No podías describir lo que sentías en este momento, era algo...insoportable, doloroso, inexplicable, como una maldita tortura.
La camilla donde anteriormente se encontraba Wade estaba vacía, con las sábanas revueltas y a medio caer indicando que había pasado una pelea ahí, y la ventana también abierta, con algunos pedazos de vidrio caídos en esta.
Y, debajo de ti, también la cena que le habías traído, pero al ver que no estaba, la dejaste caer de la sorpresa mezclado con miedo intenso que te habías dado.
— ¿¡Donde mierda esta?! —se escuchó un doctor gritar con mucha desesperación a los demás.
— No lo sabemos! Le llamamos a Akari para que vaya con su comida y ahora que volvió desapareció... —un chico se atrevió a hablar.
— ¡Pues vayan a marcarle a la policía para que lo busquen! ¿¡Que es lo que esperan, tortugas?! —volvió a gritar, tomando un vaso de vidrio que estaba cerca y lanzándoselos, este cayó al suelo obviamente rompiéndose en el proceso.
Los enfermeros no tardaron ante este regaño a darse la vuelta y correr hacia un teléfono en específico.
— Akari... —una enfermera se acercó a ti. — Todos aquí comprendemos tu dolor, pero no te preocupes, encontrarán a Wade...
— No, no lo harán. —empezaste a sollozar, y apretaste tu mandíbula con impotencia. — M-Maldita sea... ¿¡porque todo esto me tiene que pasar a mi?! ¡Es mi culpa, es mi culpa todo! ¡Si yo nunca hubiera nacido mucha gente estuviera viva!
Te dejaste caer al suelo de rodillas mientras empezabas a llorar aún con más fuerza, a la vez soltar gritos llenos de dolor y sufrimiento, el sentimiento de culpa que sentías ahora era demasiado difícil de explicar, sentías todo tu mundo en contra, incluso, podías sentir como tú mismo corazón te decía que te mataras.
Si, eso harías.
Repentinamente te levantaste, dejando a la mujer mayor confundida, pero, esta se sorprendió cuando te vio a ti tomar unas tijeras filosas que estaban en una mesita, y acercarlas con algo de desesperación a tu cuello, te ibas a matar.
— ¡No! ¿¡Que crees qué haces?! ¡No lo hagas! —no tardó en correr hacia ti, donde una vez cerca sentiste que te arrebató las tijeras de la mano antes de que estas se clavaran en tu cuello. — ¡¿Que mierda ibas a hacer, mhh?! ¡¿Estas loca?!
— ¡Esto no te incumbe! —trataste de quitarles las tijeras de nuevo pero esta te tomo de las manos y ahí fue que te inmovilizó, pegándote a su cuerpo para más facilidad. — ¡S-Suéltame, te lo ordenó!
— ¿¡Te ibas a quitar la vida?! —está preguntó, pero tú la ignoraste, seguías moviéndote con desesperación. — ¡Respon-
No acabó de hablar ya que lograste soltarte de su agarre, y una vez que lo hiciste, cerraste tu puño golpeándola.
Este golpe la hizo retroceder y soltarte, aprovechaste para correr de nuevo a las tijeras.
— <<T-Tengo que morir, vamos, tienes que...>> —pensaste, con todo tu cuerpo,todo temblando.
Nuevamente, antes de que te mataras unas manos te tomaron de los hombros y te quitaron las tijeras de nuevo, es como si el mundo no quisiera que murieras, o al menos eso parecía.
— Pásenme el antídoto. —eso fue lo único que escuchaste, pues no pasó mucho cuando de repente sentiste como te clavaban algo filoso en el cuello, y, ya después de eso tu vista se tornó borrosa tan de repente que por un momento pensaste que si ibas a morir, pero no...solo caíste al suelo inconsciente.
[••••]
— ¿Porque mierda lo hiciste? —en ese lugar se podía escuchar a Zohakuten, preguntándole a Sekido.
Frente a él, había el cadaver de Aizetsu metido en una bolsa negra, el cual el ojirojo estaba ocultando en un callejón entre los botes de basura.
— ¿Que? —lo volteo a ver confundido y a la vez sorprendido. — Zohakuten, ¿que carajos estás haciendo aquí? ¿No deberías de estar en la casa?
— ¿Ya lo saben nuestros demás hermanos? —interrogó, Sekido solo asintió antes de dejar la bolsa escondida y acercarse al menor. — ¿Que hizo Aizetsu para que lo mataras lanzándolo desde el tercer piso?
— No te incumbe. —tomo del hombro a su hermano antes de hacer que este se diera la vuelta de forma obligatoria. — No me digas que te vas a poner a llorar por su muerte.
– No, para nada, solo me decepcionaste. —Zohakuten se alejó de forma repentina y brusca del mayor. — Matando a tu hermano solo porque estaba tomando consciencia de los asesinatos que hizo? Caíste muy bajo, Sekido.
Ante esas palabras el nombrado puso los ojos en blanco, no se esperaba eso sin duda.
— Además de tomar consciencia quería entregarse a la policía por su cuenta, solo le ahorré muchos problemas. —se cruzó de brazos, antes de tomar de la mano al pelinegro y empezar a caminar fuera de ahí con algo de fuerza. — ¡Y ya te dije que eso no te importa! Ahora vámonos.
Zohakuten no puso ninguna resistencia, solo le seguía el paso, volteo a ver por última vez el cadaver de su fallecido hermano el cual estaba oculto entre la basura, solo suspiro, ¿se sentía culpable y triste? Algo así, pero ya no había otra solución, ya estaba muerto.
— ¿Si te acuerdas de lo que debes de hacer? —le encuestó. — Ya sabes...acerca de ESE plan.
— Si....ya lo sé, no te preocupes. —este le dijo para tranquilizarlo.
— Genial, vamos allá en ese caso. —le apretó un poco más la mano en señal de leve regaño. — Recuerda, eres nuestra única esperanza.
En un momento repentino, Sekido hizo que Zohakuten se agachara, y de su bolsillo sacó una navaja.
— ¿Seguro que estás listo para sentir esto-
— Solo hazlo. —el pelinegro cerró sus ojos preparándose.
Y, ahí fue que el ojirojo dirigió la navaja hacia su pecho.
[••••]
Abriste tus ojos lentamente, la luz del foco aterrizando Justo en estos, provocando que sintieras algo de mareo al instante.
Soltaste un leve gemido apenas recuperando la consciencia, todo, todo tu cuerpo te dolía por alguna razón, pero de forma específica más tu cuello, una punzada con un dolor soportable pero aún así no podías voltear a otro lado sin sentir, como dije anteriormente, un dolor punzante.
— ¡Ya despertaste! –esa misma enfermera quien había evitado tu muerte corrió hacia ti, donde te abrazó a la vez levantándote y haciendo que te sentaras en la camilla. — ¿Te sientes bien? ¿Te duele alguna parte del cuello?
— Si... —confirmaste en un tono suave y doloroso. — ¿P-Porque no dejaron que me muriera?
— Hasta la pregunta ofende, Akari....
— No. –negaste con tu cabeza, empezando a soltar unas cuantas lágrimas. — ¿N-No se dan cuenta que todo lo que ha pasado es por mi culpa? Si tan solo no hubiera nacido...si no hubiera nacido más de 30 personas seguramente seguirían vivas...merezco la muerte, el infierno es lo mínimo que me merezco...
Ante tus palabras la enfermera solo se quedó callada, está frunció los labios sin creer lo que estabas diciendo de ti misma, se separó un poco de ti antes de tomar por su cuenta tu cabello y atarlo en una coleta.
— Ninguna persona merece la muerte excepto los asesinos...eso significa que tus hermanos sí que la merecen-
— Ellos no son mis hermanos, sus padres me adoptaron pero realmente ellos jamás me vieron como su hermana, si no como alguien diferente a ellos... –básicamente te estabas desquitando con ella, y al darte cuenta de esto solo sacudiste la cabeza. — Lo siento, no debería decir esto.
— Te mantendremos aquí hasta que se te quite esa idea de querer matarte, ¿está bien? — interrogó, tú solo te quedaste callada, algo que para ella fue como un "está bien" — Por cierto, tienes visitas.
Ante esas palabras te quedaste más sorprendida sin duda, frunciste el ceño antes de soltar un quejido, lo único que pudiste pensar era, ¿porque? ¿A quien se le ocurriría visitarte?
Ya no tenías a nadie, todos los amigos o personas que alguna vez te apoyaron estaban muertos.
— Dice que se llama Leah. –ante eso, tú sorpresa creció aún más.
Ese era el nombre de la ex de Karaku...
— ¿Que mie-? ¿No le dijo porque está aquí? —encuestaste, la mayor negó.
— ¿Le digo que pase?
— Pues si...a ver qué quiere... —te encogiste de hombros.
Entonces la enfermera salió de la clínica, tú te quedaste callada, mirando el suelo, no estabas ilusionada o tampoco esperabas que ella te preguntara de cómo estabas, lo más probable era que solo venia a insultarte como siempre lo hacía.
— ¿Akari? —ahí fue que escuchaste como te llamo por tu nombre, la volteaste a ver notando su expresión algo preocupada, seguido de eso cerró la puerta detrás de ustedes. — Espero que con todo lo que pasaste te encuentres mejor...
— ¿Porque de repente te preocupas por mi? Si hace una semana era una maldita zorra, una prostituta, una roba novios..., una persona cruel a quien no le importa los sentimientos de las demás... –mencionaste, con un tono de voz demasiado triste y desinteresado.
— Escucha... —está empezó a jugar con sus dedos de manera nerviosa, tu solo la mirabas de forma detallada esperando a que te cuente lo que te necesitaba contar. — Me arrepiento, realmente me arrepiento de todo lo que te dije...estaba tan cegada de la ira porque el maldito de Karaku había roto conmigo, que ni siquiera me puse en tus zapatos y que básicamente él estaba obsesionado contigo de forma enfermiza al igual que los demás....
— ¿Vienes aquí a pedirme disculpas? —le interrogaste, esta asintió con pena
Vaya, eso sí que jamás te lo esperaste, era la primera vez y probablemente única vez que alguien que te había lastimado se disculpaba.
Se sentía....extraño, como una sensación de calidez en tu cuerpo.
— Si, como dije, vengo aquí a disculparme, no me quiero ni puedo imaginar como pasaste toda tu infancia al lado de esos malditos monstruos... —agachó la cabeza. — Te compadezco, seguro te hicieron mucho daño y-
— Estoy con ellos desde los 6 años, ya que sus padres me adoptaron, a veces desearía que me hubieran abortado o que ellos jamás me hubieran llevado a ese infierno... pero, lamentablemente pasó y estoy segura que en otro universo estoy a salvo.... — agachaste la cabeza con un tono de voz totalmente quebrado y doloroso, Leah solo te miro con lastima, sintiéndose más que arrepentida al insultarte antes.
Hubo un silencio algo incómodo, tú seguías mirando al suelo pensando en todo lo que estaba pasando y lo que había, Leah aprovechó para sentarse en una silla que estaba cerca y suspiro.
— Yo ya sabía acerca de su obsesión contigo. —ahí fue que la miraste en cuanto la escuchaste, notaste que las lágrimas empezaban a resbalar de sus ojos y por sus mejillas. — Lo siento, Akari, tuve la opción de llamar a la policía pero no lo hice, soy una idiota, se notaba a kilómetros que él estaba obsesionado de forma enfermiza contigo al igual que los demás, pero yo me hice la que no sabía y solo seguía con el, con la estupida idea de que algún día iba a cambiar e iba a quererme de verdad. Incluso mis amigas me lo decían a cada segundo, pero yo era una arrastrada total en ese entonces.
— Lo bueno Esque ya tomaste consciencia de eso... —maldecías internamente al ojiverde, cuando notaste que esta comenzó a sollozar entraste algo en pánico. — P-Pero no es tu culpa, no llores por favor....
— Me da mucha impotencia. —se limpió las lágrimas. — P-Pero tienes razón, no vale la pena llorar por ese estupido.
[FLASHBLACK]
Muchas mujeres estaban sin duda detrás de los hermanos Hantengu, algunas hasta no se iban con rodeos y les pedían directamente follar, incluso a Aizetsu quien de forma obvia las rechazaba con un rotundo no, y básicamente también les decía "Necesitas terapia" mientras las miraba con desagrado.
Pero, sin duda los más pedidos eran Karaku y Urogi, quien a comparación de sus hermanos eran los que más mujeres tenían, y obvio algunas veces le seguían la corriente solo para ilusionarlas y al final humillarlas frente a todos. Aunque, solo pocas veces el ojiamarillo tenía compasión y las rechazaba de una.
— El es bastante atractivo... —Leah estaba mirando a Karaku de lejos, con una sonrisa embobada. — ¿Que tan Bueno creen que sea en la cama...?
— Lo suficientemente bueno como para que no lo sientas jamás.—hablo una de sus amigas, ante sus palabras la pelinegra cambió su expresión a una desanimada. — Enserio, Leah, entiéndelo, el no te querrá jamás, solo esta interesada en la horrible de su hermanastra.
— Algún día tendrá que al menos mirarme... –está suspiro, antes de mirar de nuevo notando que el ojiverde ya no estaba. — ¿Que? ¿Donde está?
Pregunto, miró a todos lados buscándolo hasta que de repente se escucharon unas carcajadas cerca de ahí, está volteo viendo a Karaku y a Husdon quienes pasaban.
— ¿Entonces...te parece si este día vamos a rayar con grafiti la casa que te dije? —Husdon le preguntó.
— Claro, sin problema me escapo de casa. —ambos siguieron caminando, pero una mano la cual se posó en el hombro del ojiverde los hizo parar a ambos, quienes voltearon.
— Uyyy, ya vino la arrastrada por ti. —el pelinegro con puntas azules se hecho a reír, haciendo quedar a Leah mal, más de lo que ya estaba.
— K-Karaku... —lo llamo, el nombrado solo la miraba con una expresión algo seria, su sonrisa había desaparecido completamente, aunque, volvió a aparecer a ver a más detalle.
— Tienes un cuerpo muy bonito. —si, su característica sonrisa coqueta volvió a aparecer. — Ya se lo que me dirás, nos vemos mañana en el parque cerca de la calle #####. —se acercó a su oído. — Y ve con una falda corta, ¿está bien~?
Después de eso, tomo a Husdon del hombro y sin decir nada más ambos se fueron de ahí, una vez que se alejaron lo suficiente como para que Leah, quien estaba demasiado emocionada no escuchara, ahí fue que Husdon habló.
— Amigo, espero que lo qué pasó allá atrás sea una mentira. —le dijo, ya le parecía extraño que su amigo le aceptara la cita a esa rara.
— ¿Si te acuerdas que en la mañana te dije que necesitaba a una nueva perra para darle celos a mi hermanastra? —le preguntó, entonces el menor entró en razón al ver la sonrisa con malicia de su amigo. — Ella será esa perra, y cuando mi querida Akari me haga caso, le daré la patada.
[••••]
Después de unos semanas, Leah no le estaba yendo también como creía, pues Karaku solo era cariñoso con ella cada que su hermanastra pasaba al lado de ellos, no se dio cuenta hasta este día, y al día siguiente decidió reclamarle
A la hora del descanso estaban ahí, hasta que, como siempre y todos los días pasaste al lado de ellos, en un momento repentino para Leah el ojiverde la tomó por la cintura y trato de besarla, pero esta se alejó antes de que lo hiciera.
— ¿Porque te alejas?
— ¿Porque solo me besas y demuestras cariño cuando esa zorra está pasando al lado? —le preguntó frunciendo el ceño. Karaku la tomó por la mejilla.
— Sabes que no es cierto, cariño, yo te amo y siempre lo haré.
Su tono de voz era tan dulce que básicamente estaba manipulando a Leah, quien, después de pensar unos cuantos segundos le creyó, y le siguió el beso.
[FIN DEL FLASHBLACK]
— Así es, mira el lado bueno, pronto lo encontrarán, de eso estoy segura y cuando lo hagan se pudrirá en la cárcel él y los otros. —le dijiste a Leah, quien asintió abrazándose a sí misma y también buscando consuelo.
De repente, fuera de la clínica, es decir en el pasillo se escuchaban muchas enfermeras, al parecer llegando con una camilla y alguien herido, tú y Leah se miraron antes de que al mismo tiempo y sin decir nada salieran de la habitación, observando a muchas mujeres llevando desesperadamente a un enfermo.
— ¡Rápido, conéctenlo! ¡Está gravemente herido! —muchas enfermeras gritaban cosas parecidas.
¿Pero que es lo que estaba pasando?
[FLASHBLACK]
15 minutos antes
Fuera del hospital se podía observar lluvia, mucha lluvia caer, y, en aquella banqueta a alguien caminando, un chico, específicamente, Zohakuten.
Este estaba caminando casi arrastrándose por la calle, en su pecho se podía notar la navaja clavada en su pecho, este se dirigía al hospital, realmente estaba a nada de desmayarse.
— ¿¡Pero que es lo que te pasó?! –escuchó la voz de una mayor preocupada por el, aunque se escuchaba terriblemente lejos.
— L-Lo siento, no pude defenderme... —rápidamente su expresión cambió a una de manera triste y forzada. — M-Mi hermano me apuñalo....¡el me ofreció convertirme en un asesino e ir con ellos! Y-Y como lo rechacé él me hizo esto... —apuntó a la herida
La anciana se quedó sorprendida, pero, sin decir nada más lo tomo y lo empezó a llevar al hospital.