One-Shots Random

By CrisLiron

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Un intento de historias cortas y no tan cortas variadas. Pueden contener palabras mal sonantes y violencia. P... More

Incluso las espinas tienen rosas {t.w.d.}
Hasta que caiga el ataúd {t.o.}
Un presagio invernal {g.o.t.}
Bastante dudoso {t.v.d.}
Perdiendo el control {p.b.}
Buscar la verdad en la muerte {m.st.j.}
Un error interno {c.f.}
La vida de algunos hombres {j.k.d.}
No me ladres {x-men}
Te lo repito {t.w.d.}
Lo que viene a comenzado {t.v.d.}
Oscura y aterradora {g.o.t.}
Maravilloso {J. K.}

Girando en el aire {t.o.}

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By CrisLiron

En el transcurso de toda mi existencia lo único que había hecho era obedecer ordenes. Primero de padre y madre, más tarde conforme crecíamos también de mis 2 hermanos mayores. Y todos debíamos obediencia al jefe del clan. No recuerdo una sola vez que no me costase acatar lo dictado. Como tampoco puedo olvidar lo que eso suponía para mi. Cada noche me arrepentía entre lágrimas por haber ido en contra de la voluntad de mis mayores. Pero cada vez que se presentaba la oportunidad volvía a tener el mismo comportamiento.

_Párate derecha al lado de tus hermanos sin hacer ruido hasta que yo te diga que puedes irte. (Y no podía evitar preguntar para qué o por qué, siempre empezando con un, pero Padre) _ Cállate, no emitas ningún sonido y no te muevas ¿lo has entendido?

Y claro que lo entendía, pues padre odiaba que pudiesen hablar mal de la familia. Aunque el enfado al ver que mis hermanos sí podían hablar si se les preguntaba era más fuerte y al final siempre acababa igual. Llena de lodo por estar pisoteando con fuerza la tierra bajo mis pies y creando ruiditos de protesta con mi boca en lo que yo pensaba era una voz tan baja que nadie me escucharía. No hace falta decir que todos podían oírme y que más tarde en la intimidad de nuestra casa lo regaños duraban horas.

Durante mi infancia mi madre Eira era quien mostraba misericordia ante mi naturaleza problemática asegurando a padre que todo quedaría atrás al formar mi propia familia. Pues pensaban que mi rebeldía y desobediencia se me pasarían al crecer. Aunque estar en boca de otros por cosas semejantes era una vergüenza que los hombres de la casa no toleraban. A pesar de eso sabía que todos me querían y protegerían con su vida.

Y luego estaban los secretos que guardaba de cada uno de ellos. Nuestro padre Leifrvarr, descendiente de una larga línea de guerreros, me enseñaba a cazar con arco a escondidas de madre. Él consideraba que era algo bueno por si algún día madre y yo quedásemos solas. A Eira le encantaba que todos supieran lo excelente madre y esposa que era. En cuanto pude darme cuenta de lo que cambiaba su humor, fui proclamando a los cuatro vientos todas sus virtudes. A cambio ella cedía en enseñarme pequeños trucos para el día a día, como a disimular mi enfado o inventarme escusas. Lo llamábamos sobrevivir a la aldea.

Mis hermanos por otra parte eran tan testarudos como yo y en el momento mismo en que quedaron al descubierto ante mi se volvieron en mi contra. Me dejaban de lado en todo lo que hacían y si madre les obligaba a que jugasen conmigo, o se ponían a correr dejándome muy por detrás o se escabullían y ya no aparecían hasta que padre les llamaba. Hasta el día en que se les ocurrió la gran idea de engañarme diciéndome que si mostraba valor y me acercaba lo suficiente al territorio de los licántropos ellos me perdonarían. Conocían el miedo que me daban esos animales y por ello me prometieron que si lo hacía incluso me enseñarían a luchar.

No llegué a encontrar a ningún lobo pues al poco de adentrarme en el bosque me perdí. Por mucho que traté de encontrar el camino hasta ellos antes del anochecer no lo conseguí. Solo pude esconderme en el hueco de un tronco aterrorizada mientras las lágrimas mojaban mi rostro. La noche se hizo presente y por fortuna mi padre junto a unos hombres de la aldea lograron encontrarme guiándose por mis llantos.

Una vez que todos estuvimos a salvo de vuelta en nuestras casas mi hermanos llegaron corriendo a mi. Me apretujaron en un abrazo al mismo tiempo que lloraban y me pedían disculpas al oído. Al calor de la hoguera los gritos no se hicieron esperar. Madre clamaba a todo volumen la insensatez de nuestros actos y padre exigía conocer al culpable. Y como no quería que llorasen más decidí dar un paso al frente y mentir.

_La culpa es mía padre, me escapé de mis hermanos y me interné sola en el bosque. (Mi hermano mayor Sigtryggr se puso rígido y me miraba de reojo y Tryggvi, el mediano, se mordía el labio con su vista clavada en el suelo. Los adultos guardaron silencio hasta que madre preguntó por qué) _Porque quería ver a los lobos.

Y antes de poder darme cuenta la mano de mi madre se había estampado a tanta velocidad en mi cara que me hizo perder el equilibrio y caer al suelo. Mis hermanos quisieron ir en mi ayuda pero padre los agarró por los hombros y lo impidió. Yo no sabía que hacer, nunca antes me habían pegado.

_Esta noche se han arriesgado la vida de tu padre y de otros hombres por tus deseo egoísta. Espero que comprendas que de haber perdido a alguien la culpa sería solo tuya. (Madre terminó de hablar, me levantó del suelo y se marchó hasta su habitación. Padre nos empujó a los tres hasta nuestra alcoba y antes de salir me acercó a él agarrándome por el brazo) _No saldrás de esta casa hasta que pasen 5 lunas. Y no volveré a dejarte cazar, nunca.

Cuando me di la vuelta para ver a mis hermanos ellos instantáneamente se me tiraron encima, quedando los 3 en el suelo. Tryggvi insistía en decirle la verdad a nuestros padres mientras secaba mis lágrimas. Sigtryggr se negaba en rotundo, peinándome. El conocía mejor que ninguno a los mayores y sabía que si descubrían la verdad la cosa acabaría muy mal para los tres. Allí acurrucados me prometieron que jamás volverían a mentirme, que me protegerían y que nos cuidaríamos entre los 3. Y sellamos el pacto con nuestras manos.

Al crecer y pasar a ser una joven mujer creía firmemente que mi vida seguiría igual hasta el día de mi muerte. A estas alturas solo mis hermanos seguían apoyándome. Lo cierto era que a madre la había decepcionado al no querer tener hijos. Para padre solo era una vergüenza desde que le juré cortar mi propio cuello antes que ser la esclava de hombre alguno. Jamás contraería nupcias. Permanecería libre para siempre. Incluso en el poblado solo recibía malas miradas y peores palabras por mi actitud. Se me consideraba tosca y desagradable por el mero hecho de discutir con los hombres y defender a las mujeres.

Me había acostumbrado a todo aquello y si lo pensaba detenidamente no era tan malo. Siempre que podía acompañaba a mis hermanos al bosque a verles practicar sus combates de cuerpo y espada. Lo hacía por 2 poderosas razones. La primera era intentar aprender todos los movimientos que hacían para repetirlos al anochecer en la oscuridad y soledad de mi alcoba. (Lo poco bueno que había obtenido al dejar de ser una niña y tener dos hermanos varones era un pequeño espacio propio.) Lo segundo era poder recolectar ciertas plantas, flores y raices que Ragna, una sabia anciana del poblado me enseñaba por ayudarla en sus quehaceres.

Y hoy es uno de esos días. Aunque nadie debe saberlo y por lo tanto debo deshacerme de la constante vigilancia que ese par de idiotas tienen sobre mi, lo cual no resulta difícil. Basta con alabar sus proezas y habilidades. Un par de elogios a uno, después mostrarme impresionada por el otro...y la pelea estará servida. Ese par centrarán toda su atención en ensalzarse a si mismos y yo quedaré relegada al olvido. Un pequeño truco que funciona todas y cada una de las veces.

_Tu dominio de la espada es prodigioso Sigtryggr, eres casi tan bueno como padre. ¿Verdad que tú piensas lo mismo, Tryggvi? (Acababan de terminar el combate de espadas y ambos respiraban con dificultad. Nada más pronunciar esas palabras sus ojos se dirigen a mi. El primero con una sonrisa arrogante y el segundo tensando todo su cuerpo y lanzándome una mirada asesina)

_Nuestro hermano a tenido más tiempo para practicar con padre por ser el primogénito, solo por eso saca ventaja ____. (Sigtryggr lanza una carcajada y me mira mientras hace su pose de guerrero victorioso solo para burlarse de Tryggvi) _Cuando deja su espada aparte ya no es un contrincante digno. Eso dista mucho de ser un buen guerrero.

Ahora es Tryggvi el que me mira y sonríe mofándose de nuestro hermano mayor, quien a dejado su gesto divertido atrás y aprieta su mandíbula de tal forma que parece que se la vaya a romper. Se siente insultado porque claramente lo acaba de llamar débil. Ninguno soporta "perder" ante el otro en su absurda competición por ser el mejor ante los ojos de padre. Competición en la que yo no tengo lugar por el simple echo de ser una deshonra como hija.

_Hermana deberías explicarle a Tryggvi que un guerrero de verdad siempre debe saber como blandir una espada, que no basta con fuerza bruta si carece de rapidez y sabiduría. Tal vez ser el mediano le haya privado de la inteligencia que tú y yo sí poseemos. (Es su forma de llamar estúpido a nuestro hermano, cosa que desde luego lo cabrea al punto de tornar sus apretados nudillos casi blancos)

_Mmm....tal vez sea cierto lo que dices Sigtryggr. Un buen luchador debe sobresalir en talentos como la velocidad y el conocimiento para aventajar a su adversario. (Lo que hace que suelte un -¿lo ves? hasta ella se da cuenta- hacia nuestro hermano de forma punzante)

_Por otra parte...estoy segura que tienes razón en lo que dices Tryggvi. Un guerrero merecedor de que el clan lo llame como tal debe ostentar la fuerza de 3 hombres y ser capaz de dar pelea tan solo con sus manos. Y tú tienes una fuerza asombrosa en la lucha. Debes reconocerlo Sigtryggr. (La cabeza de Tryggvi se mueve de manera afirmativa mientras dice de forma incisiva -ella sí sabe lo que dice)

Se acercan tanto el uno al otro que sus narices prácticamente se rozan. Alzan los brazos y se gritan al mismo tiempo, uno que es fuerte y el otro que es sabio. Tapo mi boca con las manos a la vez que mis ojos se abren desmesuradamente. Cualquiera pensaría que lo hago por temor a que alguno de ellos salga mal parado. Pero lo cierto es que lo hago para ocultar mi sonrisa al cerciorarme de que una vez más han caído en la misma estratagema. Solo queda darles un último empuje y podré ser libre hasta que el sol comience a descender.

_Aunque siendo sincera ninguno se a ganado ser denominado de esa forma aun. (Mi nombre sale de sus bocas al unísono en forma de queja) Pero hace tanto que no os veo combatir cuerpo a cuerpo que tal vez esté equivocada. Puede que ahora vuestras fuerzas estén igualadas y eso haría de Sigtrygg el mejor luchador. O es posible que Tryggvi siga siendo el más fuerte como a demostrado ser desde que puedo recordar.

Y como si eso fuese la señal de inicio, dan comienzo a una nueva lucha por alzarse como vencedor. Voy retrocediendo despacio sin perderles de vista. Se lanzan golpes a la vez que se dicen un sin fin de palabras hirientes. No es hasta que escucho como braman en tanto que se revuelcan por el suelo que salgo corriendo sin mirar atrás, perdiéndome por fin de su vista.

Cuando llevo recolectado todo lo que vine a buscar decido poner en práctica un pequeño hechizo que Ragna me enseñó la primera vez que nos vimos. Retengo en mi mano un puñado de tierra, cierro mis ojos y me concentro en los sonidos del bosque. Al sentir un leve cosquilleo en mi cuerpo abro los ojos y pronuncio las palabras a la vez que la tierra se desliza de mi mano y se va retorciendo en el aire.

Me dejo llevar por las sensaciones que crea en mi interior. Puede que sea solo un sencillo encantamiento pero para mi, conectarme con la tierra y su magia me llena de una forma indescriptible. Tanto es así que solo soy consciente del error que he cometido cuando los pájaros alzan el vuelo y ya es demasiado tarde.

Hay un hombre desconocido a unos metros de mi y por su expresión es obvio que a visto demasiado. Maldigo mi descuido mientras hago un esfuerzo por recordar el único consejo que me a dado mi madre en toda mi vida. -Si te atrapan haciendo algo que no debes y sabes que no tienes el control de la situación, finge.- Doy un pequeño salto en mi sitio pretendiendo asustarme y caigo de culo al suelo.

_Gracias a los dioses que habéis aparecido. Estaba caminando junto a mis hermanos y me he distraído siguiendo a un cuervo. Creo que estoy perdida ¿sabéis como volver al poblado? (Lo digo con tono asustado y con cara de súplica)

Se muy bien que no puedo fiarme de él por eso tanteo con mi mano el suelo en busca de alguna piedra de buen tamaño para tarársela a la cabeza. Como me dijo mi hermano mayor Sigtryggr una vez, eso no causará un gran daño pero me dará tiempo para huir. Y si llegase a algo peor solo tengo que dejar que se confíe y acerque lo suficiente para clavarle la daga que uso para cortar plantas. Daga que le cogí prestada a mi hermano Triggvi cuando éramos niños. Todavía sigue creyendo que la perdió en el bosque.

_No os preocupéis, yo también he perdido a mis hermanos. Podemos buscarlos juntos mientras vamos de vuelta al poblado. Mi nombre es Elijah Mikaelson. ¿ Y el vuestro?


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