Contigo, siempre | Mi Luz (li...

By Gisse_Astrada

24.2K 2.1K 304

Emily Becker, por mucho que le ha costado deja su oscuro pasado atrás. Sin querer relacionarse con nadie del... More

Dato.
Analepsis.
Cap. 1- Recuerdos.
Cap. 2- Llamada.
Cap. 3- Noticia.
Cap. 4- Sentimientos.
Cap. 5- Coincidencia.
Cap. 6- Dolor.
cap. 7- Una oportunidad.
Cap. 8- Juntos.
Cap. 9- Contigo.
Cap. 10- Confesiones.
Cap. 11- De tu mano.
Cap. 12- Confesiones de un alma herida.
Cap. 13- Calma.
Cap. 14- Recuerdos de un alma herida.
Cap. 16- Te amo.
Cap. 17- Fantasma.
Cap. 18- Confesión.
Cap. 19- Todo por ti.
Cap. 20- Contacto.
Cap. 21- Algo más.
Cap. 22- Dimitry.
Cap. 23- Sueños rotos.
Cap. 24- Tal vez.
Cap. 25- Propuesta.
Cap. 26- Para siempre.
Cap. 27- Sentimientos encontrados.
Capítulo especial - Fiesta universitaria.
Cap.28- Cena.
Cap.29- Verdad.
Cap. 30- Papá.
Cap. 31- Catarsis.
Cap. 32- Cartas del pasado.
Cap. 33- Oportunidades.
Cap. 34- Caos.
Cap. 35- Dejar ir lo que nunca fue.
Cap. 36- Calma.
Cap. 37- Fabrice.
Cap. 38- Sorpresa.
Cap. 39- Abuelos.
Cap. 40- Verdades que duelen (Parte 1)
Cap. 41- Verdades que duelen (Parte 2)

Cap. 15- Demonios.

551 53 5
By Gisse_Astrada

—Quita esa cara, Patrick —reprendió su amigo al notarlo tan serio—. La señora Ferguson, llegará en menos de diez minutos para que esté al tanto de cómo procederemos en el juicio contra su esposo. Necesita de nuestro profesionalismo. —recordó seriamente.

—Sí, lo sé. —suspiró, Patrick.

Su mente ya volaba a cualquier otro lugar y le era imposible detener sus pensamientos.

—¿Entonces? ¿Qué sucede? —cuestionó Paul, levantando su mirada de los documentos que leía y observándolo cauteloso— Estás muy distraído.

—Cosas… mías. No te preocupes —respondió esquivo—. Volviendo al caso de la señora Ferguson, con la nueva evidencia que nos proporcionó, pone a su marido en un gran aprieto. No le quedará de otra que concederle el divorcio, pero dudo que quiera darle lo que le corresponde por haber estado casada con él por veinticinco años y soportarle tanto. —añadió molesto por lo que significaba eso último.

—Es una de las razones por la cual la señora Ferguson, quiere llevarlo a juicio. Si él no le da lo que por derecho le corresponde, ella lo expondrá ante el mundo como lo que es: un hombre violento con su familia; y créeme eso no le conviene a su carrera política. —comentó Paul, con ironía; le encantaba la idea de exponer a un abusador al criterio público.

—Sí. Una denuncia por maltrato mancha cualquier currículum, sobre todo si quiere ganar las siguientes elecciones para el Parlamento —señaló—. Mi voto no lo tendrá, eso es seguro.

—El mío tampoco. Aunque conociendo su perfil, dará una dura batalla. No dudo de que esté planeando algo para invalidar la palabra de la señora Ferguson. —dijo Paul, pensando en todas las variables que podían llegar a suceder.

—Necesitamos el testimonio de Rosa González. —señaló Patrick, nuevamente. 

—La señora Ferguson, intentó en varias ocasiones comunicarse con ella y nada, la mujer no contesta. —dijo Paul, y pasó su mano por su frente en un gesto frustrado.

—Puede que esté siendo amenazada —especuló, Patrick—. Rosa, es una inmigrante mexicana, con sus papeles al día, pero, puede haber algo más, algo que Kopelman, sabe y lo usa a su favor. —se recostó sobre su silla pensando en sus propias palabras, había una mínima posibilidad en ello.

—Si es así, debemos averiguar qué es. No dejaremos que Kopelman, se salga con la suya.

—Claro que no. El tipo es un completo narcisista con complejos de superioridad y sumado a eso, un machista que goza de golpear a su esposa y cree estar por encima de la ley. Le daremos batalla y sabrá que el poder no lo es todo. No puede excusarse detrás de su cargo político. —aseguró Patrick, con determinación.

—No me equivoqué en pedirte que estuvieras en el caso. —comentó Paul, con cierto orgullo.

—Prácticamente me suplicaste que te hiciera el favor, cómo decirle que no a esa desesperación. –se burló, Patrick.

—¡Oye! No fue así, exagerado. —se quejó Paul, arrojándole un lápiz de su escritorio sobre la cabeza de Patrick, que logró esquivar.

Patrick, río por su comportamiento infantil alivianando un poco su mañana gris.

—Señor, Carter. La señora Ferguson, está aquí. —le anunció su secretaria desde el marco de la puerta que permanecía abierta.

—Hazla pasar. —dijo Paul, arreglando el cuello de su camisa y luciendo fresco y relajado.

—Si, señor, Carter. —dijo retirándose de allí.

—Oye, amigo ¿si vamos a salir esta noche por unos tragos o tienes algo mejor que hacer? —preguntó, Paul.

—Acepto la salida, me vendrá bien para despejarme —aseguró—. ¿Cómo se llama el lugar?

—Encanto, así simple. Fui una vez la otra noche y es un buen ambiente, con música en vivo, tal parece que una de las meseras es la estrella de la noche, tiene linda voz. —aseguró.

—Suena bien. —reconoció.

—Bien. Podemos ir ahí una vez terminemos aquí, ¿te parece? —propuso.

—Perfecto.

—Señor, Carter; señor, Müller —saludó la señora Ferguson, al entrar a la oficina—.  Buenos días.

—Buenos días, señora Ferguson, adelante. —invitó Paul, cortés.

—Señora Ferguson, ¿Qué tal? —saludó Patrick, y ella correspondió con una sonrisa amable.

—¿Y? ¿Hubo avances? –cuestionó ansiosa.

—Tome asiento, por favor —invitó Patrick, y ella hizo lo propio—. La información que nos dio sobre su marido del desvío de dinero que ha hecho en este último tiempo, nos favorece para que quiera darle el divorcio, pero su abogado nos ha dicho que el señor Kopelman, no quiere entregarle un solo centavo a usted. Así que le pregunto, ¿quiere que procedamos con la denuncia de violencia? Se lo pregunto porque no será sencillo el proceso. El señor Kopelman, seguramente querrá hacerla ver… 

—¿Cómo una loca? —terminó ella la oración.

—Una mentirosa, quise decir. Cómo alguien que solo quiere difamarlo para manchar su reputación. —aclaró Patrick. Ella sonrió sin gracia. 

—¿Sabe? Él no siempre fue así —inició a decir, Patrick y Paul, fruncieron el ceño ante sus palabras—, nuestros primeros años de matrimonio fueron… hermosos. Era dulce, atento, cariñoso, siempre tenía tiempo para compartir con su familia, era buen padre con Ashton —relató perdiéndose en algún buen recuerdo— Entonces cuando tuvo sus primeros contactos importantes en la política, cambió demasiado; llegaba a altas horas de la noche ebrio y con perfume de otras mujeres —mencionó lo que ya era obvio—. Empezó a ocultarme las cosas y cuando le cuestionaba, gritaba, rompía lo que estuviera a su alcance… —suspiró conteniendo el temblor en su labio— y, el primer golpe llegó cuando tuvo un mal día en el trabajo, sobre unos negocios que salieron mal —sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas por la impotencia de aquellos años—. Ashton, tenía 13 años, apenas un adolescente y tampoco se salvó de la violencia de su padre —cerró sus ojos con fuerza—. Intenté dejarlo, lo juro. Solo que amenazó con quitarme a mi hijo si lo hacía y sabía que si me iba sin él, Ashton, sufriría lo mismo que yo —suspiró—. Así que decidí de que si alguien debía recibir sus golpes, esa sería yo. Cuando Ashton, cumplió los 16 años, tuve la suerte de que llegara mi hermano de visitas y lo convencí de que se fuera con su tío. Daniel, él, no puso quejas, siempre y cuando me quedara a su lado, para cubrir las apariencias —río sin gracia por esa ironía—. Acepté, pero luego me fue difícil salir de ahí. Y… y, ya estoy cansada de vivir bajo su puño. No quiero soportarle más nada. No más. Así que si tenemos que proceder con la denuncia de violencia, lo haremos. Ya no puede amenazarme más, me niego a que lo siga haciendo —aseguró con determinación—. Estuve guardando esto… —dijo sacando de su bolsa un folder amarillo que Patrick recibió—, fueron solo tres ocasiones en la que me atreví a tomarme fotos de sus golpes, para tener un seguro contra él, para guardar la verdad. Creí que no tendría que usarlas, pero ya qué.

—Esto es ahora una gran ventaja en el caso, señora Ferguson. —aseguró, Patrick.

—Toda evidencia que podamos tener contra él, nos sirve para conseguir una buena condena. —añadió Paul.

—Me atrevo a asegurar que con esto ya no es muy necesario el testimonio de Rosa González. —dijo Patrick, un poco más tranquilo respecto a dar con su paradero.

—Es cierto. Una imagen dice más que mil palabras. —afirmó, Paul.

—Aún así intentaré comunicarme con Rosa. Toda evidencia que tengamos en su contra nos favorecerá. —dijo la señora Ferguson, repitiendo las palabras de Paul, y ambos no pudieron estar más de acuerdo con ella.

Conversaron un poco más sobre el caso y los pros y contras que había y podría haber.

Los tres tenían demasiada confianza y seguridad de que podrían ganar el caso, solo tenían que dar un paso a la vez. Si el señor Kopelman, no accedía a los requisitos de la señora Ferguson, ella procedería con la denuncia de violencia y terminaría mucho más perjudicado. No solo se enfrentaría al divorcio si no también al escándalo que había detrás y que se había empeñado en ocultar por muchos años.

A ninguno le temblaría el pulso para exponerlo cómo lo que realmente era si llegaba a ser necesario. Porque nadie jamás debe permitir nunca que un abusador quede impune ante sus faltas.

A pesar de que Patrick, intentó durante todo el día mantener su cabeza ocupada en trabajo, la sensación en su pecho no desaparecía, una angustia muy conocida le oprimía a tal punto de tener que recurrir al baño a refrescarse el rostro.

Siempre, cada año que pasaba, en esa fecha no importaba en que lugar del mundo se encontrara deambulando, siempre visitaba sus tumbas. Y esta vez, lo había olvidado por completo, tanto que cierto miedo y culpa, no lo dejaban tranquilo.

Necesitaba con urgencia un trago. Sabía muy bien las consecuencias que podía acarrearle el dejarse consumir por la bebida, pero ya no podía resistir más. Era eso o meterse en alguna pelea callejera para descargar todo su dolor, su ira, su culpa sin importar con quién se enfrentara.

Le daba lo mismo si podía ganar o no, necesitaba ese descargue de adrenalina que en varias ocasiones lo habían dejado internado. Pero por estar en un caso vigente, no podía presentarse al trabajo con magulladuras en su rostro, así que esta vez optaría por beber hasta la inconsciencia, de todos modos, el día siguiente era sábado.

Tomó su saco y su maletín, y emprendió hacia la salida una vez había dejado todo listo para la siguiente semana. Paul, le pisaba los talones; tal y como habían quedado irían al bar Encanto.

Cada uno en su propio vehículo llegó al lugar, tenía la apariencia de cualquier otro bar, no esperaba más que lo que veía.

Eligieron algún lugar apartado y en el que no estaba muy presente la luz. Era mejor así, en la penumbra cómo comenzaba inevitablemente a sentirse.

El fuerte sabor de la bebida fue bienvenida por su garganta, se había jurado hace tres años que jamás volvería a caer en la inconsciencia del alcohol, pero se dijo así mismo, tal vez para justificarse, que esta ocasión lo ameritaba para no volver a enloquecer, aunque estaba seguro que enloquecería igual.

Varias rondas de tequila, ron y vodka pasaron por su mesa y no olvidemos al aclamado whisky, que no abandonó su mano en casi toda la noche.

Paul no le quitó el ojo en todo momento, incluso cuando féminas se acercaban coquetas a pasar un buen rato con ellos, se abstenían de acercarse al nada amigable de Patrick.

La mirada seria y oscura, lejos de atraerlas, las alejaba cómo un mal indicio de lo que podía suceder. En esos ojos solo había peligro. Aparte él jamás les dio un vestigio de que algo podría llegar a pasar entre ellos. Ninguna de las mujeres quiso tentar su suerte con él, y Paul, terminaba rechazándolas también.

No quería perderlo de vista, sabía que algo estaba pasando por la mente de su amigo y aunque no tuviera idea de qué era, no iba a dejarlo solo. Temía que fuera a cometer una locura y si estaba en él, evitarla, lo haría.

Pronto una voz en el micrófono anunciaba que su mesera estrella haría su presentación con un pequeño show de medianoche. Patrick, no le dio importancia alguna de quién se trataba y dio el último trago a su bebida pidiendo otra ronda más. Ni siquiera estaba seguro si podría levantarse sin caer de cara al suelo. Tampoco le importaba mucho.

Unos acordes de guitarra, batería y otro instrumento más que no recordaba como se llamaba, inundaron por completo el lugar y a sus oídos llegó una magnífica voz que para sus cinco sentidos le era imposible confundir.

¿Cómo es que no la había visto en el lugar cuando entró?

«Tampoco es como que hayas levantado la vista de tu vaso. Creo que ni siquiera has mirado a tu amigo frente a ti. Sin mencionar que estás sentado en la mesa más apartada de este lugar» —le reprochó su consciencia con ironía. 

—That Arizona sky burnin’ in your eyes. You look at me and, babe, I wanna catch on fire. It’s buried in my soul like California gold. You found the light in me that I couldn’t find

Sonaba su dulce voz como un anestésico a su dolor, calmando la aflicción en su pecho, dándole por un instante un respiro de sus demonios.

¿Por qué creyó que la bebida era mejor remedio que haber ido con ella y refugiarse en sus brazos?

«—Idiota, mil veces idiota.»—se dijo así mismo.

—But all I really know. You’re where I wanna go. The part of me that’s you will never die…

Prestó atención a su voz y esa parte de la letra era como si hubiese sido escrita para él. Emily, era el lugar a dónde quería ir y quedarse por siempre. Esa rubia era quién le daba vida a su vida, lo mejor que en mucho tiempo le había pasado.

Y como si el alcohol hubiera abandonado por completo su sistema, se puso de pie y caminó con dirección al pequeño escenario que allí había y oculto tras uno de los pilares, se dedicó a contemplarla.

No podía negarlo, Emily, tenía una increíble voz y las personas que no apartaban la mirada de ella, lo confirmaban aún más. Sonrió orgulloso de ella.

Paul, solo lo observó sin decir nada y cuando comprendió lo que Patrick, observaba, supo que había algo entre ellos y sonrió por su amigo.

—I’ll always remember us this way, way, yeah. When you look at me. And the whole world fades. I’ll always remember us this way.

Culminó la canción y todas las voces vitorearon su canto sumado a los aplausos.

—¡Espero que estén disfrutando de esta noche! Hemos preparado un especial para hoy y de verdad espero que les guste. —dijo y todos se manifestaron de acuerdo a sus palabras.

Patrick, solo se dedicó a embelesarse de su voz, de sus gestos, de sus movimientos, de la magia que parecía irradiar su presencia.

Pronto descubrió que la opresión en su pecho había desaparecido ya, que ni rastros había quedado de esa sensación que dio inicio a su mañana.

Ella era la luz que había necesitado a lo largo del día y que por no querer retrasar su trabajo no había querido llamarla o simplemente verla. Tal vez era que no quería asustarla con lo que podría llegar a decirle de su pasado.

Ella era su medicina, su cura, su luz, su calma, su refugio, su todo.

Y ahora lo sabía con más fuerza que antes. La amaba. Y podía jurarlo desde el primer día en que la vio, le pareció simplemente perfecta. Y más lo confirmaba cuando fue consciente de que sus demonios se acallaban cuando ella estaba junto a él.

Sabía de alguna forma que no podría sobrevivir sin ella en su vida.

Todo su mundo se detuvo cuando sus ojos conectaron con los de ella en la distancia y pudo notar la sorpresa surcar su rostro. Era obvio que ella no esperaba verlo ahí, es más, jamás le había dicho de qué trabaja o en dónde.

Emily, dio por finalizado su show llevándose consigo los aplausos del público. Bajó del pequeño escenario y caminó firme hacia donde Patrick, se encontraba apoyado contra uno de los pilares.

Frunció el ceño al verlo más de cerca; su cabello negro estaba completamente despeinado, su camisa arrugada y desabrochada en los primeros tres botones, una sonrisa tonta en los labios y sus ojos apenas parecían permanecer abiertos.

—Estás hermosa. —dijo arrastrando las palabras.

—¿Estás ebrio? —cuestionó sorprendida por su estado. 

—No. —se apresuró a negar lo obvio.

Intentó enderezarse y acomodar inútilmente su camisa y cabello, bajo la mirada incrédula de Emily.

—Pack… ¿qué? ¿por qué estás en ese estado? —quiso saber Emily, con preocupación y la sonrisa de Patrick, vaciló. 

—¿Qué estado? Me encuentro bien, de verdad. —dijo restándole importancia e intentó apoyar el dorso de su brazo contra el pilar, en una pose relajada.

—No me parece. Tu aliento es puro alcohol y parece que apenas te puedes mantener de pie. —señaló lo obvio y lo sujetó cuando lo vio perder el equilibrio.

—Hola, soy Paul, amigo de este troglodita, ¿Y tú eres? —se presentó con una sonrisa amable y apoyó su brazo sobre el hombro de Patrick.

—¡Ey! ¿A quien llamaste grotlodita? —protestó Patrick en un balbuceo confuso.

—Hola Paul, soy Emily, su…

«—¿Su qué?»—pensó Emily, sin saber cómo terminar su frase.

Aún no le habían puesto etiqueta a lo que tenían.

—Ella es mi mujer… Es mi ángel personal… Es la mujer que amo. —dijo Patrick, arrastrando las palabras. Se notaba el estado de embriaguez en la que se encontraba.

Emily, se sonrojó con todo lo que había dicho o balbuceado. No esperaba eso de su parte, pero como dice un dicho: los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.

—Okey amigo, ¿qué te parece si pido la cuenta y nos vamos? Creo que te vendría bien un baño de agua fría. —aconsejó Paul, con sabiduría y Emily, estuvo totalmente de acuerdo.

—Si, creo que sería lo mejor y tomarte un café negro.

—Solo si tú lo preparas. —accedió Patrick, y Emily, suspiró. Sabía lo que eso implicaba.

—De acuerdo, te prepararé el café.

—Bien, amigo, vamos.

Paul, se llevó consigo a su amigo, no sin antes entregarle a Emily, su tarjeta de crédito para liquidar la cuenta, así lo hizo y aprovechó para pedirle a Clarice, su jefa, que por esta noche se retiraría una hora antes de lo habitual.

Una vez estuvieron afuera, Emily, ayudó a colocar a Patrick, en los asientos traseros abrochando su cinturón de seguridad.

—Los dejaré en su departamento. —anunció, Paul.

—¿Y tú cómo harás para ir a tu casa? —cuestionó, Emily.

—Tomaré un taxi de regreso y vendré por mi auto. Yo no estoy ebrio como él. —señaló a su amigo que parecía haber caído dormido.

Por la mente de Emily, cruzaron miles de cuestionamientos sobre el comportamiento de Patrick.

¿Por qué había bebido en esa cantidad? ¿Por qué su mirada parecía atormentada? ¿Qué había sucedido con él?

Habían hablado la noche anterior durante un buen rato y nada le llamó la atención de su conducta. Se oía bien, de buen ánimo y bromista, y por supuesto un tanto atrevido también. Pero nada que indicara ese comportamiento.

Con ayuda de Paul, lograron subirlo hasta su departamento y dejarlo sobre el sofá. Antes de retirarse de allí, Paul, mencionó que había sido bueno conocerla aunque no fuera en la mejor situación, pero que ya habría más oportunidades y en la que Patrick, estuviese en sus cinco sentidos.

Una vez se quedó a solas con él, decidió que por su estado lo llevaría a darse una ducha de agua fría, esa sería su reprimenda por haberse emborrachado.

Tuvo suerte de que Patrick, no estuviera del todo dormido y como pudo, logró arrastrarlo hasta la ducha. Ante el primer contacto con el agua todo el cuerpo de Patrick, se sacudió espabilando.

—Joder, joder… ¡Está fría! —se quejó, abriendo sus ojos de par en par y quitando el cabello que se pegaba en su frente.

—Pues merecido lo tienes. —expresó un poco molesta dando un pequeño golpe a su pecho.

—Sí, lo sé —admitió avergonzado—. Yo… mierda, lo siento. ¿Acaso dije alguna estupidez? —cuestionó con cierto temor.

—No. Sí. No. Bueno, depende. —dijo indecisa. Patrick, frunció el entrecejo nervioso.

—¿Qué dije?

—¿De verdad no te acuerdas? —quiso saber.

—Bueno, más o menos, sé que te ves bien sobre el escenario. Eso sí lo recuerdo. —aseguró con una media sonrisa.

—Y cuando tú amigo, Paul, sea acercó a presentarse, ¿Te acuerdas lo que le dijiste?

—No. ¿Dije alguna burrada? —dijo esta vez preocupado.

—Dijiste que yo era tu mujer y, tu ángel personal… y, y… —Patrick, la miró atento, eso no sonaba mal, si no como algo que sí diría con seguridad.

—¿Y? —instó al verla callar.

—Y que me amas.
 

💫💫💫💫💫⭐💫💫💫⭐💫💫💫💫💫

¿Cómo están bellezas? 

Espero disfruten del capítulo y me comentan que les pareció el momento que pasó Patrick. Se tomó todo, pobre... 

A ver qué sucederá con esa confesión que dijo estando borracho, no olvidemos los recuerdos de su pasado que aún lo atormentan.

Sin más, nos leemos pronto chikis ❤️

Continue Reading

You'll Also Like

233K 22.7K 62
Adrián Ricoy tiene un serio problema con su deseo sexual, no puede parar. Tanto es así, qué en su barrio hasta le pusieron un apodo. Míster Libido, e...
3.8K 861 9
La heredera al trono tiene una nueva oportunidad de hacer las cosas de nuevo. Con sus recuerdos intactos, intentará evitar que la guerra que la lle...
106K 7.3K 36
«Tras una serie de fracasos amorosos, Amanda, se ve arrastrada por sus amigas a cinco citas a ciegas. ¿Conquistarán su corazón o no está hecha para e...
8M 316K 43
Lara, una chica irreverente es enviada a un remoto lugar en México. Si de por sí es horrible estar aquí lejos de la tecnología y de las cosas que con...