Paper Hearts || Factor R

By puercosvoladores

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Samantha trabaja como abogada en una prestigiosa firma de abogados. Rocio acaba de graduarse de la escuela de... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 36/2
Epílogo.

Capitulo 23

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By puercosvoladores

– ¿Falta de profesionalismo? – susurró indignada – ¡¿Falta de profesionalismo?! – habló en voz alta. El representante dirigió su mirada a ella – ¡No he estudiado y trabajado como esclava para que me digan semejante estupidez! – dijo en realidad furiosa.

– Usted optó por mantener una posición imparcial durante el juicio, sus pruebas fueron fundamentadas a base de su conveniencia – respondió lo primero que se lo ocurrió. Samantha lo miraba sin poder creerlo, del mismo modo que el juez.

– Todas las evidencias que presenté fueron fundamentadas con hechos – respondió – ¡Ese imbécil mató a siete personas!

– Incluyendo a su hijo. No es imparcial, abogada – dijo simplemente. Samantha dirigió su mirada a Rocio quien estaba detrás de ella.

– ¿Por qué se lo dijiste? – preguntó casi en un susurro. Rocio negó lentamente con su cabeza – Rocio, pudimos haber ganado el caso. ¿Por qué tenías que decirle eso a ella? – estaba en realidad decepcionada.

– Yo no se lo dije, Samy – respondió sinceramente – quizá debió escucharlo cuando se lo mencioné a Sebastian – intentó acercarse pero Samantha dio un paso atrás – Samy... – Samantha con su ceño fruncido negó con su cabeza.

– Pude haber ganado – la miró con sus ojos cristalizados – pudimos haber ganado – dijo antes de sin más caminar fuera del tribunal, dejando a Rocio triste junto a un confundido Sebastian.

– Rocio... – la llamó suavemente. Rocio dirigió su sonrisa a él, sin darse cuenta de que sus lágrimas bajaban por sus mejillas – oh, Rocio, no llores por favor – pidió tiernamente acercándose un poco a ella.

– ¿Dónde está la abogada? – escucharon la voz de Noah Walker a las espaldas de Rocio. Sebastian enfureció de inmediato.

– ¿Qué quieres? – le preguntó acercándose a él de manera agresiva. Rocio lo tomó suavemente de la muñeca para evitar otro problema.

– Busco a Samantha – respondió alzando sus manos sarcásticamente – quisiera hablar con ella. No fue linda la forma en la que intentó hundirme – rió dirigiendo su mirada a Rocio – tampoco cómo tú intentaste hacerlo.

– Solo dije la verdad – dijo Rocio naturalmente mientras que Sebastian intentaba calmarse, estaba dispuesto a quitarle esa sonrisa de un golpe – ¿Cuánto dinero le ofreciste al jurado por tu inocencia? – Noah no pudo evitar reír, su ex prometida lo conocía bastante bien.

– Solo un par de miles de dólares – respondió sin realmente importarle llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón – ¿Dónde está Samantha? – preguntó buscándola con su mirada – se veía furiosa – Rocio suspiró pensando en Samantha y en lo que querría.

Samantha caminaba rápidamente fuera del tribunal, solo para encontrarse con los típicos reporteros intentando sacarle respuestas. Se sentía agobiada.

– Señorita Samantha ¿Cómo no se pudo llegar a un consenso claro? – le preguntó uno de los periodistas.

– ¿Es cierto que le han tendido una trampa? – preguntó otro. Samantha intentaba ignorarlos mientras que caminaba sin bajar la mirada sintiendo los micrófonos sobre ella.

– ¿A qué se debe la inocencia de Noah Walker? – esa pregunta la hizo detenerse.

– ¿Inocencia? – preguntó como si fuera algo estúpido – ese hombre acabó con la vida de siete personas – rió irónicamente – no tengo conocimiento de por qué lo declararon inocente, pero estoy segura de que existe algo más allá de lo que pudimos ver. Presenté pruebas claves y describí el caso gráficamente, todo estaba en contra de Noah Walker, y es aquí cuando nos damos cuenta que la justicia es un negocio – los periodistas y camarógrafos la miraban impresionados, era la primera vez que Samantha les contestaba una pregunta o hablaba a la cámara – no hay paz todavía, ni para las familias ni para mí. Fallé, porque al final ese hombre sigue libre – fue lo último que dijo antes de continuar con su camino hacia su auto. Y quizá la madre del niño fallecido estuviera dejando el lugar en ese momento, sin embargo el padre quizá estuviera apenas llegando. 

Samantha no estaba interesada en hablar con nadie, en realidad solo quería pedirle perdón a una persona. Condujo fuera de la ciudad a hacerle una corta visita a alguien en específico. No le importaba nada más, solo corrió hacia la placa de su hijo en el cementerio y sin fuerzas cayó arrodillada frente a ella viendo cómo sus lágrimas caían sobre el césped que cubría la tierra.

– Perdóname – fue lo único que pudo formular con su voz. Desde que Noah murió había dedicado su vida a tratar de descubrir quién le quitó la de su hijo, y cuando al fin tuvo la oportunidad de hacer justicia, simplemente no pudo. Era difícil tener que volver a fingir que vivía para algo después de eso – perdón, Noah – Samantha había pasado por tanto, y era normal en ella olvidar las cosas realmente importantes. Perdió a su hijo, luego perdió su matrimonio, perdió a su familia, sentía que lo había perdido todo sin querer recordar que había una persona que se lo había devuelto. Sentía cómo todo volvía a perder color, cómo volvía a ser la mujer desinteresada y melancólica que era antes, antes de conocer a Rocio, pero ¿De qué servía eso ahora?

Samantha limpió su rostro con sus manos, intentando limpiar cualquier rastro de tristeza ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Debía volver a apartarse de todos? ¿Debía volver a ser quien tanto le costó dejar de ser? No sabía qué sería lo correcto, o no quería aceptarlo. Suspiró pesadamente pensando en tantas cosas y a la en vez ninguna, cuestionando todas y a la vez ninguna.

La noche cayó sobre la ciudad, y Samantha seguía sentada sobre el césped pensando qué haría con su vida ya que había vuelto a perder el sentido. Sin saber que lo había encontrado mucho antes de perderlo.

– ¿Qué debería hacer, Noah? – preguntó como si fuera a obtener respuesta – perdí todo de nuevo. Estoy segura de que Rocio no querrá volver a verme después de cómo la traté, pero no sé si en realidad eso esté bien y quizá le hice un favor al alejarla de mí – suspiró – estoy rota – no sentía que hablaba sola, pensaba que su hijo de alguna manera la escuchaba – no puedo darle piezas rotas a Rocio – volvió a suspirar – no sería justo – ¿Para quién? – supongo que debo irme – susurró mientras se levantaba deseando que en su camino de vuelta a casa pasara algo que terminara con su dolor – es irónico que la persona que te atropelló se llame como tú, supongo que en eso también fallé. Dulces sueños, Noah – miró la placa por última vez antes de caminar lentamente de vuelta a su auto.

Conducir para ella era una forma irónica de desahogarse, cualquier cosa que sucediera durante el trayecto la tenía sin cuidado. A pesar de que las calles estuvieran solitarias debido a la hora, nunca movía su mirada del frente, sí podía evitar que otro niño o persona muriera de la misma forma en la que su hijo entonces lo haría, pero ahora no le veía sentido a eso.

Estacionó su auto frente al garaje de la casa y al bajar se sentía preparada para lo que pudiera encontrarse dentro, o con lo que no. Caminó hacia la puerta y al abrirla, no le sorprendió no encontrar a Rocio. Cerró la puerta y se dirigió a la cocina, tampoco estaba allí, ni en la sala y mucho menos en su estudio. Suspiró antes de subir las escaleras y caminar a su habitación para encontrarla completamente ordenada, con Mapache sentado en el centro con una pequeña carta entre sus patas lanudas. Samantha se acercó a la cama para tomar la carta entre sus manos, y al abrirla de inmediato supo que Rocio se había ido.

– Ganaste, Samy – leyó lo que decía, y era lo único que estaba escrito. Samantha volvió a suspirar mientras se sentaba pesadamente en su cama, volviendo a sentir vacía su casa y vacío su corazón.

No pudo dormir mucho aquella noche, ni siquiera tuvo ganas de desayunar en la mañana, simplemente iría al trabajo y tomaría un poco de café en el camino. No respondió el saludo de ninguno de sus compañeros, ya era suficiente con su propia hipocresía como para tener que lidiar con la de los demás. Simplemente caminó hacia su oficina sin esperar encontrarse a Sebastian sentado frente al escritorio.

– Sebastian – dijo mientras entraba rodeando el escritorio para sentarse en su silla – eres inocente, el caso terminó ¿Qué necesitas? – Sebastian ladeó su cabeza sin entenderla.

– Ayer te fuiste, Samantha – respondió preocupado – ¿Estás bien? ¿Dónde está Rocio? – Samantha se encogió de hombros.

– Supongo que ya no estamos juntas – respondió simplemente, no quería demostrarle que le dolía, pero vaya que le dolía. Sebastian se sentía incluso más confundido que antes.

– ¿Cómo? – preguntó. Samantha asintió.

– Rocio y yo ya no estamos juntas, Sebastian – respondió con la misma frialdad que la caracterizaba antes, y Sebastian lo notó de inmediato, algo le pasaba a su amiga – se acabó – el chico negó con su cabeza viendo cómo Samantha acercaba el vaso con café a sus labios.

– Tienes que hablar con ella – le dijo Sebastian. Samantha rió irónica – ustedes se quieren, no es justo que terminen así sin hablarlo primero.

– ¿Y qué quieres que le diga? – preguntó colocando el vaso sobre el escritorio – oh, Rocio, regresa con esta persona rota y depresiva que no puede superar la muerte de su hijo, esta persona que soy – dijo sarcástica – no va a suceder – negó con su cabeza mientras recostaba su cuerpo en su silla – es mejor así.

– ¿Acaso no te importa Rocio? – preguntó bajando la guardia.

– Mucho, y por eso me alejaré de ella – respondió cerrando sus ojos, era su forma de mantenerse tranquila.

– ¿Crees que ella quiere eso? – preguntó suavemente – ella se veía muy triste cuando te fuiste ayer. Creo que deberían hablar por lo menos – Samantha suspiró.

– El asesino de tu novia, de tu suegro, de tres chicas y mi hijo, está libre porque Rocio y tú cometieron un descuido – respondió – pudimos haber ganado el caso, Noah Walker estaría preso y yo no estuviera deseando morir de nuevo – Sebastian suspiró esta vez.

– Lo último que le dije a mi novia fue "te veo el sábado" – dijo Sebastian de repente – Sabi no llegó viva al sábado, Samantha – la mujer abrió sus ojos y lentamente los dirigió a él – tu hijo tampoco – dijo con cuidado – tú y yo sabemos que cualquier día puede ser el último, así que piénsalo – dijo levantándose – yo confió en ti de la misma forma en la que tú en mí – sonrió sinceramente – mañana volveré y espero que me des buenas noticias, Samantha – Samantha lo miró caminar mientras se iba, quizá tenía razón, no lo sabía.

Samantha era una persona testaruda, obstinada y orgullosa, y aquello se vio reflejado en la semana en la que no buscó a Rocio o preguntó por ella, simplemente lo dejó pasar mientras que su vida volvía a ser desastrosa poco a poco.

– No señor, ya le dije que no atenderé su caso – respondió ante la petición del hombre de traje – primero, no soy abogada particular y segundo, usted es sospechoso de asesinar a su esposa – lo miró directamente – yo no defiendo asesinos – fue lo único que dijo antes de devolverle el folder del caso – usted es culpable, y lo sabe. Mi consejo es que se entregue y probablemente no le den la pena de muerte, por otro lado si se declara inocente, teniendo en cuenta que todo está en su contra, probablemente lo condenen a muerte – se encogió de hombros. El hombre solo asintió volviendo a tomar el folder antes de levantarse y caminar a buscar desesperadamente un abogado. Samantha puso sus ojos en blanco mientras que se incorporaba en su silla.

Sus ojeras habían vuelto, su piel era más pálida y su motivación estaba por el suelo.

– ¿Qué estará haciendo Rocio? – susurró para sí misma antes de cerrar sus ojos mientras que esperaba a que le asignaran un nuevo caso. No quería aceptarlo, pero se sentía sola. Sebastian había ido a visitarla, sin embargo ella seguía extrañando a Rocio y se rehusaba a contactarla.

Al terminar su turno decidió conducir a su casa, notando que al cielo nocturno solo le quedaban minutos para que comenzara a llover, aun así condujo a la vacía casa donde deseaba encontrar a Rocio al volver. 

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