Culpa tuya © (2)

By MercedesRonn

26.3M 1M 344K

¡Disponible los 16 primeros capítulos! Después de todo lo ocurrido el verano pasado, tras las peleas, los eng... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Epílogo

Capítulo 10

537K 24.9K 10.2K
By MercedesRonn

NICK

—Ni de coña —dije rotundamente.

Estábamos aparcando delante de un refugio de animales.

—Dijiste cualquier cosa —contestó la loca de mi novia bajándose del coche y tan ilusionada como si tuviese cinco años.

—Me refería al sexo.

Noah se rio, como si mi proposición fuese de lo más insólita.

—Lo sé —afirmó entonces—. Pero como esto se trata de mí y no de ti, me vas a comprar un gatito.

¡Joder, otra vez con lo del puto gato! Odiaba los gatos, eran idiotas, no se les podía enseñar nada y, encima, eran melosos, todo el día encima de ti. Prefería los perros, ¡mierda, prefería a mi perro!, al perro que había tenido que dejar en casa de mi padre porque en mi bloque de pisos no se permitían animales grandes.

—Te he dicho mil veces que no pienso tener un puto gato en mi apar- tamento.

Noah clavó sus ojos llameantes en mí, se echó el pelo hacia atrás y antes de que empezara con su incesante cháchara, la cogí atrapándola contra mi pecho y le tapé la boca con la mano.

—No voy a comprar un gato. Punto.

Su lengua empezó a chupetearme la mano para que la soltase, le di un apretón en el costado y me recordó a mí mismo aquella mañana. Ambos teníamos unas cosquillas infernales.

La solté antes de que perdiera los nervios.

—¡Nicholas! —chilló sofocada y con las mejillas rojas.

Elevé las cejas a la espera de lo que tuviese que decirme; estaba tan ado- rable con ese vestido que llevaba... Se lo habría arrancado allí mismo, pero me contuve.

—Me has llenado de babas —la acusé limpiándome la mano en el pan- talón.

Ignoró mi comentario y me fulminó con sus ojos gatunos.

—Está bien, de acuerdo, si no quieres comprarme un gato, lo compraré yo misma, ya ves lo que me cuesta —replicó para, acto seguido, girar sobre sus talones y entrar en el infierno de cualquier hombre, sin lugar a dudas.

La seguí exasperado y automáticamente el olor a animal y a excremento me llenó los sentidos. Ruidos de animales, de hámsteres correteando y gatos maullando me llegaron a los oídos y tuve que contenerme para no sacar a rastras a Noah de aquel sitio.

Ignorándome olímpicamente, se dirigió al dependiente que había tras el mostrador. Era joven, seguramente de su edad, y nada más verla sus ojos se iluminaron.

—¿En qué puedo ayudarla?

Noah me miró un segundo y, al ver que no tenía intención de hacer nada, se giró con indiferencia hacia el dependiente.

—Quiero adoptar un gato —contestó resuelta.

Me acerqué a ella cuando el dependiente salió del mostrador con una inmensa sonrisa, dispuesto a venderle el mundo, estaba claro.

—Por aquí —dijo indicándole un pasillo—. Justo ayer recogimos a unos cuantos gatitos de un aparcamiento, los habían abandonado y no tie- nen más de tres semanas.

Un «¡oh!» infinito y de lástima salió de los labios de Noah. Puse los ojos en blanco mientras el capullo nos llevaba hacia donde había muchas jaulas con gatos de todos los tamaños y colores. Algunos estaban dormidos, y otros jugaban o, simplemente, maullaban dando el coñazo.

—Son estos de aquí —anunció el tío señalando hacia una jaula que

había al final. Noah fue directa hasta allí como si se tratara de un tesoro mágico.

—Son superpequeños —comentó con esa voz rara que ponen las tías cuando hablan con cachorros o bebés.

Me acerqué hacia donde estaba y miré los cuatro gatos roñosos que había encima de una manta. Tres eran de color gris y manchitas blancas en las patas o en la cabeza, y el cuarto era completamente negro. Me dieron mal rollo de inmediato.

—Mira cómo juegan —dijo el dependiente poniendo voz de tía. Lo fulminé con la mirada y me acerqué más a Noah.

—¿Puedo coger uno? —le pidió Noah utilizando todos sus encantos de mujer. Quise sacarla de allí a rastras y de inmediato.

—Claro, el que tú quieras.

¿Y cómo no? ¿Cuál eligió Noah? El negro, por supuesto.

—Es el más tranquilo de todos, aún no lo he visto jugar desde que lo hemos traído.

Los otros tres no se estaban quietos, se tiraban unos encima de otros y se daban con sus patitas en la cara. Estaba claro que al pobre lo habían acosado intensamente.

Noah se llevó el gatito al pecho y empezó a acariciarlo como una madre a su bebé. En cuanto el puñetero gato empezó a ronronear, supe que no tenía nada que hacer.

Suspiré profundamente.

—Oh, mira, Nick —dijo mirándome con ojos tiernos.

El gato era feo de cojones, era negro y tenía los pelos de punta, pero sabía que Noah no iba a escoger al gatito más mono o al más juguetón: iba a elegir al desvalido, al que habían dejado de lado, al que nadie quería... Aquello me recordó a mí mismo.

—Joder, vale, puedes quedarte con el puto gato —cedí. Una senorme sonrisa se dibujó en su rostro.

El dependiente nos condujo hacia el mostrador y tuve que firmar un

montón de papeles en donde me comprometía a cuidar del gato y hacerme cargo de sus vacunas y demás chorradas. Noah empezó a recorrer la tienda y en cuanto volvió iba cargada de cursiladas para el animal sin nombre.

—¿Eso piensas comprarlo tú? —la pinché. Me importaba una mierda el dinero, solo quería fastidiarle el subidón.

—Dijiste lo que quisiese —me recordó colocando un collar, unos cuencos para la comida y una cama mullida de color azul sobre el mostrador.

El gato del demonio estaba en una jaula pequeña que nos dieron para que pudiésemos llevárnoslo.

—Espero que se adapte bien a vosotros y que lo disfrutéis —nos deseó el dependiente mirando solo a Noah—. No os olvidéis de llevarlo al veterinario dentro de unas semanas cuando ya tenga la edad para ser castrado y vacunado.

Cada vez sentía más pena por el animal.

Diez minutos después estábamos yendo a mi apartamento. Por fin iba a poder estar con ella y proponerle lo que llevaba pensando desde hacía meses.

Me volví para mirarla y una sonrisa involuntaria apareció en mi semblante. Parecía mi hermana pequeña con un muñeco nuevo.

—¿Qué nombre le vas a poner? —pregunté mientras salía de la auto- pista y me encaminaba hacia el bloque donde estaba mi apartamento.

—Hum... aún no lo sé —contestó acariciando a Sin Nombre con cuidado.

—No le pongas Nala o Simba ni ninguna de esas mariconadas, por favor —le pedí aparcando en mi plaza. A continuación, bajé del coche y fui a abrirle la puerta.

Noah ni me miraba, embobada como estaba. Fulminé con la mirada al animalito que me había quitado el protagonismo.

—Creo que le voy a llamar N —anunció entonces, mientras nos subía- mos al ascensor.

—¿N? —repetí con incredulidad. ¡Dios, había perdido la cabeza!

Noah me miró sintiéndose ofendida.

—N, por ti y por mí, Nick y Noah —aclaró. Solté una carcajada.

—Creo que el café de hoy se te ha subido a la cabeza.

Me ignoró deliberadamente mientras entrabamos a mi apartamento. Por fin en casa. Era en el único lugar donde me sentía tranquilo y me

encantaba tener a Noah solo para mí.

—Vas a tener que cuidarlo cuando yo no esté —comentó soltando al gato en medio del salón y observando cómo este investigaba la habitación.

—Ni lo sueñes. Tu gato, tu responsabilidad —aseveré dejando todos los chismes en el suelo.

Me miró con cara de circunstancias y la atraje hacia mí antes de que empezásemos a discutir otra vez.

—Solo tú consigues que ceda en este tipo de cosas —afirmé inclinándome para besarle el cuello. Noah se movió para darme mejor acceso. Su piel era suave y olía tan bien... Vi las marcas que había dejado... Me gustaba, me encantaba ver las marcas de mis besos en su piel, pero nunca lo admitiría en voz alta, ya que eso me traería muchos problemas.

—¿Y si te dijese que me encanta la idea de compartir un animal contigo? —me soltó entonces y me eché hacia atrás para poder mirarla a la cara. Se encogió de hombros como sintiéndose culpable—. Va a ser nuestro. Nuestro gatito, de los dos, somos sus padres.

Respiré hondo cuando la oí decir eso. Sabía que detrás de esa frase se escondía algo mucho más profundo, algo que sabía que la perseguía siempre, algo que me hacía hervir la sangre.

Le di un beso tierno en los labios.

—Está bien, cuidaré de K —admití tomándole el pelo y quitándole hierro al asunto.

Me dio un manotazo.

—¡Se llama N!

Me reí y la levanté hasta sentarla sobre la encimera de la cocina.

—Hay algo de lo que quería hablar contigo —le comenté repentina- mente nervioso.

Noah me miró con curiosidad.

Joder, no tenía ni la menor idea de cuál iba a ser su reacción.

—Quiero que vengas vivir conmigo cuando empieces la facultad.

**¡Hola a todos!

¡Espero que disfrutéis de esta nueva versión mejorada de Culpa tuya! Para los que no lo sepáis, Culpa mía y Culpa tuya ha sido publicado por la editorial Montena, y está disponible en cualquier librería española. Para los que sois de fuera, podéis conseguir los libros por Amazon, itunes y cualquier plataforma de venta online. En cuanto sepa las fechas de publicación en Latinoamérica seréis los primeros en saberlo. :)

¡Gracias a todos por acompañarme en este camino! **

Podéis seguir las novedades en:

Instagram: mercedesronn

Twitter: mercedesronn

Facebook: Mercedes Ron Books

Youtube: Mercedes Ron

Continue Reading

You'll Also Like

1M 165K 151
4 volúmenes + 1 extra (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso justo...
806K 35.4K 48
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
340K 21.3K 29
Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su h...
98.4K 2.6K 13
Dicen que cuando eres diferente, eres raro. Cuando tienes gustos diferentes también dicen lo mismo.. Pero, ¿qué pasaría si mis gustos son un poco ext...