Allison
—¡Me parece una locura!
—Ajá.
—Ella está completamente equivocada y él tiene razón en todo, se desvive, lucha, pero no quiere decir nada, no quiere abrirle los ojos y hace que me den ganas de golpearlo por ser tan obtuso.
—Claro.
Me detengo y miro a mi madre.
—¿Me vas a hablar con monosílabos todo el día?
—Lo siento, ¿quieres que opine?
—Por supuesto que quiero que opines, por algo te estoy contando que... ay, mierda.
Camino hasta el desayunador y me siento en una de las bancas. Ayer no soporté nada de lo que pasó en casa de Zack, así que hoy decidí venir a casa de mi madre para tener un poco de terapia de cocina y una charla con ella. Pero ahora...
—El hecho de que me cuente cosas no significa que quiera que opine de ellas, ¿verdad? —pregunto en voz baja.
Mi madre se sienta con completa tranquilidad a mi lado y coloca una mano sobre la mía.
—Sé que eres sobreprotectora con Zack, pero no es tu responsabilidad. Han sido amigos durante los últimos cinco años, ¿y cuándo ha dejado que adivines las cosas o te ha dado señales confusas con respecto a algo?
—Nunca —resoplo.
Lo malo de contarle todo a mi madre, es que tiene mucho material para decir cuándo estoy haciendo las cosas mal y me da muchos consejos que a veces no quiero escuchar.
—Entonces, ¿por qué no puedes confiar en que está haciendo las cosas lo mejor que puede?
—Porque también le está mitiendo. No le está diciendo la verdad, quizá no le miente por completo, pero no descubre las mentiras de su madre, y eso es tan malo como lo que hace. Y no quiero que su hija lo odie solo porque no le dice la verdad.
—¿Y te has puesto a pensar en cómo serán las cosas para Callie? —pregunta—. Su padre está lejos, por la razón que haya sido —se apresura a agregar antes de que la interrumpa—, todo su control emocional depende de su madre, y si quieres hacerla ver como una mentirosa, si le quitas ese pilar, todo su mundo va a derrumbarse, y si en el mejor de los caso no te cree, si Zack consigue al menos dos días al año con ella, no va a quererte cerca, y probablemente Zack deje de contarte cosas para que no se enoje.
Muevo los dedos sobre la mesa detestando un poco que tenga tanta razón.
—Mi intención no es lastimarla. Es solo ayudarla a que entienda lo mucho que Zack la quiere.
—El infierno está lleno de gente con buenas intenciones, cariño. Pero debes pensar si lo que haces en este momento realmente valdrá la pena en el futuro. Quizá Zack no te deje de lado, pero no querrá que te acerques a su hija.
Siento que los ojos me arden con sus palabras, pero no me quedan ganas de seguir discutiendo, porque tiene razón. No estoy muy segura de que pueda hacer las cosas correctas, pero no tengo ganas de seguir discutiendo.
Mi celular suena sobre la mesa y sonrío un poco cuando leo el nombre de Zack. Tiene un sentido de la oportunidad perfecto.
—Hola —contesto.
—Hola, ¿estás en casa?
—Mhm, no, en casa de mi madre, ¿por qué, necesitas algo?
—Pues... convencí a Callie de que se dé una vuelta por el pueblo.
—Oh, eso es increíble.
—Sí, pero ella no quiere ir conmigo, y como la otra persona que conoce es a ti, quiere que lo hagas.
Me enderezo un poco en mi asiento, lo que hace que mi madre enarque una ceja mientras se levanta para asegurarse de que nada se queme, aunque solo busca darme un poco de privacidad.
—¿En serio? No me malinterpretes, será un placer hacerlo, pero después de lo de anoche creí que no le agradaría demasiado la idea de tenerme cerca.
—Yo pensé lo mismo, pero eres el mal menor.
Sus palabras me hacen sentir horrible.
—Zack...
—Está bien, no tienes que preocuparte, sé en dónde estoy parado, y si puedieras hacerme este favor te lo agradecería mucho.
—Por supuesto que voy a hacerlo, puedes contar conmigo sin problemas.
—Y una cosa más.
Por su tono estoy segura de que, sea lo que sea que vaya a decirme, no le agrada demasiado, y a mí no me va a gustar en absoluto.
—¿De qué se trata?
—Callie no quiere que vengas a bucarla. Así que necesitaré que me avises cuando llegues a casa para llevártela.
—¿Solo esta vez o nunca? —pregunto intentando que mi voz salga fuerte.
—No lo sé.
Auch.
—Está bien, me pondré en marcha dentro de un rato y te avisaré cuando llegue.
—Gracias.
No le pongo mucha atención a la despedida y sí a mi madre cuando se detiene frente a mí.
—¿Qué pasa?
—Pasa que si no dejo de meter la pata la voy a cagar en serio.
Miro mi reflejo en el espejo, estando cada vez más segura de que no tengo la menor idea de cómo lidiar con esto. Ahora que la pelota está en mi campo y he tenido esta especie de epifanía, tengo más miedo que antes.
Callie es muy importante para Zack y no quiero caerle mal, le han estado llenando la cabeza de mentiras y aunque quiero abrirle los ojos al respecto, sé que no debo, lo que no lo hace más fácil, y para colmo, tengo menos de cinco minutos para trazar un plan de acción.
Lo primero que hago es decidir que iremos a pie, lo segundo es tomar mi libreta y hacer una lista rápida de los mejores lugares a donde puedo llevarla. Zack ha confiado en mí y si algo tengo claro de esto, es que no voy a decepcionarlo y que intentaré contener mi lengua para no meterme en más problemas con su hija. Técnicamente ambos van de la mano, pero si pienso en ellos como proyectos separados es probable que sienta que avanzo.
Como tenía que esperar a que la comida estuviera lista, decidimos que nos reuniríamos a las dos de la tarde y Zack me confesó que quería pasar al menos dos horas en la comisaría, así que tengo que entretener a Callie hasta entonces para que no sospeche nada, lo que me pone nerviosa.
No es que no quiera pasar tiempo con ella, pero tengo claro que mientras más tiempo pase más probable es que diga algo de lo que luego me arrepienta y que ponga en peligro mi amistad con Zack, pero también debo intentar que se sienta segura aquí antes de que nuestro jefe le diga a Zack que no se atreva a pasar otro día en casa. Tiene que volver a trabajar, y si no amarra las cosas con Callie tan pronto como sea posible, todo acabará en desastre.
A las dos en punto alguien toca mi puerta. Tomo una respiración profunda mientras camino y me recuerdo que todo está bajo control. No es como que no haya hecho de guía para algunas excursiones de centros escolares que vienen de otro distrito para mostrarles cuál es el trabajo de un policía, pero aunque intente tranquilizarme sé que esto es mucho más importante.
Cuando abro la puerta, Zack y Callie están parados frente a ella tan lejos entre sí como les es posible, pero me esfuerzo por no hacer una mueca.
—Buenas tardes —saludo.
Callie hace un extraño movimiento de cabeza que deja claro que me escuchó pero que no tiene planes de mantener una conversación.
Esto será incómodo.
—En cuanto terminen, puedes llamarme para que te venga a buscar —le dice Zack a su hija y esta lo mira con el ceño fruncido.
—Supongo que Allison puede llevarme a casa, ¿no?
—Cualquiera de los dos puede —me dirige una mirada y no necesito que abra la boca para leer la advertencia en sus ojos. No puedo meter la pata de nuevo—. Nos vemos.
Veo que Callie lleva un pequeño bolso colgando del hombro.
—¿Llevas agua?
—¿No iremos en auto?
—No, pensé que sería más divertido hacer senderismo, así sabrás moverte siempre que lo necesites sin tener que esperar a que alguien te lleve.
Ella me mira con los ojos entrecerrados durante un rato antes de asentir.
—Necesitaré agua.
Abro más la puerta y la invito a pasar. La prueba de fuego comienza.
Bueno, parece que Allison se encuentra en una encrucijada