Soul eater; Elementos en equi...

By Amane-chan

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Cap 1: El comienzo.
Cap 2: Encuentro de media noche
Cap 3: Vacaciones Tormentosas
Capitulo 4: Aclaremos todo
Cap 5: Nevada
Cap 6: Libertad condicional y despedidas
Cap 7: Reencuentro (parte 2); Compañeros
Cap 7 Reencuentro(parte 3); Horarios
Cap 8 Dormitorios (parte 1); peleas y preguntas

Cap 7: Reencuentro(parte 1); preparativos

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By Amane-chan

Lamento tardanza. Me quitaron el internet por las notas. Los recompensaré T.T

/Maka Pov/

- ¡Ya llegaron hija! - gritó mi madre desde el primer piso. Miré asustada a Matsuri y Sota. Mis amigos sonrieron e hicieron un gesto con las manos incitándome a que caminara. Di un par de temerosos pasos antes de escuchar el bufido de la castaña. Me ponía nerviosa el hecho de no tener a mis amigos cerca, tener que conocer gente nueva, los cambios, o... cualquier cosa distinta. Eso significa otro paso más para irme a Shibusen. Tomamos la decisión definitiva de que lo mejor sería asistir. Y ahora tenía que preparar los últimos detalles.

Como el uniforme.

- Tardas demasiado - murmuró cansada la castaña. Se puso de pie y caminó hasta colocarse frente a mí. Puso ambas manos sobre mis hombros -lo que me dio un mal presentimiento- y me empujó. Caí de espaldas en la cama. Alzó una ceja y salió. Dos minutos después, volvió arrastrando una gran caja con una carabela en la tapa.

- No puedo creer que tu escuela para raritos tenga tantos uniformes -dijo mientras dejaba caer la caja de forma exagerada, la cual hizo un fuerte golpe al chocar con el piso.

- ¿Me estas llamando rara? - le pregunté divertida.

- Sip. Rara. Pero aun así te quiero - sonrió elevando las comisuras de su boca como un adorable gatito. Reí. Sota se puso de pie, se acercó al paquete y lo abrió, cortando con el filo de una tijera la cinta adhesiva que tenía encima.

Dentro había diversas faldas, blusas, corbatas, entre otras prendas.

En la carta había una hoja de papel adjunta, en la cual se encontraba el link de una página de internet, en donde estaban los detalles para conseguir el uniforme. El link escrito te enviaba a una página muy extraña, en la que te solicitaba un código. Una vez ingresado el 42, 42, 564 - que también estaba en la hoja- te informaba todo sobre la escuela. Allí, había algunas fotos, algunas actualizaciones sobre algunas tareas extracurriculares, pero preferí hice clic en el botón del menú, que decía "Nuevos alumnos". En ese lugar indicaba que los hombres... mmm... de dicho de una forma elegante, básicamente decía que se les daba la posibilidad de vestir como se les antojara. En cambio, a las mujeres se les daba la posibilidad de elegir entre una serie de uniformes.

De entre muchos.

MUCHOS.

(Demasiados en mi opinión) Solo habíamos seleccionado 8. Sota tomó una combinación y me lo lanzó en la cara.

- ¿Qué te suce...?- no me dejó terminar, ya que -literalmente- me arrastró al baño y entrecerró la puerta.

-¿quieres terminar con esto de una vez?

-Sí... -respondí resignada a través de la puerta entreabierta. La cerré completamente y suspiré apoyando la espalda contra esta.

Como si de algo sirviera que hiciera esto.

Me vestí y salí sonrojada.

- ¿y bien? - dije levantando las manos y encogiéndome de hombros. Sota tenía una mano sobre su barbilla y me evaluaba detenidamente de pies de cabeza.

Una y otra vez.

Y Matsuri, en cambio, tenía una mueca de disgusto, pero no quitaba sus ojos de mí.

- ¿Chicos...? - volví a insistir.

-Mmm.... - dijo Sota. Matsuri se mantenía en silencio.

-Mmm...

-...

- Me gusta - soltó por fin Sota. Suspiré aliviada.

- A mí no - soltó Matsu. La miré con pena.

- ¿Por qué? - pregunté sin ganas.

- Te ves... bueno, mal. Después de todo, fue Sota quién lo eligió del catálogo. Pero, ¿quién me preguntó a mí?, ¡nadie!, ¡pareces una fresita! -terminó. El uniforme era un Sailor Fuku de color rosa y blanco (N/a: como el que usa Kim, pero en vez de verde, rosa en su lugar)

- Creí que podría reforzar la parte femenina ausente en Maka. -Bufó - Pruébate este -terminó Sota cambiando su estado de animo a uno más positivo mientras me entregaba otro. Lo miré de reojo un poco enojada. Era muy insistente para ser alguien que dice odiar esto. Llegué al cuarto de baño y repetí el proceso.

- ¿Y ahora? - pregunté esperanzada.

-Me gusta - repitió de nuevo el chico. Miré a la ojigris.

-¿Y a ti? -Se tomó su tiempo y...

- No.

Volví a cambiarme.

- ¿Este?

- No.

Volví al baño, me volví a cambiar. Salí y alcé una ceja.

- No me jodas - dijo mirando con horror el traje. La verdad a mí tampoco me gustaba. Entré al baño. Salí.

- No.

Otra vez.

- Ni de coña.

Otro más...

- Que no.

Y otra...

- ¡Ése!- Agotada ni siquiera noté el penúltimo atuendo. Sota se levantó de su lugar y camino al baño, reapareció con el espejo de este en la mano. Una gotita al estilo anime se hizo presente de mi parte. Pasé mi cabello por detrás de mis orejas y puse mis manos en mis caderas mientras levantaba la barbilla y cambiaba el ángulo de mi cuerpo. El atuendo consistía en una falda con cuadros escoceses rojos y negros, blusa blanca, manga larga y abultada en los hombros, y una corbata con líneas en diagonal en amarillo y verde.

- ¿Te sientes cómoda? - preguntó el pelinaranjo poco convencido.

- Sí...- respondí- pero... me falta algo... - me mordí el labio.

Busqué en el armario y ¡Bingo! Me coloqué el sweater amarillo claro sin mangas que tanto me gustaba sobre la blusa.

- ¡Mucho mejor!- contenta le sonreí al espejo.

- Solo un par de cosas más -dijo el chico. Este me pasó un chaquetón negro largo y con 3 botones grises con una "x" encima cada uno. Lo adoré.

- Esta cosa venía aparte.

- ¿A qué te refieres?- pregunté mientras me colocaba el abrigo.

- Estaba envuelto en papel de diario y... tiene una nota. - Eso llamó mi atención y me acerqué a él. Me pasó un pequeño papel, arrugado y amarillo, como si fuera antiguo. Doblado muchas veces sobre sí, pequeño y frágil. Con dedos torpes lo abrí.

Al abrirlo completamente, me di cuenta que su tamaño no era tanto, tenía pocas palabras escritas con tinta y con una excelente caligrafía.

<< Una vez Kami me dijo que le gustaría que la usaras. En ese entonces apenas tenías 3 meses. Esto le pertenecía a ella. Cuídala. >>

Abrí mis ojos de par en par.

¿Quién...? quién es Kami?

Y entonces algo parecido a una visión, apareció frente a mis ojos.

Pestañeé y me encontré en medio de un pasillo. Nada parecido a mi habitación. Estaba oscuro, pero a medida que mis ojos se acostumbraban, pude notar un poco mejor el entorno. El piso era gris, el techo terminaba en punta al final, arriba, las paredes poseían un tono claro, y habían algunas iluminaciones redondas a los lados.

Asustada grité los nombres de mis amigos, llamé a papá y a mamá, pero nadie atendía. Negué con la cabeza.

¿Dónde estoy?

Antes de entrar en pánico, mantuve la calma. Decidí caminar, doble un pasillo, luego otro, pero parecía que terminaba en el mismo lugar ya que eran todos iguales. Algunas puertas a los lados, y todo perfectamente simétrico. Era como estar dentro de una pesadilla.

-¡Oh!, es usted. ¿Pero qué hace aquí? - Me paré en seco y volteé a ver a la dueña de aquella voz. La misma mujer que apareció durante el incidente con el castillo se encontraba frente a mí. El mismo parche en el ojo, el cabello anaranjado y mirada amable, pero más joven. Usaba un vestido negro corto. Y junto a ella se encontraba el hombre de ojos verdes, cabello grisáceo y el tornillo en la cabeza, al igual que ella, mucho más joven. 16 o 17 años.

¡Marie-sensei! , ¡Stein-sensei!

- Espero a Kami, ¿crees que tarde mucho? - sorprendida miré a mi lado, y me encontré con un hombre de ojos azules y cabello rojo atado en un coleta corta. De la edad de los maestros, con las manos en los bolsillos y sonriendo.

- Spirit-sempai, sabe que Kami está pasando por un momento difícil. - dijo Stein.

¿Spirit?

- ¿Podemos pasar a verla?

- Supongo.

Todos sonrieron. Sintiéndome una intrusa e increíblemente confundida, intenté salir. Pero un segundo después entendí que debía saber que sucedía.

- Ma... Marie-sensei - le llamé. Pero la mujer comenzó a caminar hacia mí.

- Vera... no sé qué sucedió -intenté excusarme- pero vi una nota y entonces... -pero no logré terminar, ya que me traspasó. Literalmente. Como si fuera un fantasma. Pasó a través de mí. Ahogando un grito me lleve una mano al pecho y voltee la cabeza. Había una puerta. Idéntica a todas. La mujer entró, acompañada por ambos hombres. Debatiéndome internamente, decidí seguirles. Una vez di un paso dentro escuché la respiración agitada de alguien, y fuertes golpes. Como si fuera un saco de boxeo. Un último grito, y una cadena romperse, y un seco golpe en el piso. Aceleré el paso, y casi choco con la espalda del pelirrojo. Aunque eso no fuera posible. Me asomé por un lado, y noté que el lugar era una especie de gimnasio. Grande, con colchonetas en el piso, máquinas de ejercicios aun lado, pero lo que más llamó mi atención fue una mujer frente a nosotros, la cual se encontraba de espaldas. Tenía el cabello rubio ceniza, largo, y atado en una coleta baja. Sus hombros subían y bajaban al ritmo de su respiración. Vestía una remera de tirantes blanca, y unos pantalones cortos de color negro. Iba descalza.

- Kami - comenzó el hombre llamado Spirit - creo que ya fue suficiente por hoy. Ni siquiera el pobre saco te pudo seguir el ritmo.

- Cierra la boca - dijo la mujer, aún de espaldas, pero por su tono de voz, se notaba que estaba sonriendo.

- Entonces... ¿nos vamos? - preguntó el de cabello gris un tanto aburrido.

- Primero lo primero, Stein - dijo la chica. Camino en dirección al final de la sala, cada vez más lejos, por lo que no podía verle muy bien el rostro, dio un par de pasos, y luego aceleró hasta encontrarse con otro saco colgado. Dio un salto y le pegó una patada fenomenal. Mi boca se entreabrió. Había algo en esta mujer que me emocionaba. El sacó no lo resistió, y la cadena que lo afirmaba al techo se rompió. El artefacto salió disparado hasta chocar con una pared que se encontraba muy lejos.

- Veo que a Spirit se le hará cada vez más difícil alcanzarte - bromeó el otro chico.

- Por favor compañera, no me lo hagas más difícil - Todos rieron.

- Por favor, Kami-sempai, ya es tarde - dijo Marie-sensei. La mujer bufó.

- Esta bien... pero Frank, me debes una pelea. ¿Eh?

- Cuando quieras, pero no ahora. -Sonrió - Solo ve a ducharte. Te esperaremos afuera.

Y de la misma forma que la imagen apareció, ahora se deshizo frente a mis ojos. Pestañeé volviendo a la realidad.

¿Qué acaba de suceder?

- ¿Estas bien?- preguntó Sota.

- Yo...

- ¿Qué sucede, Maka-chan? - insistió Matsuri. Mi garganta no me dejo emitir ningún sonido, así es que les tendí la nota.

- ¿Qué... es esto?- inquirió la castaña. -¿Kami?-Me encogí de hombros a modo de respuesta, con la mirada perdida en algún punto del suelo. Me senté sobre la cama, y después de algunos minutos reaccioné.

- ¡Maka!

- ¡oye, reacciona!

- Eh, sí. Sí. -Me aclaré la garganta - ¿Qué... creen que sea? -consulté un poco mareada.

- Ni idea. Tal vez alguna broma y por eso te enviaron el chaquetón y la carta.

- Claro... pero...

No tiene sentido que estén tan tranquilos.

¿Fue una visión?

Ni siquiera sabía que esto se podía.

¿Quién lo hizo?

¿Cómo pudo?

¿Quién demonios es Kami?, y más importante, ¿Por qué acabo de ver... aquello?

Abrí mis ojos y levanté la cabeza.

- ¿no lo vieron?

- ¿De qué hablas?

- pues de la vi... - me frené en seco.

Alto. ¿Visión? , ¿Es en serio? Mide tus palabras.

¿Les vas a decir?

No.

No los quiero preocupar.

¿Y si solo me eh vuelto loca?

- Olvídenlo. Denme un momento.

Después de eso bajé las escaleras y me preparé un café. Una vez me lo bebí, lavé la taza y la guardé. Me salpiqué agua de la llave de la cocina. Volví a subir un poco más despejada.

- ¿y zapatos? - dijo Matsuri sacándome de un tirón de mis pensamientos. Asentí con la cabeza. Al fondo de la caja, encontré unas botas negras con algunas cruces. Me los coloqué y estos me fascinaron. Me pasé un mechón de cabello rebelde detrás de una de mis orejas - otra vez - y negué con la cabeza.

Tomé una liga de mi cómoda y me hice una cola de caballo alta.

- ¿No te gustaría cambiar? -preguntó la castaña.

- ¿Cómo qué? - se encogió de hombros. Ladeó la cabeza y se levantó.

- Maka-chan, cuando éramos pequeñas, tu usabas 2 coletas y se te veían muy bien. - Se acercó a mí y desarmó mi peinado. Me arregló el cabello en 2 moños. Uno a cada lado. Sonreí contenta.

- Gracias Matsu-chan, ¡me encanta!

Y lo decía de verdad. Por alguna razón, sentía que mi cabello debería estar atado de esta forma desde un principio. Era como sí... ya lo hubiera hecho. Espera. ¿Matsuri dijo que lo usaba cuando pequeña? No. No es posible. No lo recuerdo. Si yo siempre usaba... una cinta. Una cinta como cintillo y nada más. Cambiaba los colores, pero solo eso.

- Matsuri-chan... ¿de verdad usaba coletas?-

- ¡Te veías tan tierna!, yo siempre tiraba de ellas, y tú te enojabas mucho. ¡Era divertidísimo!

- ¿de verdad?-

-¿qué?, ¿no lo recuerdas?- insistió ahora Sota.

- Uh... bueno no. - respondí un poco avergonzada.

Intenté hacer memoria, pero... bueno, nada.

- Te apuesto cualquier cosa a que Maka-chan consigue novio - dijo la joven sonriendo. Me sonrojé. El pelinaranjo soltó una carcajada.

- ¡Eh!, ¡Sota-kun! - dije poniendo mis brazos en jarra.

-¿Qué?, con tu físico tal vez te cueste... mucho. Pero debo admitir que ese uniforme te favorece.

- Cierra la boca - dije haciendo un puchero.

Cuando tenía 12 años estos dos me molestaban por tardar en desarrollarme. Ahora Matsuri y yo tenemos "casi" el mismo tamaño de busto. Ella ligeramente más que yo, pero eso no importa. La cuestión es que ella cambió a los 13.

Yo recién a los 15.

Mis amigos soltaron una fuerte carcajada y pronto también me sume.

- Mientras no sean como los otros... - asentí en silencio. Una pequeña punzada me llegó al corazón al recordar a los pocos chicos que han pasado por mi vida. Hice aun lado el triste pensamiento y decidí quitarme lo puesto.

Matsuri prefirió que primero llamara a mi madre para "verme". Escuché sus pasos en la escalera y luego se detuvieron fuera del cuarto. Abrió la puerta con una gran sonrisa... pero esta se borró a darme el primer vistazo.

- Mamá, ¿no te gusta? -le pregunté un poco apenada. Me puse la mano derecha sobre el antebrazo izquierdo y me removí incomoda. Pero la mujer entró en la habitación, y se acercó hasta quedar tras de mí.

- No me gusta que hagas eso con tu cabello - contestó de forma un tanto fría. Me desarmó las coletas, y de un fuerte tirón en el pelo, una única cola de caballo estaba de nuevo en su lugar.

- ¿De quién fue la idea?

- Mía, señora Albarn -respondió mi amiga.

- Hmp. Te ves mejor así Maka - terminó la mayor cambiando su voz a una dulce y melodiosa. Sonrió y se marchó. Intercambié una mirada interrogante con los chicos.

~×~×~

- Adiós muchachos. Los extrañaré mucho- dije despidiéndome de Matsuri y Sota fuera de mi casa y con el auto en junto.

- Matsuri-chan, no olvides que aún estaremos en contacto y... tú Sota-kun, cuida de ella y de Daika-kun.

- Lo aré Maka-chan- dijo el muchacho con lágrimas en los ojos.

- ¡Oye!, ¡yo puedo cuidar de mí misma y de estos dos!

- No puedes Matsuri... aún no maduras - bromeé para calmar un poco el ambiente triste que había. La chica sonrió, pero volvió a sollozar con más fuerza.

- ¡No te vayas! - se me hizo un nudo en la garganta y traté de sonreír.

- Maka... llegaremos tarde - murmuró papá para luego subir al auto. Asentí y, con un último abrazo también subí al vehículo junto a mamá.

Una vez dentro miré por la ventana y forcé -con toda la fuerza de la que fui capaz- una sonrisa. Me dolió ver la imagen de mis amigos viéndose cada vez más pequeña a medida que el auto se alejaba. Llegamos al aeropuerto y reprimí las lágrimas que amenazaban por salir de una vez por todas, al tener que separarme de mis padres.

Nunca me había sentido tan sola, y lo peor es que no sabía que me depararía el destino.

El viaje no fue nada fuera de lo normal, solo que esta vez, no me asusté. Tenía mi mente enredada en mil cosas, y, ¿Qué mejor que leer mi regalo de navidad?

Al bajar del avión me encontré con un hombre de traje y con un letrero con mi nombre y apellido escrito en él. Me acerqué insegura y salude con vago gesto de mano.

- Soy... Maka Albarn.

-Señorita Albarn, la llevaré a la escuela Shibusen.

- Cla-claro - tartamudeé nerviosa.

Caminamos hasta el lugar en el que estaba aparcado un elegante vehículo negro todo terreno.

- Permítame - dijo abriendo la puerta para mí. Cargó las maletas en el vehículo y subí. Puse mis manos sobre mis piernas y me removí ansiosa. Miré mis manos, y luego la ropa que vestía. Llevaba el mismo peinado que mamá me había hecho. Pero de pronto me sentí incómoda. Sin darle otra vuelta al asunto, me solté el cabello y me hice las 2 coletas.

Miré distraída por la ventana y descubrí que íbamos pasando por un desierto. Solo se veía arena y viento. Sería una pésima idea abrir la ventana en este momento. Me acerqué más a la ventana y, como si estuviera planeado, apareció otro vehículo a la distancia. Y luego 2 más. Volteé hacia el otro lado y era exactamente igual. Todos aparecían de algún lugar distinto. Intenté mirar al frente, y allí, en medio de la nada estaba la famosa ciudad "Death City". Curioso nombre, pero poco pude pensar en ello ya que los nervios comenzaron a devorarme. Comencé a temblar y jugar nerviosa con mis labios. Junté mis manos, las separé. Alisé mi falda al menos 10 veces. Moví mis dedos por el asiento y sobre mis piernas, intenté tararear una canción.

Y nada me sirvió.

Pronto la ciudad se hizo cada vez más grande y llegamos hasta unas grandes puertas que se abrieron, dejándome ver el interior de la ciudad.

Contuve la respiración.

El auto comenzó a avanzar hasta llegar al centro de la ciudad. La arquitectura era un poco extraña, pues parecía ir subiendo. El chofer frenó y, rodeando el auto abrió mi puerta.

Tardé un poco en reaccionar.

Murmuré un "gracias" y bajé de forma torpe.

- Señorita Albarn, puede dirigirse a la escuela, encontrará sus pertenencias en su dormitorio asignado - dijo el hombre. Hizo un gesto con la mano para indicarme el lugar específico. Un poco distraída seguí la dirección indicada.... Levantando mi cuello para ver mejor.

Espera un momento. ¿Arriba...?

Fijé mi atención, y una gran escalera sin fin se imponía frente a mí. Pestañeé procesando de forma lenta. Y caí en cuenta.

- ¡¿QUEEEEÉ?! - exclamé al entender.

Tengo que... que... tengo que... ¿subir...?

Miré a mí alrededor y comprendí que había llamado la atención de chicos que se encontraban bajando de sus respectivos vehículos. Al volver a mirar esa escalera malditamente eterna, con solo pensar que tendría que caminar todo eso...

¡Oh, vamos!, ¡¿es una broma?!

Me dio un tic nervioso en el ojo derecho e intenté disimularlo con una sonrisa, pero supongo que tenía una expresión de lunática. Suspiré. Sonreí al chofer una última vez y comencé a caminar. Escuché pasos detrás de mí y volteé. Muchos jóvenes se dirigían a la academia. Todos a paso lento y de forma tranquila. Charlando unos con otros, los típicos grupos de amigos. Un pequeño sentimiento de melancolía me recordó a Matsu y Sota, pero preferí ignorarlo.

Más tarde los podía llamar.

Me detuve un momento para suspirar, y alguien pasó por mi lado dándome un empujón con el hombro. Y un segundo después, al otro lado lo mismo. Y luego otro.

- Muévete.

- Hazte a un lado - escuché que decían.

- Estorbas - dijo una chica molesta. -

Me obligué a reaccionar y comencé a caminar otra vez. Más rápido. Esquivé gente, y luego comencé a correr. Pronto solo quedaba una chica con el cabello largo hasta mitad de espalda, rizado y de color castaño rojizo, la cual avanzaba a gran velocidad.

Sin pensar mucho, la pasé , tomando la delantera. Nos llevabamos por un metro como mucho, pero ella no podía avanzar más que yo.

Al cabo de al menos 5 minutos, o 10, o quizás 20, ya se notaba muy cansada.

Seguí aumentando la velocidad y pronto la dejé atrás.

¿Qué tan lejos puede estar la escuela?

Reí y fui más y más rápido.

Al llegar arriba sentí que mis pies dejaron de tocar el suelo por un segundo. Asustada solté un pequeño grito, pero, para entonces ya estaba otra vez sobre el piso.

Un hombre de contextura un poco grande, con la piel azul y ojos extrañamente blancos se encontraba mirándome. Tenía una tablet en una de sus manos.

- Nombre.

- ¿Uh...? oh! Lo siento. Maka Albarn.

- ¿Albarn...? -murmuró un poco desconcertado.

- Sí señor. Maka Albarn, y este... es mi primer año aquí.

- Ya eh sido informado sobre ti, descuida. - dijo recomponiéndose de su pequeño "trance". Se aclaró la garganta- Eres la primera en llegar, Maka. Mi nombre es Sid, y soy uno de los maestros que dirigen las clases. Etto... cuando estaba vivo solía lidiar con problemas más fáciles... - dijo en un susurro lo último.

- ¿A qué se refiere?

- Ejem, bueno... supongo que el resto llegará dentro de 30 minutos, o más. Nunca faltan los alumnos que se toman su tiempo. Para ellos calculo al menos una hora. Mientras, entra a la escuela.

- ¿esta... seguro?- dije indecisa. Si se supone que no ha llegado nadie, como se supone que me voy a orientar. Asintió con la cabeza.

- Ahora eres parte de Shibusen, no puedes asustarte por perderte por los pasillos.

Tiene razón.

Le di una sonrisa y, con un poco más seguridad me dispuse a seguir.

- E-espera un momento.

- ¿Sí? - respondí volteándome.

- Elemento.

- Aire - contesté sin vacilar. Me miró sorprendido.

- Tú... olvídalo. Continúa. Solo... ten cuidado de no perderte. Ve a la derecha en la primera vuelta, izquierda en la segunda, izquierda cuando llegues al final y de nuevo derecha.

- Vale. Hasta luego Sid-sensei. - sentí sus ojos en mi espalda. Apresuré el paso y atravesé el portal con enormes puertas abiertas de par en par. Respiré hondo y luché contra la tentación de llamar a los chicos. Mi celular se sentía pesado en el bolsillo del chaquetón. Negué con la cabeza y seguí caminando con una nueva determinación... Y un poco de curiosidad.

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