MI DULCE REGALO

By CrystalCassanova

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Él es un militar. Ella es una escritora. Él no cree en el amor. Ella escribe sobre hombres amorosos y perfect... More

Prólogo
CAST
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Epílogo
Extra 1

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By CrystalCassanova

Eres la perdición más hermosa que pude tener en mi vida y no me arrepiento de haberla tenido. Tu recuerdo me lo llevaré a donde sea que vaya, recordándote con una lágrima en mi mejilla, sabiendo que este corazon todavía te ama.

—Spencer Tae-moo.

Spencer:

Horas antes de volver a ver a Emma...

  
   —Señor, este negocio va a ampliar mucho más su dinero. Estoy muy feliz de cerrar este acuerdo con usted. —responde un inversor sentado en la mesa directiva de mi empresa de autos.

   Asiento lentamente, con un rostro neutral, mientras él sonriente, termina de levantarse y junto a su equipo de negocios, sale de mi oficina de juntas.

    Estoy mal.

    Llevo meses mal. Tomando medicamentos como si fuera un adicto a ellos.

   Desde que Emma se fue de mi lado, los dolores de cabeza aparecieron más seguidos y me han acompañado por casi un año, 8 meses y 15 días, desde que vi a Emma por última vez.

   Ya vamos a cumplir dos años sin vernos y cada día es más doloroso de soportar.

   ¿Cómo estará ella?

   Las ganas de viajar a República Dominicana y ver con mis propios ojos que ella estaba bien, me han estado volviendo loco.

   Incluso contraté a dos guardaespaldas, para que vigilaran sus pasos, cuidando de que nadie le hiciera daño y que tuviera todo lo que necesitaba, pero esto solo lo hice un mes, ya que sentí que invadía su privacidad, cuando al final, ella fue la se alejó de mi.

   Por mucho tiempo he pensando en siquiera contratar de nuevo a estas personas para saber si ella está bien, pero no he podido. No puedo hacerlo.

   Acaricio mi cabello y aclaro los ojos.

   Estoy cansado, con mucho sueño. Mis ojos últimamente se cierran solos y es porque no estoy durmiendo. No recuerdo la última vez que dormí.

  Mi madre y Jennie, mi hermana, han intentado hacerme sentir mejor, incluyéndome en fiestas, salidas con personas, entre otras cosas más, las cuales he declinado, porque al final sentía que le era infiel a Emma.

   No me puedo mentir.

   No la puedo olvidar.

   No puedo sacar su rostro de mi cabeza.

   No puedo olvidar sus bellos ojos o su sonrisa.

    No puedo sacarla de mi mente y esto me está volviendo loco.

   Miro mi reloj y observo que ya son más de las ocho. Por ende, decido irme a casa. Cuando paso tiempo con mi hija, al menos olvido por ese momento que Emma existe y mantengo mi mente ocupada, con mi bella hija que me hace feliz.

    Me levanto de la silla y salgo de la oficina de juntas. Al llegar a mi escritorio, agarro mi traje y caminado hacia afuera de mi oficina, justamente entre la puerta y él pasillo, tropiezo con mi secretaría.

   Alexandra.

   No sé si ella piensa que soy idiota, pero desde luego sé que está enamorada de mi. Ha hecho todo lo posible para que me dé cuenta de quiere algo conmigo, pero la ignoro.

   No puedo estar con nadie más.

   Mi corazón le pertenece a una sola mujer.

   —Señor... quería decirle algo antes de que se vaya a su casa. —menciona Alexandra con un movimiento inusual en sus manos, dándome a entender de que va a confesarme sus sentimientos.

   Ahorrándole la vergüenza, empiezo a caminar dejándola atrás.

   —Estoy tarde, mañana hablamos. —le informo aunque es mentira que mañana hablaremos.

    —Spencer, escúchame...

   Inmediatamente escucho que menciona mi nombre, me giro para mirarla y reprocharle que ella no puede llamarme por mi nombre.

    —Qué no se le olvide, señorita Alexandra, que usted no tiene permitido llamarme por mi nombre. Para eso está señor Tae-moo. —le informo con el ceño fruncido por su atrevimiento.

    —Me gusta. Me gusta mucho, señor y no me importa si usted no me quiere, yo haré lo que sea porque usted sienta algo por mi. Solo deme la oportunidad. —menciona con nerviosismo y melancolía.

   Respiro profundo.

   Ella me recuerda a mi mismo.

   Me enamoré de una mujer que no me quería, al final, nunca supe si Emma me amaba y creo que nunca lo sabré.

    —Alexandra, lo siento. No deseo corresponder a tus sentimientos. No me gustas, ni me vas a gustar nunca. Pasa una buena noche. —expreso dándome la vuelta y alejándome de ella lo más rápido que puedo caminando.

   Al salir de la empresa, el seguridad de la empresa me saluda con su mano y hago lo mismo.

   Cuando intento cruzar la calle para llegar a mí Jeepeta, Alexandra agarra mi codo y me gira hacia ella para besarme, pero siendo más rápido que ella, la alejo antes de que cometa una estupidez.

    —Dije que no y no es obligatorio corresponder tus sentimientos. —comento enojado por su osadía.

   Ella niega dos veces.

    —¡Dame la oportunidad, deja de ser tan terco! —exclama enojada empujándome hacia atrás.

   ¿Qué?
  
   ¿Se ha vuelto loca?

    —Dije que no. No te amo ni voy amarte. Aléjate antes de que te despida por irrespetuosa.

    Es lo único que le digo antes de cruzar la calle y darle la vuelta a mi Jeepeta, abriendo la puerta para entrar en ella.

    Cuando estoy dentro de mi Jeepeta trato de regular mi respiración mientras agarro mi pecho.

   Todo me recuerda a Emma.

   —¡Maldita sea! ¡¿Por qué sigo enamorado de ti!? ¡¿Por qué no puedo olvidarte, Emma? ¿Dime por qué? —grito a los cuatros vientos.

    Intento calmar mi respiración, pero estoy tan molesto y frustrado que no logro saber que hacer en este momento.

    Solo quiero tener paz y olvidarme de Emma.

    Tengo y deseo olvidar al amor de mi vida. No puedo seguir con este dolor en el pecho que me roba la respiración. Deseo poder pasar una hora sin tenerla en mi cabeza.

   Mi teléfono empieza a sonar sacándome de mi ensoñación.

   Saco el teléfono de mi pantalón y al verlo menciona que la madre de mi hija Elizabeth me está llamando.

    Maldita sea, espero y esta mujer no me saque de mis casillas.
 
    —Buenas noches. —digo secamente.

    Se escuchan ruidos en la llamada.

    —¿Por qué hablas tan seco, Spencer? Ni qué te haya matado un familiar. —dice ella con voz sarcástica.

    No tengo la paciencia para soportar a esta mujer.

    —Lo que sea que quieras decirme, hazlo rápido, antes de que cuelgue.

    La madre de Elizabeth se ríe.

    —Maleducado... mañana en la mañana estaré visitando a mi bella hija. Me acabo de mudar a Seúl, cerca de tu casa. Quiero comenzar a acercarme a ella. —menciona con felicidad.

   Lo que me faltaba.

   Que la madre de Elizabeth quisiera venir a terminar de dañar la vida de mi hija y yo.

    Pero no le voy a prohibir que vea a su hija. Que lo haga.

   Conozco a Elizabeth y la va a mandar al infierno quinientas veces.

    —Bien, haz lo que quieras. Ni que me importe... buenas noches. —cierro la llamada, tirando mi teléfono en el asiento del copiloto.

   Piso el acelerador de la Jeepeta con ganas de poder llegar más rápido a mi casa.

   Es sábado por la noche, lo que quiere decir que las calles no están tan abarrotadas de personas. Lo que me facilita llegar a mi casa más rápido de lo que deseaba.

   Me estaciono en frente de mi casa. No tengo ganas de entrar la Jeepeta al garage.

    Salgo lentamente y agarro mi traje, con el fin de cerrar la puerta y darme la vuelta para entrar a mi casa.

    Me detengo frente a la puerta principal de mi casa y en el aire hay un olor que es muy diferente.

   No huele solamente a húmedo, ya que en la mañana llovió. Hay un olor que es distintivo y me recuerda al perfume de Emma.

   Maldigo en mi mente.

   Estoy tan necesitado de poder tener a Emma en mis brazos y así besarla y abrazarla, que ahora estoy oliendo su perfume en el aire.

   Inserto la llave y abro la puerta, entrando rápidamente, ya que quiero dejar de oler ese perfume, pero para mi mala suerte, el aroma es más fuerte dentro de mi casa.

   Dejo mi llave en una pequeña mesita que esta al lado de la puerta y empiezo a caminar hacia la sala, encontrándome allí la razón del por qué estoy oliendo el aroma de Emma.

   Emma.

    Emma está aquí. Sentada en mi mueble, viéndome fijamente.

    Siento como mi mundo se pone al revés.

    Mi corazón empieza a saltar como loco, mientras que mis manos tienen vida propia, empezando a temblar.

     Trago en seco.

     Mi respiración está totalmente desequilibrada.

    ¿Así es como se siente el estar enamorado de una persona?

    Lentamente camino hacia el mueble que está en frente de ella. Me siento muy despacio, desviando mi mirada por primera vez al pequeño bebé que ella está cargando en sus brazos.

    ¿Es mío?
  
    ¿Ella estaba embarazada de mi? ¿Será posible eso?

    Mis ojos se desvían a ella y fijándolos en sus ojos, suspiro profundamente.

    —Mi perdición... —asiento repitiendo el movimiento—, me caí en un abismo y no he encontrado el fondo de él. Tú, nadie más que tú, mi amor, me empujó a caerme en ese abismo sin fondo. —menciono hipnotizado por ella.

   Mis ojos se vuelven llorosos.

   ¿Por qué ahora?

   ¿Por qué volver ahora?

   ¿En verdad desea terminar de destruirme o cual es mi plan?

    —Hola, Spencer. —dice nerviosa, acariciando su cabello.

   Ni siquiera le presto atención a lo que dice, ya que él bebé abosteza en sus brazos mientras sigue durmiendo.

   Hermoso. Es un hermoso bebé no importando si es mío o no.

    No puedo asegurar que sea mio el bebé. Estuvimos lejos mucho tiempo y no sé qué pudo pasar. Tal vez se enamoró y siguió con su vida.

    Pensar en todo esto es una tortura, pero tengo que hacerlo. No puedo tener esperanzas, no con Emma.

    —¿Cómo has estado? —pregunto no queriendo ser maleducado.

    —En lo que cabe el sentido de la palabra, bien ¿y tú? —pregunta.

    Asiento lentamente.

    Esta vez no puedo contestarle.

    —Quise venir a ver cómo estabas... —menciona a la vez que acaricia la cabeza del bebé—, y también a presentarte a... nuestro... hijo.

    Mis ojos se abren de par en par.

    Dejo de respirar y mantengo el aire comprimido dentro de mi.

     Trago en seco anonadado por lo que ha dicho.

    Mis ojos se desvían al bebé y al verlo ahora por fin veo que tiene mi nariz y las cejas.

   Quito mis ojos del bebé para mirarla a ella. Pero estoy tan sorprendido, que extiendo mi cuerpo hacia delante y me sirvo un vaso de agua.

    Nunca en mi vida he bebido agua tan rápido como ahora.

    ¿Ese bebé es mio?

    ¿Es mi hijo?

    Coloco mis manos en mi rostro y empiezo a respirar lentamente queriendo tranquilizarme.

   Me levanto del mueble y empiezo a caminar entre la sala, el pasillo principal y la cocina.

   Me quito el traje de encima y desabotono los botones de mi camisa, para luego colocarme en el marco de la cocina y mirar a Emma desde allí.

    —¿Es mi hijo? —le pregunto respirando lento.

   —Sí, lo es. —responde mostrando melancolía en sus ojos.

    Acaricio mi rostro mientras giro mi rostro.

    Me siento de lo peor.

    Ella estuvo todo este tiempo embarazada, cuidando de nuestro hijo solo, mientras yo estaba aquí, lejos de ella.

    No me imagino todo lo que pasó y no estuve ahí para ella.

   Maldición. 

   Soy de lo peor.

    Debí haberla buscado, pero fui un cobarde.

    No la merezco.

    Lentamente me acerco a ella y al llegar a donde está, me agacho hasta estar a su altura y así poder ver más de cerca al bebé.

    —¿Cómo se llama? —le pregunto mirándola más de cerca.

   Ella duda en decirme, mientras mueve sus dedos nerviosamente.

    —Louis Spencer. —menciona mirándome a los ojos.

    Por un momento me olvido de decir algo, simplemente la miro.

    Ella me extiende al bebé quien todavía está dormido y con miedo, lo sostengo con mis manos.

   Es tan suave y tan pequeño que siento que es muy frágil. Despacio lo acerco a mi pecho y lo acomodo allí para que no se despierte. Muevo mi cuerpo lentamente en un movimiento que hace que se quede aún más dormido y esté tranquilo.

    Me recuerda a Elizabeth. Su madre nos abandonó y desde entonces he sido su madre y padre. Ha sido lo más hermoso que me ha sucedido y que este bebé llegue a mi vida a recordarme esos bellos momentos, me pone muy feliz.

   —Encontré un hotel cerca de aquí, entonces allí nos quedaremos por un tiempo hasta que...

   Levanto mi mano interrumpiendola.

    —No, no creo que sea lo mejor que duermas en un hotel. El bebé no estará cómodo y las habitaciones tienen una calefacción muy fuerte para el bebé. Podría enfermarse.

    —¿Entonces donde vivo, Spencer? No tengo casa. —responde confundida.

    —Puedes quedarte en mi casa. Hay habitaciones vacías para que tú y el bebé estén cómodos. Además también estaré cerca para ayudarte en lo que necesites con el bebé. —menciono esperando a que ella acepte.

    Ella se levanta del mueble y lentamente se acerca a mí.

   —No quiero que mal interpretes esto, Spencer. —ella mira hacia los lados con el fin de bajar su cabeza luego—. No vamos a volver a estar juntos. Estoy aquí es por el bebé. Porque mereces estar en su vida.

   Sé que ella tiene razón y lo que está haciendo es correcto, pero no puedo negar que me duelen sus palabras.

    Trago en seco y acaricio mi cabello.

    —No tenía en mente el que tú y yo volviéramos. Lo nuestro está muerto, murió cuando me abandonaste y nunca te voy a perdonar eso.

   Ambos nos miramos, sabiendo muy bien, que aunque nuestras palabras son dolorosas, también son mentiras.

    —Nunca te he dejado de amar, Spencer. Lo único que cambia es que no volveremos a lastimarnos...

   Río nerviosamente.

   —No te lastimé, tu me lastimaste. —le corrijo.

   Ella asiente.

   —Y aún te pido perdón por ello. No lo merecías. Tú... solo me amaste incondicionalmente y te lastimé a cambio de ese amor. —menciona mostrado un poco que está afectada por ello.

   Me acerco a ella.

   —¿Entonces no me puedes culpar si no deseo volver contigo ni en sueños, no? —le pregunto mirándola a los ojos.

   Ella niega dos veces.

   —No te puedo culpar, Spencer. No te merezco. No merezco tu amor. —responde mientras una lágrima se desliza por su mejilla.

   —Lo peor de todo es que no he dejado de amarte ni un solo segundo. Más bien, el amor que te tenía, estuvo creciendo cada día. Te he añorado hasta el cansancio y mis pensamientos están colmados de tu rostro. Te pienso, te siento, te escucho todos los días y anhelo poder perdonarte por haberme lastimado.

   Mis palabras son como cuchillos que se clavan en mi corazón.

   La amo.

   Aunque me lastimó, la amo y la amaré hasta el último día de mi vida.

    —Emma, te amo, te amo y lo haré hasta que mis ojos se cierre y tú seas lo último que vea en ellos. Tus recuerdos en mi mente siempre serán sempiternos, ellos son como un tatuaje en mi piel, que al principio duele, pero que después adoras.

   Emma se seca las lágrimas y levanta su mano.

   —Detente, Spencer. No me tortures más con tus palabras. —menciona con una mano ocultando su rostro—. No podemos estar juntos, Spencer. Lo siento. —me informa ella con el rostro comprimido queriendo ocultar las ganas de llorar que tiene.

   Sonrío, pero no lo hago de felicidad, sino de tristeza.

   —No he dicho que quiera volver contigo, Emma. Solo quise decirte las palabras que mis labios nunca jamás volverán a mencionar...

  

Estoy llorando, chicas.

Me voy. 😭😭😭😭

Este es el penúltimo capítulo.

Falta un solo capitulo y el epilogo que subiré al mismo tiempo.

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