Unplanned

By thespiderniam

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Matt Adams sabe que él no nació para el romanticismo, ese gen simplemente no se encuentra en su ADN y punto... More

Personajes + Booktrailer
Sinopsis
Capítulo 1 - Alternativa elegida
Capítulo 2 - Huésped no deseado
Capítulo 3 - Murallas elevadas
Capítulo 4 - Mimado
Capítulo 5 - Ryan Neill
Capítulo 6 - Delirios de princesa
Capítulo 7 - Causa y efecto
Capítulo 8 - El viejo Jack está prohibido
Capítulo 9 - Encuentros inesperados
Capítulo 11 - Más
Capítulo 12 - Lluvia para corazones fríos
Capítulo 13 - Una oportunidad
Capítulo 14 - Cine al aire libre
Capítulo 15 - Vulnerabilidad y acercamiento
Capítulo 16 - Papas quemadas
Capítulo 17 - Rompiendo la burbuja
Capítulo 18 - Las cosas sucias se lavan
Capítulo 19 - Mis chicas favoritas
Capítulo 20 - Cosas por hacer antes de morir
Capítulo 21 - Decidido
Capítulo 22 - Lindo y risas
Capítulo 23 - El beso en el tejado
Capítulo 24 - Hasta siempre
Capítulo 25 - La pequeña semilla
Capítulo 26 - Hablando de un idiota
Capítulo 27 - Primera cita
Capítulo 28 - Inesperada valentía
Capítulo 29 - Visita indeseada
Capítulo 30 - Experimentando
Capítulo 31 - Agradable sorpresa
Capítulo 32 - Estrellas en el firmamento
Capítulo 33 - Más que sólo querer
Capítulo 34 - Pesadilla
Capítulo 35 - Trastornado
Capítulo 36 - No mi bonita
Capítulo 37 - No otra vez
Capítulo 38 - Te extrañé
Capítulo 39 - Pequeños momentos
Capítulo 40 - Perdóname
Capítulo 41 - Los miedos de un hombre
Capítulo 42 - Fuerte y profundamente
Epílogo

Capítulo 10 - Desesperada

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By thespiderniam


◆ALLIE◆


Mis labios se separan ligeramente y el aire entra de golpe a mi sistema, haciéndome parpadear y soltar un jadeo bajo.

—¿Allie? —oigo la voz de Ryan llamándome, por lo que volteo a verlo. Él ha dejado a Grace en el asiento trasero de la pickup y está mirándome con el ceño fruncido, preocupado—. ¿Te encuentras bien? —me pregunta, a lo que yo niego con la cabeza, agachando la mirada un breve momento para ver el cono de helado, que antes comía, desparramado en el suelo.

Intento hablar, pero mi voz no sale de mi garganta. Mis ojos, inevitablemente, corren nuevamente a encontrarse con Matthew Adams. Él sigue mirándome fijamente, parece aturdido con la boca un poco abierta. Cuando mi mirada se cruza con la suya, él finalmente la aparta.

—Espera un segundo —consigo decirle a Ryan, quien sigue preguntándome qué es lo que está mal.

Él no parece contento con mi respuesta, sin embargo detiene la verborrea y esto ayuda a que mis pensamientos se organicen un poco. Me doy cuenta de que estoy temblando cuando intento dar un paso hacia la calle, para alcanzar a Adams. Él me mira a los ojos por unos segundos más y luego desaparece por completo cuando el bus se detiene frente a él. Me sostengo, apoyando una mano en el cofre de la pickup de Ryan, y veo a través de las ventanillas del bus como Matthew sube y se acomoda en uno de los primeros asientos. Él no vuelve a mirar hacia aquí, por lo que un minuto después el autobús comienza a traquetear, alejándose de nosotros.

Mierda.

Siento a Ryan sujetarme por los hombros y girarme hacia él, su mano me acaricia un lado del rostro y yo parpadeo.

—¿Alexis? —me mira muy seriamente—. ¿Ese de allí era...?

Asiento.

—Matthew Adams. Joder, ¡era Adams! —chillo en voz baja, consciente de que Grace se encuentra pendiente de todos mis movimientos desde la camioneta—. Él... Dios, él no puede mencionar esto en casa. Si... Si mi padre...

Contengo la respiración nuevamente y niego con la cabeza. Ryan me rodea entre sus fuertes brazos de forma protectora y besa mi frente.

—Él no puede hacer nada si quieres convivir con Grace y Elena —murmura, dándome unas palmaditas en la espalda para reconfortarme—. Tal vez es hora de que Isaiah comprenda que se ha equivocado. Y, sea como sea, Lena es su hija y Grace su nieta.

—Tengo que ir a casa —murmuro, luchando con las lágrimas que pugnan por correr libres por mis mejillas—. ¿Puedes...? —miro hacia Grace, quien a su vez está mirándome con sus cejas enarcadas mientras se muerde las uñas de una mano—. ¿Pueden ir por Lena sin mí?

Ryan me estudia por un largo minuto, como dudando, pero al final suspira, pasándose una mano por el cabello, y asiente.

—Me haré cargo —me asegura, a lo que yo asiento también.

Sorteo a Ryan en mi camino y me dirijo a la pequeña demonio de Tasmania. Ella se quita el cinturón de seguridad con cuidado de no tirar su helado, sin embargo resulta algo imposible. Alguien tendrá que lavar la camioneta de Ryan de nuevo. Grace se hinca en el asiento, apoyando los codos en el espacio de la ventanilla y sacando parte de su cuerpo al exterior.

—Oye, Tas —trato de sonar alegre mientras le revuelvo sus risos color cobrizos y ella se queja—. Tengo, um, una cosa que hacer de repente. Irás con Ryan a buscar a mamá, ¿vale?

Ella hace un puchero con los labios.

—Tía Al...

Le doy un toquecito en la nariz con mi dedo índice y me inclino a besar su frente.

—Te prometo que mañana llegaré más temprano y podremos jugar más... ¿sí? —suspiro, dando un paso hacia atrás—. Te quiero, Tas. No vuelvas loco a Ryan, ¿vale?

Ella suelta una risita, deshaciéndose de la expresión de tristeza.

—¡Te quiero! —responde, enviándome un beso volado con sus labios fruncidos.

Le sonrío y miro hacia Ryan. Él no deja de verme con preocupación.

—Dile a Lena que le llamo más tarde, por favor.

Él asiente y yo me apresuro a levantar la mano para detener el taxi que está pasando. Afortunadamente el conductor me ve, así que pronto me encuentro en el camino a casa.

Mientras vamos hacia allí veo el viejo camión de Daisy, por lo que cuando bajo del taxi en la puerta de mi casa sé que él no ha llegado. Lo espero junto a una de las columnas de la verja. Miro hacia la casa, las luces están encendidas y la camioneta de mamá está allí, al igual que el auto de papá. Demonios.

Muerdo mis uñas, nerviosa, y unos minutos después el ruidoso autobús se detiene. Adams baja por la puerta trasera mientras Daisy está diciéndole algo que no alcanzo a oír.

Lo observo acercarse y abrir la cerradura distraídamente. Bueno, este es el momento de enfrentarlo. Me tomo una bocanada de aire profunda y, cuando él está de espaldas cerrando la entrada, me le acerco.

—Adams...

—¡Oh, mierda! —grita al tiempo que se gira hacia mí y me mira como si fuera un fantasma o algo parecido.

Evidentemente no estaba esperando encontrarme allí.

Ruedo los ojos y hago una mueca mientras me cruzo de brazos.

—Tenemos que hablar —digo, sin poder evitar que la declaración me sepa amarga.

—Me has metido un buen susto, brujita —murmura, ignorando lo que le he dicho y volviéndose un segundo a quitar las llaves de la cerradura. Cuando sus ojos azules me miran de nuevo, él parece más relajado—. ¿Hablar sobre qué?

Joder. ¡No es como si él no supiera que es por lo que vio hace un rato! Parece como si quisiera fastidiarme al hacerme explicarle la situación. Lo veo enarcar una ceja y, como sigo sin responderle, comienza a caminar hacia la casa.

—¡Adams! —grito, esperando que solo me haya escuchado él—. Espera.

Se detiene, voltea y se cruza de brazos también. Le alcanzo con un par de zancadas rápidamente. Durante al menos un minuto le miro a los ojos, odiando la situación. Hace mucho que mi padre no anda por el pueblo ni habla con la gente que solía hablar, se refugia en su trabajo, mayormente con los Neill, para evitar oír cosas desagradables. No me importa eso, en realidad me parece bien ya que el hecho de que él odie ir al pueblo y hablar con la gente me hace sentir menos preocupada acerca de que alguien pueda decirle que me voy andando por ahí con mi hermana o mi sobrina. Pero entonces Matthew Adams tuvo que ser el que nos encontró. Y él es de esas jodidas pocas personas que tiene la oportunidad de arruinar todo comentándoselo a mi padre.

—¿Entonces quieres hablar —dice, sacándome de mis pensamientos— o solo vas a observarme como si desearas arrancarme la ropa en cualquier momento?

Aprieto los puños, dándole una mirada irritada. Él tiene serios problemas para identificar los deseos en las miradas de los demás. Definitivamente si él supiera hacerlo correctamente se daría cuenta que mi deseo hacia él tiene más bien relación con ahorcarlo o golpearlo muy fuertemente.

—Vamos a hablar, idiota —gruño de mala gana—. Pero no aquí.

Él entorna sus ojos, observándome a través de sus largas pestañas.

—Tú primero —dice, señalando hacia la casa.

Niego con la cabeza.

—Sígueme. —Es la única indicación que le doy antes de comenzar a ir hacia el granero. Empero, no me detengo allí. Cuando compruebo que él está caminando detrás de mí, sigo andando hasta el área boscosa que se encuentra antes de llegar al riachuelo, que es nuestro destino. Nos toma algo de tiempo.

Matt está varios metros por detrás, así que me detengo a esperarlo con los brazos cruzados y un inevitable ceño fruncido en mi cara.

—Bueno, ¿de qué se trata? —dice cuando me alcanza, su rostro ligeramente perlado por el sudor—. ¿Me estás llevando a lo oscurito para violarme o quieres enseñarme que eres una mujer vampiro que brilla bajo la luz de luna?

—¿Qué? ¿Mujer vampiro que brilla con la luz de la luna? —repito, negando con la cabeza—. Ay, Adams, eres un idiota. En serio que sí.

Él se inclina hacia mí, encogiéndose de hombros.

—Supongo que entonces es por lo primero, ¿no? —me guiña un ojo, acrecentando mis ganas de ahogarlo en el riachuelo a la primera oportunidad—. ¡Grhhhh! Me gusta cuando son traviesas.

—Ya cállate y sigue caminando —le ordeno, poniendo los ojos en blanco.

Atravesar la arboleda no te lleva mucho tiempo si conoces los atajos, por lo que llegamos a orillas del río en cuestión de minutos. El ruido del agua corriendo su cauce me hace relajar por un instante, mismo en el que me preparo para tener la charla con Matthew Adams. Cuando regreso mi atención hacia él, él está sujetando el dobladillo de su camiseta gris y la está levantando, dejando a la vista un abdomen bien ejercitado.

—¡¿Qué demonios haces?!

Él se detiene y me mira con cara de póquer.

—Mira, brujita, la verdad es que no me tienta el sexo con maltrato. Yo simplemente voy a cooperar contigo esta vez.

—Deja de hacerte el idiota —digo de mala gana y él se acomoda su camiseta mientras ríe.

—¿No es lo que siempre dices que soy?

—Sí. Es lo que creo que eres. Pero hoy tienes la oportunidad de hacerme cambiar de opinión, así que no lo arruines.

Sin decir algo más, camino hasta el puentecito de madera, que está algo desvencijado, y me siento allí. Matthew se pone serio, sin seña de burla en el rostro, y me imita.

—Esta vez, realmente, tenemos que hablar.

—No es la primera vez que lo dices —murmura él a mi lado, sin emoción en la voz—. Mira, Alexis, creo que no tenemos que hacer esto. Siendo honestos no hay necesidad de hablar ni de dar explicaciones. Sí, te vi antes... ¿Y qué? No hay razón para estar aquí hablando sobre ello.

Le miro a los ojos, está frunciendo el ceño y parece raro. Raro porque Matthew Adams siempre da la impresión de ser un bromista incapaz de ser serio sobre ningún asunto, sin embargo parece todo lo contrario en este momento.

—Solo quiero una cosa Adams.

—Te escucho —responde, suspirando.

—No lo... No lo menciones nunca. ¿Sí? En casa —le aclaro—. Papá no puede saber lo que viste hoy. Por... favor.

Decir la última palabra me cuesta casi tanto como levantar una roca de una tonelada. No es ningún secreto que Matthew Adams no es mi persona favorita en el mundo y menos ahora que se encuentra pasando el verano en mi casa, por lo que tener que pedirle un favor resulta algo bochornoso.

Siento sus ojos sobre mí durante mucho tiempo, cosa que me comienza a desesperar. Finalmente él suspira y, apoyando los codos sobre sus rodillas, echa la cabeza hacia atrás mientras sus manos cubren su boca por un instante. Su vista está en el cielo nocturno y pringado por una que otra estrella.

—No soy un lengua larga, Alexis. No voy a ir corriendo a contarle a tu papá sobre tu amorío con Ryan Neill. Puedes, tranquilamente, seguir jugando a la casita feliz con él y su hija.

—¿Qué demonios?

Creo que estoy boquiabierta al oírlo hablar.

—Ustedes tres lucían bien juntos. Te ves menos tensa y más como alguien agradable cuando estás con ellos. Lo digo en serio.

Le creo eso, lo que no puedo creer es que él haya hecho toda una telenovela en su cabeza. ¡Dios! De todas las cosas él solo podía llegar a esa conclusión. Me llevo las manos al rostro, cerrando los ojos un segundo. Necesito voluntad para no golpearme la cabeza contra un árbol o ponerme a reír como una completa histérica.

—¿Qué? —ladea la cabeza mientras me mira con curiosidad—. Estoy siendo serio, Howe. No trato de insultarte ni nada...

Inspiro profundamente, poniendo los ojos en blanco.

—Mira, estás confundiendo las cosas bastante. Grace no es la hija de Ryan...

—¿Grace? —achina los ojos—. ¿La niña se llama como tu mamá?

Abro la boca y la vuelvo a cerrar. Joder. Debí simplemente dejar las cosas como estaban. El miedo a que mi padre se enterara de que frecuento a mi hermana y a mi sobrina me sobrepasó. Matthew Adams no habría sido ningún problema aun viviendo en mi casa.

Joder, joder, joder. He sido una idiota.

—¿Sabes qué? —le digo, nerviosa—. Es mejor que olvidemos lo de hoy y ya está. Fin de la historia.

Intento ponerme de pie, pero él envuelve su mano alrededor de mi muñeca y me lo impide. Me da una mirada significativa, una que me dice que no vamos a dejar las cosas sin aclarar.

—Oh, no. No, Alexis. ¿Querías hablar? Es lo que hacemos. Y no vas a huir justo ahora. Si la niña no es hija de Ryan, ¿de quién es?

Ahora parece intrigado.

—Suéltame —gruño, con los dientes apretados, tratando de zafarme sin éxito—. Adams...

Le doy una mirada que intenta persuadirlo pero él no cede.

—¡Por favor! —exploto—. ¡No quiero hablar de esto contigo!

—Oh, mierda... ¿ella es tuya?

—¡No! —le empujo, consiguiendo finalmente liberarme—. No, tú no entiendes nada.

Muerdo el interior de mis mejillas con fuerza. No voy a llorar, no lo haré. Solo estoy tan arrepentida de haber actuado sin pensar, presa del pánico, después de que él nos viera.

Ojalá pudiera regresar el tiempo.

—Es cierto —dice luego de varios minutos, sonando calmado—. No entiendo, pero quisiera hacerlo. ¿No estás cansada de odiarme sin razón? Te aseguro, Alexis, que yo no soy el enemigo durmiendo bajo el mismo techo. Podría ser tu amigo si tú lo quisieras...

—No necesito un amigo como tú —espeto y siento vagamente remordimientos por ser demasiado ruda, pero me recuerdo que los chicos como él no ofrecen su amistad realmente. Los chicos como Matthew Adams son exactamente igual a Gave, ese idiota cuya única cosa buena hecha en su vida ha sido donar su esperma para procrear a mi sobrina.

—Tal vez no sabes que me necesitas porque nunca te has dado la oportunidad de necesitarme —responde lentamente, se pone de pie y luego me ofrece su mano—. No soy el enemigo, pero cargaré con el título hasta que tú decidas dejar de verme de esa manera.

Nos miramos a los ojos y me encuentro reflejada en los suyos, que lucen algo oscuros por la falta de luz. Me siento incómoda, extraña y... estúpida.

—Grace es la hija de mi hermana —suelto antes de pensarlo, aceptando su ayuda para ponerme de pie.

Sí, probablemente soy muy estúpida al darle el beneficio de la duda a Matthew Adams.    


___________

¡Hola! Esta persona no merece el perdón de nadie(?) después de tanto tiempo sin actualizar jajaja perdoooooon. No había podido escribir, pero hoy finalmente pude y fue capítulo de Unplanned lo que surgió. Espero entre hoy y mañana actualizar también DNECB, me siento horrible por dejar tanto tiempo sin actualizar, pero la verdad es que las últimas semanas han sido muy complicadas u.u

¡Les agradezco la paciencia! (: Por favor no olviden comentar y votar, déjenme saber qué les pareció el capítulo, ¿vale? :D ¡Gracias!

Igualmente, les dejo el link de mi página de Facebook para que le den like :D 

https://www.facebook.com/NiamJay

¡Me despido, saltamontes! Amor pa' todas <3





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