero el chico lo afirma por los brazos y le hace detener. Jongin solo se lo permite porque sabe que nadie vive en esa dirección, ya cerca de su casa; sabe que nadie los verá, pero aún así toma a Kyungsoo de un brazo y lo arrastra hasta un callejón a apenas unos metros, oscuro y sin rastro de personas.

Los ojos de Kyungsoo están mojados.

"Jongin, Jongin, Jongin," repite sin cansarse, y se sujeta a él como si no lo hubiese visto en años, enterrando su cabeza en su pecho y sollozando con libertad. "Tonto. Te odio, te odio tanto, tanto." Sus hombros tiemblan incontrolablemente, y puede sentir la humedad sobre su camisa. Era extraño que Kyungsoo llorase. La última vez que lo hizo fue cuando su madre cumplió tres años desde su muerte; y Kyungsoo en ese entonces tenía trece.

Quería consolarlo, decirle que lo sentía, pero las palabras seguían siendo difíciles para él de pronunciar todavía. Aún estaba el peligro de que fuese visto, sus ojos seguían mirando por el callejón hacia la calle por si pasaba alguna persona con el mismo uniforme que él.

Luego de unos minutos llegaron a la casa, con Kyungsoo sollozando en su manga pero más despacio, y su madre parecía no muy sorprendida de ver a Kyungsoo; ella sabía.

Tomaron un té caliente, subieron y se sentaron en silencio uno al lado del otro. Ninguno preguntó nada, y de alguna forma y otra supieron que estarían igual que antes. Puede que no exactamente igual, pero al menos seguirían hablando y viéndose.

Lo único pronunciado fueron palabras que a pesar de haber sido dichas antes, ahora tenían otro significado.

"Ten más cuidado, ¿sí?" dijo Kyungsoo, como si fuesen accidentes los culpables de todo en vez de golpes.

"Sí."

"Estoy aquí, ¿sí?" dijo Jongin, como si Kyungsoo no estuviese a punto de la desnutrición y continuase sin ser capaz de calmarse.

"Sí."

♥♥♥  

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