You belong with me

By fanficssleti

110K 7.7K 3.4K

Aitana y Pedri. Pedri y Aitana. Así los conocían en su pueblo de Tenerife, Tegueste. Son mejores amigos desde... More

PERSONAJES PRINCIPALES
PRÓLOGO
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Aviso
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22

Capítulo 20

4.7K 293 97
By fanficssleti

-NARRA PEDRI-
Nada más verla ahí delante, con ese mono que se pegaba a cada curva de su cuerpo, con esa máscara negra con orejas en pico, con los labios rojos como el infierno. Podría haberme arrodillado para suplicarle un mísero beso. Lo irónico de la situación era que nuestros disfraces se complementaban, nuestros personajes eran pareja. Pero nosotros...nosotros éramos algo raro.

No iba a venir, pero mientras estaba en la cama pensando en todo, algo tiró de mi para asistir a la fiesta. Quería ver a Aitana, saber de que estaba disfrazada, estar cerca de ella. Era un puto bipolar, pero que podía hacer.

- Batman -dijo- será coña.
- ¿Por qué? -sonreí acercándome.
- No da miedo.
- Ni el tuyo.

Se cruzó de brazos mientras caminaba hacia ella. Sus pechos se elevaron sobre el escote y sentí unas ganas terribles de arrastrarla a una de las habitaciones de Ferran. Ni siquiera llevábamos cinco minutos cerca y ya sentía mi cuerpo temblar para tocarla. ¿Qué me pasaba con Aitana? ¿Por qué tenía tanto poder sobre mi?

Me quedé a unos centímetros de ella mirándola a los ojos y noté como respiraba hondo, bajando sus brazos.

- Estás... -la miré de arriba a abajo.
- ¿Qué? ¿Fea?
- Muy sexy -me mojé los labios.

Su garganta se movió cuando tragó hondo y bajó la mirada unos segundos.

- Tú estás...
- ¿Feo?
- Sí -sonrió- eso, exactamente.

Quise decir algo más, seguir hablando con ella, pero alguien nos interrumpió. Apreté los puños cuando Aitana se giró para mirar a la persona que había cortado nuestra conversación. Fermín.

- Aiti -nos miró a ambos- ¿entras?
- Sí, claro.
- Pedri, has venido.
- Ajá, aquí estoy.

Asintió sin más y Aitana se adelantó para entrar con él. La felicidad que tenía al verla desapareció cuando se fue con Fermín.

Entré en la casa y mis amigos me recibieron entre gritos cuando me vieron. Estaban todos alrededor de una mesa redonda con vasos de alcohol, menos Aitana y Fermín.

- ¡Has venido! -sonrió Adri- menos mal.
- No iba a quedarme en casa mientras vosotros os poníais las botas -reí.
- ¡Esa es! -rio Gavi, que estaba al lado de Laura.
- ¿Y Aitana? -preguntó Lucía.
- Querrás decir, ¿Aitana y Fermín? -Ferran levantó las cejas repetidas veces, causando la risa de los presentes, excepto la mía.
- Dejémosles intimidad -rio Araujo.

Intenté hacer mi mayor esfuerzo por no poner caras largas, pero solo de pensar que estaban solos en cualquier lugar me daban ganas de partir la mesa.

Me dispuse a pasar tiempo con mis amigos, intentando no pensar en ninguna mujer por un momento. No podía preocuparme por lo que estaba haciendo Aitana con Fermín porque no éramos nada. Era mi amiga. Una amiga a la que deseaba, a la que deseaba besar, a la que deseaba ir a buscar para estar con ella. Pero eso, una amiga.

Mientras todos bailaban, el enfado y un sentimiento mucho más profundo me hicieron separarme del grupo. Necesitaba encontrar a Aitana, saber que estaba haciendo. Parecía un puto loco, pero saber que la tenía cerca y que podía estar con otro me hacía perder la cabeza.

Me paré en seco cuando los vi salir de una habitación a ambos. La sangre empezó a subirme hasta la cabeza y los celos me recorrieron el cuerpo como lava hirviendo. Apreté la mandíbula y los seguí, terminando de nuevo al lado de nuestros amigos.

- ¡Por fin llegáis! -rio Ferran- que escondidos estabais.
- Callaos ya -rio Adri- que es mi hermana.
- Uhh, ¿a que nunca has visto como se dan un besito? -dijo Balde.
- Que idiotas sois -dijo Fermín.
- ¿Te atreves a darle un beso delante de tu cuñado? -rio Ferran.

Mi cuerpo se tensó por completo. Odiaba a mis amigos borrachos, eran más idiotas que de normal.

- No, pesados -dijo Fermín.
- ¡Cagooooon! -cantaron al unísono.

Adri se reía, como todos. Pero yo miraba a Aitana serio, mientras ella sonreía nerviosa hacia Fermín.

- ¿Si le doy un beso os callareis? -dijo Fermín.
- Siiiii -gritaron riendo.

Fermín rodó los ojos y se giró hacia Aitana. El pulso se me aceleró cuando sus manos agarraron la cara de Aitana. Me mordí las mejillas por dentro hasta casi el punto de hacerme sangre. No podía besarla, no delante de mi.

El sonido del murmullo de la fiesta palpitaba en mis oídos mientras mis ojos estaban fijos sobre ellos. Luces parpadeantes, risas y conversaciones llenaban el aire, pero mi atención estaba fija en todos sus movimientos. Fermín apartó el pelo castaño de Aitana hacia su espalda, cayendo en suaves ondas, y sus manos se colocaron sobre la cintura que yo había rodeado con mis brazos alguna vez.

Los gritos se alzaron cuando los dos se besaron, y una ira completamente irracional corrió con tanta fuerza por dentro de mi cuerpo que mi pie dio un paso hacia delante por instinto, queriendo acercarme y separarlos. Una torrente de emociones se apoderó de mí en ese momento. Celos, frustración, dolor... todo mezclado en un torbellino dentro de mí. Sentí como si el aire se hubiera vuelto más pesado, como si el suelo se desvaneciera bajo mis pies. ¿Cómo podía ser posible que Aitana estuviera besando a alguien más? ¿No se suponía que solo eran amigos? ¿Estaba jugando conmigo? Y si lo hacía, ¿me lo merecía? ¿Lo estaba haciendo yo con ella?

Me alejé lentamente, tratando de ocultar mi furia detrás de una máscara de indiferencia. No quería que nadie más viera lo jodido que me sentía en ese momento. Subí a la planta de arriba hasta que entré en una habitación alejada del ruido. No podía soportar lo que estaba sintiendo, era horrible.

-NARRA AITANA-
Fermín me pidió permiso con los ojos para besarme. Habíamos estado compartiendo una conversación sobre Pedri a solas. Le había hablado sobre mis sentimientos, ocultando todo lo que hacíamos en secreto, y él simplemente se había dedicado a animarme. Fermín era muy buen amigo, me daba igual que los demás pensasen que estábamos saliendo. Pero ahí delante, mientras nos medio obligaban a besarnos, pensé en que Pedri estaba detrás. No quería hacerlo porque pensaba que le sentaría mal, pero por otra parte él seguía teniendo novia. ¿Se preocupaba él por si me hacía daño a mi? Ni siquiera éramos nada, yo ni siquiera tenía que guardarle fidelidad. Solo lo hacía porque lo quería.

Asentí levemente dándole paso a Fermín, y juntó nuestros labios en un breve pero suave beso. Cuando nos separamos, nuestros amigos reían y aplaudían, mientras mi hermano se partía el culo borracho. Fermín me pidió disculpas al oído, pero le quité importancia. Enseguida todos empezaron a dispersarse de nuevo, y yo busqué con la mirada a Pedri, que había desaparecido.

Empecé a sentirme mal. ¿Y si le había molestado? Pero no tendría porqué, no me quería y... que puto lío. Empezaba a pensar que esto no tenía sentido, quizás tenía que parar esto.

Lo busqué por toda la fiesta sin parar, sin encontrarlo. Tuve que subir a la planta de arriba cuando se me acabaron las posibilidades, abriendo las doscientas habitaciones que tenía Ferran para ver si Pedri seguía en la casa o se había ido.

Cuando estaba a punto de darme por perdida, abrí una puerta y vi a Pedri apoyado sobre la ventana, mirando hacia las calles. Estaba de espaldas, dejando a la vista la capa negra de su disfraz, con su máscara tirada sobre la cama.

- Pedri.

Se giró, mirándome serio y con los brazos cruzados. Entré en la habitación y cerré la puerta detrás de mi. Me temblaba el cuerpo y estaba nerviosa por lo que fuese a decirme.

- ¿Qué?
- ¿Te has enfadado?
- ¿Por qué iba a enfadarme?
- Por el beso con Fermín.
- ¿Y a mi que? No eres mi novia, ¿por qué va a importarme con quien te beses?

Mentiría si dijese que no me dolieron esas palabras, porque lo cierto es que sí, y mucho. Era realmente patética.

- Ya...
- ¿Has acabado?

Asentí, con ganas de llorar. ¿Por qué siempre tenía que hacerlo todo tan difícil? ¿Y por qué yo tenía que ser una débil de mierda? Pedri se merecía que yo lo tratase como él lo hacía conmigo a veces.

- No, imbécil.

Alzó las cejas por mi insulto, y casi pude ver en la comisura de sus labios como sonreía. Le encantaba sacarme de quicio, así que quizás yo podría sacarlo a él de sus casillas.

- Eres un idiota egocéntrico y orgulloso. No te importa, pero te vas corriendo en cuanto me ves besarme con alguien. No te importa, pero matas con la mirada a Fermín cada vez que lo ves. No te importa, pero te encierras aquí.
- ¿Te crees que eres el ombligo del mundo?

Solté una carcajada y me crucé de brazos. Puede que el alcohol fuese malo, pero para estas situaciones a mi me venía de perlas para atreverme a decir cosas que jamás diría.

- No, pero es obvio que te jode.
- Ya quisieras.
- Mhmm, entonces...

Pedri me miró atento mientras yo me quitaba las orejas de gato y las tiraba sobre la cama, donde descansaba su máscara. Me toqué la cremallera de mi mono, cerca de mis pechos, a la vez que sus ojos seguían mis movimientos.

- ¿No te importa que lo bese?
- No.

Caminé hacia él lentamente mientras mis dedos bajaban con sumo cuidado la cremallera.

- ¿Ni que me desnude delante de él?
- No -tragó hondo.

Observé como la vena de su cuello se hinchaba, como sus manos formaban dos puños tensos.

- ¿Ni que me acueste con él?

Me quedé a unos centímetros de su cuerpo, con la cremallera baja hasta mi abdomen, donde el cinturón me impedía seguir bajando. Mis pechos estaban cubiertos por los laterales del mono. Tapaban mis pezones de milagro, pero un mínimo movimiento y estarían completamente descubiertos.

Nunca en mi vida me había comportado así con nadie, pero empezaba a darme cuenta de que era Pedri el culpable de que actuase así. Él era el único capaz de sacar a la Aitana más sexy, atrevida y loca que había en mi cuerpo. Solo Pedri sabía como activar esa parte de mí, solo él tenía el privilegio de conocerla.

Pedri no respondió, simplemente negó con la cabeza, fijando su mirada en mis pechos. Me acerqué todo lo que pude, llegando con mis labios a su oído.

- Entonces supongo que tampoco te importará que se la chupe como a ti en la ducha -susurré.

De un momento a otro, mi espalda chocó contra la pared cuando Pedri me dio la vuelta, dejándome entre su cuerpo y la pared. Agarró mis muñecas sobre mi cabeza con una de sus manos.

- Cállate Aitana -dijo sobre mis labios.
- ¿Por qué? Tú has dicho que no te jode.
- Cállate.
- Si no te jode, ¿podrías soltarme para que Fermín pueda hacerme todo lo que quiere?

Su mano me apretó aún más contra la pared, pero sin hacerme daño. Su cuerpo se pegó tanto al mío que no pasaba ni un solo hilo de aire entre ambos. La otra mano que tenía libre desabrochó mi cinturón y lo tiró al suelo de golpe, dejándole vía libre para que mi cremallera bajase hasta debajo de mi ombligo.

- Sabes que no quieres que Fermín te haga nada -me miró.
- ¿Ah no?
- Quieres sacarme de mis casillas, genial. Pero es mucho más fácil sacarte a ti de las tuyas, porque sabes que no hay nadie que te haga lo mismo que yo.
- ¿Tú que sabes? Ves como eres un egocentrico.
- Seré lo que tú quieras, pero ambos lo sabemos. Nadie te hace sentir como yo.

Su cintura se apretó contra mi, dejándome sentir su erección. Pegué la cabeza a la pared para separarme todo lo posible de su cara y no perder la concentración. El idiota de Pedri tenía toda la razón.

- Ya quisieras.

Levantó una ceja sonriendo y su mano subió por mi cintura mientras su cabeza se hundía en mi cuello.

- Para -dije, llamando a la parte racional de mi cerebro, no podía dejarle ganar- para.

Su lengua lamió mi piel y cerré los ojos, apretando los muslos. Ya tenía las bragas mojadas y apenas me había tocado un segundo.

- ¿Te hace esto Fermín, Aitana?

Podía sentir su sonrisa sobre mi piel, mientras bajaba sus labios al valle de mis pechos. Mis pezones seguían tapados, pero su lengua pasó por la zona descubierta de mis senos provocándome un temblor.

- Lo hace mejor -conseguí articular.

Levantó su cabeza mirándome. Su estupida sonrisa había desaparecido, y sus cejas se habían fruncido en un gesto de molestia. Que se fastidie.

No dejó de mirarme mientras soltaba mis manos y bajaba la parte de arriba de mi mono, dejándolo colgando de mi cintura, descubriendo toda la parte anterior de mi cuerpo. No quería dar ninguna señal que le indicase a Pedri que lo que hacía me gustaba, pero fue imposible cuando sus dientes atraparon mi pezón izquierdo y mi cuerpo de tensó contra la pared. Me mordí el labio para no gemir, pero su mano se metió por debajo de mi ropa, llegando con sus dedos a mi clítoris con una rapidez increíble. Sus dedos apretaron mi zona hinchada y mis labios se abrieron en un grave gemido. Mis manos atraparon su pelo y tiré de él con cuidado.

- Dios.

Sus dedos se movieron acariciándome mientras su lengua rodeaba mis pezones sin parar, con sus dientes interviniendo de vez en cuando. Me temblaban las piernas de estar de pie. Odiaba que ganase, pero ahora mismo no podía pensar en otra cosa que no fuese Pedri tocándome.

Hasta que paró. Su mano dejó de tocarme y su boca soltó mis pechos, a la vez que su cuerpo se apartaba.

- ¿Qué haces? -dije con la respiración agitada.
- ¿No decías que Fermín te lo hacía mejor? Pues corre -me guiñó un ojo.

Me subí el mono enfadada, cabreada, con ganas de matarlo.

- Vale -sonreí- lo que tú digas.

Cogí mis cosas y salí dando un portazo. Te vas a enterar Pedro González.

-NARRA PEDRI-
Me dolía la polla de la erección que tenía, pero no pensaba dejar que Aitana ganase esta batalla. Si quería ponerme celoso, genial, ya lo estaba, pero no pensaba mostrárselo y mucho menos darle lo que ella quería. Aitana no iba a buscar a Fermín, lo sabía muy bien.

Salí de la habitación unos minutos después cuando ya no tenía un prominente bulto en los pantalones. Me metí entre la gente buscando a mis amigos, hasta que por fin los visualicé. Gavi no estaba, supuse que se había ido con Laura. Ferran tampoco, supuse que se había ido con una cualquiera.

- ¿Dónde estabas? -preguntó mi hermano. 
- En el baño.

Asintieron sin más y miré a mi alrededor buscando a Aitana. La vi hablando en una esquina con Fermín, y su cabeza se giró hacia mi cuando se dio cuenta de que la miraba. Sonrió de lado, agarrando la camiseta de Fermín y atrayéndolo hacia ella. Aparté los ojos y los ignoré, intentando tapar el malestar de mi estómago. No vas a fastidiarme Aitana.

Minutos después, alguien chocó con mi espalda y me giré para ver quién había sido. Aitana y Fermín me miraron a la vez, y tuve que aguantarme las ganas de darle un puñetazo a este al ver como su mano descansaba sobre el culo de Aitana.

- Ups -dijo Aitana- perdón, vamos hacia arriba.

Tiró de la mano de su acompañante y subieron a la segunda planta. El cuerpo se me bloqueó y deseé matar a ambos. No se lo iba a tirar, no selo iba a tirar. ¿O si? Joder, tampoco sabía lo que habían hecho antes.

Me integré en la fiesta, intenté olvidar que estaban en una habitación, pero mi cabeza no quería olvidarlo. A la mierda. Aitana no iba a follar con nadie que no fuese yo, y menos conmigo en el mismo sitio.

Mi hermano y Adri ni siquiera se dieron cuenta de que subí corriendo. Acerqué la oreja a cada puerta a ver si los escuchaba, hasta que llegué a la misma en la que habíamos estado los dos. Escuché ruidos, y después gemidos. Sus gemidos. Gemidos de Aitana. 

El corazón me latió con tanta fuerza que pensé que se me abriría el pecho, la rabia me nubló la cabeza y mis puños aporrearon la puerta con intensidad. Los ruidos cesaron, y escuché como se removían por la habitación y minutos después se abría la puerta.

Aitana me miró seria. Tenía el pelo despeinado, los labios rojos corridos, el puto mono abierto hasta el abdomen y sin cinturón. Descalza. Eso no hizo más que empeorar mi malhumor. Miré detrás de ella y Fermín me observaba sentado desde la cama, con el pantalón desabrochado y sin camiseta. Quería matarlo. Dios, quería matarlo de verdad por haberla tocado.

- ¿Qué? -dijo.
- ¿Estás follando con tu hermano en la fiesta?
- ¿Y a ti que te importa?
- Fermín, sal.
- ¿Qué dices? Pedri, lárgate.
- Fermín, sal o te juro que entro yo y acabaremos muy mal.

Fermín se vistió y se acercó a nosotros. Lo miré como si fuese la persona que más odiaba en el mundo, puede que ahora mismo sí lo fuese. Le dio un beso a Aitana en la mejilla y salió de la habitación. Aitana se giró de brazos cruzados y caminó hacia dentro mientras yo cerraba la puerta detrás de mi.

- Te lo has follado -dije.

Me miró con las cejas en alto y se subió la cremallera tapándose los pechos por completo.

- No te importa.
- Aitana.
- ¿Qué? Has dicho que no te jodia, así que.
- ¡Pero estás conmigo!
- Error. No somos nada, tú estás con tu novia.
- Ostia puta -me pasé las manos por el pelo- ¿esto es en serio?
- Y tanto.
- Has dicho que no erais nada.
- ¿Y? Eso no quiere decir que no podamos follar. Me dejaste a medias, no creas que me iba a quedar así.
- Te lo juro que estoy flipando.
- ¿Estás flipando o estás celoso?
- ¡Las dos, joder!

Parece que se quedó sin palabras cuando lo admití. Pero es que era obvio, había aporreado la puerta al escucharla y había echado a ese imbécil con los pantalones abiertos.

- Lo sabía -sonrió.
- ¿Desde cuando eres así?
- ¿Y tú desde cuando te pones celoso de tu AMIGA?
- ¡Desde ahora! ¡No puedes follar con él!
- ¿Por qué?
- ¡Porque no!
- Pero dime porqué.
- ¡Porque estás conmigo!
- Y tú conmigo y con tu novia.
- Dios.

Me pasé las manos por el pelo. Aitana me desesperaba, esta situación me desesperaba. Saber que había follado con el gilipollas de Fermín me desesperaba.

- ¿Quieres saber porqué estoy con las dos? Porque no sé lo que siento. Sé que hay algo contigo pero no sé el qué, no puedo apartarme de ti, no puedo evitar estar cerca de ti y querer tocarte. No puedo evitar los celos y no puedo evitar la puta mierda que sea que siento por ti. Y está mal, soy un capullo de mierda por estar jugando con dos personas, pero necesito estar cerca de ti. Y me come la rabia y los celos sabiendo que hace unos minutos estabas follando con otro.
- ¿Y te crees que yo estoy bien cuando sé que follas con tu novia?
- No he follado con ella desde que tú y yo lo hicimos la semana pasada.
- Hombre, tampoco has tenido oportunidad. Estabas conmigo.
- Pero tampoco quiero, no quiero estar con ella.
- ¿¡Y por qué lo estás!?
- ¡Porque no sé qué siento por ti! ¡Empiezo a dudar si quiero a mi novia y no sé que sientes tú!
- Menuda mierda Pedri.
- ¿Qué sientes tú por mi, Aitana?
- Esa pregunta es otra mierda.
- Pues dímelo.
- ¿Qué coño crees que siento, Pedro?
- ¡Yo que sé! ¡Te has follado a otro!
- ¡No me he follado a nadie!
- ¡Os he oído!
- Estaba fingiendo, imbécil.
- ¿Qué?
- Pues eso.
- ¿Por qué?
- Para molestarte.
- ¿¡Por qué?!
- ¡Porque tú me molestas! ¡Porque quiero que te sientas un poco de mal de lo que yo me siento!
- ¿Crees que no me siento mal?
- No lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabes?
- ¡No lo sé!
- ¿Te das cuenta del puto poder que tienes sobre mi? Que estoy jugándome mi relación por ti, que estoy jugándome mi amistad con un amigo por ti ¡Que me estoy jugando la amistad de nuestras familias! ¡¿Cómo no puedes saber que me siento mal?!
- ¡Y este es el poder que tú tienes sobre mi! ¡Estoy mintiendo a todas las personas que quiero por ti! ¡Te defiendo siempre pase lo que pase! ¡Estoy traicionando mi moral y yendo en contra de todo lo que creo por ti!
- ¡Tú aceptaste!
- ¡No me diste otra opción!
- ¡Podías negarte!
- Sabes que no, lo sabes.
- ¡¿Cómo voy a saberlo?! ¡Podrías haberme mandado a la mierda y ya!
- ¡No podía!
- ¿¡Por qué?!
- ¡Porque no! No puedo negarte nada, ni aunque eso suponga que yo salga dañada.

¿Qué significaba eso? La miré con el pecho acelerado. ¿Qué coño era esto que sentía? ¿Por qué Aitana me hacía sentir así? ¿Qué tenía ella para volverme loco y por qué lo que fuese había aparecido tan de repente?

- Entonces ¿qué hacemos?
- Yo que sé -suspiró.
- ¿Quieres seguir con esto?
- ¿Tú?
- Creo que lo sabes.
- No puedo aguantar mucho más Pedri, no puedo esconderme siempre y mentirle a todos para siempre.
- Lo sé, yo tampoco quiero hacerlo.
- ¿Entonces?
- Dame hasta después de mi cumpleaños, si el 26 de noviembre aún no me he aclarado, dejaremos esto.
- ¿Por qué en tu cumple?
- Porque no estoy seguro de que podamos volver a ser los mismos después de esto, y puede que esa sea la última vez que estemos todos juntos.

Aitana asintió y me moví hasta ella, agarrando su cara entre mis manos. Estaba preciosa, tanto que no podía pensar en otra cosa que no fuese besarla, incluso después de todo lo que acababa de pasar.

- No has respondido a mi pregunta -dije.
- ¿Cuál?

Cerró los ojos cuando rocé su nariz con la mía. Aitana olía tan bien, incluso después de haber sudado toda la noche. Olía a vainilla y a frutos del bosque.

- ¿Qué sientes por mi? -pregunté.
- Lo sabrás el 26 de noviembre.

-NARRA AITANA-
No podía decir que no me dolía todo esto, porque la verdad es que tenía muchas ganas de llorar. Le había pedido a Fermín fingir que follabamos para molestar a Pedri y casi había acabado confesándole a este que estaba enamorada de él. La situación cada vez se complicaba más, y por mucho que me dijese a mi misma que iba a pararlo, cuando Pedri se me ponía delante se me iban todas las defensas y caía de nuevo a sus pies. Era consciente de lo pringada que era.

Me separé de Pedri para caminar hacia la puerta, pero este cogió mi mano y me impidió salir.

- ¿A donde vas?
- A seguir con lo que dejé a medias -sonreí.

Pedri alzó las cejas y tiró de mi muñeca, pegándome a su cuerpo.

- ¿Te refieres a cuando te estaba tocando y chupando las tetas?

Mis mejillas se volvieron completamente rojas, y le di un puñetazo en el hombro al escuchar sus carcajadas.

- Eres un gilipollas.
- Si me insultas, no acabaré mi trabajo.
- Ni falta que hace, hay más pretendientes.
- Les arrancaré la cabeza si se les ocurre tocarte.
- ¿Ah si?

Asintió lentamente, acercando sus labios a los míos. Lo odiaba tanto como lo amaba. Nunca podía decirle que no ni resistirme a lo que me hacía.

- Estás tan sexy esta noche -rozó mis labios.
- Sigo enfadada contigo.
- ¿Tú? Yo debería enfadarme, has gemido aposta para molestarme.
- Que mal Pedro, ni siquiera reconoces los gemidos falsos, que fácil es engañarte.
- Nena, mientras te oía solo pensaba en lo que deberías estar sufriendo, conmigo gritas solo rozándote.
- Ya quisieras -reí.

Levantó una de sus cejas y su mano bajó mi cremallera hasta el tope, justo debajo de mi ombligo. Sus manos se colaron por debajo de la tela, acariciando mis hombros y bajando el mono hasta dejarlo colgando de mi cintura, justo como había hecho antes.

Mi cuerpo tembló solo viendo como Pedri me miraba, con tanto deseo que mi cuerpo podría haber ardido en llamas. Lo que Pedri provocaba en mi era superior a cualquier cosa, incluso a mi propia persona. Era necesidad pura, excitación, ardor, amor. Pedri lo era todo.

Pedri ya no llevaba su máscara, pero si el disfraz que se pegaba a sus músculos y abdominales. Era un traje completo y solo quería arrancárselo de una vez. La puta coincidencia de nuestros disfraces todavía me hacía gracia, y también me excitaba de alguna manera. No había más cosas de las que disfrazarse en el mundo que fuimos a escoger dos personajes relacionados de forma romántica.

Pedri se sacó la capa con rapidez, y después me encargué de ir quitándole todas las capas de ropa hasta que solo quedó su calzoncillo. Se acercó a toda prisa a mi cuerpo y agarró mi nuca, estampando sus labios sobre los míos con tanta fuerza que sentí que nuestros dientes chocaban. Su lengua se movía con tanta rapidez que no me daba tiempo ni a pensar.

Las manos de Pedri me cogieron por los muslos para subirme sobre su cuerpo. Pasé los brazos por detrás de su cuello y nuestras bocas se unieron con intensidad, recorriendo hasta el último rincón con nuestras lenguas. Sus dedos apretaron mi culo y un jadeo escapó de mis labios cuando me dejó caer sobre una superficie dura.

Abrí los ojos cuando se separó de mi. Cogió los bordes de mi mono y lo bajó de golpe, dejándolo caer al suelo y dejándome en bragas. Puso sus manos a ambos lados de mi cintura, tirando de mi hacia el borde de la mesa y dejando mis piernas colgando. Se metió entre ellas y su entrepierna chocó con la mía, haciéndome sentir toda su erección. Mi cabeza se dejó caer hacia atrás cuando su boca atrapó mi pezón, siguiendo en el mismo punto en el que lo había dejado.

Apoyé las manos sobre la mesa y mis piernas lo rodearon, moviéndome contra su cuerpo para sentir la fricción de su miembro contra mi clítoris. Sentía sus jadeos sobre mis senos y mis gemidos salían como si nada de mi boca seca.

Relajé las piernas cuando su boca bajó por mi estómago, bajando por mi ombligo hasta llegar al borde de las bragas. Lo miré desde arriba, suspirando cuando su lengua pasó por mi piel justo por encima del elástico de mi ropa interior. Las bajó con sus dedos, acariciando mis piernas hasta que las bragas cayeron al suelo. Pedri me miró desde el interior de mis muslos, mientras empezaba a besar mis piernas. Dio dos toques con sus manos en mis tobillos y subí los pies sobre la mesa, dejándole todo el espacio para hacerme lo que quisiese. Su lengua subió por el interior de mis muslos, haciéndome temblar sobre la mesa. Dejé caer la espalda sobre la pared que tenía detrás cuando su boca llegó al centro, humedeciendo aún más mi clítoris con su saliva.

- Dios Pedri.

Apoyé una mano sobre la mesa y la otra la llevé a su pelo, enredando los dedos en él y tirando cuando el placer me consumía. Su lengua se movía con tanta intensidad que mi cuerpo se arqueaba del gusto.

- Joder, me encantas -dijo sobre mi intimidad.

Mis piernas empezaron a temblar cuando el orgasmo estaba cerca. Pedri se aferró a mis caderas para impedir que me moviese y me corrí sobre su boca en medio minuto, temblando cuando Pedri lamió dos veces más.

Abrí los ojos mirándolo, viéndolo de pie delante de mi, con su pelo despeinado por mis tirones, con su pecho respirando con rapidez haciendo que sus músculos se moviesen. ¿Cómo podía gustarme cada día más?

- Espera aquí -dijo.

Asentí dejando caer mis pies. Vi como Pedri se acercaba a las mesitas de noche y abría los cajones, buscando lo que supuse que era un preservativo.

- Joder, puto Ferran -gruñó.
- ¿No hay?

Se giró hacia mi sonriendo con un condon entre sus dedos. Respiré aliviada y abrió el envoltorio, colocándose el preservativo en su largo miembro. Suerte que era de su talla.

Se acercó a mi con grandes pasos y cogió mi culo entre sus manos, levantándome unos centímetros de la mesa. Rodeé su cintura de nuevo con mis piernas, cruzando mis tobillos sobre su culo.

Gemí sobre la boca de Pedri cuando movió la punta de su miembro sobre mi clítoris empapado, apretando mis dedos sobre el borde de la mesa. Apoyé los omoplatos sobre la pared y un fuerte gemido de ambos llenó la habitación cuando Pedri me embistió de golpe. Sus dedos se hundieron sobre mi cadera, moviéndome contra él y haciéndome chocar contra su cintura, llenándome hasta el fondo con su polla. Me dejó caer sobre la mesa para más comodidad, mientras me penetraba con fuerza y mis gritos llenaban la sala. Apoyé una mano sobre su nuca, atrayéndolo hacia mi boca.

- Te deseo tanto joder -gimió sobre mis labios- eres mi perdición Aitana.

Dejé caer la cabeza contra la pared, gritando de placer cuando su mano empezó a frotar mi clítoris mientras sus embestidas se hacían más rápidas.

- No pares Pedri -gemí.
- Dios, me voy a correr en dos segundos como sigas gimiendo así.

Me mordí el labio, subiendo los pies sobre la mesa y abriendo las piernas todo lo que podía. Pedri apoyó una mano en la pared, al lado de mi cabeza, mientras la otra seguía empujando mi culo contra él. La mesa empezó a moverse, haciendo tanto ruido que si no fuese por la música todos sabrían lo que estaba pasando en esta habitación. A ver si mañana no había un boquete en la pared.

Follar con Pedri era lo mejor que había experimentado en mi vida. Se notaba su experiencia, porque sabía exactamente lo que hacer, como colocarse y como provocarme un orgasmo en escasos minutos. Ni en mis mejores sueños lo habría imaginado así.

- Sigue Pedri -gemí.
- Ostia nena, me quedan dos segundos -jadeó.

El "nena" me volvía el doble de loca. Mis pechos saltaron por el movimiento de mi cuerpo contra el de Pedri, su boca mordió mi cuello y sus dedos frotaron mi clítoris con tanto ímpetu que mi cabeza no era capaz de procesar de dónde venía tanto placer. Mis piernas empezaron a tensarse y Pedri subió una de ellas sobre su hombro, dandole más comodidad para hundir su miembro en mi cuerpo. Me sentía llena, mi cuerpo se apretaba contra la polla de Pedri y escuchaba el sonido de nuestros cuerpos uniéndose.

- Aitana -gimió.

El cuerpo de Pedri tembló cuando se corrió en el condon, gimiendo con dureza sobre mi cuello. Siguió moviéndose hasta que segundos después el éxtasis explotó sobre mi entrepierna, corriéndome sobre el miembro de Pedri. Un grito ahogado en forma de su nombre escapó de mis labios cuando llegué a la cima del placer.

- La madre que me parió -susurró con la cabeza apoyada sobre mi hombro- estoy hasta mareado.

Reí suave, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada sobre la pared. Pedri esperó en mi interior mientras ambos recuperábamos la respiración. Unos segundos después salió de mi cuerpo y pude relajar las piernas. Se sacó el condon y lo tiró a la basura, volviendo a por mi después. Me cogió en brazos y me llevó hasta la cama, dejándonos a ambos acostados, mirándonos.

- Te haría miles de cosas más -dijo- pero sólo había un puto condon.
- Tranquilo -reí- tenemos más días.

Se tumbó boca arriba y tiró de mi para apoyarme sobre su pecho. Lo acaricié con cariño, enredando nuestras piernas bajo las sábanas.

- Gracias -dijo.
- ¿Por qué?
- Por estar conmigo aunque sea gilipollas.

Supongo que era lo malo de estar enamorada.

- De nada.

Me dio un golpe en la cabeza riendo, a lo que respondí con una risa. Cerré los ojos mientras sus dedos acariciaban mi pelo con cariño, y sentí por primera vez que esto era más que sexo. Podía oír su corazón, todavía agitado por lo que habíamos hecho, nuestros cuerpos sudados y su respiración relajada. Quería esto para toda la vida ¿por qué costaba tanto? ¿Por qué no podía decirle que lo quería? Quería decírselo, pero de momento solo podía repetirlo en mi mente.

Me fui quedando dormida bajo sus caricias, hasta que el sueño me comió por completo.

-NARRA PEDRI-
Dormía a gusto, abrazado a un cuerpo caliente que rodeaba con mis manos. Me sentía cálido, en calma y tranquilo, como si mi cuerpo necesitase esto para relajarse.

Hasta que una luz fuerte llegó a mis ojos, y una voz me despertó.

- ¡Quienes seáis! ¡Arribaaa! ¡Salid ya de mi casa que son las diez de la mañana!

Abrí los ojos viendo a Ferran levantar la persiana. Cuando se giró hacia la cama, su boca se abrió tanto que su mandíbula podría haber llegado al suelo.

- Mecaguen...

Miré a mi lado y vi como Aitana se tapaba con rapidez, escondiendo la cara avergonzada. Mierda. Mierda. Mierda.

- Ferran -dije.
- Ostia puta...dios, me voy.
- Por favor -dijo Aitana- no digas nada.
- Yo... eh no.

Su cara pálida desapareció cuando corrió para escapar de esa habitación. Genial, ya había una persona que sabía que era infiel. Al menos nos había descubierto Ferran y no Gavi o Adrián.

- Joder, joder.

Aitana se levantó con rapidez, buscando su ropa y poniéndosela con tanta prisa que casi se cae cien veces. Me levanté y me acerqué para intentar relajarla.

- Tranquila Aitana.
- ¿Tranquila? ¡Joder Pedri! Nos han pillado.
- Es Ferran, no dirá nada.
- No puedo, dios no puedo.
- Para.
- ¡Que no puedo! Una cosa era en secreto, pero ahora lo sabe alguien. Dios, no.
- Aitana para.
- ¡No! Me voy.
- Yo te llevo.
- Ni de coña, dios.

Podía notar sus ganas de llorar, su miedo, su pánico. Se soltó de mi agarre y salió corriendo de la habitación. Me vestí despacio y me senté en el borde de la cama suspirando. Ferran volvió a la habitación y me miró desde la puerta de brazos cruzados.

- He visto a Aitana huir -dijo- ¿Qué coño has hecho Pedro?

Continue Reading

You'll Also Like

71.5K 1.9K 22
A veces es mejor dejar de pensar en lo que pueda pasar y disfrutar del momento.
647K 17K 35
Dicen que cuando estas enamorado prefieres herirte antes que alejarte, Adhara y Gavi no creían en esa frase hasta que lo vivieron. 𝑬𝒓𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒅𝒐...
1.9K 81 8
Tn López, modelo internacional y hermana de Fermín, el cual siempre está con su mejor amigo, Pablo Gavi, que no se lleva especialmente muy bien con T...
43.1K 980 11
Chloe es la tercera hija de una gran familia compuesta por nueve integrantes que viven en Manchester. Se traslada a estudiar a una prestigiosa escuel...