Virus Letal |CAMREN|

By AllysonDeVil

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"- Voy a morir -Acepté con tristeza-. Ellas van a morir -Continué. Y jamás había sentido peor nudo en mi ga... More

Prólogo: Simon Cowell
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
AVISO
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30 |FINAL|
Epílogo

Capítulo 14

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By AllysonDeVil

El día catorce fue uno de los mejores que viví en aquel lugar, y si no tuvo el primer lugar es solo porque mi pequeño ángel no estaba junto a nosotras.

Lo primero que pasó fue que Lauren decidió llevarme el desayuno a la cama, y me despertó con un beso tan apasionado que aun puedo recordar con claridad lo que sentí cuando sus labios se encontraron con los míos.

— ¿Sabes que es lo que más me gusta de ti? —Me preguntó en cuanto comencé a abrir los ojos— Lo que más me gusta de ti es el asqueroso rostro que tienes cuando te levantas.

Reí y golpeé su brazo levemente, a lo que ella solo dejó un beso en mi mejilla y se sentó a mi lado con un plato de tostadas en la mano.

— En realidad te ves linda —Me dijo con ternura.

Sonreí débilmente, el sueño aun siendo dueño de mi cuerpo.

Me abracé a su cintura y me permití suspirar.

Si el virus no me mataba lo haría el amor que le tenía. Y hablo en serio, pues mi corazón se aceleraba con sus palabras de una forma que, dudo, fuera sana.

—... Vamos, Camz. Siéntate sobre tu enorme trasero y come algo. Hoy tenemos una boda.

Reí ante sus palabras y me senté con el corazón latiendo fuertemente contra mi pecho al recordar que ese día íbamos a "casarnos".

Me senté con un enorme bostezo y recosté mi cabeza en su hombro, lo cual amaba. Ella era mi mejor almohada. Ella me hacía sentir segura.

Con ella olvidaba el hecho de que estaba muriendo.

— ¿Tú ya has comido? —Le pregunté.

Temí que me hubiera dado su ración o algo así.

Lauren era capaz de darlo todo por mí, y eso, en parte, me asustaba.

— No. Quería desayunar con mi futura esposa...

La besé en los labios con lentitud, el cansancio aun en mi cuerpo.

Comimos juntas y contamos historias que no recuerdo. Nos reímos como solo nosotras sabíamos hacerlo, y fuimos felices como solo dos enamoradas a punto de morir podían.

Fuimos tan afortunadas de tenernos...

— ¿No te gustaría lavar ese beanie? —Recuerdo que le pregunté a mi novia en medio de nuestro desayuno—... Aún tiene sangre de... ya sabes. Ally.

Recordarlo dolía, pero lo que había hecho el día anterior hacía que todo fuera más soportable.

Ella se negó.

— No quiero quitármelo, ni lavarlo, ni nada por el estilo... —Me dijo con la mirada baja y una de sus manos sujetando las mías— Y así, cuando lo vea en mi último día, pensaré en todas las cosas que pasé. Será como leer un libro... Quiero pensar que este beanie está recogiendo mis últimos recuerdos.

Luego de esto creo que ambas hicimos silencio.

No era incómodo. Era solo silencio, de esos que usas para recordar y reflexionar.

— ¿Por qué hablas de "tus" últimos días? —Pregunté después de un tiempo— Son nuestros. Ambas vamos a morir.

— Tú aun tienes probabilidades. Tú padre es inmune, y se supone que tienes la mitad de su información genética. Además...

— La madre de Ally también está viva... Y ya sabes cómo terminó todo.

Ella asintió tristemente.

— No es solo genética. Lo sabes. También depende de tu alimentación, tu propio organismo, el clima, la mutación del virus con la que te hayas contagiado... Si tenías algún tipo de enfermedad a la hora del contagio puedes correr más riesgos y toda esa mierda que nos explicaron por televisión.

Pero Lauren seguía negándose ante la realidad.

— Quiero que vivas, Camz.

— Yo quiero que tú vivas.

Volvió el silencio, pero esta vez era doloroso.

En ese silencio estábamos considerando la idea de que íbamos a perdernos.

— ¿Podemos olvidar el virus hoy? —La interrogué. Estaba cansada de las lágrimas, la sangre, el dolor y todo lo que tuviera que ver con eso— Es el día de nuestra boda.

Ella aceptó.

— Hablando de bodas... —Comenzó ella antes de buscar algo en los bolsillos del ancho pantalón que traía— He pensado que no tuve la oportunidad de proponerte matrimonio como se debía.

— ¿A qué te...?

Pero ella no me permitió dejar de hablar, pues ya se había levantado de la cama y estaba arrodillada frente a mí con una gran sonrisa. Sus manos sujetaban una de las mías, y me miraba de tal forma que aún recuerdo el inmenso amor que me transmitía.

— Karla Camila Cabello Estrabao... Otros te llaman Mila, y yo te llamo Camz. También te llamo amor, porque eso eres para mí... Sé que esto es raro porque tendremos nuestra boda en un par de horas y Dinah ya aceptó casarnos, pero siento que necesito hacer esta propuesta para que parezca más real —Dijo suavemente—... Aún recuerdo la primera vez que nos vimos. Tú solo te acercaste a mí y dijiste que te gustaba mi camisa, lo cual es extraño considerando que estábamos en una biblioteca... Luego fuimos amigas, y descubrí lo increíble que eras. Descubrí que estaba enamorada de ti... ¿Tuve miedo? Sí, y sé que tú también, pero está bien. Todos sentimos miedo alguna vez.... Finalmente me rendí ante el amor, te dije lo que sentía, y tú me dijiste que sentías lo mismo. Juro que estuve a punto de llorar —Ella exhaló, y de su bolsillo sacó un improvisado anillo que, por lo que vi, estaba hecho con el cuero del sofá—... Aprendí cada cosa que pude de ti, y te di todo cuanto estuvo a mi alcance. Eres mi princesa, y si tuviera que entregar mi vida por ti lo haría. Dejaría que los tigres devoraran mi cuerpo si eso significa mantenerte con vida.

Mis lágrimas comenzaron a caer, y le supliqué a mi mente que no me dejara olvidar lo que estaba sucediendo en ese momento. Le pedí que me ayudara a recordar cada palabra, cada movimiento, cada sentimiento...

Y realmente lo hago.

— En ti encontré algo más que una novia o compañera. Encontré amor, paz, unión, diversión, pasión, alegría... Y cuando miro el reflejo de mi rostro en tus ojos me doy cuenta de lo muy feliz que soy, y de lo mucho que te amo, y de que no sería capaz de cambiar todo lo que vivimos ni por la posibilidad de seguir con vida.

Yo estaba sonriendo. Mi corazón sonreía. Mis manos temblaban.

La amaba.

La amaba como nunca pensé que podría hacerlo.

— Estoy muy enamorada de ti, Camila Cabello, y sé que, sobrevivamos a este virus o no, terminaremos de igual forma... Pero quiero pasar todos los días que me quede por vivir junto a ti. Y sí, sé que es justo lo que estamos haciendo ahora mismo, pero quiero que sientas que no estoy a tu lado porque no tengo alternativa... Estoy a tu lado porque te amo.

Suspiré, y ella también estaba llorando.

— ¿Quieres casarte conmigo, Karla Camila Cabello Estrabao?

De inmediato me lancé a sus brazos y lloré con la cabeza escondida en su cuello. Ella me beso, y nos dijimos que nos amábamos.

No recuerdo cuanto tiempo estuve así.

— Más te vale decir que si —Me susurró después de un tiempo—. Dinah ya lo ha preparado todo.

Reí contra su cuello antes de separarme y mirarla fijamente a los ojos. Ella estaba sonriendo y me limpiaba las lágrimas con sus pulgares.

Y me miraba con tanta ternura que no pude evitar suspirar y juntar sus labios con los míos.

— Acepto —Murmuré contra sus labios.

Ella se alejó con una sonrisa, y antes de que lo notara colocó el anillo de cuero en mi dedo anular.

Mi corazón latió más rápido de lo usual.

Puede que no fuera una boda oficial, pero me sentía increíblemente feliz de vivirla.

Aquella sería mi primera y última boda.

No recuerdo con claridad cuanto tiempo estuvimos hablando, pues cuando estábamos juntas me olvidaba de ello. Lo único que sé es que, de un momento a otro, Normani y Dinah entraron a la habitación.

— Camren, lamentamos interrumpir —Dijo Dinah con alegría—, pero todo está listo allá afuera y ustedes aún no se han vestido para la ocasión.

— No tenemos vestidos, Dinah —Reí—... ¿Para qué necesitaríamos prepararnos? ¡Cásanos y ya!

— ¡No! —Se negó mi amiga con una risa— Normani se quedará acá y te ayudará a prepararte. Yo me voy con Laurenzo.

Mi prometida de inmediato frunció el entrecejo.

— No la llames Laurenzo —La defendí antes de abrazarla cariñosamente.

Lauren me correspondió con una sonrisa y un tierno ruidito que salió que sus rosados labios.

— Ya habrá mucho tiempo para eso, idiota. Ahora vámonos Laurenz... —La miré en forma de amenaza, diciéndole con mis ojos que no toleraría aquello ni un poco más— Laurensita.

Mi prometida se levantó con una risita, no sin antes haberme besado, y luego se marchó junto a Dinah.

Normani se quedó junto a mí, y antes de que pudiera darme cuenta me había tomado la mano y estaba quintándome la ropa.

Sí. Tal y como lo escuchan.

— ¿Qué mierda?

En cuanto estuve solo en bragas frente a Mani, ésta se alejó y comenzó a buscar algo de ropa en la poca que nos habían dado los hombres de blanco al entrar.

Se veía frustrada, y lo entendía. Normani siempre había sido una amante de la moda, y creo que la situación de solo tener unos cuantos pares de ropa que, además, no eran de nuestra talla, la alteraba.

Finalmente tomó una camiseta increíblemente ancha y gastada e hizo una seña para que me acercara hasta ella.

Me la colocó, y luego miró el resultado.

No parecía conforme.

— No te tortures, Mani —La consolé—. Es una boda improvisada, y realmente no se puedes hacer mucho con...

Pero ella me pidió, con un movimiento de su mano, que me callara.

Se sentó en la cama y me inspecciono. Sé que me veía terrible, pues la camiseta me llegaba hasta la parte inferior de las rodillas y creo que Lauren y yo habríamos entrado en ella sin problemas.

— Mani, hablo en serio. No te...

Pero ella volvió a hacerme callar.

Fue entonces cuando tuvo una idea y buscó entre mis pantalones un cinturón. Lo tomó y lo ajustó alrededor de mi cintura, lo cual hizo que esa camiseta grisácea se viera un poco mejor en mi delgado cuerpo.

Normani aplaudió felizmente ante mí.

Supongo que sabía que, a pesar de no ser el mejor de sus trabajos, no había nada mejor que hacer.

También arregló mi cabello, el cual recogió en una trenza, y me prohibió usar zapatos. Al parecer los tenis desgastados que había estado usando el día del contagio no eran aptos para la ocasión.

— ¿Me veo bien?

Normani se encogió en hombros, indicándome que estaba lo suficientemente aceptable.

Suspiré.

Un mes antes del contagio había planeado proponerle matrimonio a Lauren, pero al ver como estaban las cosas con el virus aun rondando por allí decidí que era mejor esperar.

Aún recuerdo la charla que tuve con Ally, Mani y Dinah sobre ello.

Era de noche y Lauren estaba haciendo un par de trabajos clandestinos para poder comprar una nueva sábana. Dinah, Normani, Ally y yo habíamos decidido organizar una noche de chicas, Troy accediendo a cuidar a Tyler, así que en ese momento nos encontrábamos sentadas en el suelo comiendo unas viejas papitas que había encontrado en la alacena.

—... En fin, el estúpido solo quería tener sexo, así que lo mandé a la mierda —Había contado Dinah. La cita que había tenido unos días atrás había sido un asco.

— ¿Qué hay de ti, Mani? —Había preguntado Ally con una enorme sonrisa mientras se llevaba una vieja papita a la boca.

— Thomas me regaló una rosa —Nos contó con alegría. Puede que una rosa no suene como mucho, pero en esos tiempos era más que difícil comprarlas, pues eran escasas y muy caras—... También me llevó a un...

— ¡Basta! ¡No quiero saber más! —La interrumpió Dinah algo molesta— No quiero escuchar de tu vida sexual con mi primo —Ambas rieron—... ¿Ally? ¿Algo para contar?

— Tyler hizo un dibujo para mí —Nos contó con orgullo. Sus ojos brillaban cada vez que hablaba de él—. Lo tengo el refrigerador, así que cuando vayan a mi casa podrán verlo. ¡Es una obra de arte!

Jamás vi ese dibujo.

— ¿Algo que contar, Mila? —Me preguntó Ally.

Yo suspiré.

— He pensado en proponerle matrimonio a Lauren... —Confesé en voz baja.

Ella de inmediato dejaron salir exclamaciones de alegría de sus labios y se acercaron más a mi.

— ¿Hablas en serio? —Me interrogó Normani.

Asentí con una sonrisa.

— ¿Y ya le has comprado un anillo? —Esa fue Ally.

— En realidad, yo... Dinah, idiota ¿Por qué lloras?

— Es que es demasiado Camren para mi corazón —Sollozó antes de llevarse las manos y cubrirse los ojos.

Normani de inmediato fue a consolarla, y le dijo algo sobre Beyoncé que ayudó a tranquilizarla.

— ¿Entonces...? —Me obligó a seguir Ally. Se veía muy emocionada, incluso más que yo.

— No le he comprado un anillo. Busqué algunos cuando fui al centro comercial, pero jamás podría pagar esa cantidad...

— El anillo es lo de menos —Dijo Normani—. Lo importante es que la amas.

— Tienes razón, pero... —Suspiré— Quiero que tenga la boda de sus sueños. Quiero que se sienta feliz, que pueda tener su anillo y que nos vayamos de luna de miel a algún lugar del mundo que jamás hayamos visitado. Quiero darle el mejor día de su vida, pero no puedo...

Ally me abrazó en cuando dejé salir un par de lágrimas de mis ojos.

— Mila, no importa dónde ni como, estoy segura de que cuando se case contigo Lauren tendrá el mejor día de su vida... Ella te ama.

— Lo sé, pero... —Cerré los ojos y limpié mis lágrimas— Creo que será mejor esperar. Voy a reunir algo de dinero para comprarle un anillo y tener una ceremonia aceptable —Decidí.

Todas me apoyaron y se ofrecieron a ayudarme.

Es una lástima que el dinero no sirviera de nada.

Reí.

A pesar de mis deseos de darle a Lauren una buena ceremonia allí estaba yo, usando una camiseta enorme junto a un cinturón, con un anillo de cuero en el dedo y sin zapatos.

Todo lo que había deseado para ella no se había cumplido, pero no me sentía mal. En realidad, al ver el brillo de sus ojos al proponerme matrimonio, me había dado cuenta de que ella era feliz con solo tenerme a su lado.

Normani hizo un par de señas para preguntarme si estaba lista, y yo le sonreí.

— Más que lista, Mani —Dije antes de abrir al puerta.

Al salir sujetando el brazo de mi amiga me sorprendí al notar que habían movido los sofás, y que, con sus propias mantas, habían hecho una alfombra para que yo caminara y un altar.

Lauren me esperaba con una sonrisa en el rostro.

Estaba usando los pantalones que Dinah había llevado el día del contagio, y una camiseta vieja que, a pesar de estar algo gastada, se le ajustaba bien al cuerpo. También iba descalza, y tenía el beanie negro de siempre en la cabeza.

Cuando llegué hasta ella tomé su mano y le sonreí.

— Estamos aquí reunidas hoy... —Comenzó Dinah.

Ellas habían tenido razón.

No necesitaba anillos, ni vestidos, ni ceremonias costosas. Solo la necesitaba a ella, y ella solo me necesitaba a mí.

Sus ojos brillaban más que nunca, y no me habría cansado de mirarla.

Olvidé el virus, el lugar donde estábamos, nuestras horrendas ropas y los pies descalzos.

Entonces, Dinah tosió justo cuando estábamos a punto de besarnos.

Me volteé a mirarla antes de que mis labios pudieran tocar a los de mí, ahora, esposa.

Había una enorme cantidad de miedo en su rostro.

Alejó su mano lentamente y suspiró antes de darle vuelta.

Sonreí.

No había nada por lo cual preocuparse.

Normani de inmediato aplaudió y rió, y yo no hice nada más que besar a Lauren con una enorme sonrisa en mi rostro y el corazón acelerado.

Caminamos tomadas de la mano hasta nuestra habitación, y, como no había arroz, Dinah y Normani nos lanzaron trozos de papel higiénico.

— Estamos casadas —Susurró Lauren con alegría una vez que estuvimos dentro.

Me abrazo con tanto amor en ese momento que no pude evitar recostar mi cabeza en su hombro y suspirar.

Sentía su corazón latir rápidamente junto al mío, y la risa que escapó de sus labios me hizo sentir como una adolescente enamorada.

— ¿Lista para la luna de miel, señora Jauregui? —Me preguntó una vez que nos alejamos.

Antes de que pudiera responder ella se quitó la camiseta, dejando expuesta su pálida y perfecta piel.

Juro que me quedé sin aire al notar que todo ese tiempo no había traído nada debajo.

— Yo nací lista —Murmuré antes de acercarme y besarla de tal forma que entendiera cuanto la amaba.

Mis labios besaron cada parte de su cuerpo ese día, y ella, con una sonrisa en el rostro, me hizo darme cuenta de que lo único que necesitaba para que aquella fuera la boda perfecta era su presencia.


Historia escrita por: @AllysonDeVil

Recuerden que pueden dar su opinión de la historia en twitter usando #VirusLetalCamren.

Gracias por leer.

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