Las mujeres de Jorge Blanco

By CamilaHoranStyles26

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Una historia que dejara muy claro lo que realmente significa el amor. Cuatro mujeres completamente distintas... More

Capitulo 1
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Epilogo

Capitulo 2

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By CamilaHoranStyles26

¿Como puede simplemente decirle que no a Jorge Blanco? ¿¡Como se atreve!?

−Jorge. ¿Jorge? −Abril hablaba, Jorge no la escuchaba.

−¡Jorge! - ese chillido lo hizo salir de sus pensamientos

−¡Que!¿Que te pasa? - Le pregunto ella.


Jorge negó con la cabeza y se levanto del asiento mientras se colocaba la bata.

−Nada, es solo que...− se paso la mano por la cabeza y la miro fijamente, tenia los labios pintados de un rojo fuerte, imposible concentrarse así.

−¿Qué pasa? ¿Tengo algo? - se toco el labio inferior con el dedo índice. ¡Todavía tenía el descaro de preguntarlo! Jorge acorto la distancia que había entre ellos y la beso.

Era imposible resistirse a las mujeres.
Jorge se separo de sus labios y quito un mechón de su rostro.

−Vale, no sé que tienen contra mi −dijo generalizando.

−¿Quienes? – Susurro Abril con la respiración agitada.

Jorge ignoro su pregunta y siguió de largo, le devolvió una mirada a todo su cuerpo.

−¿Que tienes en contra de los pantalones largos? – Grito estúpidamente al ver el mini vestido que cargaba. ¿Acaso lo hacía a propósito? Abrió la puerta y salió de allí. Camino por el gran pasillo del hospital y marco el ascensor.

Dos siglos después iba a llegar el ascensor.

−¿También tu, ascensor? ¿¡También tengo que calarte a ti!? - pronto como dijo eso las puertas del ascensor se abrieron y dejaron ver a Martina que se encontraba del otro lado.

−¿Me persigues? ¿Acaso no tienes trabajo? – Soltó furiosa cuando entro y marco el piso cinco.

Ya, era mucho con que lo rechazara y ahora también tenía que soportarla. La ignoro olímpicamente. Algo que hacia molestar a Martina pero que Jorge todavía no había descubierto.

−Ah, ¿ahora me vas a ignorar? Que maduro, Doctor Blanco.

Jorge salió del ascensor cuando se abrieron las puertas sin decir ni una maldita palabra. Martina refunfuño sola. Quizás no era solo Jorge el que tenía el ego a mil.

−¿Nunca tienes trabajo? - pregunto Diego cuando Jorge entro en su consultorio. Diego era Ginecólogo.

−Es que soy eficiente - Diego se carcajeo en su cara.

−Man, no sabes... Ahorita vino una tipa que estaba... Ah... Vino directo del cielo – Menciono haciendo una seña con las manos hacia el cielo.

−Ahora ya sé porque eres ginecólogo.

−Cállate, tu eres cirujano plástico - touche. Era verdad. Jorge se encogió de hombros y se sentó en la silla que estaba frente al escritorio.

−Martina me rechazo.

−Yo te dije - Rio Diego mientras firmaba unos papeles.

−Yo la verdad, hermano... - Diego miro a Jorge. - Lo lamento... Yo sé cuanto la deseas... Cuanto cariño y ganas y más ganas le tienes−Se coloco la mano en el corazón. - ¡Pero esa hembra es del otro bando!

−Cierra la boca Diego, ¿cómo va a ser lesbiana? ¿Te fumaste un cable o qué?

−Por eso se la pasa siempre con Lambre, tu sabes que hay rumores de pasillos que dicen que son pareja

−No seas pendejo

Jorge se estremeció. Diego levanto las dos manos en modo de defensa.

−Es mejor que te olvides de ella, mira... Tienes a Danielita que te lava, te plancha, te cocina y hasta te levanta. Tienes a Abrilsita, que te da lo que tú quieres y sin nada a cambio, brother, eso no se consigue en cualquier lado. Y no dejemos aparte a Reynita, que te trata como un bebe y te consiente. ¿Que mas quieres?

−Quiero a Martina Stoessel - Se quejo.

−¿Por qué no dejas el berrinche por Stoessel y comienzas a preocuparte por lo que tienes? - Le dijo en un tono serio. Jorge bufo. −Estoy hablando en serio, Jorge. Estas enfermo y no lo quieres aceptar.

−¡Yo sé que estoy enfermo, Diego! Pero eso no significa que me voy a morir mañana, digo estoy en terapia y voy a salir bien de esto - Dijo casi seguro.−Ahora, me voy por que mira la hora que es y yo aquí aplastado.

−¿Que casa te toca hoy? - pregunto Diego, divertido. Jorge lo pensó unos segundos.

−A donde la marea me lleve - Jorge salió del consultorio de Diego, vaya que día.

Un día aguado, no hubieron pacientes, solo la jodida y jodida de Martina Stoessel jodiendo. Jorge camino hacia su consultorio y miro a Abril sentada en su silla de trabajo. No, esta vez sí que no. No iba a caer otra vez.

−Abril, es hora de marcharnos - le informo lo obvio. Abril sonrió desde su silla y dio una vuelta en ella. −Niña, esa silla costó mucho dinero, además la amo así que deja de jugar con Sarita y párate de allí.

−¿Sarita? - dijo parándose de la silla y acercándose a él. Jorge asintió.

−Si, mi silla se llama Sarita - Abril paso los brazos por alrededor de su nuca y soltó una risita.

−¿Le pone nombre a los objetos, Doctor Blanco? - antes de que Jorge pudiera decir algo le entro una llamada. Jorge saco su teléfono y miro por encima, quito los brazos de Abril y le hizo una seña con la mano de que esperara.

−Hola −miro a Abril que tenía los ojos entrecerrados hacia su dirección.

−Jorge, ¿qué tal? ¿Cómo esta todo? - dijo con un tanto de nerviosismo la otra voz por el teléfono.

−Todo bien, todo bien... - dijo incomodo. - ¿Pasa algo?

−Eh... Bueno... Es que quería que supieras que como Sol se fue de vacaciones, eso significa que tengo el apartamento para mi sola y quería saber si querías... - Reyna estaba ansiosa y nerviosa, como siempre. Jorge se aclaro la garganta y no dejo que terminara.

−Vale, así quedamos... - dijo mirando la hora. - Entonces nos vemos en 20.

−Esta bien, Jorg...- no dejo que terminara, colgó la llamada y miro a Abril quien lo miraba con una expresión extraña.-

−¿Quien era? - demando.

−Negocios - mintió. Abril abrió los ojos.

−¿De verdad? - dijo con ironía.− Jorge soy tu secretaria, y tú eres doctor. Se supone que administro todo tu trabajo. ¿Eres medico a domicilio o qué?

−Abril, por Dios. ¿Otra vez con tus celos? - se hizo el ofendido.−Tengo una vida afuera de este hospital.

−Pero...−bajo el tono hacia él. A veces sentía miedo de perderlo, si es que lo tenía.

−Ya es suficiente, ¿sí? Basta de los celos. No estoy con ninguna otra mujer

−Jorge, ósea, mírate. ¿Cómo quieres que me crea eso? Tienes 22 años, eres cirujano y dueño de una fortuna. ¿Cómo puedes estar soltero? - Jorge la tomo de las manos y la acerco a el.

−Tranquila, nena. De verdad, no te miento... - la tranquilizo con una dulce voz. Abril se acerco a él y beso el extremo de su cuello dejando a través de ese beso algo más... Justin subió su rostro y beso nuevamente sus labios. Se abrieron las puertas del ascensor, se acerco a la recepción y se despidió de Norma con la mano.

−¡Jorge! −lo llamo Norma. Jorge maldijo en silencio. Seguro lo iba acosar, eso le pasaba por acostarse con gente de su trabajo.

−Normita - fingió una sonrisa.

−¿Pasa algo?

−Firma la hoja de asistencia - Jorge se sintió aliviado. Se acerco a la mesa y firmo la hoja, se la devolvió.

−Y Jorge...

−Voy tarde, lo siento... Hablamos mañana Normita, o pasado o otro día - camino rápido hacia la salida del hospital.

¿Ven? Es difícil ser Jorge Blanco... Y más cuando en las puertas del hospital esta la queridísima Stoessel con un tipejo con pinta de power Ranger. Tatuado y vestido de negro. Parecía más joven que ella, unos dos o tres años. Paró en seco para ver la escenita, se abrazaban con cariño y se daban dos besos en las mejillas.

−Así que... Ni lesbiana ni soltera... Tampoco la chica difícil. Solo la gatita que sale con tipejos malos... Vaya, vaya

Martina y el chico que la acompañaba voltearon a mirarlo con confusión.

−¿Qué te pasa, Blanco? – pregunto Martina con un tono de molestia.

−Claro, ahora ya entiendo... ¿Te gustan los malos y jovencitos? Oh doctora... Oh.
−¿Disculpa, doctorcito? ¿Tini, quien es este tipo? - esta vez hablo el power ranger.

−No, no. La pregunta es, ¿quien en verdad es la doctora Stoessel? Debe ser tan buena en la cama que el niñito se para en la puerta del hospital y la espera... Qué lindo es el amor - dijo con suma ironía.


El chico se le abalanzo a Jorge y lo empujo, Martina lo tomo con fuerza del hombro. Jorge le devolvió el golpe.

−A Martina no le hablas de ese modo. Muy doctor y todo lo que quieras, pero al fin y al cabo un hijo de puta - Jorge miro a Martina con rabia. No, no con rabia. Con celos.

−¿Es este el cirujano del que me hablabas?

−Ya Fran, vámonos. No vale la pena - le insistió Martina -

−Adiós Rambo, un placer haberte conocido. Les recomiendo el motel que está aquí a dos cuadras, perfecto. Muy espacioso, así como para las fieras como Stoessel –

Dio por terminada la conversación y les dio la espalda siguiendo de largo. Jorge metió la llave que Reyna le había entregado.

¿De verdad necesitaba una invitación para entrar a su casa? ¿Necesitaba que su compañera de casa no estuviera para venir a media noche?

Reyna le abrió los brazos y se encaramo encima de Jorge, entrelazo sus dos piernas alrededor de su cintura y comenzó a darle pequeños besos por el rostro.

−¿Cuánto tiempo ha pasado? Tres... ¿O cinco días? - dijo Reyna.

Jorge la lanzo al mueble y esta vez le beso los labios con lujuria. - Creo que... Dos días - dijo encima de sus labios.


Jorge se recostó a un lado de Reyna y dejo que toda la frustración y molestia que le había hecho pasar Martina se la sacara poco a poco los besos de Reyna. Reyna desapretó la corbata de Jorge y quito dos de sus primeros botones mientras dejaba a su paso pequeños besos.

−¿Cómo te fue hoy? - quiso saber ella. Jorge soltó un largo suspiro.

−Mal, horrible - Reyna se levanto encima de él y quito sus zapatos.

−¿Por qué, mi amor? - Justin cerró los ojos y sintió el peso de Reyna encima de el.

−Todo... Todo... - no sabía ni que inventar.

Reyna no dijo ni una sola palabra, parecía que estaba pensando algo. Jorge abrió los ojos para encontrarse con una mirada molesta de su parte.

−¿Qué pasa?

−¿Por qué tienes una marca de labial en tu camisa? – Rezongo mientras señalaba el extremo de su camisa. Jorge jalo un poco esta para mirar la mancha de labial rojo fuerte. Maldita Abril.

−Eh... - se aclaro la garganta pensando en una mentirilla blanca. −Supongo que fue Margot.

−¿Ah, Margot? ¿Quién es Margot? - Reyna se levanto y se paro como una perfecta cuaima frente a el. Con las manos en la cintura, una mirada venenosa y una ceja levantada.

Jorge se sentó bien en el sofá para mirarla frente a frente.

−Mi vida, Margot... La directora del hospital. O habrá sido cualquier otra mujer, la verdad no tengo ni idea. Trabajo con mujeres, por Dios, Reyna. Soy cirujano−La mejor excusa que tenia.

Se levanto del sofá y se dirigió a la cocina, con los pasos de Reyna a su espalda, tomo un vaso y lo lleno de jugo de naranja.

−¿Por qué te tienen que besar en el cuello?

Vale, solo le faltaba esta. Primero Martina lo rechaza, luego Abril le hace una escena de celos y ahora Reyna también. ¿Que falta? ¿Daniela lo llama desesperada? Jorge tomo la última gota del jugo y dejo el vaso a un lado.

−Solo estoy con una mujer... Y esa eres tú – Y planto un beso apasionado en los labios de Reyna.

¿Pero cómo podía ser que todas le creyeran semejante estupidez? ¿Que tenia Jorge Blanco que embobaba a todas con tan solo unas palabritas?

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