El desayuno en la residencia de los Salvatore, había sido vergüenza tras vergüenza, ahora estaba cómodamente debajo de las cobijas en mi habitación, no podía pegar el ojo. El simple hecho de saber que a Dylan y a mi nos divide una pared, me deja sin poder concebir el sueño, suspire resignada a no poder dormir esa noche.
Haberlo visto enfadado al pensar que otro me había tocado, donde solo el lo había hecho, me hizo sonreír por unos segundos, me quede mirando el techo, sin saber que hacer no podía dormir pero tampoco quería salir de mi habitación, así que así me quede mirando el techo perdida en mis pensamientos.
-dime que no te a tocado-dijo Dylan encima de mí, no sé cuándo, no se a qué hora, pero aquí estaba en mi habitación enzima de mi.
-pero ¿Qué te pasa?-dije asustada.
-dímelo -pidió de nuevo, su voz esta vez se escuchó estrangulada.
-porque quieres que te lo diga-dije confundida.
-porque muy a duras penas puedo tolerar que él te bese, te abrase, pero jamás... escúchame... jamás voy a dejar que te toque donde solo yo te he tocado-dijo subiendo su mano por mi pierna-que bese-dijo besando mi cuello-donde yo he besado.
-Dylan... por favor-dije empujándolo por los hombros.
-porque quieres que pare-dijo mirándome a los ojos.
-porque te vas a casar con mi hermana-dije con la voz ronca sé que si no se va en pocos minutos esto acabara mal y no quiero eso no lo quiero.
-pero eso lo puedes evitar tu-dijo bajando los labios lo suficiente para rosarse con los míos- escápate conmigo... esta misma noche dejemos todo, seamos solo tú y yo nadie más solo tú y yo.
De verdad él se quería escapar conmigo de verdad quería una vida conmigo, todo esto era real, no estaba jugando de eso estaba segura.