Sangre Targaryen

By MBelu38

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Quizás no lleven el mismo apellido, o no tengan los mismos padres, su historia hasta ese punto fue distinta p... More

[1: SYRA Y DAEMON]
[2: GWAYNE HIGHTOWER]
[3: ENCUENTRO]
[4: CERYSE Y MORGAN]
[5: EL DRAGÓN ROJO]
[6: VISENYA]
[7: FUEGO]
[8: ENVIDIA]
[9: ROCES]
[10: JINETE DE DRAGÓN]
[11: MATRIMONIO Y AMOR]
[12: ARDER]
[13: UNIÓN]
[14: FIDELIDAD]
[15: CARIÑO]
[16: GAEL TARGARYEN]
[17: KARMA]
[18: HIJOS]
[19: PREOCUPACIÓN]
[20: NUEVO HOGAR]
[21: VUELTAS DE LA VIDA]
[22: ENEMISTAD]
[23: PROMESAS]
[24: VERDAD]
[25: LEY DEL HIELO]
{Gráficos}
[26: JAZMÍN]
[27: VÍBORA CON ALAS]
[28: TORMENTA]
[29: SECRETOS]
[30: CRECER]
[31: REPARAR]
[32: ¿BUENA NOTICIA?]
[33: VISIONES]
[34: LA ÚLTIMA MENTIRA]
[35: AEMOND Y GAEL]
[36: SANAR]
[37: SAERA]
[38: NUEVO DÍA]
[39: HERMANA MENOR]
[40: HIJOS]
[41: CAOS]
[42: OJO POR OJO]
[43: RESPIRO]
[44: PRIMER PASO]
[46: CORTEJO Y COMPROMISO]
[47: UNA VIDA JUNTOS]
[48: PENSAR CON CLARIDAD]

[45: PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR]

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By MBelu38

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR

«Echamos a perder todas las historias de amor intentando que duren para siempre»

Oscar Wilde.
⊱⋅ ──────────── ⋅⊰


Bebieron hasta el cansancio, recordaron viejos tiempos, aquellos que pasaban cuando Saera hacía paradas en Oldtown en sus viajes. Aún sin música decidieron bailar en medio del cuarto mientras reían, y aunque Daeron se moría por besarla (tanto como Saera aunque no lo confesara) no lo hizo, no quería apresurar las cosas y arruinar el día que al fin estaban pasando juntos. 

—Mamá me dijo que Daemon y Syra sólo harán una boda entre los miembros de la familia y parte del consejo —narró mientras bailaban.

—¿Esperabas una gran fiesta? Yo lo hacía —confesó riendo—. Pensé que papá querría presumir a todos que mi mamá le pertenecía a él, no pregunté por qué la decisión, aún no. —Porque evidente pretendía curiosear.

—Pensaba lo mismo, que sería igual de grande de lo que parecerá la boda de Aegon y Gael.

—Ellos se ven muy felices sobre eso, me alegra mucho —susurró mientras bailaban más lentamente y casi pegados.

—Es una suerte que todo saliera tan bien, escuché de mi madre que Rhaenyra mandó un cuervo y no parecía en contra de la boda.

—Es extraño, sólo espero que no haya nada detrás de tan buena voluntad —musitó apoyada en su pecho.

—Estoy seguro que no quiere amargarse en pleno embarazo, menos tan cerca de dar a luz.

—Tan cerca no está, pero sí, espero sea eso. Hablando de eso, me lo ocultaste —recordó frunciendo el ceño—, no me dijiste nada del embarazo de Gael en su tiempo.

—Se lo había prometido, Sae —mencionó en un tono lastimero—. Hubiera querido decírtelo, pero no era mi secreto, sino el suyo. Si yo lo sabía era simplemente por si le pasaba algo cuando estábamos juntos, para saber de qué se trataba —relató mientras la acercaba a él por la cintura.

—Te perdonaré sólo porque sé que mi hermana, y probablemente su séquito, te habrían dado una paliza si decías algo. Y no sería agradable ver tu preciosa carita herida —musitó lo último con el rostro muy cerca del suyo.

—Oh, sí que estás ebria. —Apoyó su frente contra la de ella. Había una gran diferencia de altura, pero ambos (inconscientemente) buscaban estar cerca del otro, él se agachaba y ella se estiraba poniéndose de puntitas—. No sabes cuánto quiero besarte ahora mismo —admitió mirándola.

—¿Ahora decides pedir permiso? —preguntó buscando rozar sus labios con los de él—. No lo hagas.

—Lo dices ahora que estás ebria, quiero que lo digas cuando puedes pensar con claridad —musitó.

—Puedes preguntárselo a mi yo sobria más tarde, ésta yo borracha quiere besarte demasiado, y no voy a pedirte permiso —aclaró antes de juntar sus labios con los de él.

Daeron correspondió con anhelo y rapidez, era la primera vez que Saera comenzaba un beso, ciertamente siempre lo continuaba, pero empezar jamás. Sus lenguas se juntaron tan rápido como el salto que dio la joven para colgarse de su cuello y enganchar las piernas en su cintura, Daeron la sostuvo con firmeza mientras le devoraba la boca.

Si su conciencia lo permitiera le quitaría en ese mismo instante cada prenda de ropa que tenía encima, sus manos apretaban el cuerpo de Saera con fuerza intentando controlar cualquier instinto animal que quisiera salir.

Terminó por sentarse en la cama con ella aún encima.

—Eres un maldito caballero —respondió Saera al separar sus labios. Estaba agitada intentando recuperar el aliento.

—Lo estoy intentando, pero me lo estás haciendo muy difícil —confesó contra sus labios intentando regular su respiración.

—Quiero quedarme contigo —musitó.

—¿A dormir?

—Es lo máximo que permitirás hasta que el alcohol se vaya de mi sangre, así que sí.

Él aceptó y, con ropa, se acostaron en la cama, hablaron cosas triviales, chismes de la fortaleza y algún que otra historia que les haya sucedido esas lunas; luego ambos se quedaron dormidos acurrucados.

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

En la mañana siguiente.

Aemond se había despertado más temprano que Aegon, en realidad lo había hecho aún más temprano de lo que hasta él mismo acostumbraba. Podía ver por la ventana que ni siquiera había amanecido, había tenido una pesadilla que lo despertó de golpe, su ojo sano se quedó mirando a su hermano por un largo tiempo, él dormía profundamente.

Pasó su mano por el brazo de él con cuidado de no despertarlo, aunque eso era poco probable, tenía el sueño pesado.

Jamás pensó que terminaría en la misma cama que Aegon, como tampoco que lo amaría como lo hacía ahora. Cuando era un niño tenía sus riñas con él, al mayor siempre le había gustado molestarlo, o bueno, a todos. Sin contar que un largo tiempo estuvo celoso de la cercanía que tenía con Baelon, y ahora miradlos, los cuatro estaban juntos y felices.

Le acomodó uno de los mechones de cabello que le caía en el rostro dejándoselo detrás de la oreja, pasó su pulgar desde la comisura de sus labios hasta la mejilla, ahí es donde Baelon tenía una de sus notorias cicatrices. Aegon, por el contrario, tenía la piel tersa, ni una marca tenía en su rostro, las pocas que tenía estaban en sus brazos o piernas, claro, ignorando las mordidas que ahora resaltaban en su piel, o algunos cortes poco profundos que se perderían con las semanas. Quizás su sueño estaba avivando recuerdos, y por eso su ojo le molestaba, o mejor dicho, la ausencia de éste. Aegon se volvió mucho más protector con él desde ese día, fuera de su persona no dejaba que nadie más le dijera ni una palabra en broma, ni la más inocente, cualquier cosa que podría dañarlo su hermano lo eliminaba. Eso lo ayudó bastante, lo ayudó a centrarse en su entrenamiento, a querer poder protegerse solo, porque aunque le gustaba que Aegon sea bueno con él, no quería verlo más preocupado, su rostro amargado era de las peores cosas que podría ver.

—Si quieres besarme puedes hacerlo —musitó adormilado.

Quizás se quedó viendo sus labios demasiado tiempo mientras pensaba. Aunque su mente en realidad hubiera estado en otro lado, la idea le agradaba.

Rompió la poca distancia que quedaba entre ellos y lo besó lentamente saboreando sus labios mientras le acariciaba el cabello. Era tan normal besarlo que le era difícil recordar el tiempo en que no lo hacía.

La primera vez que se besaron fue antes de hablar con Daemon sobre que era su padre, Aegon estaba hecho un manojo de nervios incontrolable en su cuarto. Aemond intentaba tranquilizarlo, pero no parecía conseguir nada, había puesto sus manos sobre los hombros de su hermano para detener su constante caminata, y luego de escuchar las estupideces que decía lo tomó del rostro con fuerza «Deja de creer que eres insignificante, que eres poco, Aegon no eres perfecto, nadie lo es, pero sin dudas eres grandioso en muchos sentidos» y justo en ese momento probó por primera vez los labios del mayor quien lo había besado repentinamente. No se esperaba que lo hiciera en ese momento, pero sí era algo que venía pensando hace un buen rato, así que sólo fue media sorpresa.

Lo había correspondido a los pocos segundos, porque le quería, y después de saber que Aegon lo deseaba, se había puesto a pensar de otra forma en él, una que le agradaba más de lo que creyó. Lo tuvo agarrado de la cintura apegandolo a su cuerpo mientras su beso se había vuelto profundo y violento, en la que sus lenguas jugaban intensamente la una con la otra.

Eso no había escalado en su tiempo porque Daemon llegó un par de minutos después. Aunque claro que no demoraron muchos días en que terminarán en la cama.

Volviendo al presente, aún era muy temprano así que Aemond dejó que, luego de besarse, Aegon se volviera a acurrucar en sus brazos para seguir durmiendo.

Ese día no iban a entrenar temprano ya que Daeron, la tarde anterior, les pidió si podían dejarlo para después del mediodía. Teniendo en cuenta que él se había acoplado a la salida de Jaehaera con Saera, sus hermanos creyeron que querría pasar la noche con la última y, como no estaban en contra, aceptaron sin problemas.

Antes de almorzar es que Aemond había ido a ver a Syra. Al primer toque que dio a la puerta es que la mujer le abrió, al hacerlo se pudo ver que sir Arryk estaba dentro.

—Yo no quería interrumpir.

—No lo haces —respondió, Syra, luego de reír—. Él sólo estaba contándome de la rabieta de mi hijo —mencionó luego de dejarlo pasar.

—¿Rabieta?

—Ajá, parece que olvidó que no es un niño de cinco años.

—Nombrare al príncipe Baelon caballero —habló sir Cargyll—, creo que es un título que tiene más que merecido desde hace un buen tiempo. Sin embargo, él desea algo más privado y me negué, cosa que no le agradó.

—¿Qué tan privado? —preguntó un tanto molesto de pensar que Bae aún insistiera en desmerecer sus propios méritos.

—Quería que lo hiciera ésta mañana en el patio de entrenamiento con las cuatro o cinco personas presentes en el lugar.

—Iba a decirle a Gael que hablara con él, pero ya que estás aquí, voy a pedírtelo a ti. Podría hacerlo yo, pero creo que apreciará más que venga de alguno de ustedes. —Sir Arryk aprovechó el momento para disculparse y retirarse para dejarlos hablar en privado. Syra continuó—. Cambiando de tema, ¿qué necesitabas?

—Sé que sonará tonto...

—Nada es tonto si te preocupa o te importa —lo interrumpió mientras se sentaban frente a la chimenea.

—Tuve una pesadilla, una muy distinta a las que siempre he tenido —relató mirando el fuego—. Jamás sentí algo así tan real.

—¿Qué soñaste? —preguntó con voz cálida y pasó su mano sana al hombro del joven.

—Al principio era agradable, sostenía en mis brazos a una pequeña bebé, Aegon la llamaba Alyra, y luego de un rato la colocaba en brazos de Gael, ella la había dado a luz —recordó con una suave sonrisa—. Luego estábamos cenando en el pequeño salón, estaba por beber cuando la mano de Saera tapó todo el orificio de la copa y la estampó contra la mesa, gritó que estaba envenenada —mencionó y consternado miró a la mujer—. Rhaena ya había bebido, la vi colapsar en el suelo a lo que asumiría fueron pocos minutos.

Syra tomó la mano de él y la acarició intentando darle consuelo, no emitió ni una palabra esperando que Aemond continuase.

—Todo lo demás fue demasiado confuso y rápido, sólo puedo recordar entrar a una habitación, Gael sostenía a Alyra en brazos, Baelon había matado a quién sea que intentó acercarse a ellas, pero él sangraba demasiado, le habían atravesado el estómago —narró con dificultad—. Luego había fuego, dragones, era evidentemente una guerra en el cielo, y por otro lado estaba Aegon, tan quemado o más de lo que tú estás —mencionó sin malicia—, y lo demás, ni siquiera puedo recordar bien, pero el olor a sangre y muerte era insoportable.

—Todo está bien en éste momento —habló con voz suave mientras sentía como temblaba la mano de Aemond en contra de las suyas—. Fue una pesadilla horrible, pero todos están bien.

—¿Y si no fue sólo una pesadilla?

—¿A qué te refieres?

—Al principio, cuando vi a Aegon a mi lado, sano, sentí calma, no era nada más que un mal sueño. Nada de eso había pasado. Pero tenía aquella extraña sensación aún en el pecho, como si todo fuera demasiado real, por eso le pregunté una estupidez, esperando que su respuesta me diera tranquilidad. No lo hizo —musitó y luego suspiró—. Hablamos muchas veces de nombres que le podríamos poner a nuestros hijos cuando lo tengamos, siempre pensamos nombres de niños, decidí preguntarle un nombre de niña...

—Dijo Alyra, ¿no es así?

—Sí. Y aunque es bonito el nombre, no es uno que yo habría elegido, Daella, es uno qué pensé antes, así que eso no fue una elección de mi mente. Y aunque quiero creer que son coincidencias... no pude dejar de pensar en Helaena, ella hablaba del nombre de su hijo, y parecía desvariar en cosas que no parecían tener sentido. O me voy a volver tan loco como ella, o quizás era como Daenys, la soñadora, quien trajo a su familia luego de asegurar que Valyria iba a caer. Y cayó.

—Agradezco que me cuentes ésto, Aemond. Quisiera decirte algo para hacerte sentir mejor, pero no la tengo, cariño —dijo con pesadez mientras le acariciaba la mejilla. Los llegaba a ver como sus hijos hasta ese punto—. No dejaremos por nada del mundo que pierdas la cabeza, como tampoco permitiremos que algo más le pase a ésta familia, esas dos cosas puedo prometerte con mi vida, porque si tengo que ponerla de garantía ten por seguro que yo moriría por eso.

—Gracias, Syra —musitó antes de abrazarla.

Ella correspondió como le era posible, y con su mano sana le acarició el cabello.

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

Saera estaba sentada sobre el árbol del jardín interno, lo bueno de las ramas gruesas es que sabía que no iban a romperse pese a que ya no era tan liviana como Jaehaerys (que le gustaba subirse mucho al árbol).

—¿Puedo acompañarte? —habló Luke.

—Si puedes subir —respondió divertida viéndolo desde arriba.

Él tardó un poco en subir hasta dónde ella estaba, se sentó cerca suyo y miró hacia el suelo.

—Bueno, desde abajo no se veía tan alto —confesó.

—Vuelas Luke, esto no es nada.

—En Arrax que jamás me dejaría caer, si me muevo nada va a detener la caída.

—Caerías de pie, a lo mucho te dolerían las rodillas por el impacto.

—Supongo que no soy tan valiente como tú —mencionó mirándola.

—A veces más que valiente, soy imbécil.

—No lo creo, dime algo que...

—Ya no deberíamos vernos, Luke —interrumpió ahora con una expresión triste.

Eso dejó perplejo al joven, su sonrisa se había desvanecido totalmente.

—¿Por qué?

«Porque fui tan imbécil de matar a tu hermano y...»

—Vas a casarte en menos de dos lunas, volverás a Driftmark en una luna y harás tu vida ahí.

—Puedo quedarme aquí más tiempo, quizás si quisieras ir...

—No. No puedo seguirte a un lugar al que no soy bienvenida, no puedo meterme a un barco cada vez que te vayas siguiéndote o subir a Bluefyre para ir a otro lugar hasta que vuelvas. No puedo verte hacer una familia mientras me quedo a un lado sola.

—Saera, sabes que te amo, y tú me amas.

—Lo hago, claro que lo hago —reafirmó—. Por eso pase cada segundo que tuve a tu lado éste tiempo, porque sabía que si no lo hacía te vería partir y jamás me perdonaría no vivir nuestra pequeña historia de amor, pero es eso: una corta historia de amor, preciosa, y con un final.

—No, no lo acepto. Baela no me ama, Driftmark ni siquiera me interesa, desde que te vi, Sae, mi corazón te pertenece. No puedes simplemente terminar ésto —se quejó mientras la tomaba del rostro y luego la besó.

Ella correspondió, porque aquel probablemente sería el último beso. Dejó caer algunas lágrimas al separarse.

—Quizás nunca lo entiendas. No puedo ser tu amante, lo puede parecer, pero no sirvo para esa vida. Y tampoco puedo quedarme contigo, porque éste amor que tenemos ahora se quebrara de la peor manera, y no quiero eso, no quiero que pasemos de amarnos a odiarnos. Quiero conservar en mi mente lo felices que fuimos este tiempo, nada más.

—Por favor —suplicó—. No sé porqué lo crees, te amaré con locura como todo este tiempo lo hice, nada cambiará eso.

«No puedo vivir viéndote a la cara y fingiendo que mi padre fue quien mató a tu hermano, porque esa fui yo. Porque yo arruine lo nuestro.»

—Lo siento, no sabes cuánto lo hago. Guardé con demasiado cariño la imagen de nosotros dos en el campo, juntos con una vida de ensueños, pero es eso, un sueño —sentenció antes de saltar y caer de pie, como imaginó las rodillas le dolieron por el impacto, pero seguía viva.

«Salta. Salta y detenme» rogó en su mente mientras miraba por última vez la rama dónde estaban sentados. Su mente y su corazón deseaban cosas diferentes, sabía que era mejor que él no hiciera las cosas más difíciles de lo que ya eran.

Él no saltó.

Ella siguió su camino.

«Daeron habría saltado» pensó sin intención de querer compararlos, pero era inevitable. Porque aunque no quisiera, aunque se negara diariamente a amar a ese chico, lo cierto es que lo hacía hace demasiado tiempo.

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

En los aposentos de Gael estaban los cuatro juntos. Aemond y Aegon veían como la joven golpeaba a Baelon con fuerza, aunque claro, para él no eran más que manotazos que le podrían causar más gracia y cosquillas que otra cosa.

—¡Eres un imbécil! —chillaba mientras lo golpeaba—. ¡¿PRIVADO?! ¡¿EN SERIO PRETENDÍAS IGNORARNOS?!

—Es muy gracioso ver a Bae como un cachorro asustado aún cuando Gael es inofensiva —murmuró Aegon.

—Inofensiva sólo porque no tiene su daga encima.

Aunque se refería puramente a que podría matar a alguien con bastante facilidad, lo cierto es que ambos recordaron otra cosa. Se instaló en su mente la imagen de Gael desnuda encima suyo jugando con la daga, haciendo pequeños cortes mientras los miraba de aquella manera tan sensual.

Ambos quedaron en silencio porque habían terminado duros, era imposible pensar con la cabeza cuando hablaban de Gael.

—Bien, hasta aquí llegamos —habló Aegon mientras se acercaba al par—. Hermosa, ya es suficiente, la comida se va a enfriar.

Él la abrazó por la cintura, la levantó un poco del suelo y giró sobre su propio eje para moverla lejos de Baelon. Le dejó un beso en la mejilla antes de soltarla, tanto él como su hermano ya lo habían retado al respecto, y ya que Gael casi lo hace llorar era más que suficiente, algo que parecía intolerable para el joven era que su hermana se sintiera decepcionado de él, y así se sentía, le molestaba tanto como a ellos que desmereciera sus méritos, sin contar que fue capaz de sugerir algo sin tenerlo en cuenta, si sir Arryk no se hubiera negado, no habrían podido estar con él en aquel importante momento, ser nombrado caballero no era cualquier cosa, y más si quién lo nombraría es uno de los caballeros de la guardia real.

—Con Aemond estuvimos hablando de nombres de niña —comentó para alivianar el ambiente mientras se sentaban para comer—. Si tenemos una niña se llamará Alyra —pronunció feliz.

Baelon y Gael siguieron con el tema, aunque el tuerto se distrajo en su mente y no prestó demasiada atención. No pensar en la pesadilla era casi imposible, y por un momento pensó en que no se los diría a ellos para no preocuparlos, pero habían hecho una promesa: nada de mentiras.

Intentaba mantener en su cabeza la imagen de la pequeña en sus brazos, tenía unos enormes ojos lilas con unas largas pestañas, era más pequeña que lo que fueron sus sobrinos y lo que fue Maelor. Apenas tenía unos cabellitos enrulados y plateados. Pensar en eso lo hizo recordar a la charla que tuvieron luego de que su padre eligiera a Aegon como esposo de Gael.

—Bueno, es hora de elegir —planteó sin problema Baelon en la mesa—. Será el orden de nuestros hijos y de quién elegirá los nombres —mencionó mientras en una hoja escribía el nombre de Aemond y el suyo.

—Espera, no estás poniendo el mío —renegó Aegon.

—Luego lo pondré, pero no te quedarás con el primer hijo, ya tienes dos y te vas a casar con ella, no seas goloso —respondió el joven—. Quizás si tienes suerte puedas elegir el nombre.

Aegon se echó contra el respaldo de su silla molesto. Gael los miraba cuán concentrados estaban en eso, y le daba cierta ternura. Ya que la joven sí quería tener hijos habían quedado que lo intentarían las veces necesarias, y que no se dejarían desesperanzar por las veces que eso no suceda. A Daemon la idea no le agradaba tanto, quizás porque recordaba a Aemma, la primera esposa de su hermano, a la que vio marchitarse por no poder darle un hijo varón al rey, hasta que eso la llevó a la muerte. Pero eso no era igual, Aemma no estaba desesperada por un hijo, ese era Viserys, caso contrario en Gael, que ella quería un hijo tanto o más que ellos. Y habían prometido que si veían que sus partos eran demasiado para ella, se conformarían con uno soló. Eso no era siguiendo un deber, ni era una exigencia, era un deseo que los cuatro tenían.

Al salir el nombre de Baelon primero, ahora si escribieron el nombre de Aegon, aunque para su mala suerte quedó en tercer lugar. Sortearon también los nombres.

—Así que Bae tendrá al primero y le dará nombre Aegon, el segundo será mío y le dará nombre Bae, el tercero será de Aegon y yo le daré el nombre —concluyó.

—¿O sea que yo lo cargaré por nueve lunas y ni siquiera le daré nombre a uno? —habló seria Gael, los tres sintieron gran tensión y abrieron un poco la boca esperando poder decir algo, pero nada se les ocurría—. Es broma —aclaró luego de un rato, y comenzó a reír—. Fue una pesadilla elegir un nombre para reemplazar «Ceryse», la verdad es que me gusta no tener que ocuparme de eso.

Los tres volvieron a respirar tranquilos.


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Espero les haya gustado el capítulo!

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Pseudo spoiler:

Saera no podría ser amante de Luke, pero y qué pasaría si Luke fuera amante de Saera? Sin explicación no sé si lo comprenderán tanto como en mi mente lo hago, pero en su defecto ya lo veremos más adelante.



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