Suerte y Susurros

By NocturnaIV

1.9K 343 212

«Hazbin Hotel» [HuskerDust] «Universo Alterno: Husk Overlord» El Demonio de la Radio era un aliado no oficial... More

Capítulo I
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6

Capítulo 3

295 58 35
By NocturnaIV

Angel sonrió al espejo y Rosie le devolvió el gesto. Era un buen día cuando podía pasar un momento con ella. Las manos expertas de la mujer fueron tomando sus medidas y adulando el hecho de que Angel no había perdido peso. Alastor se había encargado de devolverlo a un estado saludable, y aun en su más indiferente atención, el Demonio de la Radio le había dejado claro que era alarmantemente lamentable ver un cuerpo que solo era piel y huesos.

Hasta ahora Angel solía aferrarse a esas palabras, pero a veces la voz de Valentino volvía con toda fuerza, asegurándole que lucía detestable cuando se sentaba y su vientre se doblaba, incluso si era ligeramente.

Pero era normal. Más que normal. Era lo mínimo.

Angel miró su cuerpo en el espejo y el cómo solo una indecente lencería cubría su entrepierna y exponía su trasero. Lucía bien. Lucía hermoso y atractivo. Sexy.

Angel se repitió una y otra vez eso. Rosie le había dicho que se relajara y dejara de contener el aliento y tensar sus músculos para el espejo, así que su vientre caía ligeramente sobre la banda elástica de su ropa interior. Porque era normal que su vientre fuera suave y los huesos de su cadera no fueran notorios. Lucía bien. Lucía hermoso y atractivo. Sexy. Rosie siempre le decía que, así como se veía en ese momento era un cuerpo delgado, que lo que Valentino le forzaba a tener era un cuerpo desnutrido y frágil.

Ahora Angel era fuerte, tenía energía y su cuerpo lo reflejaba. Él se forzó a mirarse en el espejo y sostuvo su atención. Era hermoso no por cómo lucía su cuerpo, sino por quién era él. Y ese era su cuerpo, uno que no debería sufrir para la aceptación de otros. Uno que no debería ser torturado para calzar los estándares de belleza de otros.

―¿Deseas unos dedos cubiertos en chocolate? ―Rosie preguntó cuando se apartó de él para tomar algunos alfileres.

―No, gracias. Sabes que la carne de demonios no es... lo mío.

La voz de Husk a su espalda lo hizo estremecerse, y Angel respiró hondo. Su Overlord, su nuevo Overlord, lo había llevado con Rosie para conseguirle el guardarropa para sus números. Husk había sugerido esperar fuera, pero después de un cruce de miradas entre ellos, Rosie insistió en que la presencia de Husk era necesaria para tomar decisiones, y Angel le siguió el juego. Así que el viejo gato se había sentado atrás de ellos y tomado un periódico para no tener que mirar a Angel semidesnudo. Pero él podía sentir los ojos de Husk lanzarle miradas, especialmente cuando Angel soltaba uno o dos comentarios que hacían reír a Rosie. Él sospechaba que a su nuevo Overlord le gustaba mirarlo porque lo encontraba atractivo más allá de su físico; tenerlo cerca pero no tocarlo.

Eso era algo nuevo, pero bien recibido, especialmente porque Angel disfrutaba de ese tipo de atenciones. Él quería decirle que debía mirarlo más, desearlo con más fuerza, aferrarse a él hasta que Husk no tuviese suficiente para que así nunca lo soltase.

―Oh, no tú, querido. Le preguntaba a Angel, ―dijo Rosie entretenida y giró su cabeza en la dirección de ambos―. Recordé que tengo unas nuevas delicias y sé que nuestra estrella tiene un gusto por las cosas dulces.

Y por los excesos.

―Me encantaría, pero temo manchar tus telas, ―confesó Angel, moviendo sus dedos en el aire conociendo bien cómo el chocolate se derretía fácilmente y el tipo de desastre que siempre hacía cuando lo dejaban a sus propios placeres.

―Es verdad... ―Rosie se detuvo y rio entre dientes―. Husk, querido, ¿crees que podrías ayudar a Angel? Los dulces están sobre la mesita junto al espejo y yo debo ver los bocetos.

―Rosie... ―Angel protestó.

Pero para su sorpresa, su Overlord se levantó, sin ocultar su exagerada queja por tener que moverse. Angel le lanzó una sonrisa burlona. A Husk le gustaba actuar como un hombre viejo a pesar de ser un inmortal poderoso que se regeneraba. El Overlord pasó junto a él, una de las alas acarició su brazo por un breve momento y luego volvió, parándose frente a Angel y abrió la cajita de metal preciosamente decorada con los colores de cada Círculo. Angel sintió su boca salivar. Eran dedos delicados, posiblemente de demonios jóvenes, cada sección tenía diferentes tipos, haciendo referencia a cada Círculo del Infierno y sus habitantes. La cobertura de chocolate llegaba a cubrir cada dedo por completo, pero el hueso estaba expuesto para que fuese más fácil tomarlos sin mancharse. No que eso fuese de alguna ayuda a Angel, quien siempre encontraba formas de hacer un desastre.

Él pudo sentir la mirada de Husk mucho antes de que hicieran contacto visual. Los ojos de su Overlord eran pesados y cálidos, dejando una marca ahí donde se posaban. Especialmente si se trataba del cuerpo de Angel. Eran una caricia afilada y peligrosa que siempre se enfocaba en las partes más secretas de Angel. No las más sexuales. No las más atractivas. Pero sí las que pocos reparaban y eran donde él más deseaba ser tocado.

―¿Alastor te pegó sus gustos culinarios? ―Husk preguntó, tomando un dedo de un demonio acuático y acercándolo a su boca.

―Siempre he dicho que voy a probar todo por lo menos dos veces, ―respondió Angel con una sonrisa llena de colmillos.

Él se inclinó y capturó la punta del dedo entre sus labios, pero usó sus afilados dientes para romperlo en el cartílago.

Sus ojos no se apartaron del Overlord mientras desgarraba la carne y limpiaba el hueso, dejando que el chocolate endulzara la textura hasta que separó sus labios y sostuvo el hueso limpio. Husk no reaccionó y tomó el hueso con sus afiladas garras sin tocarlo para luego dejarlo sobre la tapa de la caja. Angel sacó su lengua juguetonamente pero su Overlord solo acercó lo que quedaba del dedo, y él cerró su boca hasta el hueso, limpiándolo acorde se alejaba, dejando a Husk sosteniendo un hueso limpio y a Angel con sus labios manchados de chocolate.

Nada.

Solo ámbar sobre él.

Angel siempre supo que le gustaba ser mirado, lo que hacía a Husk el tipo de hombre perfecto para él. Él sospechaba que su Overlord sería otro demonio por el que haría locuras con tal de que lo observase tan intensamente. Angel sabía que había algo mal en que le excitase no ocasionar reacciones en Husk. En que el poderoso Amo y Señor de las Apuestas no lo mirase con desprecio cuando le ofreció otro dedo y Angel hizo el mismo pequeño show, sin obtener nada más que sus ojos color ámbar. En el fondo, él esperaba obtener desprecio y desdén. Pero esos ojos intensos no dejaban de mirarlo, de observar su boca y distraerse con sus dientes, de dedicarle a todo su cuerpo un segundo de su atención antes de que Husk se recordase de hacia dónde descendían sus ojos.

Su Overlord quería tocarlo.

No lo culpaba, Angel se había esforzado al máximo para hacer que ese deseo fuese una tortura. Era una tortura para ambos. Husk tocándolo solo con esa mirada ámbar y Angel queriendo que lo mirase más.

El Overlord de la Suerte. El Overlord de las Apuestas. El Overlord... que empujó un tercer dedo en la boca de Angel, y este succionó el chocolate mientras las pupilas felinas crecían.

Alastor había sido la prueba de que alguien podía no desearlo o amarlo, pero aun así disfrutar de su compañía. Quererlo a su lado. Valentino había sido la prueba de que alguien podía desearlo y amarlo, pero también despreciarlo y torturarlo. Usarlo. ¿Qué sería el Overlord de la Suerte?

―¿Y Sonrisas no te contagió sus gustos culinarios, gatito?

―No voy a negar que lo intenté una vez, pero no fue lo mío.

―¿La carne es muy fibrosa? ―Angel bromeó.

―Demasiado, tardé horas en sacarme tendones entre los dientes, ―gruñó Husk, girando los ojos.

Bromeando.

Angel había aprendido que ese era el humor de su Overlord. No era exactamente gruñón, pero donde Alastor era risas y sonrisas, Husk era quejas y gruñidos. Ambos pasaban una serie de emociones por debajo de esos gestos. Y Angel solo quería saber si el Overlord siempre sería así ¿Aún cuando su placer fuese alcanzado? ¿A pesar de tener a Angel entre sus muslos y enterrado hasta que nada pudiese separarlos? ¿O con él moviéndose inquieto y frágil sobre su regazo hasta que ya no pudiese callar su voz? ¿Cómo reaccionaría Husk? ¿Solo con gruñidos, maldiciones y frunciendo el ceño para no sucumbir al placer?

Angel quería verlo desvanecerse. Su poderoso Overlord que lo había obtenido no porque lo deseara sino porque estaba haciéndole un favor a un viejo amigo.

Él en verdad odiaba ser la segunda opción para otros.

―Puse a mis chicas a trabajar en algunos diseños, ―anunció Rosie, volviendo a la habitación porque al parecer los había dejado solos en algún momento―. No quiero tenerte tanto tiempo sin vestirte.

―No tienes que preocuparte, Val me tenía sin ropa y el estudio siempre estaba congelado, ―bromeó Angel, intentando aligerar la culpa de la mujer.

Pero en su lugar hizo que Rosie acortase la distancia entre ellos y casi empujase a Husk a un lado para poder tomar el rostro de Angel y mirarlo fijamente.

―Y eso no va a volver a ocurrir, ―ella le prometió, como si tuviese algún control sobre el asunto. Rosie lanzó una mirada a Husk y levantó sus cejas. Aun con la sonrisa era amenazadora. Encantadora. Reconfortante―. ¿Verdad?

―Por supuesto que no, ―respondió su Overlord, levantando sus manos en rendición―. Terrible horario de trabajo y darles de comer lo que queda del buffet es de lo que más se quejan mis pecadores.

―El hecho de que se quejen dice mucho, ―Rosie susurró en tono jovial para que solo Angel oyera y luego se separó, mostrándole a Husk los diseños que estaban preparados.

―Tenemos algunas ideas—

―Deja que el muchacho escoja, ―intervino Husk, dejando la caja de dulces en su lugar y rodeándolos para volver al sillón―. Después de todo es su vestuario.

―Pero es tu show, ―recordó Angel sin ocultar su sorpresa.

―¿Y qué se yo de estilos? ―El Overlord deslizó su mano sobre su elegante chaqueta―. Esto lo diseñó Rosie.

―Pero tú escogiste los uniformes de tus empleados, ―protestó ella, aunque había una sonrisa juguetona en sus labios.

―Le das demasiado crédito a que escogiera dorado sobre rojo entre dos diseños que tú creaste, ―replicó Husk, retomando su periódico y apareciendo una botella de licor―. Si quieren que alguien escoja vestuario para el escenario, puedo llamar a Vox para que dé su opinión. Me debe una por no tomar su preciada torre años atrás cuando jugamos hasta tarde a las cartas.

―Oh, no... ―contuvo la risa Rosie―. Eso enojaría muchísimo a Alastor.

―¿Tomar la opinión de Vox? Lo pondría fúrico, ―admitió Angel, lanzando su rostro hacia atrás.

―Tal vez deberíamos dejar a Husk hacerlo, ―susurró ella en tono conspirador.

―Solo para ver...

―¿No te preocupaba unos minutos atrás que el muchacho estuviese casi desnudo por tanto tiempo? ―preguntó Husk atrás de su periódico, pero a pesar del tono gruñón era obvio que estaba divirtiéndose―. Ya vístelo que para eso vinimos.

―Aburrido. ―Rosie y él corearon riéndose entre ellos.

Oh, adoraba el pequeño Cielo que podía ser esa mujer con él.

Angel observó los diseños, sintiendo cierta satisfacción de que su Overlord tuviese cierta preferencia por los años 50 a 70. Junto a Alastor había tenido que luchar contra los trajes de corte italiano que le recordaban tanto a su padre y el tiempo que pasó en la mafia. Pero ahora podía usar algo más moderno y algunos estilos que aún eran de tendencia en esa época.

Rosie comenzó a enseñarle las delicadas telas, las suaves prendas y aquellas que no solo le quedarían como seda, sino que también dejarían a su cuerpo respirar bajo las intensas luces del escenario. Eran hermosos. Un deleite a la vista y al tacto. El tipo de material que no solo luciría bien para su adoradora audiencia sino para cualquier amante que deseara desvestirlo.

Pero no estaba ahí como amante o compañero. Angel estaba ahí como propiedad. Y las cosas debían lucrar, no crear deudas.

―¿No tienes algo más... poliéster, splendore?

―¿Poliéster? ―Rosie se hizo hacia atrás y las cuencas oscuras de sus ojos se abrieron desmesuradamente― ¡Poliéster!

Mio splendore. ―Él rogó con algo de culpa por su petición.

―No me llames esplendor después de pedirme... pedirme ¡plástico! ¡Angel! ¡Plástico!

El sonido de periódico doblándose a su espalda lo hizo encogerse ligeramente. ¿Había molestado a su Overlord? Ofender a otro Overlord solía ser algo que molestaba a Valentino... Y Alastor se molestaría si hiriera realmente a Rosie, su querida y adorada Rosie. Pero ¿Husk? ¿Qué haría Husk?

Angel agudizó su oído, escuchando el suave caminar de Husk y su fuerte presencia a su espalda, plantándolo en su lugar sin posibilidad de huir.

―Yo... ―Él miró alarmado a Rosie, casi rogándole que se retractara, pero esta estaba mirando al otro Overlord.

―¿No me dijiste que no escatimara en costos?

―Lo hice. ―La voz de Husk sonó casi dentro de sus huesos, derramándose como whisky y miel por su columna y regándose sobre sus caderas― ¿Cuál es el problema? ¿Por qué pides algo que Velvette usaría en sus modas rápidas?

―Es costoso, ―recordó Angel, su mirada fija hacia el frente, su cuerpo tenso y caliente―. Tardaré en pagarte.

―¿Quién dijo que vas a pagarme por el uniforme que yo te ordeno usar?

Porque hasta la ropa que Alastor había mandado a confeccionar, Angel la había pagado eventualmente. Era su ropa. No de otros. Ni siquiera de su antiguo Overlord. Por eso había llegado al casino con sus maletas llenas. Porque era su propiedad.

...una parte de él quería que su nuevo guardarropa fuese suyo.

―Si es mi uniforme, escógelo tú. ―Angel respondió mordazmente en su lugar.

―Te lo dije. Esto sería más fácil si tú estuvieras aquí cerca mirando todo el proceso. ―Rosie susurró afectuosamente hacia donde debía estar Husk―. Por otro lado, estoy dispuesta a correr con los gastos de un par de vestidos para el club de damas.

Angel parpadeó un par de veces y su atención cayó en la mujer. Rosie lo había llevado ahí unos años atrás, en completo drag, para cantar un par de números sátiros. Las mujeres caníbales habían sido encantadoras, riéndose con él y teniendo largas charlas sobre viejos amantes e idiotas que habían comido vivos después de decepcionarlas. A pesar de que no aceptaban hombres ahí, habían hecho una excepción con Angel y la experiencia había sido... ¿cómo ponerlo? Bastante reparadora. Él recordaba que al final de la noche había terminado tan embriagado en hidromiel y licor de fresa que había llorado sobre el regazo de Rosie hasta caer dormido. Al día siguiente, con una monstruosa resaca después, ninguno de los dos le comentó a Alastor lo que había ocurrido porque había sido increíblemente personal.

―¿Tú qué dices, muchacho? ―Husk se paró a su costado, pero no lo miró, en su lugar estaba observando la botella de licor barato que parecía ser su salvavidas constante― ¿Quieres cantar para un puñado de agraciadas mujeres con tendencias caníbales?

―Si todas ellas son la mitad de las encantadoras que Rosie, me encantaría. ―Angel le guiñó un ojo de forma juguetona a la mujer―. Prometo estar en mi mejor comportamiento.

―No prometas cosas que no puedes cumplir. ―Ella le recordó con afecto―. ¿En tus colores, querido? ―Rosie puso las telas, una sobre otra contra el torso de Angel buscando la aprobación de un confundido Husk―. Querido, los uniformes de Angel, ¿los quieres en tus colores?

Obviamente sí.

Husk se encogió de hombros.

―La respuesta es sí, gatito. ―Angel le recordó, cruzándose de brazos ¿Cómo iban a saber los otros demonios que él le pertenecía a Husk si no usaba sus colores?

―¿En serio? ¿Para cuándo estés en el escenario? ―El Overlord preguntó mirándolo como si fuese una exageración.

¡Por amor a Dios y Lucifer!

―¿Qué colores esperabas que usara? ¿Los de Sonrisas?

―¿Los tuyos? ―Husk aventuró, levantando sus cejas.

―¿Qué...? ―Angel dejó escapar casi en un jadeo y buscó en Rosie ayuda, pero esta solo se encogió de hombros.

¿Es que el mundo se había vuelto loco?

―Asumo que tienes tus colores, ¿no? ―Husk insistió―. Colores que te gustan.

¿Los tenía? ¿O habían sido colores que le gustaron a Valentino y luego a Alastor?

―¿No sabes qué colores te gustan? ―El Overlord comentó con sarcasmo.

―Claro que sí. ―Angel levantó su mentón y cruzó con más fuerza sus brazos―. Rosado, ―que también fue el color de Valentino―, negro, ―que era el color de Alastor―, ¡Blanco! ―...¿pero no fue un color siempre presente en Valentino? En menor grado, pero lo fue ¿no?― ...y me gusta el rojo, ―como el color de Alastor.

El color de sus Amos.

¿Iba a gustarle el dorado ahora...?

―Y el morado. ―Angel recordó, cuando fue Anthony, sus trajes favoritos tenían ese color. Morado mortuorio―. Pero sigo creyendo que debería usar los colores de mi nuevo Overlord.

―Rojo, blanco y negro son los colores de Husk. ―Rosie tomó su mano―. La gente te vería y sabría que estas bajo su protección.

Porque era eso lo que quería.

Porque era lo que Angel necesitaba.

―Como sea... ―Husk bebió de su botella y no los miró―. Pero agrega morado, tal vez rosado.

―Y dorado. ―Angel pidió a la mujer.

Porque en vida le gustó el dorado. Cadenas y relojes, anillos y gemelos para sus aburridas camisas. Tal vez podría ser su color. Como el morado ¿no?

―Listo. ―Rosie anunció después de tomar la última nota―. Puedes ponerte tu ropa.

―Aburridos. ―Angel bromeó, pero sus ojos se dirigieron hacia la puerta del estudio― ¿Eso es todo...?

―Sí. ―La mujer respondió sin mirarlo, terminando de anotar todo.

Angel sintió cómo su cuerpo perdía energía. Él no había pasado ni siquiera a saludar o ver cómo estaba Angel ahora que había cambiado de dueño... seguramente se había enterado.

―Lo siento. ―Rosie tomó una de sus manos.

Pero Angel se encogió de hombros y notó que Husk estaba mirándolo con atención, sus orejas moviéndose en su dirección. Curioso gatito.

―No te preocupes, imaginé que no vendría. ―Él terminó de vestirse y se cruzó de brazos―. Este año se debería renovar el contrato, ¿no?

―Sí, ―Rosie suspiró y dejó sus notas sobre la mesita―. Le di una buena oferta a Don Henroin, pero este año Vox parece interesado en tener su propia araña.

―¿Vox...? ―Angel agitó su cabeza―. No importa. ―No era su asunto. No es como si su hermano quisiera que él se interesara en su vida ¿no?

―Bueno, si es que deseas saber mi opinión, ―Rosie tomó su brazo y los fue escoltando―, encuentro su compañía un deleite y le daré una batalla a Vox por él. No planeo dejarlo ir a trabajar para VoxTek.

Angel sonrió, porque era lo único que podía hacer ¿verdad? Sonreír. Pensar que entre los dueños que podía tener alguien, Rosie era una de las mejores opciones.

Ella los escoltó de regreso al auto de Husk, seguidos muy de cerca por su Overlord. Angel tomó su lugar, mirando por la ventana como Rosie mantenía una conversación con Husk, seguramente regañándolo y esta lo abrazaba afectuosamente antes de despedirse del todo. Angel se hizo a un lado para darle espacio junto a él a su Overlord, y el chofer comenzó a conducir.

Por unos minutos se mantuvieron en curioso silencio considerando la cola del otro demonio y el cómo esta se movía incesantemente. Husk había traído ese viejo periódico y seguía mirándolo, pero era obvio que no estaba leyéndolo. Todo su cuerpo estaba ligeramente inclinando en su dirección. Angel se acomodó, esperando por la reacción esperada.

―¿De qué contrato se refería Rosie? ―Husk preguntó sin apartar su mirada del papel.

Bingo.

―De mi hermano. ¿No lo has visto? Arackniss, es el espía de Rosie, pero suele estar parado atrás de ella, como guardaespaldas en las reuniones. ―Angel explicó, pero cuando Husk lo miró sin entender, tuvo que continuar―. Nuestro padre lo vendió... No, lo alquila por dos años y medio al mejor postor. Su contrato siempre es adquirido por Rosie.

Husk bajó el periódico y se movió para mirarlo, sus alas bien apretadas a su espalda. Tenso...

¿Por qué estaba tenso su Overlord...?

―¿Es algo que hace tu padre? ¿Alquilarlos a ustedes, sus hijos, a otros Overlords?

Oh... era por eso.

―Sí, así es como Don Henroin hace conexiones importantes con Overlords sin que su alma este en la línea. El contrato de mi hermana Molly es cada cinco años, pero a diferencia de Niss, ella ha tenido diferentes Overlords, Carmilla, luego Zestial y otros, pero ahora está de vuelta esta con Carmilla.

―Esos contratos son a cambio de beneficios ¿no? ―Husk enmarcó una ceja―. Armamento y cosas así.

―Exacto. ―Angel miró sus manos―. Don Henroin permite que otros posean temporalmente a sus hijos bajo una serie estricta de reglas por un periodo de tiempo y a cambio obtiene una alianza y protección.

Ahí venía...

―¿Y tú contrato?

La pregunta.

―Alastor no mencionó que tu contrato estuviese condicionado por Henroin.

―Eso es porque a mí me vendió desde el inicio a Valentino. ―Angel explicó y se forzó a encoger sus hombros―. Cuando mi familia y yo llegamos aquí, nuestro padre entendió rápidamente el juego y nos hizo jurarle lealtad inmediata... Lo cual es normal cuando eres parte de una mafia, pero ¿aquí? Fue darle control sobre nosotros. A su hijo defectuoso lo vendió a Valentino a cambio de drogas... a sus mejores hijos los alquila.

Husk cayó en silencio, sus cejas frunciéndose profundamente y esa mirada ámbar lejos de Angel.

―Oh... ¿te preocupas por mí, gatito?

―Tu padre no suena muy listo.

―En eso tienes razón. ―Angel rio y se cruzó de brazos―. ¿Por qué lo dices?

―Fuiste el mejor pecador de Valentino y luego una verdadera sensación cuando estuviste bajo el control de Alastor. No necesitas ser un genio para entender esto, muchacho, todos conocemos a Angel Dust, pero nadie sabe que tienes hermanos. ―Husk explicó casi pragmático―. No niego que sean buenos, sino Rosie no hubiese mantenido a tu hermano con ella por tantos años o tu hermana no estaría de vuelta con alguien como Carmilla. Pero tu padre debe estar arrepintiéndose de dejarte ir. ―El Overlord levantó una ceja―. Sospecho que seguirá arrepintiéndose más ahora.

Angel sintió sus mejillas calentarse y desvió la mirada. Después de Alastor, él creyó que ya se había acostumbrado a los halagos casuales sin intenciones sexuales. Pero el Demonio de la Radio y sus palabras bonitas siempre habían sido bombásticos e intensos, llenos de teatralidad y caballerosidad. Hasta cierto punto Angel sabía que esos halagos, basados en la verdad, eran solo eso, una adulación. A Alastor le gustaba el arte y veía a Angel como tal.

Pero cada vez que Husk lo miraba o señalaba sus virtudes, él se sentía real y vivo. No un objeto de deseo o algo etéreo. No había poesía o lujuria en Husk. Era objetivo y apasionado. Por alguna razón, eso lo ponía nervioso.

¿Dónde estaba la trampa...?

¿Dónde estaba la línea que no debía cruzar?

¿Dónde estaba el monstruo que ahora sostenía su cadena?

―Dicen que la tercera es la vencida. Así que dime, gatito, ―Angel se inclinó en dirección a su Overlord―, ¿Qué seré ahora?

―Ya lo sabes, serás mi Ángel de la Suerte. ―Husk respondió sin mirarlo, indiferente a su coqueteo.

―Porque la suerte es una perra ¿no? ―Angel bromeó con acidez, lanzando su cabeza hacia atrás en una franca sonrisa.

Para su sorpresa, Husk lo miró y se unió a su risa, en un silencioso brindis, levantó su botella, en honor de Angel, y bebió un largo trago.

Ojos de ámbar brillaron solo para él.

¿Dónde estaba la trampa...?

¡Saludos criaturitas diurnas y nocturnas! Estoy emocionada por el momento en que también pueda publicar "Estática y Susurros", que es un StaticRadio que se desarrolla en paralelo con este fic. Para aquellos que han leído mis fics de South Park... sí, tengo la costumbre de interconectar historias que no necesariamente deben ser leídas en su totalidad para entender la trama, pero... digamos que es una buena recompensa para quienes lo hacen, ¿no es así?

Por otro lado, hoy llegó a la casa de mi amiga la copia del libro en el que participo con una de mis historias cortas, "Érase una vez en fanfiction" de la Editorial Taika. Estoy tan feliz porque ella me lo va a enviar junto con unos regalos extras y no puedo esperar.

¿Qué les pareció este capítulo?

¡Nos leemos!

Nocturna IV

Continue Reading

You'll Also Like

1K 121 6
Odiarse y lamentarse, era lo único que podía hacer desde que se convirtió en el "tesoro" del otro, que palabra más idiota. Él solo era un ave enjaula...
19.2K 1.6K 24
Akutagawa mientras completaba una misison de matar a un inflitrado este lo empaña con una neblida en ese intante no le hizo nada logrando asi matarlo...
49.8K 4.8K 14
¿Quién de los dos podrá ganar y demostrar a todo el mundo quién es el más fuerte? Un "problema" un tanto peculiar se interpondrá entre estos dos... E...
677K 87.6K 63
"Y si no eres el amor de mi vida diré que me equivoque de vida y no de amor" Cuando Izuku observó como Kacchan le decía que sería padre, supo que en...