Depauperar

By _maga_machi

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Depauperar: Debilitar o extenuar el organismo o una de sus partes. Empobrecer. Eso hare con todos ellos, ahor... More

Sinopsis.
Epígrafe.
Venganza.
Prologo.
Capitulo 1 Inicia la cacería.
Capitulo 2 Los perros como tú, a mis pies.
Capítulo 3 Seguridad privada WOFLYNN.
Capítulo 4 Sentimientos apagados.
Capitulo 5 Experiencia, despedida, aprendizaje.
Capítulo 6. 1+1+?= Locura absoluta.
Capítulo 7 Dos si muerden y uno solo ladra.
Capítulo 8 Juguemos al "afecto y odio"
Capitulo 9 Un nuevo planeta, perverso negocio y una soltera.
†Capitulo 10 † El Riarek.
†Capitulo 11 † Apatía disfrazada de contrariedad.
†Capitulo 12 † Anfisbena
†Capitulo 13 † El retrato perfecto.
†Capítulo 14 † Climax.
†Capítulo 16† Felices para siempre.
†Capítulo 17† Inicio del fin.
†Capítulo 18† Que inicien los juegos del hambre.
†Capitulo 19† Tantos átomos en una sola molécula.
†Capitulo 20† Yo soy el cuervo perverso.

†Capitulo 15† 365 Días.

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By _maga_machi


BIENVENIDOS A MI MUNDO IRREAL.

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Advertencia: Contenido explicito de abuso sexual, maltrato, maltrato psicológico, mensajes explícitos.

También vi algo sobre las nuevas reglas de wattpad, dejare la historia y veré si me la eliminan, estoy pensando emigrar a Inkitt o Booknet, les estaré avisando por aquí cualquier cosilla que acontezca. 

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Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia - Mahatma Gandhi.

2 DE OCTUBRE DE 2024.

Día 0.

Me encuentro siendo transportada en una camioneta, Benyamin se encuentra a mi lado y mi madre al otro costado, mientras yo ocupo el asiento central. A pesar de sentir nerviosismo, confío en que la niñera de mi hermano y Grigori hayan recibido el mensaje. Aunque desconozco lo que el destino me depara, el hecho de tener aseguradas esas dos cuestiones me brinda consuelo.

A tirones y empujones me fuerzan a bajar, no he pronunciado palabras ni ellos tampoco. A la vista del panorama de la casa, todos están esperando en una de las salas, incluso Kai, quien gira su rostro y da la espalda, acompañado de otros guardias cuando mi madre lo hace salir. La casa está siendo desalojada, asegurándose de que nadie sea testigo de lo que me aguarda.

―Llévala abajo ―ordena mi madre.

Dirijo mi mirada hacia Darek, en un último intento de manipulación: Intento transmitir el miedo a través de mis ojos, casi lo consigo, pero Kale lo detiene cuando se está acercando a mí y se lo lleva.

―¿Qué me harán?

―¡Cierra la boca, maldita traidora! ―la bofetada propinada por Cadmon hace que mi rostro gire, fue tan intensa que puedo saborear el sabor metálico en el interior de mi mejilla.

―Aunque puedan agredirme e incluso causarme la muerte, carecen de argumentos con los que puedan intimidarme.

―¿Eso crees Daria? ―Kale se acerca y con su mano limpia un poco la sangre en mis labios.

―Sí ―sueno segura y eso hace que ellos se miren entre sí.

―Llévala Beyamin, deseo que suplique ―dice mi madre.

Dos individuos que acompañan a Benyamin me están llevando a la fuerza. En aquel instante me percato de la mirada de Kai, quien entra y contempla la escena con asombro y desconcierto, lo cual me lleva a inferir que no está al corriente de la situación: a pesar de eso, me ignora y se dirige hacia Cala.

Me tranquiliza saber que es probable que mi hermano esté abandonando el país y que Grigori esté elaborando una estrategia alternativa, al mismo tiempo que sigue el plan B que le confié.

Los individuos me han inmovilizado en ambos extremos, forzando a mis rodillas a tocar el suelo. Mi vestimenta se ha desplazado hacia arriba, dejando al descubierto parte de mis glúteos; mientras mi mirada se cruza con la malévola de Benyamin. Aún me cuestiono cuál fue mi falta para merecer esta situación. Negarme a participar en su retorcido juego ha sido mi ruina; sin embargo, él es mi hermano y no puedo percibirlo de otra manera; él siempre quiere ser el fabricante de mis desgracias.

―Empecemos por las uñas ―me muestra un gancho y lo acerca a mi dedo índice, jugueteando hasta que finalmente arranca la uña, lo que provoca que un gemido de dolor brote de mi boca. A pesar de ello, al encontrarnos con la mirada, le regalo una amplia sonrisa.

Los minutos continúan transcurriendo, avanzando implacablemente con cada uña arrancada desde la raíz. A pesar de la intensidad del dolor, no tengo el propósito de brindarle el placer de presenciar mi rendición. No solicitaré clemencia, ya que esta proviene del arrepentimiento y no he cometido ningún delito que justifique este sufrimiento.

No me humillaré ante nadie.

―¿Eso es todo?

―Puedes intentar disimularlo, pero tu rostro revela el dolor que sientes. Permaneceré aquí hasta que te vea suplicar.

―Entonces vas a morir esperando, porque en mis planes no están las súplicas. ¡Jamás!, voy a rogar; y menos a ti.

―Eso lo veremos. Que pasen ―manda a su único acompañante a buscar a tres individuos.

Aquellos los identifico como miembros del grupo del oráculo: el hombre que eligió quién iba a morir ese día que destruí la farmacéutica de los Murray. Ambos me miran con desdén, lo cual me hace comprender que su intención es dañarme en lugar de saludarme.

―Hacer enemigos nunca es beneficioso, y tú has logrado hacer muchos, Daria. Llámenme hasta cuando la escuchen suplicar; y si eso no sucede, no se detengan, también disfruto escucharla gritar de dolor ―Benyamin abandona la habitación y los hombres no tardan en mostrar una sonrisa.

Jodida mierda, esto sí que va a doler.

Uno de ellos empuña un bate, otro sostiene unas cadenas de hierro y el último se coloca unos guantes con pequeñas espinas de hierro en los nudillos. Siento un nudo en la garganta mientras me repito a mí misma: "No van a matarme, no te rindas, no te rindas, aguanta, resiste, soporta".

Uno de los individuos enrolla la cadena alrededor de mi cuello, lo que me provoca dificultad para respirar. Sin embargo, el golpe del bate en mi espalda, una, dos, tres, cuatro, cinco, hasta diez veces, hace que la falta de aire sea el menor de mis problemas. Una vez que las cadenas son liberadas, puedo respirar de nuevo, inmediatamente recibo golpes en el rostro, constantes y con gran fuerza. Siento que mis huesos faciales están a punto de romperse, y el olor a sangre es inevitable. Los puños son acompañados por los golpes del bate en mis rodillas, muslos y pantorrillas.

Hago todo lo posible por mantener mi semblante imperturbable y evitar inclinar la cabeza o desvanecerme; sin embargo, la sensación de mareo se está intensificando.

―¿Eso... eso es todo lo que tienen? ―como la masoquista que soy, los animo.

Empiezo a tararear la letra de aquella canción: "there's a scream inside that we all try to hide, We hold on so tight, but I don't wanna die, no, I don't wanna die, I don't wanna die"

La persona que porta las cadenas rasga mi vestido, dejando al descubierto mi espalda. Comienza a utilizarlas como un látigo, mis gritos son incontrolables. Ya no puedo sentir mis piernas y mi cabeza apenas puede mantenerse erguida. Mi ojo derecho está notablemente inflamado y en el otro apenas puedo ver.

―Ruega, ¡maldita sea! ―grita tan cerca de mi rostro.

―No... ―logro decir con dificultad.

Regresan a la rutina habitual, empleando el bate y las cadenas para asfixiarme y golpeando mi abdomen repetidamente con sus puños. Experimento una sensación de agotamiento extremo y estoy convencida de haber perdido el conocimiento en varias ocasiones.

―¡Ya basta! ―dice uno de ellos―. La vamos a matar y no podemos.

―Nos dijeron que tenía que rogar ―contraataca uno de ellos.

―No lo va a hacer ―expresa el último.

Los tres individuos se retiran del lugar, dejándome completamente sola en esa habitación oscura. Procuro evaluar mis heridas: tengo dos costillas fracturadas y siento las laceraciones en mi espalda. Existe la posibilidad de que esté experimentando una hemorragia interna, lo confirmaré si en unas horas mi piel comienza a tornarse más roja, aunque algunos síntomas me hacen pensar que así es. De haber continuado con los golpes, es probable que hubieran acabado con mi vida. Por suerte, como anticipé, no planean asesinarme. Solo me queda aguardar para descubrir cuál será su próximo movimiento.

Termino durmiendo, debo aprovechar cada instante si deseo mantenerme con vida, es imperativo que me ocupe de seguir mi plan de supervivencia.

Recobro la conciencia al percibir el agua fría deslizándose en mi rostro y cuerpo. Aprovecho la oportunidad para beber un poco y me encuentro con la presencia de mis progenitores y hermanos. Aún no puedo ver con ambos ojos debido a la hinchazón de uno de mis párpados.

―Qué mal te ves ―dice Cadmon.

―Es duro estar del otro lado, pero tú te lo buscaste ―habla Adriel mientras suelta una de las cadenas.

―La verdad me siento orgulloso, ni una sola súplica, has cambiado mucho, hija ―Kale suelta la otra mano.

Mi cuerpo no logra mantenerse erguido y me apoyo con fuerza en mis manos, cayendo de rodillas. El dolor es insoportable. Me concentro en los rostros que me miran con desdén. Esta situación aún no ha terminado, se acerca el siguiente asalto.

―¿Por qué engañarnos? Mejor quedarse en las sombras, pero volver y matar a tu padre y tu hermano es inaceptable. ¡Aquí la sangre se respeta! ¡No se mata a nuestros consanguíneos! ―Cala Baker me grita, sosteniendo mis mejillas con fuerza.

―Una lástima, rompí la regla, ¿qué más van a hacerme?

―Todo en su debido momento, ahora procederemos a aclarar detalladamente punto por punto: Grigori va a morir de eso me encargaré yo. Sobre Wolflynn, has llegado con la intención de acabar con nosotros y ellos no lo sabían, pero ahora sí. Por lo tanto, estás siendo investigada al igual que nosotros. Todo esto terminará en nada, ya que nos encargaremos de ello y como siempre nunca hay pruebas. Tu plan ha llegado a su fin, no pudiste llevarlo a cabo y tendrás que vivir con eso, siempre siendo un fracaso en todo.

―¿En serio?, ¿por qué no hablamos del proyecto CKND? ―sus rostros palidecen―. ¿O de los fetos flotantes? O mejor aún, del proyecto de unificación, ¿qué hay de sus trabajos ilegales en la NASA? Y ¿Del robo a ese chico pasante? ―Cala me propina una cachetada.

―No debes preocuparte, tu testimonio carece de validez y dispondremos de suficiente tiempo para eliminar cualquier evidencia ―relata Adriel.

―Para que no te sientas sola, trajimos compañía ―mi madre observa la entrada y la puerta es abierta, revelando la presencia del pequeño rubio. Con solo un vistazo a su cabellera reconocería a ese niño. Está herido y sus ojos están llenos de lágrimas me lo han lastimado.

―¡No lo toques! ―le grito a Benyamin, que lo entra a rastras.

―¡Mana! ―hace el esfuerzo por alcanzarme, pero no tiene éxito, al igual que yo, debido a que mis padres me retienen, haciéndome imposible aproximarme a él.

―¡Al fin!, un intento de súplica ―Cadmon se burla y le pone al niño un pañuelo en la boca, callándolo.

―Te lo dije, de una forma u otra te iba a hacer rogar. Quiero oírte, ruega por él, o ella va a matarlo ―Beyamin señala a la mujer en quien se suponía confiaba: su niñera, Claudia, quien lo ha cuidado desde que era un bebé, apuntando una escopeta directamente a su cabeza.

Una lágrima rueda en mi mejilla, mi cuerpo se niega a rendirse, pero debo hacerlo, es mi hermanito. Debo complacerlos, debo retroceder, debo ser la misma mujer que decidió dejar todo atrás, la mujer que suplicaba debe regresar. Ese pequeño es el único que me hace sentir, es el único al que puedo expresar mis emociones. Y es el único por el que incluso le rogaría al diablo.

―¡Dilo! ―Grita Benyamin.

La sensación de mareo se hace presente, en un intento por enfocar su rostro, percibo una visión borrosa y hasta creo vislumbrar sangre que fluye sin cesar desde mi cabeza y se desliza por mi rostro.

La acción de Cadmon al disparar en el brazo del niño me provoca un profundo temblor. Sus gritos y quejidos confirman su identidad. Mi mandíbula tiembla y una parte de mí reprime cualquier palabra, mientras que otra parte desea suplicar y llorar sin cesar.

―¡Que ruegues maldita! Así como Nuriel rogó porque lo matáramos, no aguantaba el dolor que tú le causaste ―Mi madre sujeta mi rostro y me obliga a mirarla, esos ojos verdes que parecen demasiado perfectos se encuentran con los míos.

¿Por qué es así? ¿Por qué se empeña en lastimarme? ¿Por qué simplemente no fui un fracaso en uno de sus experimentos?

―No sabes cuanto te odio, Cala.

―Si me importara.

―Tres ―cuenta Benyamin.

―Dos ―la voz de Darek rompe mi corazón, no sé por qué esperé algo de él.

―Uno.

―¡Por favor! ¡No lo mates! ¡Te lo ruego! ―el disparo resuena y veo como la sangre salpica, el cuerpo cae y empieza a brotar sangre a montones ― ¡NO! ―mi grito resuena.

Estoy tratando de llegar, pero mis pies no responden y siento un intenso dolor de cabeza. Mi corazón late rápidamente y siento que va a escapar de mi pecho. Finalmente el llanto que había estado reprimiendo sale sin control.

―Respuesta incorrecta, Daría ―Habla Benyamin―. No entendiste, nunca lo has hecho.

No puedo parar de sollozar, mi mirada está fija en el cuerpo inerte, él se ha ido, yo estuve ahí: Fui testigo de sus primeros pasos, de su primera experiencia con el sabor del limón, de su asombro al ver la nieve y de sus caídas en bicicleta. Su primera palabra fue "Mana". Esperaba estar a su lado en su primer desengaño amoroso, pero ahora me doy cuenta de que acabo de causar su muerte. Es mi responsabilidad, nunca debí regresar ni desafiarlos. Yo sabía quiénes eran y conozco su verdadera naturaleza insensata.

Todo se ha derrumbado en un segundo. ¿De qué sirve continuar si mi razón acaba de desfallecer?

―Llévala al vacío, pero antes que la curen ―todos me observan y es cuando por fin levanto mi rostro, las lágrimas se han detenido al igual que mis sollozos, todo fue arrasado por un solo sentimiento predominante, rabia intensa.

―Mátenme o huyan, porque si salgo de aquí no dejaré ni sus huesos ―expreso, creo ver en sus ojos un ligero reflejo de miedo.


DIA 3 AL DIA 90 (3 meses).

Tras sufrir una paliza y presenciar detalladamente el asesinato de mi hermano; fui sometida a la inyección de las sustancias curativas desarrolladas por mi padre. Aunque no son completamente mágicas, sin duda aceleran el proceso de curación. Me instalaron en el hueco, un lugar que se asemeja a un féretro, prácticamente un espacio cóncavo. Si padeces de claustrofobia, ten por seguro que experimentarás un colapso.

Si me encontrara simplemente encerrada en un espacio estrecho, que no resulta del todo cómodo ni agradable, llevo tres semanas aquí, permaneciendo de pie. A veces, utilizo mi trasero para apoyarme en la pared, pero después de un tiempo me duele; por lo que alterno con mis pies. No considero apropiado mencionar mis necesidades fisiológicas, ya que es la parte que menos disfruto de esta situación. No me han proporcionado alimento, lo cual es una ventaja, ya que solo he consumido agua.

Al tener conocimiento de que ya han transcurrido varias semanas, soy consciente de que se acerca el próximo nivel. He escuchado rumores sobre las torturas que se llevan a cabo en este sitio y estoy segura de que también seré sometida a ellas. El grado de mi traición es considerado por ellos de una manera inimaginable, así que esto no es nada.

―Buenos días, que bella mañana ―la voz del sociópata de Cadmon inunda mis oídos―. Hoy nos divertiremos tanto; por eso traje unas pequeñas amiguitas.

―Jódete Cadmon.

―¡Oh, sí!, eso quería escuchar. Aquí está Teresa y su familia muy numerosa.

Me encuentro rodeada de quince alacranes, pero mantengo la calma para evitar ser atacada. Consciente de que no son animales primitivos, sé que si no represento una amenaza, no me picarán. No siento ni un ápice de miedo, lo cual me otorga una ventaja.

Permanezco inmóvil, observando fijamente a sus ojos, lo cual le causa molestia. Es evidente que espera que me afecte, pero no ocurre.

―Creí que sería más divertido, pero tengo un plan B.

Lleva a cabo una exhaustiva exploración en la caja en busca de algo desconocido, hasta que dicho objeto se extiende por todo mi cuerpo ya que fue lanzado, generando una sensación de picor. En un principio, pensé que se trataba de una sustancia estupefaciente, pero no es el caso. La irritación se apodera de mí piel.

Mi instinto se activa de forma automática, intento ordenar a mi cerebro que se controle, pero no lo consigo. Comienzo a inquietarme y a buscar algo con lo que rascarme, la desesperación en mi piel es incontrolable. Esta situación evidentemente perturba a los animales y siento la primera picadura a los pocos minutos. No es como lo imaginaba, pensé que sería más doloroso; no fue tan grave. Finalmente, terminé matando a los animales pisándolos y me quedé completamente sola.

Los síntomas comienzan a manifestarse, experimento dolor en mi cuerpo y mi visibilidad se ve limitada debido al reducido espacio en el que me encuentro. Además, mi pie se encuentra inflamado y siento una notable sensación de hormigueo. No tengo conocimiento de cuántas horas o días han transcurrido, pero mi hermano reaparece con otra caja en sus manos, lo que me hace suponer que tendré otro animal sobre mí.

―Dado que has sido picada y envenenada, he decidido ser amable. Este animal no te hará daño; aunque desconozco qué efectos pueda tener en ti.

Me arroja encima seis ratones, que empiezan a correr como si dependieran de ellos. Mi corazón se acelera; les tengo un terrible miedo.

―¡Sácalos!, ¡Cadmon, Mierda!, te haré pagar por esto.

―Esperaré a ese día, por ahora me divertiré. Qué bello es ―pone la rata directo en mi rostro―. ¿A que si?

―Eres un... ―la vuelve a acercar y cierro mi boca.

La persona se retira, dejándome sola, y no regresa hasta tres semanas después. En esta ocasión, es otro individuo el que se muestra en la penumbra. Mi cuerpo se encuentra entumecido y de vez en cuando me arrojan agua que no ayuda. El frío en este lugar es inexplicable, no ayuda que esté en un espacio cerrado.

―Hola, Daria ―la voz de Adriel se une en sincronía con el lejano sonido de las gotas que golpean el techo.

Me sacan del hueco y la desaprobación en los rostros de todos al encontrarse conmigo me resulta repulsiva. Parece como si no tuviera ningún valor, como si solo estuviera presente para satisfacer sus ansias de venganza. Mi hermano me lleva afuera, y el agua comienza a fluir de inmediato, me ubico a los pies de sus costosos zapatos.

―Esto es deplorable, Daría, como bien se dice: Cada individuo recibe su merecido castigo si es merecido. Y en este caso, te encuentras en esa posición.

―Y tú eres feliz de ejecutarlo, ¿no?

Él permanece seco gracias a que los guardias lo protegen con una sombrilla, mientras que yo comienzo a sentir entumecimiento en mi cuerpo, mis dientes castañetean y mi piel se eriza con cada ráfaga de viento que choca contra mí.

La última cosa que percibo es la visión de los zapatos alejándose y el sonido que emiten al golpear los charcos de agua. No fui capaz de mantenerme en pie, mi cuerpo se desplomó hacia un costado. El intenso frío me está congelando y mis articulaciones entumecidas por los días que he pasado en ese agujero no me están brindando ninguna ayuda.

Ni siquiera estoy consciente de en qué sitio estoy. ¿Fui en auto trasladada? ¿Sentí que me tomaron de los brazos? Creo que sí, me encuentro en un lugar desconocido, llegué aquí de una manera que no logro recordar. Siento que estoy experimentando lagunas mentales y pérdidas de memoria constantes, estoy empezando a desconectarme y eso es preocupante.

Mi mejilla se encuentra húmeda y cubierta de tierra, adopto la posición fetal en busca de algo de calor, los truenos continúan sin cesar y, ocasionalmente, el cielo se ilumina revelando que me encuentro en medio de un bosque.

¿Es posible escapar? Por supuesto. A pesar de mi debilidad, logro levantarme y comienzo a caminar lentamente, como si mis piernas fueran pesadas e inexistentes. No sé cuántas horas han pasado, pero mi cuerpo comienza a generar calor, lo cual me ayuda a moverme más rápido y a sentir mis piernas. Mi estómago ruge por algo de comida y a lo lejos diviso una luz, lo cual provoca una sonrisa en mi rostro mientras consecutivamente acelero el paso.

Al detenerme y observar lo que se encuentra frente a mí, tiemblo; son dos lobos que exhiben sus dientes. Sin embargo, decido mantenerme inmóvil y firme, evitando que el miedo se apodere de mí. No hay una loba ni crías cerca, solo dos lobos machos. Si llegara a mostrar miedo, sin duda me atacarían. Tanto los animales como yo nos mantenemos vigilantes, hasta que finalmente se alejan. No represento una amenaza, por lo que no hay necesidad de luchar y aparentemente les parezco insignificante.

Tras aproximarme casi al lugar donde divisé la luz, la presencia de mi padre Kale me detiene. Sin pronunciar palabra alguna, procede a encadenarme a un punto de anclaje en ese lugar. Parecía ser parte de un plan premeditado, dejándome allí con la ilusión de un posible escape. ¿Sería este el plan de Kale o de Cadmon?

Anticipaba esta eventualidad, mantenía la esperanza de que no se materializara; al menos, mis expectativas se vieron cumplidas en parte, solo que no eran buenas.

Permanecí en el frío bosque durante tres días antes de ser llevada de regreso al infierno. A pesar de las condiciones climáticas lluviosas y frías, agradecí las pocas ocasiones en las que salía el sol y podía estirar mis articulaciones. Incluso tuve la suerte de encontrar unos gusanos suri para alimentarme cuando me encontraba bajo una palma caída. Aunque la experiencia no fue agradable, me proporcionó la energía necesaria para seguir aguantando.

Incluiré en mi lista de experiencias indeseables el hecho de encontrarme confinada en un reducido espacio, similar a un cajón, ya que es algo que no deseo volver a experimentar en mi vida.

―¡Feliz año nuevo! ―abro mis ojos y me encuentro con toda mi familia, elegantes y mirando a su gran trofeo; es decir: yo, su actual más grande hazaña.

―Una copita, no seremos tan crueles, y sabemos lo mucho que te falta ―madre me pone el pico y bebo hasta donde más puedo.

La abstinencia del consumo de alcohol ha sido una de las experiencias más difíciles para mí, podría describirla como un proceso de rehabilitación obligatorio.

Feliz año nuevo Daren, donde sea que estés es mejor que esto.

Propósitos de este año:

Perseverar.

Cometer homicidios y causar un gran sufrimiento.

Finalizar y dirigirme al castillo en que mi hermano anhelaba vivir.

Obtener todos los documentos de los experimentos y comunicarme con sus seres queridos.

Derrocar a esta familia, paso a paso, individuo por individuo, bloque por bloque.

No entiendo por qué me propongo estas metas, no sé si podré alcanzarlas, pero tengo la certeza de que resistiré otro año. Antes pensaba que no podría sobrevivir un año más, pero lo conseguí. Estoy enfrentando las peores adversidades causadas por mi familia y las que vendrán, y aun así, sigo aquí. No me rendiré sin luchar.

Haré de este apellido algo honorable, aunque tenga que mancharlo y luego pulirlo.


DÍA 91 AL DIA 153 (2 meses).

Soy sacada del hueco y trasladada a una habitación con una cama sencilla y un baño. Dediqué todo el tiempo disponible para asearme y luego aguardé sentada en la cama la llegada de alguien. No obstante, durante las dos primeras semanas nadie se presentó, posiblemente me estaban concediendo un período de «descanso», por así decirlo.

Al principio me sentí inquieta, cuestionándome sobre el tipo de tortura psicológica que estaba experimentando. Posteriormente logré relajarme, comprendiendo que no debía permitirme sentir ansiedad.

Nunca antes había visto a los dos desconocidos que entraron por la puerta hasta que esta fue abierta. No tuve tiempo de reaccionar antes de ser tomada y arrojada al suelo, donde uno de ellos comenzó a golpear mi rostro repetidamente, cachetadas en ambas mejillas. Logré recuperarme lo suficiente como para tomar su mano, doblarla, levantarme y propinarle una patada directa en el abdomen.

―No vuelvas a tocarme, ¿entendiste? ―le respondí con un puñetazo.

El individuo que estaba observando facilitó la entrada de otros tres, lo que resultó en una desventaja de cinco contra uno. Sin embargo, tengo plena confianza en mis habilidades. Me enfrenté a ellos con determinación, resistiendo hasta el límite de mis fuerzas. Aunque no me rendí fácilmente, debo admitir que luchar contra cinco individuos musculosos y robustos fue un desafío. Aunque poseo fuerza, no soy invulnerable.

Uno de ellos agarró un bate y comenzó a golpearme sin piedad. Los minutos se hicieron interminables mientras los impactos se dirigían directamente a mi espalda, pecho, abdomen, muslos y piernas: afortunadamente no alcanzaron mi cabeza.

Después de concluir las agresiones, me vi sumida en la soledad, por lo que me encaminé hacia la ducha en busca de alivio para mis músculos doloridos a través del agua fría. No pude evitar derramar lágrimas, no tanto por el dolor, sino por la sensación de desdicha y desilusión que experimento hacia mí misma.

Con el transcurso de los días, mi estado físico ha mejorado considerablemente, aunque aún no me encuentro completamente recuperada. A pesar de ello; logro mantenerme en pie con cierta dignidad. En ese momento, la puerta se abre y entra Cadmon, con su característica sonrisa psicópata. Presiento que hoy será un día complicado.

―Vamos a hacer un castigo algo anticuado.

Forzada a arrodillarme y colocar piedras debajo de mis rodillas, las cuales lastiman y raspan mi piel. Si eso no fuera suficiente, también debo sostener dos ladrillos en mis manos; como si estuviera cargando pesas.

―¿Por qué elegiste traicionarnos? ¿Qué te faltó? ¡Tenías absolutamente todo!

Las interrogantes permanecen sin respuesta, lo cual provoca su irritación. Un impacto me obliga a soltar los ladrillos y caer abruptamente al suelo, ocasionando daño en mis rodillas por las diminutas piedras.

―¡Responde!

―Nos diferencian muchas cosas. Ustedes no fueron obligados a acostarse con hombres desde que eran niños, no fueron denigrados por no tener un estúpido cabello, y no importaba lo que hicieran, siempre tenían justificaciones para sus acciones. Por ejemplo: tú eres un sociopata y eso te da una ventaja. No tuve todo, me faltó mucho y tú ni siquiera sabes lo que es ser amado, y por eso sientes que tienes todo, pero eres tan miserable y no lo sabes.

―Eso es por envidia.

―Y también eres un estúpido ―me burlo y otra cachetada va directo a mi rostro―. Eres un imbécil y solo sirves para torturar y matar, eso aportas aquí, eres nada.

―Pero yo no fui... como dijiste: obligado a cogerme a viejos ni denigrado por mi cabello.

―De cualquier manera, eres un estúpido, inculto y enfermo.

Opta por poner dos ladrillos a cada lado, y comienzo a experimentar una sensación de que las piedras están penetrando profundamente en mi piel; lo cual resulta extremadamente doloroso.

Han transcurrido varias semanas, una vez más, Cadmon regresa. En esta ocasión, me toma por sorpresa y me agarra de saco de boxeo, colgándome de mis manos y moviéndome como si fuera una bola demoledora. Además de los golpes que él me propina, también sufro los de sus acompañantes. Como resultado de aquel día, terminé con el brazo dislocado, pero logré acomodarlo por mi cuenta cuando me encontraba en la pequeña celda.

Mi memoria comienza a divagar y me desoriento, sin embargo, tengo conocimiento de que continué siendo objeto de diversos tipos de agresiones fisicas.


DIA 152 AL DIA 247 (3 meses).

La puerta de la pequeña celda fue abierta, revelando la presencia de mi madre acompañada por dos mujeres. Con un gesto que parecía una orden hacia ellas, comenzaron a bañarme y vestirme, un proceso que se prolongó durante varias horas. Finalmente, me vi reflejada en el espejo y no pude reconocerme a mí misma. No me refiero únicamente a mi apariencia física, ya que seguía siendo yo, pero algo había cambiado: Me han cortado el cabello en un estilo Bob y se ve del mismo tono de antes.

No puedo evitar sentir que no soy digna, experimento vergüenza y lástima hacia mí misma. Me siento como un cordero que ha sido llevado al matadero y ha logrado sobrevivir, pero soy consciente de que, eventualmente, seré destruida.

Al verme al espejo soy yo, con mi cabello y ojos negros que resaltan en contraste con mi piel pálida y suave, aunque marcada por moretones y laceraciones. Mis labios están teñidos de un tono carmesí, mis mejillas enrojecidas y mis párpados adornados con un maquillaje oscuro.

Me causa temor y pavor lo que ella está planeando. Desconozco qué tipo de tortura es, pero lo que sí sé es que no augura nada bueno.

―Camina ―dice una de las chicas, me empuja y no de forma delicada.

Soy llevada a un hotel y dirigida a una de las habitaciones, al entrar me encuentro con la mirada vigilante de mi madre, quien está de pie junto a Kai. Experimento un nudo en la garganta al considerar posibles situaciones. No obstante, ella instruye a Kai para que me ate con unas cadenas que se hallan en el suelo, inmovilizándome las manos y los pies.

Comienzo a analizar la habitación, observando su peculiaridad; es entonces cuando me doy cuenta de lo que Cala posiblemente está planeando hacerme.

―Me estás ofreciendo otra vez, ¿no es así Madre? ―realiza un gesto hacia Kai, quien abandona la habitación.

―Obtienes lo que mereces, es lo que eres, moneda de cambio para negocios, no se te haga extraño.

―¡Eres una hija de puta! ¿Cuál es mi valor para ti? ¿Cuál es nuestro valor para ti? Somos simplemente un experimento, seres humanos que te otorgan poder. Ni siquiera amas a mis padres, y tú... ni siquiera querías a los abuelos. ¿Qué es lo que te he hecho para merecer esto? ―escupo todo lo que he estado guardando, sintiendo la impotencia que he tratado de reprimir.

―No tienes ningún significado para mí, agradece que tengo respeto por el vínculo de sangre que compartimos.

―¿Consideras que al permitirme vivir me estás mostrando respeto? Soportar eternamente las consecuencias de todo lo que has causado es una condena. En otras palabras, me tratas como si fuera tu esclava mientras debo soportar todo el dolor.

―Jamás tuve la intención de ser madre, me vi en la obligación de serlo. En ese momento decidí que, si tenía hijos, debían ser extraordinarios, singulares, maravillosos, personas brillantes. Lamentablemente, no fue así, todos resultaron ser fracasos.

―Eres realmente una desvergonzada, intentando justificar tus acciones culpando a terceros, por qué según te obligaron a tenernos. Además, parece que buscas proyectar en nosotros tus propias carencias.

―No he sido obligada por nadie, no he expresado tal cosa. Soy una líder a la que obedecen y no se atreven a contradecir porque eso se gana con autoridad. Insinuar que reflejo en ustedes algo que no soy es una suposición equivocada.

―Has contraído matrimonio con tres hombres con el único propósito de aprovecharte de sus habilidades, sin sentir verdadero amor por ninguno de ellos. Has llegado al extremo de eliminar a tus propios padres: quienes conocían tu verdadera naturaleza y deseaban que sus nietos tuvieran una vida digna, alejada de tus macabros planes. Eres un ser humano despreciable, no tenías que tener hijos, nunca debiste tenerme.

―Estamos de acuerdo en eso, tus hermanos tienen sus imperfecciones, al menos tienen claridad sobre su propósito en este mundo. Tú, por otro lado, has sido una decepción, creciste pensando que eras una persona sentimental cuando en realidad no lo eres. Te considero débil y fácilmente influenciable.

―No es así, porque soy una persona que carece de habilidad para identificar emociones y creía experimentar amor y tristeza, al menos hasta que me di cuenta de ello. Sin embargo, me esforcé por sanar y mejorar. Aprendí a distinguir entre lo bueno y lo malo, algo que nunca me enseñaste.

―Tú solo eres un intento de copia barata de mí, eres todo lo que detesto.

Me deja con la respuesta en la boca, mientras me da la espalda y abandona la habitación. En cuestión de segundos, se vislumbran dos hombres, no tardan en darme una mirada lasciva. Lo que temía está a punto de suceder; una vez más soy un objeto para el uso de hombres.

―Qué linda es ―dice uno.

―Así es ―responde el otro. Bajo mi mirada mientras intento desconectar mi mente.

Los individuos proceden a descender mi vestimenta, dejando al descubierto mis pechos, y sé que evitar que me la quiten no es una alternativa viable, ya que por más que lo intente, no lograré obstaculizar sus planes. El sonido de sus cremalleras siendo bajadas me estremece, uno de ellos sujeta mi rostro; la repulsión se apodera de mí, me obliga a mirarlo, lucho con todas mis fuerzas por apartar la mirada, recibiendo golpes en el rostro, sin darles lo que quieren. No deseo presenciar sus gestos, prefiero fingir que nada de esto está ocurriendo.

―Detente, le dañaras el rostro y eso no excita, ya levantará el rostro después, o verá el arte que dejaremos en sus pechos ―expresa el que no me estaba golpeando.

Los dos individuos comienzan a autocomplacerse, reconozco el sonido de sus manos frotando sus genitales. Posteriormente, la habitación se llena de gemidos y gruñidos, así como de palabras obscenas que prefiero ignorar, en ocasiones logro desconectarme mentalmente y no escuchar nada.

―Joder, estoy por terminar, qué bello rostro tienes ―jadea―. Y esos pechos tan exquisitos ―dice uno.

―Como quisiera entrar en ese coño ―continúa el otro.

Cada vez más gemidos resuenan a mi alrededor, provocando que mi cuerpo tiemble involuntariamente. A pesar de mis esfuerzos por mantener la concentración, estos sonidos repulsivos me distraen por completo. Sigo con mi rostro abajo, una lágrima escapa de mis ojos y un quejido amenaza con salir de mi boca. Siento cómo mi pecho se humedece y un líquido desagradable se desliza por mis pechos. Intento deshacerme de él moviéndome y agitándome, pero no logro eliminarlo por completo.

El alivio que siento al escuchar los pasos alejándose me permite respirar un poco. Engaño a mi mente diciéndole: "Nada de esto ha ocurrido, solo fue una pesadilla, un sueño desagradable". Luego pienso en el color negro, oscuridad. Eso hay, no veo nada, no siento nada, me veo a mí misma en un cuarto oscuro, sin percepción de vista, olfato y audición.

―Daria ―esa voz me hace salir de mi mente.

¿Qué hace el aquí? ¿Quiere unirse en la tortura? Prefiero no responder, mantengo la mirada baja para evitar el contacto y la mirada de lástima por lo que está aconteciendo. Hace unos meses tenía el control de la situación, ahora me siento completamente despojada de todo.

Siento sus manos deslizarse por mis pechos. Me estremezco al notar que utiliza un trapo para limpiar los restos del líquido blanco que quedó. Sé que han entrado más hombres que dejaron el mismo fluido, y me siento invadida por esa sensación repulsiva y sucia. Sus manos suben mi vestido y me obliga a mirarlo al tomar mi rostro, esquivo su mirada y observo otro punto de la habitación.

―Déjame ayudarte a salir de aquí ―niego con mi cabeza― ¡No puedes seguir soportando esto!, nosotros podemos ayudarte.

―No, yo veré cómo salgo de esto.

―No puede ser que quieras hacerte la digna, ¡mira como estás!

―Esto no es nada, ya te dije, no quiero tu ayuda ni la de nadie. Sabía que había pros y contras en mis planes, estoy pasando por algo y eso no significa que vaya a arruinar mi recorrido, solo es un desvío. Pasan unos largos segundos de silencio antes de finalmente escuchar un suspiro de resignación.

―Como quieras ―noto la decepción reflejada en su rostro, lo cual me genera múltiples interrogantes; sin embargo, decido dejarlas de lado al presenciar su partida.

A los dos días siguientes, se presentaron dos individuos, quienes procedieron a liberarme de las cadenas que aprisionaban mis pies, permitiéndome ahora arrodillarme. Uno de ellos deslizó sus manos por mis muslos, elevando mi vestido. Intenté moverme; sus manos se posaron firmemente en mis caderas, aquietandolas.

―Mantenla quieta, quiero probar esa boca.

El individuo introduce un dedo y luego otro en mi boca, al mismo tiempo que sujeta mi rostro. Al morderlo, se escucha su quejido, así como el golpe en mi rostro, provocando que la sangre comience a fluir por mi nariz debido a la fuerza del impacto.

―¡Puta asquerosa! ―observa su mano, mientras me ofrece una mirada de desprecio.

―Fóllale la boca con esto ―dice el que está detrás de mí manoseando mis piernas.

El individuo coloca una mordaza en mi boca. Me siento incómoda, no obstante, no puedo evitar que lo haga. Esta especie de bozal deja mi boca abierta de una forma inexplicable, incluso siento dolor en mis labios debido a la fuerza con la que se estiran.

Inmediatamente, el individuo introduce su repugnante órgano en mi boca, de forma profunda y despiadada: Al mismo tiempo que percibo la erección del otro hombre en mi espalda, quien comienza a apretar mis senos de manera dolorosa.

Realiza dos, tres, cuatro estocadas y retira su miembro de mi boca para deslizarlo por mi rostro. Al reintroducirlo siguiendo el mismo patrón, experimento náuseas que resultan en un episodio de vómito, lo que provoca que se aleje.

―Una puta que no sabe usar su boca. Toma, castígala con esto ―le entrega una correa al hombre que se encuentra detrás de mí, quien continúa acariciando su erección en mi espalda.

Puedo oír el sonido de la cremallera, me inquieto y hago todo lo posible por evitar lo que está por venir, pero no lo logro. El individuo rompe mi prenda íntima y gradualmente introduce su órgano en mi ano. Las lágrimas se acumulan en mis mejillas mientras me esfuerzo por liberarme de su presencia, sin éxito. A medida que continúa con sus embestidas, me golpea en la espalda con la correa en repetidas ocasiones.

―Eso es, muévete que se siente exquisito ―sus palabras me hacen detener.

No tengo conocimiento de cuántas veces lo llevaron a cabo, ambos individuos permanecieron durante un extenso período de tiempo, incluso días. Se tomaban pausas, disfrutaban de whisky y conversaban, para luego regresar a mí repitiendo el mismo procedimiento.

Durante una semana se me permitió descansar, y luego regresaron. Agradezco que me hayan alimentado demasiado bien en estos días.

Entraron otros individuos, quienes durante tres días retóricamente derramaron su semen en mis pechos o espalda, seguido de otros que me sometieron analmente durante aproximadamente cinco días. Estimo que han transcurrido alrededor de dos meses, el tiempo se ha vuelto relativo, al igual que mis lagunas mentales en relación con los abusos sexuales sufridos.

―Pero miren qué puta de calidad, buenos pechos y trasero ―ingresa un hombre, que reconozco, es unos de los socios de mi madre. ―Aún recuerdo lo que fue estar en ese coño. ¿Estará igual?

Tengo una apariencia más apropiada y han conseguido disimular algunos golpes en mi rostro, minutos atrás llegaron dos mujeres que me proporcionaron aseo, vestimenta y comida. Presumía que se avecinaba otro tipo de tormento o que alguien de importancia arribaría para dar continuidad a la misma rutina.

―No creo que esté igual, ya no soy una niña. Hagas lo que hagas, ten por seguro que después iré por ti.

―Amenazas estando en esa posición, un gran cambio, ya no ruegas y eso me gusta.

Provoca que los individuos me inmovilicen en la cama, dejándome sin capacidad de movimiento en mis manos ni en mis pies. El sujeto se aproxima rápidamente, observándome con evidente obscenidad, ¿qué se puede esperar de alguien que abusa de niños?

El hombre deposita besos en mi rostro, cuello y pecho, ascendiendo finalmente a mis labios, pero en lugar de aceptarlo, lo recibo con un mordisco, encontrando repugnante el sabor metálico de su sangre. Siempre he sentido un instinto innato por descubrir el sabor de la sangre impura.

―Me gusta.

Se aparta y comienza a desvestirse, logro percibir su pene erecto y desvío la mirada. Necesito escapar de esta realidad y encontrar una mejor.

Lo hice, me vi a mí misma en la playa, persiguiendo a Daren mientras mis tres perros también se unían en la carrera. Sin embargo, la sensación está presente, y las percepciones de sus roces y penetraciones aún más. El sonido del choque y los gemidos se escuchan distantes en ese recuerdo imaginario que estoy construyendo.

No fue el único; días después llegó otro, quien mostró un comportamiento más agresivo al golpearme con un látigo mientras su miembro ingresaba en mí. El último fue más cariñoso y delicado, debido a su fetiche de creer que soy una niña.

Sentí que fueron aproximadamente cinco meses, aunque no puedo afirmarlo con certeza. Esas experiencias angustiantes continuarán atormentándome. Durante esos últimos encuentro, no se me permitió tomar un baño y, en un momento dado, Cala Baker se presentó, pero no pronunció palabra alguna ni me dirigió la mirada; simplemente me condujo de regreso a mi celda. Estoy impregnada del desagradable olor de aquellos hombres y mi cuerpo se encuentra contaminado con sus fluidos, además de estar manchada de sangre.


DÍA 248 AL DIA 340 (3 meses).

La diminuta celda se abre, revelando el rostro de mi actual pesadilla. Se avecina otra sesión de tortura. Mis piernas apenas responden, mi cuerpo está sucio y cubierto de fluidos secos, y mi vagina sigue sangrando sin cesar, y mi ano tiene laceraciones internas. Estoy segura de que no se trata de mi periodo. Intenté tocar la zona, pero me resultó imposible. Me preocupa infectar las heridas abiertas, ya que no me han permitido bañarme y estoy realmente sucia.

Experimento una sensación de ser capturada y arrastrada con violencia; en ocasiones me encuentro en un estado de semi-consciencia. El agotamiento se hace cada vez más evidente y mi mente solo puede concentrarse en la canción que no he dejado de tararear. Constantemente imagino que esas dos melodías resuenan en mi cabeza.

Llevo puesta una tela que ha sido rasgada desde la última vez que fui obligada por los hombres de estas personas. No creo que vayan a seguir el mismo procedimiento, se avecina un nuevo desafío.

―Báñate ―los implementos son arrojados a mis pies y mi hermano Benyamin desaparece de mi campo visual.

La totalidad de mi cuerpo es atravesada por el agua, mientras observo cómo se lleva consigo todas las impurezas de mi piel. Comienzo a frotar mis pechos con la esponja, mientras mi mente se enfoca en ellos, intentando eliminar una suciedad que ya no existe; pero yo creo que sí. Mi piel se está tornando roja de lo fuerte que la froto.

Experimento dolor al pasar a mis partes íntimas, mi vagina se encuentra rasgada y mis labios externos están magullados. A pesar de mis intentos de limpiar, la presencia de sangre persiste, aunque no en gran cantidad.

Sé que tardo mucho tiempo en la ducha, lo percibo cuando mi hermano se asoma y me observa. No deseo salir aún, anhelo sentirme más limpia, anhelo experimentar una sensación de mayor limpieza, aunque sé que nunca podré alcanzarla por completo. Es importante para mí mantener esa ilusión.

―Sal ―ordena.

―No.

El individuo me agarra del brazo y me arrastra, intento cubrir mi cuerpo. Al menos, no hay testigos y no tengo que ser expuesta desnuda una vez más. Aun así; me avergüenza que él me esté observando.

―No paro de sangrar ahí ―le confieso y señalo mis partes íntimas, su mirada recorre mi cuerpo de pies a cabeza y me es inevitable encogerme de hombros.

Se me extiende un traje que reconozco de inmediato: es un vestido de patinaje artístico de color blanco, con mangas en tonalidad similar a la piel para adaptarse a ella. Está decorado con piedras blancas y negras que se encuentran distribuidas por todo el pecho. A pesar de ser ajustado, también cuenta con una falda que le proporciona volumen para evitar que se ajuste completamente al cuerpo.

Me entrega una toalla sanitaria y unas bragas nuevas, luego se retira en silencio, dejándome con incertidumbre sobre sus intenciones.

Al girar la cabeza, me di cuenta de la presencia del espejo y al detenerme frente a él, me encontré con una imagen totalmente marcada por golpes, un rostro que no reconocía como el mío, débil, abatido y, lo más preocupante, sumiso a cualquier circunstancia. Mi cabello ha crecido de forma descontrolada, el tono negro se extiende hasta arriba de mis hombros, me surge el anhelo de encontrar algo con qué cortarlo para que luzca más parejo.

Cuando me visto, aguardo con atención su llegada, intento encontrar medios de escape y objetos para protegerme, pero no encuentro ninguno; salvo la posibilidad de utilizar un shampoo y un jabón como armas.

―Camina ―dice y lo sigo.

La ciudad se encuentra ante mis ojos, la tentación de abrir la puerta y salir corriendo me invade; al intentarlo me doy cuenta de que la salida está cerrada con llave y la mirada vigilante de Benyamin no ayuda.

Al llegar, me hallé con la pista de patinaje completamente desierta. Intento alejarme y correr, ya que nadie me obliga a caminar, fracaso al ser alcanzada. No soy la misma persona de antes, mi alimentación es deficiente, no bebo suficiente agua, tengo heridas tanto físicas como mentales. Me siento como un despojo humano que apenas se mantiene en pie.

―¿Por qué estoy aquí?

Mi hermano no responde y me obliga a entrar a la fuerza, únicamente está acompañado por dos de sus subordinados. Sobre la mesa se encuentran numerosos cuchillos, flechas y unos hermosos patines, los cuales recuerdo haber visto y deseado tener. ¿Cómo pudo él saberlo?

―Nos vamos a divertir demasiado. Póntelos ―cuando me entrega los patines, no puedo evitar examinarlos detenidamente. Son impecables, de un blanco resplandeciente y adornados con piedras negras, otorgándoles un elegante estilo reminiscente del cisne negro.

Mi admiración hacia ellos se disipa al tenerlos puestos. Siento muchas púas en su interior y cuando intento ponerme de pie, el dolor me hace regresar a la banca.

―A la pista, ya ―la voz autoritaria me hace titubear. Voy a ser obligada a patinar mientras soy torturada.

Experimento la sensación de humedad en los patines debido a la presencia de sangre que fluye de mi cuerpo. Aunque logro soportarlo, considero que esta tortura es menos dolorosa en comparación con las demás y puedo resistirla.

―Patina para mí, y cada error tiene consecuencias.

Deslizo mi cuerpo, inició con giros leves, ejecuto un AXEL, acompañado de un CAMEL, culminando con un SALCHOW y un LAYBACK.

Lo veo acercarse mientras yo me detengo, por inercia retrocedo; presa del miedo de lo que sea que venga. Con fuerza me toma del brazo y me hace caer al suelo, su mano se posa en uno de los patines mientras lo aprieta, el dolor me abruma y su mirada se encuentra con la mía.

―No sé de patinaje, y para mí eso estuvo mal.

―¡No es así! ―contraataco.

―Si es así. Ahora, ve y quiero que hagas un... ―observa a uno de sus acompañantes―. ¿Cómo se llama?

―SALCHOW ―responde.

Me pongo de pie y ejecuto el giro con la mayor precisión posible, sin preocuparme por el dolor que los patines causan en las plantas de mis pies. Sin embargo, cuando él se acerca nuevamente, trae consigo una navaja que clava en mi muslo, haciendo que la sangre sea visible y comience a manchar el hielo.

―Otra vez ―cumplo su orden con demasiada dificultad, esta vez sé que no ejecuté bien el paso.

Permanezco erguida, de pie y mirándolo, soportando el dolor mientras espero su próxima orden, al mismo tiempo sujetando la herida de mi muslo.

―Quiero que improvises ―asiento y empiezo a moverme.

Danzo imaginando que él está en las gradas, viéndome. Daren está allí, animando mis giros. Sin embargo, un fuerte dolor en mi brazo me detiene. De mi boca brota un grito de dolor extremo. Me ha lanzado una flecha; uno de sus hombres sostiene la ballesta que sigue apuntando.

―Olvidé decirte que también debes evitar las flechas ―se burla frente a mí, debido a mi cuerpo que se desvaneció en el suelo, me siento mareada y débil.

―No vas a verme desmoronarme, no te daré ese gusto ―el impacto en mi rostro me hace revivir la sensación del sabor de mi propia sangre una vez más.

―Pero si me lo estás dando.

―No es así.

Haciendo un gran esfuerzo, me arrodillo y levanto una pierna y luego la otra, lo cual llama su atención. Mis piernas tiemblan por la debilidad, una de ellas tiene una flecha clavada y la otra una daga. Lo observo con altivez, despreciándolo por completo, y comienzo a sentirme más satisfecha con mi persona. Sin embargo, un empujón suyo me hace sentir nuevamente el frío del hielo, no puedo evitar el gemido de dolor que surge de mi ser.

―Párate, otra vez ―se burla en mi rostro. Aun así, con mi mayor esfuerzo, vuelvo a levantarme. Es lo que he hecho y seguiré haciendo.

De esta manera comienza otro de sus juegos, en los cuales debo evadir las flechas, seguir sus instrucciones y soportar que clave pequeñas dagas en mis piernas.

Esta situación se convierte en una rutina: me levanta cada día de la manera más brusca posible, me hace vestir con un traje distinto y me lleva a la pista. La cual está manchada con la sangre que he derramado en todos estos días, o mes, o año. De mi boca ya empiezan a salir ruegos que son los mismos gritos de dolor.

―¿Por qué me haces esto Benyamin?

―¿Por qué no hacerlo?

―¿Estás dolido? Jamás me fijaría en ti, jamás te vería como lo que eres.

―¡¿Qué soy?! ―sus manos sujetan mis hombros mientras me aprisiona.

―¡Mi maldito enfermo hermano!

―Por eso es que estás ahí y yo aquí.

―Seguirá siendo así, porque nunca voy a amarte, ni como hermano, ni como hombre; porque te odio.

―Puedo vivir con eso ―clava una daga en mi mano cuando yo intento abofetearlo.

―No vas a vivir mucho, porque voy a matarte cuando tenga la oportunidad.

―Es lo que espero, porque estás teniendo tu vuelo de renovación: como las águilas y vuelo del renacimiento.

―Pues no te atravieses en mi camino cuando alce vuelo.


DÍA 340 AL DÍA 365 (25 días antes de salir).

―Levántate ―cuando me arrojan agua encima, me levanto rápidamente, logrando que mis sentidos se alineen de manera inmediata.

Me encuentro envuelta en vendajes en la mayoría de mi cuerpo. Hace dos días recibí tratamiento quirúrgico para cerrar mis heridas, aunque algunas de ellas fueron atendidas por un médico y otras por mi cuenta. Cada vez que me miro en el espejo, siento que mi imagen se desvanece. Además, estoy en un estado de desnutrición severa.

Soy obligada a abandonar la habitación y me llevan a una sala donde veo el fuego. Comienzo a negar con la cabeza al darme cuenta de que mi cuerpo ya no puede resistir más. Sé que van a quemarme, aunque desconozco de qué manera lo harán.

Al principio, me veo obligada a caminar sobre brasas ardientes, lo he hecho en una ocasión; pero no como forma de castigo. Las ampollas resultantes son extremadamente dolorosas, y caminar se ha convertido en mi mayor sufrimiento.

―Ponte de pie, Daria ―dice Cadmon, con su arma apuntada directamente a mi cabeza, me levanto con todas mis fuerzas y enfoco mi dolor en otro pensamiento, erguida y sin miedo. No sé si hoy será el día en que muera, pero siempre mantendré la cabeza en alto.

―Quiero que lo mates, porque si no él lo hará ―señala a un individuo de gran estatura y corpulencia, quien, a diferencia de mí, se encuentra en un excelente estado físico.

Un machete es arrojado al centro por uno de ellos, seguido por el distanciamiento de mis dos hermanos, quienes intercambian miradas y sonríen con evidente entusiasmo.

―Empiecen.

Camino con todas mis fuerzas y a una distancia considerable, con mi pie empujo lejos el machete, ya que perdería tiempo en alcanzarlo debido a mi estado, y no permitiré que él lo tome. La mejor opción es que él no lo tenga. El hombre claramente logra empujarme al darse cuenta de que ya no puede usar el machete.

Cuando intento levantarme, él se abalanza sobre mí y trata de golpearme con sus puños, los cuales bloqueo con mis brazos utilizándolos como escudo. Me giro para evitarlo, él me alcanza de nuevo; así que le propino un cabezazo que le rompe la nariz. Los vendajes comienzan a mancharse con mi sangre y las heridas de mis brazos se abren.

Me apresuro a buscar el machete mientras el hombre me sujeta por el cabello, me levanta y siento cómo arranca mechones de mi pelo. Me tiene agarrada como si fuera una muñeca; al estar en el aire aprovecho para enroscar mis piernas alrededor de su pecho. En un acto desesperado, intento girar su cuello para ver si logro romperlo, pero no lo consigo ya que mi cuerpo no saca la fuerza que se necesita.

El individuo me aparta de su cuerpo y me arroja al suelo en cuestión de segundos. Sostiene el machete en su mano y lo dirige hacia mí. Sin embargo, logro esquivarlo al girar y me levanto rápidamente. Durante un breve instante, el machetazo se dirige directamente hacia mí y la única manera de detenerlo es utilizando mis manos, las cuales se cortan al instante. Como último recurso, golpeo sus partes íntimas, lo que me brinda la ventaja de desarmarlo.

Utilizando un movimiento rápido y preciso; un giro para generar más fuerza de impacto. Dirijo el machete directamente hacia la yugular, causando una hemorragia intensa que resulta en que un poco de sangre me salpique y también hace que el hombre se desplome.

Descargo toda mi furia golpeando repetidamente hasta lograr separar la cabeza del cuerpo. Sostengo la cabeza y, con rabia, se la arrojo a los dos hombres; quienes logran esquivar. Recibo miradas que nunca pensé que recibiría, estoy convencida de que son de admiración y respeto.

―No van a lograr romperme, ¡¿entienden?! ―mi respiración se encuentra descontrolada y el mareo no cesa. Mi cuerpo se debilita y se desploma.

Me despierto en una habitación desconocida, sin tener noción de cuántos días han transcurrido. Me sorprende encontrarme con la mirada de una persona inesperada: Karim. Reconocería esos lunares en su cuello en cualquier circunstancia.

―¿Qué haces aquí? ―con dificultad logro decir.

―Me está confundiendo.

―No, tú eres... ―la puerta es abierta, permitiendo que las palabras queden suspendidas en el aire. A pesar de que hacen salir al supuesto doctor, yo me quedo con numerosas interrogantes.

Me indican que me vista y salga de nuevo. Lo hago y me hallo con un amplio pasillo, pero al observar lo que yace en el suelo, retrocedo.

―Mátalos o camina por ese lugar, afuera estará la salida ―«¿Qué clase de juego es este?», me pregunto.

Afortunadamente, cuento con cuchillos a mi disposición. Enfrenté a tres hombres y, en cierto sentido, salí victoriosa, retóricamente hablando, ya que logré eliminarlos. Mi éxito se vio empañado cuando otros seis hombres aparecieron y, aunque pude enfrentarlos también, sufrí algunas lesiones en el proceso. Una vez más, me vi desafiada cuando otros nueve hombres ingresaron al escenario. Aunque logré acabar con cinco de ellos, cuatro aún permanecen con vida, listos para seguir luchando.

Parece que esta situación continuará, con más y más enemigos siendo enviados hacia mí, hasta que la única opción viable sea atravesar ese camino. Repetidamente, entono la canción: se ha vuelto mi mantra de ánimo en esta travesía.

Me enfrento a un gran riesgo, ya que desconozco si mis pies quedarán indemnes; es una necesidad imperante para evitar que ellos me maten. Jamás había caminado sobre vidrios, y al hacerlo siento como si miles de cuchillas se clavaran en mí evidentemente, desgarrándome en todos los sentidos posibles. Este dolor, comparado incluso con el de los cuchillos, se intensifica aún más al sumarle las quemaduras, convirtiéndose en la experiencia más aterradora que he experimentado, y en el dolor más escalofriante que se pueda sentir.

Los objetos son tan afilados y extensos que percibo fragmentos en mi interior, e incluso en ocasiones he sentido que las puntas rozan mis huesos. Al concluir la travesía, caigo de rodillas y emito un grito tan intenso que resuena en el eco del pasillo.

No sé cuándo podré sanar esta herida. Las heridas físicas parecen más fáciles de tratar, aunque duelen en este momento, sé que con el tiempo sanarán.

Pero no puedo poner vendas en las heridas de mi alma.

Al llegar al final del trayecto, me encuentro con una puerta por la que se filtra la luz del sol. La severidad de las lesiones en mis pies me impide seguir adelante sin detenerme primero para controlar la hemorragia.

La única forma de seguir, es arrastrándome, y lo empiezo hacer hasta que observo seis pares de pies, y siento un temblor en mi cuerpo que no es de dolor, sino de desprecio.

¿Alguna vez han experimentado tanta rabia que sienten su cuerpo temblar y acumular una fuerza incontrolable, que desean descargar en una persona? Eso es exactamente lo que estoy experimentando en este momento.

―Dos de octubre del año dosmil veinticinco, cumpliste los trescientos sesenta y cinco días de tortura. Ya puedes salir. Espero no tener que volver a hacer esto, Daría. ―dice Cala.

Al levantar la vista, me resulta inevitable empezar a reír de forma descontrolada. Aunque los demás me vean como una maniática, yo sé el significado de este momento. He logrado avanzar con mi plan B, pronto regresaré, más fuerte que nunca; esta vez no desde las sombras.

Se encargaron de encerrar y preparar a este ser, soy como un león enjaulado, que no tendrá piedad con sus presas al momento de poner un pie fuera.

Ellos me dieron trescientos sesenta y cinco días de tortura, pero yo me encargaré de darles el resto que les quede de vida sumida en la miseria.

.

.

.

.

Sin comentarios, todo este capitulo ha sido muy difícil.

Cada momento en el que D sufrió me afecta, por que es casi como si reviviera una parte de lo que paso antes de huir de su familia.

Dejen aquí sus suposiciones de lo que viene.

Nos leemos pronto.

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