Paper Hearts || Factor R

By puercosvoladores

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Samantha trabaja como abogada en una prestigiosa firma de abogados. Rocio acaba de graduarse de la escuela de... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 36/2
Epílogo.

Capitulo 8

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By puercosvoladores

Samantha no se encontraba por ninguna parte de la gran y prestigiosa firma de abogados.

Samantha no era una persona de irse del trabajo temprano o evadir sus responsabilidades, pero simplemente el encuentro con su ex esposo junto a la escena con Rocio fue demasiado para ella y la mayor se dio cuenta de eso. Al resignarse en su búsqueda decidió ir al estacionamiento y asegurarse de que el auto de Samantha siguiera allí, no estaba.

– ¿Samantha se fue, no es así? – le preguntó Rocio al portero.

– Hace algunos minutos. Si tan sólo hubieras llegado unos minutos antes la habrías visto – respondió el hombre encogiéndose de hombros. Rocio suspiró, probablemente Samantha iría a su casa así que allí se dirigiría, no llegaría tarde otra vez.

Tomó un taxi indicándole la dirección que le había dado su padre antes, la dirección de Samantha. Rocio estaba preocupada por su nueva amiga, ella parecía tener capítulos no cerrados en su vida a diferencia de ella quien se había ocupado de cerrar completamente los suyos. Quizá, Samantha sea un nuevo capitulo en su vida, quizá Rocio sea un nuevo capitulo abierto en la suya.

Cuando llegó a casa lo primero que notó fue el auto mal estacionado de Samantha frente al garaje y al caminar a la puerta no le sorprendió encontrarla entreabierta. Suspiró y la atravesó para entrar y darse cuenta que casi toda la casa estaba en silenció, triste y tensionante silencio. Rocio estaba verdaderamente preocupada por Samantha, no le parecía normal las cosas que hacía, las cosas que decía. Era muy atenta a la hora de escucharla ya que cada vez inconscientemente decía algo para sí misma en voz alta, se había dado cuenta de eso.

Al recorrer toda la casa y no encontrar a la chica, sólo le quedaba un lugar, la habitación que ella creía era la de huéspedes. Intentó hacer el menor ruido posible hasta llegar a aquella puerta, y al acercar su oreja lo más que pudo a ella escuchó los sollozos de Samantha.

– ¿Samantha? – preguntó preocupada. En el momento en que esas palabras salieron de su boca, los sollozos pararon – Sé que estás ahí ¿Qué pasa? – pero Rocio no recibía ninguna respuesta de su parte – No me voy a mover de aquí – dijo segura recostando su cuerpo en la puerta – algún día tendrás que salir, ya sea para ir a trabajar o para que tomes el café que te preparo – Samantha sólo abrazó la almohada un poco más fuerte – no sé qué sucede, pero quiero saberlo. Me preocupas.

Samantha negó con su cabeza cerrando fuertemente sus ojos en aquella cama dentro de esa habitación oscura, aunque Rocio no pudiera verla.

– No me moveré de aquí – repitió en un susurró dejando caer su cuerpo en la puerta para quedar sentada en el suelo – no te dejaré sola – susurró pensando en qué podría sucederle a Samantha. Entendía que la forma de enfrentar los problemas de cada persona era diferente, y no quería juzgarla de ninguna manera ya que no sabía qué le pasaba, sin embargo sí podía decir que ella también había tenido situaciones difíciles en su pasado, quizá parecidas o diferentes a las de Samantha.

Al pasar de las horas, Samantha pensó que era suficiente y que a lo mejor Rocio se había rendido y había decido irse, se equivocaba. Cuando abrió un poco la puerta notó que Rocio no sólo seguía allí, sino que también se había quedado dormida. Samantha llegó a sentirse un poco mal debido a que la había ignorado por horas, así que decidió salir muy cuidadosamente de la habitación, intentando que Rocio no despertara. Al lograrlo fue a su habitación y sacó una pequeña manta blanca, la abrazó a ella suspirando antes de volver con Rocio y sentarse a su lado.

– Y yo no te dejaré sola a ti – susurró cubriendo a ambas con la manta, encajaba perfectamente – gracias, Rocio – susurró un poco sonrojada y con una sonrisa cerrando sus ojos mientras acomodaba su cabeza en el hombro de Rocio – haces el mejor café del mundo – volvió a susurrar antes de intentar conciliar el sueño. Rocio sonrió aun con sus ojos cerrados sintiendo la calidez de Samantha en ella, sin querer abrirlos de nuevo y admitir que no estaba dormida. 

Se quedaron dormidas en aquel pasillo, frente aquella puerta. Ambas despertaron casi al mismo tiempo pero una ya estaba dispuesta a irse.

– ¿Qué sucedió? – preguntó Rocio de inmediato, antes de que Samantha intentara huir – Samantha ¿Qué pasa? – susurró tomando su mano.

– No sé de qué me hablas – respondió sin verla.

– Lo sabes bien, Samantha – dijo suavemente – ¿Por qué te pusiste así ayer? – preguntó preocupada aún sin obtener respuesta – ¿Qué sucedió entre tu ex esposo y tú? – esa preguntó hizo que el corazón de Samantha doliera, otra vez.

– Nada – susurró casi inaudible pero Rocio escuchó y negó con su cabeza.

– Detrás de tu nada existe un todo – respondió Rocio – lo sé, también me he sentido así – Samantha dirigió sus ojos a ella.

– Tienes razón, sólo un poco – suspiró sin apartar su vista de la de ella – ¿También te has sentido tan vacía? – preguntó. Rocio asintió con una pequeña sonrisa – ¿Por qué?

– La vida es impredecible – respondió entrelazando sus dedos con los de ella – un día lo tienes todo...

– Y al otro no tienes nada – terminó en un suspiro. Rocio asintió sin dejar de sonreír – ¿Puedes sonreír después de perderlo todo?

– No perdí del todo – sonrió sinceramente – me encontré a mí misma, y eso es lo mejor – Samantha suspiró – ¿Tú no quieres sonreír aun teniendo todo?

– No tengo nada que realmente me importe – respondió sinceramente – aunque, tengo a mi hermanita y las cosas que, que escribo – sonrió un poco – ¿Tú que tienes?

– Bueno, yo... – dijo pensativamente – te tengo a ti – sonrió – y tú me tienes a mí, puedes contar conmigo siempre – Samantha ladeó su cabeza un poco – siempre – No habría otro momento para ser sincera con ella, no lo habría.

– Mi para siempre duró cuatro años – después de unos segundos susurró sintiendo las lágrimas inevitables.

– ¿Tú matrimonio con Félix? – preguntó comenzando a preocuparse de nuevo. Samantha negó con su cabeza de inmediato.

– Lo único que le daba sentido a mi vida – respondió con su voz titubeante, sintiendo el dolor que le provocaba decir cada palabra – el maravilloso hombre del que escribo.

– ¿Algún novio? – preguntó intentando sonar lógica pero Samantha volvió a negar.

– En unos meses él iba a cumplir cuatro años pero no, pero cuando... cuando... – en ese momento sus lágrimas cortaron su voz, y las palabras fueron reemplazadas por sollozos de dolor. Dolía, dolería para siempre.

Rocio preocupada y algo angustiada abrazó de inmediato a Samantha quien no dejaba de llorar, se abrazó fuertemente a ella.

– No llores – susurró tiernamente – por favor, no llor...

– Un auto se llevó a mi hijo – susurró terriblemente arrepentida de todo lo que alguna vez hizo mal, deseando volver el tiempo o al menos haber sido ella – Félix tenía que vigilarlo y no lo hizo – sollozó con un poco de rencor. Rocio creyó entender – un auto chocó con la pequeña bicicleta que manejaba mi niño y se fue, ni siquiera se detuvo – volvió a romper en llanto – tengo, tengo que saber quién fue – Los ojos de Rocio se sintieron más tristes que nunca, entendió a qué se refería cada vez que hablaba sobre casos sin resolver, entendió por qué nunca quitaba su vista del camino cuando manejaba, entendió porque era la mejor abogada. Samantha quería saber quién le quitó a su hijo y por ende arruinó su vida.

– Oh Samantha... – susurró Rocio pensando las palabras adecuadas para usar – yo quisiera decir que entiendo – suspiró – pero la verdad es que no lo hago. Mi dolor es diferente al tuyo.

– Quedé embarazada unos meses antes de graduarme de Yale – confesó – me casé con Félix porque lo amaba y porque íbamos a ser una familia feliz. Convencí a mis padres de estudiar mi doctorado por internet y todo iba bien, yo era muy feliz. Mi niño era precioso, Rocio. Era precioso – sonrió un poco al recordarlo.

– Un hijo tuyo debe ser tan precioso – sonrió Rocio – ¿Cómo se llamaba? – preguntó dulcemente.

– Noah – respondió adolorida. Ese nombre hizo sentir nostalgia a Rocio – mi niño Noah – susurró sintiéndose patética.

– El mundo es muy pequeño – rió un poco sintiendo las lágrimas de Samantha quedar en su blusa – mi ex novio se llamaba Noah – Samantha se separó un poco para ver a Rocio a los ojo otra vez – íbamos a casarnos – sonrió recordando lo ilusionada y enamorada que se sentía en ese entonces.

– ¿Iban? – preguntó intentando calmarse. Rocio asintió – ¿Qué pasó?

– Me dejó en el altar – suspiró directa encogiéndose de hombros, soltando lentamente la mano de Samantha – nunca llegó. Hay algo parecido entre nosotras – susurró limpiando con sus pulgares las lágrimas que bajaban por las mejillas de Samantha – a ambas nos rompieron el corazón.

– Pero tú no te ves triste – ladeó su cabeza sin entender.

– Porque no lo estoy – continuó sin dejar de sonreír – Samantha, la vida es muy hermosa como para detenernos en momentos tristes.

– Pero era mi niño, Rocio – interrumpió un poco dolida por sus palabras.

– Pero por más duro que suene tu niño ya no está – susurró tomando sus mejillas con sus manos suavemente – y tú sigues aquí – Rocio no sabía lo mucho que Samantha deseaba que fuera al revés.

– No puedo simplemente ignorarlo – susurró. Rocio negó con su cabeza.

– Tienes que superarlo – Samantha abrió su boca para hablar – entiendo que era tu hijo, tu vida se arruinó, lo entiendo – suspiró – pero después de ese momento la encargada de arruinar tu vida has sido tú misma. He comprendido muchas cosas con esta charla, pero Samantha, tienes que seguir adelante. A ti te quitaron a tu hijo, a mí me quitaron mi futuro. Nos quitaron por lo que habíamos luchado tanto – la miró tiernamente – yo seguí adelante y tú no, y es por eso que vives tan mal.

– No puedo vivir si no me siento viva – respondió colocando sus manos en las muñecas de Rocio – quizá Félix pudo seguir con su vida después de que por su culpa nuestro hijo muriera, pero yo no. Voy a averiguar quién me quitó a mi niño, así sea que pierda el control de mi vida de nuevo – dijo apartando con cuidado las manos de Rocio para así poder levantarse y caminar hacía sólo ella sabía dónde.

Samantha sintió que Rocio minimizó su "problema", y eso era algo que no aceptaría.

Rocio suspiró pensando en cómo explicarle mejor su problema a Samantha, quizá la sonrisa en su rostro no expresó lo que debería.

¿Cómo se ayuda a alguien que no quiere ser ayudado? 

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