MI DULCE REGALO

By CrystalCassanova

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Él es un militar. Ella es una escritora. Él no cree en el amor. Ella escribe sobre hombres amorosos y perfect... More

Prólogo
CAST
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Epílogo
Extra 1

19

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By CrystalCassanova

El saber que no me amas, me ha destrozado el alma como no te lo imaginas.

—Spencer Tae-moo.

SPENCER:

   —Si él muere o tu me salvas de seguir viviendo en ese sufrimiento, te prometo por lo más sagrado que tengo que es mi mamá, que seré tuya, en cuerpo, alma y corazón... Verdaderamente seré tu mujer, tu esposa, Spencer...

   Mi corazón.

   Maldición.

   Creo que he dejado de respirar.

   No tengo palabras suficientes para describir lo ofendido que me siento con sus palabras. Puede que ella no haya pensando al hablar y por esa razón no creo que tenga en cuenta lo mucho que me han dolido sus palabras.

   Dios.

   "Ella no te ama" son las palabras que resuenan en mi cabeza. "Ya lo sabias, ni para qué te ofendes" sigue diciendo.
  
   Mantengo mi cabeza erguida. No quiero ver sus ojos. Juro que si los veo, me voy a derretir ante su encanto tan doloroso.

     —¿No vas a decir nada? —quita su cabeza de mi pecho, empezando a mirarme—. Dijiste que me quieres, ¿qué ha cambiado?

   Ella me está mirando fijamente, pero yo como cobarde no logro poder mirarla.

   Dios, estoy muriendo por su toque y ahora también quiere torturarme con sus ojos, esto es demasiado para mi.

    No obstante, ni siquiera pensando en bajar la cabeza para mirarla, ella agarra mi barbilla y impulsandome a que la mire, me obliga a bajar mi cabeza y clavar mis ojos fijamente en los de ella.

   Ahora estoy más nervioso.

   Me llamo mentiroso si no estoy sonrojado en este momento. Esta hermoss mujer hace que pierda la cabeza cada vez que la miro. No pensé que estuviera tan enamorado como lo estoy, es incluso hasta sorprendente y doloroso al mismo tiempo.

    —Yo... —tartamudeo buscando las palabras mientras la miro—, no quiero que estés conmigo por agradecimiento, no sería feliz de esa manera... —me río nerviosamente—, prefiero que te enamores de mi, pero al parecer soy muy malo llamando tu atención.

   Bajo mi cabeza tratando de evitar su mirada, pero ella vuelve a agarrar mi barbilla para que la mire.

   —¿Quién no se enamoraría de ti, Spencer? —me pregunta con el ceño fruncido—. ¿Acaso no te has visto al espejo? Eres perfectamente perfecto, si acaso viera un defecto tuyo, juro que lo veré como bueno, porque tu eres un mil de cien, lastima que no te conocí antes porque eso cambiaría la situación... —dice por último bajando sus ojos a mis labios.

   Dejo de respirar.

   No.

   Que no haga eso.

   Si me besa no creo que pueda controlarme y eso me hará sentirme culpable.

   Toso dos veces para romper la tensión sexual que hay entre nosotros dos. Esto no debe pasar. Ella no siente nada por mí, tengo que grabarmelo para no salir más lastimado de lo que estoy.

   Vuelvo a fijar mi vista en ella y observo como cada vez acerca más sus labios a los míos.

   Empiezo a temblar.

   Debo escapar, sé que suena cobarde, pero debo hacerlo.

    Intento hacer un espacio entre nosotros dos, pero es allí cuando lo hace. Me besa.

   Maldición.

   Me está besando.

   Sus ojos permanecen cerrados mientras sus labios están pegados a los míos, pero los míos se han quedado en shock y creo que todo mi ser lo está.

    Ella me está besando.

    Este sentimiento de felicidad y dolor que se está creando en mi interior, es mucho con demasiado.

    Ella mueve sus labios queriendo poder obtener el acceso a mis labios, pero aún estoy pasmado por lo que está sucediendo. Sin embargo, ya no lo aguanto. No puedo seguir queriéndo hacerme creer que no quiero comerme esos dulces labios.

   Ella me tentó y caí sin paracaídas.

   Llevo mi mano a su nuca y la acerco más a mi, abriendo mi boca para poder abarcar todo y así besarle como deseo. Lentamente recorro con mi lengua todo si interior, saboreando y estando en delirio por lo bien que se siente besarle como lo estoy haciendo ahora. Sin prohibiciones.

   Muerdo su labio inferior suavemente,  chupandolo y saboreando este con mucho empeño, con el fin de poder abarcar con emoción luego de eso toda su boca.

   No sabía lo mucho que deseaba poder besarle, por la simple razón que sin darme cuenta, me giro agarrando su cintura, colocándola a ella entre el escritorio y me cuerpo.

   Levanto su cuerpo con el fin de sentarla en el escritorio, para luego abrirle las piernas y colocar una mano en su espalda baja y acercarla a mi entrepierna, mientras la beso con pasión desmedida.

   Apenas tomamos respiración. Ambos estamos desesperados tocandonos. Ella me tiene agarrado del cabello, jalandolo suavemente, mientras que yo aún tengo mi mano en su nuca.

   Este no soy yo.

   Este no es Spencer.

   Spencer es dulce, cariñoso, chistoso, incluso hasta molesto a veces, pero este nuevo yo, es una nueva versión.

   Sin pensar, aún con mi mano en su espalda baja, la empujo más y más hasta que ella rodea sus piernas en mi cintura, pudiendo sentir su entre pierna, muy pegada de la mía.

   No sé qué está pasando, pero mi cuerpo tomó control de sus acciones sin pedirle permiso a mi cabeza, por lo que empecé a hacer movimientos circulares con mi cintura, mientras mi erección se roza con la entrepierna de Emma, sacándonos un gemido a ambos.

   Emma detiene sus labios un segundo, siendo yo quien tome control del beso, ya que ella ha echado su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y la boca entre abierta. No dejo de moverme, se siente muy bien hacer esto...

    —Jefe... ya se fueron los paramedicos —expresa una voz acercándose a la oficina.

   De inmediato me alejo de Emma quien tiene los labios rojos y hinchados por la forma en la que la estaba besando.

   Ella rápidamente se baja del escritorio y allí mismo aparece la secretaria de mi hermana. Esta se queda en la puerta mirándonos a ambos estupefacta.

   Nadie dice nada. Me mantengo mirándola esperando a que diga alguna palabra, pero todavía sigue mirando a Emma y luego a mi.

   —¿Estaban ocupados? —pregunta ella sonriendo ladeadamente.

   Emma se coloca las manos en la boca queriendo tapar lo notable que es que nos estábamos besando.

    —No, como ves, estábamos charlando muy a gusto hasta que llegaste, lamentablemente... —murmuro para que me escuche mientras me acerco al bar de la oficina, para buscar en el refrigerador una botella de agua para Emma y para mi.

   La secretaria de mi hermana se carcajea, pero no le hago caso.

    —Vine a traer estos papeles y a informarte que los paramedicos se han ido. —dice colocando los papeles en el escritorio—. Si me necesitas, estaré abajo. —expresa por último antes de irse de la oficina.

   Me acerco a Emma, extendiéndole la botella de agua.

   Mi mirada le está informando que esto no acaba aquí. Mordió el bizcocho, va a tener que comérselo completo, aunque sea una vez.

   Mi erección lo dice todo. Me he quedado con ganas de más.

   Muevo mi cabeza de lado a lado queriendo evitar esos pensamientos que me ponen peor.

   Ella carraspea luego de beber agua.

   —Debería de ir al hospital a donde llevaron a Sebastián para que él no sospeche... —murmura ella tan bajo que apenas escucho.

   Maldita sea.

   Dios dame paciencia.

   —¿A qué juegas? —le pregunto frunciendo mi ceño.

   Ella me devuelve la mirada como si estuviera confundida.

    —¿Qué? ¿A qué te refieres?

   Coloco mis labios en una línea no sabiendo ni que decirle, por lo que empiezo a acercarme a ella.

   —Me besas de una manera apasionada y ahora me dices que vas a ir a ver a Sebastián.  ¿Hay lógica en tus acciones? —le pregunto—. ¿Acaso no ves que quiero salvarte de esa maldito infeliz que solo te lastima y ve como si eres un objeto?

   Ella se queda estática mientras su mirada luce neutral.

   —Pensé que solo nos besamos...

   ¿Qué?

   Esta mujer es bipolar. Juro que si.

   Coloco una mano en mi frente mientras miro hacia los lados y luego bajo mi cabeza.

   Me volveré loco.

   —¿Hablas por hablar? —le pregunto.

   Ella arquea sus cejas mirándome desconcertada.

   —¿Qué dices?

   —Hace varios minutos me dijiste que cualquier persona quisiera estar conmigo, pero antes de eso me dijiste que si te salvaba de ese hombre estarías conmigo.

   Ella rueda los ojos y cruza sus brazos.

   Juro que quiero entenderla, pero no lo logro.

    —No me respondiste a la propuesta.

    —Te respondí que no quiero migajas. Si estás conmigo es porque me quieres igual como te quiero, no que estés por presión o agradecimiento. —coloco mis dos brazos en mi cintura cansado de su juego.

   Ella se queda mirándome sin responder a lo que acabo de decirle.

   De un momento Emma empieza a acariciarse la nuca junto con su cuello.

   —No sé qué responder a eso. —dice evitando mi mirada.

   No sabe que responder.

   Me río.

   Estúpido.

   De verdad que me ilusiono con un poco de afecto.

   Acaricio mi cabello hacia atrás para quitar los mechones que se han descolocado, pero ellos vuelven al mismo lugar en donde estaban.

   —Necesito pensar, por favor. —Levanto mi mirada y la fijo en ella—. Déjame solo, veré que hago para que seas libre de ese hombre.

   Me alejo de ella y rodeo el escritorio.

   No sé cómo ella lo hace. Emma puede subirme al cielo y bajarme al infierno en un solo segundo.

   Me siento en la silla y me acerco al escritorio.

    —¿Entonces aceptas el trato que te mencioné antes? —pregunta ella acercándose a mí escritorio.

   Levanto mi cabeza y la miro.

   —No, fui claro que no quiero estar contigo de esa forma. —le respondo claramente exasperado.

   Ella frunce el ceño y luego se rasca la cabeza.

   —¿Entonces que vas hacer? ¿Será un favor a cambio de nada de parte mía? —pregunta.

   Suelto los papeles que acababa de agarrar en mis manos.

    —Sí, es un favor, ahora déjame solo, por favor. —espeto ya desesperado porque me deje respirar.

   Ella se acaricia el cabello y luego coloca sus manos en mi escritorio.

   —¿Pero que es lo que harás justamente? —me pregunta.

   Suspiro profundo echándome hacia atrás en la silla.

   Miro hacia los lados buscando un respiro.

   —Voy a mandar a matar al hombre que está en República Dominicana, luego de que esté muerto, voy a desaparecer a tu querido esposo y después... —me levanto de la silla—, puedes hacer lo que desees.

   Empiezo a caminar hacia la puerta y cuando estoy en el pasillo, una mano me detiene agarrando mi brazo.

   —¿Eso quiere decir que todo se acabó? —me pregunta con cinismo.

   ¿Pero es que de donde salió esta mujer?

   —¿Qué se acabó, si nunca comenzó? —le pregunto muy confundido—. Me tienes casi delirando. Aclara tu cabeza, Emma y luego intenta no confundirme con besos, abrazos, lágrimas y palabras como te necesito o tengo miedo. —la señalo—. No soy un niño a quien puedes utilizara tu antojo. No me vuelvas loco y no vengas a querer alterar más mi mundo de lo que ya está. Cuando creas que eres racional, sabes donde vivo.

   Son las últimas palabras que le dirijo antes de seguir caminando dejándola atrás.

    —Estoy confundida... —grita deteniendo mis pasos.

   Asiento lentamente mirando la recepción y pensando en si debo contestarle.

   —Sé lo que quiero y te quiero Emma, deseo ser tuyo, ahora necesito que pienses en que quieres para que me lo digas y así no voy a sobrepensar como lo hago. —me devuelvo caminando hacia ella—. Necesito que me digas que me deseas con locura como te deseo yo, que quieres estar conmigo... —expreso cerca de sus labios—, esas son las palabras que deseo que salgan de tus labios.

   Ella baja su vista a mis labios como la otra vez.

   Doy dos pasos hacia atrás dejándola con las ganas de besarme. Esta vez no.
  

  


Spencer te amo, sé mío. 😭😭🤍

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